Para Guachefe, sin acritud
Cuando Leonard Cohen le consultó a su gurú budista porque alguien le dijo que las canciones que componía eran demasiado tristes, el lama le respondió: “no te preocupes, aún debes hacerlas más tristes, hasta que les salten las lágrimas a quienes las escuchen”. El cantautor canadiense siguió al pie de la letra las instrucciones de su maestro.
Sócrates descubrió la mayéutica como método para enseñar sus pensamientos a sus discípulos, pero también para enseñarles a pensar por sí mismos, y esta estrategia de comunicación ha tenido gran influencia en el periodismo actual y en la psicoterapia, pero no en la política, porque la política no enseña nada, oculta todas las enseñanzas. El conocimiento auténtico no está en las respuestas, sino en las preguntas, por eso los políticos sólo dan respuestas. La curiosidad ha sido el motor de evolución de la humanidad.
Erasmo de Rótterdam, un tipo genial, realiza en su obra “Elogio de la Locura” una crítica de la sociedad de su tiempo, por una parte los excesos del poder, y por otra la conversión de la fe católica en una religión mundana, materialista, pero también inhumana, dogmática, irreflexiva e irracional.
Erasmo critica al mismo Papa, a los clérigos corruptos, utilizando el sujeto de la locura para construir su discurso, porque la ciencia –la razón- no es adversaria de la religión, sino su complemento necesario. Erasmo era honesto, por eso Lutero, que también era honesto, lo admiró tanto. A Giordano Bruno lo quemaron en la hoguera, tras cortarle la lengua, porque no dejaba de decir verdades, también era honesto.
El Ethos es uno de los tres modos de persuasión de la retórica según Aristóteles – junto con el logos y el pathos-. El ethos da lugar a la política, el logos a la ciencia, y el pathos a las emociones. En cualquier discurso se imbrincan para procurar un mensaje determinado. Zapatero utiliza el pathos, diciendo que defiende el ethos, sin saber siquiera que es el logos. Pura estética “buenista” en su conjunto como ha denunciado Gustavo Bueno.
Sigamos adelante. Daniel Innerarity en su obra “Dialéctica de la Modernidad” nos habla del ethos político en la actualidad y dice lo siguiente:
“A diferencia de otras épocas en que los ideales políticos gozaban de adhesión y capacidad movilizadora, parece ser una característica de la nuestra su progresiva pérdida de credibilidad. De manera generalizada, la política no significa otra cosa que un escenario en el que la ficción deviene realidad y donde se consienten actitudes que serían consideradas como inmorales en el campo de las relaciones interpersonales.
La existencia de abusos de poder o la simulación para obtener determinados beneficios políticos no se han inventado recientemente: recorren la historia de un extremo a otro y son una llamada de atención sobre la endeble condición humana. Lo que si parece específico de nuestra situación es que la consideramos inevitable: para la opinión dominante, la ética y la política son, de hecho, dos realidades que se encuentran en recíproca oposición.
Los motivos de este desencanto pueden ser muy variados; la coincidencia, en palabras de Nietzsche, consiste en afirmar: “la necesaria suciedad de todo hacer político”.
Max Weber recogió este modo de ver las cosas en una advertencia de crudo realismo: “cualquiera que desee intervenir en la política en este mundo, ha de estar por encima de todo desprovisto de ilusiones”. Entre estas ilusiones figura, según Weber, la de pensar que la política es una actividad moral: “quien se mete en política, es decir, quien accede a utilizar como medios el poder y la violencia, ha sellado un pacto con el diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno sólo produzca lo bueno, y lo malo el mal, sino que frecuentemente sucede lo contrario”.
De cuando leía el blog de Rosa Díez, recuerdo que un día expresó su admiración por Max Weber, hoy se puede comprobar que se ha olvidado de sus enseñanzas, entre tanto trabajo y representación.
Leonard Cohen podría, sin duda, ponerle música a nuestra época, mientras Sócrates haría esas preguntas tan necesarias sobre nuestra realidad. Erasmo, seguiría criticando cualquier “hibris” religiosa o política, y Giordano Bruno seguiría reclamando “némesis” antes de que le ajusticiaran en la hoguera. El mito del eterno retorno ataca de nuevo.
No es cierto que los ciudadanos no sepamos lo que ocurre, lo sabemos, conocemos la forma de actuar de los tiranos disfrazados de buenas personas, que buscan nuestro bien en este mundo o en cualquier otro. No es cierto que no sepamos distinguir la hipocresía con que nos tratan los políticos. No es cierto que no alcancemos a distinguir cuales son sus auténticas intenciones, la de perpetuarse en el poder, la de obtener privilegios de representarnos que no alcanzaron en la vida civil, la de buscar la idolatrización de sus "egos". "Vanitas vanitatis".
Por eso, y no por histeria, sino por historia reclamamos democracia, queremos libertad, y llamamos sinvergüenzas a los que se acantonan en el poder para defender sus lentejas a costa de que nosotros nos comamos la lata.
Los ciudadanos no somos idiotas, ya no, en Ciutadans nos defraudaron y lo denunciamos, en UPyD nos defraudan y lo denunciamos. El PSOE y el PP forman el establishment contra el que debemos enfrentarnos, es cierto, pero Ciutadans y UPyD forman los diques que impedirán el enfrentamiento contra los opresores y privilegiados de la política, lugar que aspiran a compartir los dirigentes de las nuevas formaciones políticas que tratan de mantener dentro del redil del engaño político a las voluntades más crispadas.
Ciutadans y UPyD forman en su conjunto el cinturón protector de la clase política en España, o el cinturón de castidad, como ustedes prefieran. Son remedios paliativos de nuestras desgracias ciudadanas con la política.
Eso hay que denunciarlo y exponerlo a la luz pública, como antídoto de un nuevo engaño de los políticos a los ciudadanos. La salud pública de nuestra sociedad lo requiere, lo necesita. No se puede seguir admitiendo tanta violencia gratuita sobre nuestra existencia, para que medren los que se consideran más espabilados a costa de manipular siniestramente las ilusiones de todos los que hayan alcanzado conciencia de su condición ciudadana.
El ethos político nada tiene que ver con la ética, es pura estética modernista, es hora de que el ethos ciudadano desplace al ethos político. La batalla no está entre izquierda y derecha, PSOE o PP, o Ciutadans y UPyD, esa es su batalla; la nuestra es otra, la de los ciudadanos contra todos los políticos. Es la sociedad civil contra el Estado opresor que reparte privilegios entre sus secuaces y guardianes.
Polis significa ciudad en griego, la política deriva de la ciudadanía, los políticos deben estar al servicio de los ciudadanos, no los ciudadanos al servicio de los políticos. Se acabó la representación hipócrita de los vendedores de alfombras voladoras, contra oscurantismo y enmascaramiento, luz y taquígrafos, y en su defecto, internet y libertad.
Enrique Suárez Retuerta
Cuando Leonard Cohen le consultó a su gurú budista porque alguien le dijo que las canciones que componía eran demasiado tristes, el lama le respondió: “no te preocupes, aún debes hacerlas más tristes, hasta que les salten las lágrimas a quienes las escuchen”. El cantautor canadiense siguió al pie de la letra las instrucciones de su maestro.
Sócrates descubrió la mayéutica como método para enseñar sus pensamientos a sus discípulos, pero también para enseñarles a pensar por sí mismos, y esta estrategia de comunicación ha tenido gran influencia en el periodismo actual y en la psicoterapia, pero no en la política, porque la política no enseña nada, oculta todas las enseñanzas. El conocimiento auténtico no está en las respuestas, sino en las preguntas, por eso los políticos sólo dan respuestas. La curiosidad ha sido el motor de evolución de la humanidad.
Erasmo de Rótterdam, un tipo genial, realiza en su obra “Elogio de la Locura” una crítica de la sociedad de su tiempo, por una parte los excesos del poder, y por otra la conversión de la fe católica en una religión mundana, materialista, pero también inhumana, dogmática, irreflexiva e irracional.
Erasmo critica al mismo Papa, a los clérigos corruptos, utilizando el sujeto de la locura para construir su discurso, porque la ciencia –la razón- no es adversaria de la religión, sino su complemento necesario. Erasmo era honesto, por eso Lutero, que también era honesto, lo admiró tanto. A Giordano Bruno lo quemaron en la hoguera, tras cortarle la lengua, porque no dejaba de decir verdades, también era honesto.
El Ethos es uno de los tres modos de persuasión de la retórica según Aristóteles – junto con el logos y el pathos-. El ethos da lugar a la política, el logos a la ciencia, y el pathos a las emociones. En cualquier discurso se imbrincan para procurar un mensaje determinado. Zapatero utiliza el pathos, diciendo que defiende el ethos, sin saber siquiera que es el logos. Pura estética “buenista” en su conjunto como ha denunciado Gustavo Bueno.
Sigamos adelante. Daniel Innerarity en su obra “Dialéctica de la Modernidad” nos habla del ethos político en la actualidad y dice lo siguiente:
“A diferencia de otras épocas en que los ideales políticos gozaban de adhesión y capacidad movilizadora, parece ser una característica de la nuestra su progresiva pérdida de credibilidad. De manera generalizada, la política no significa otra cosa que un escenario en el que la ficción deviene realidad y donde se consienten actitudes que serían consideradas como inmorales en el campo de las relaciones interpersonales.
La existencia de abusos de poder o la simulación para obtener determinados beneficios políticos no se han inventado recientemente: recorren la historia de un extremo a otro y son una llamada de atención sobre la endeble condición humana. Lo que si parece específico de nuestra situación es que la consideramos inevitable: para la opinión dominante, la ética y la política son, de hecho, dos realidades que se encuentran en recíproca oposición.
Los motivos de este desencanto pueden ser muy variados; la coincidencia, en palabras de Nietzsche, consiste en afirmar: “la necesaria suciedad de todo hacer político”.
Max Weber recogió este modo de ver las cosas en una advertencia de crudo realismo: “cualquiera que desee intervenir en la política en este mundo, ha de estar por encima de todo desprovisto de ilusiones”. Entre estas ilusiones figura, según Weber, la de pensar que la política es una actividad moral: “quien se mete en política, es decir, quien accede a utilizar como medios el poder y la violencia, ha sellado un pacto con el diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno sólo produzca lo bueno, y lo malo el mal, sino que frecuentemente sucede lo contrario”.
De cuando leía el blog de Rosa Díez, recuerdo que un día expresó su admiración por Max Weber, hoy se puede comprobar que se ha olvidado de sus enseñanzas, entre tanto trabajo y representación.
Leonard Cohen podría, sin duda, ponerle música a nuestra época, mientras Sócrates haría esas preguntas tan necesarias sobre nuestra realidad. Erasmo, seguiría criticando cualquier “hibris” religiosa o política, y Giordano Bruno seguiría reclamando “némesis” antes de que le ajusticiaran en la hoguera. El mito del eterno retorno ataca de nuevo.
No es cierto que los ciudadanos no sepamos lo que ocurre, lo sabemos, conocemos la forma de actuar de los tiranos disfrazados de buenas personas, que buscan nuestro bien en este mundo o en cualquier otro. No es cierto que no sepamos distinguir la hipocresía con que nos tratan los políticos. No es cierto que no alcancemos a distinguir cuales son sus auténticas intenciones, la de perpetuarse en el poder, la de obtener privilegios de representarnos que no alcanzaron en la vida civil, la de buscar la idolatrización de sus "egos". "Vanitas vanitatis".
Por eso, y no por histeria, sino por historia reclamamos democracia, queremos libertad, y llamamos sinvergüenzas a los que se acantonan en el poder para defender sus lentejas a costa de que nosotros nos comamos la lata.
Los ciudadanos no somos idiotas, ya no, en Ciutadans nos defraudaron y lo denunciamos, en UPyD nos defraudan y lo denunciamos. El PSOE y el PP forman el establishment contra el que debemos enfrentarnos, es cierto, pero Ciutadans y UPyD forman los diques que impedirán el enfrentamiento contra los opresores y privilegiados de la política, lugar que aspiran a compartir los dirigentes de las nuevas formaciones políticas que tratan de mantener dentro del redil del engaño político a las voluntades más crispadas.
Ciutadans y UPyD forman en su conjunto el cinturón protector de la clase política en España, o el cinturón de castidad, como ustedes prefieran. Son remedios paliativos de nuestras desgracias ciudadanas con la política.
Eso hay que denunciarlo y exponerlo a la luz pública, como antídoto de un nuevo engaño de los políticos a los ciudadanos. La salud pública de nuestra sociedad lo requiere, lo necesita. No se puede seguir admitiendo tanta violencia gratuita sobre nuestra existencia, para que medren los que se consideran más espabilados a costa de manipular siniestramente las ilusiones de todos los que hayan alcanzado conciencia de su condición ciudadana.
El ethos político nada tiene que ver con la ética, es pura estética modernista, es hora de que el ethos ciudadano desplace al ethos político. La batalla no está entre izquierda y derecha, PSOE o PP, o Ciutadans y UPyD, esa es su batalla; la nuestra es otra, la de los ciudadanos contra todos los políticos. Es la sociedad civil contra el Estado opresor que reparte privilegios entre sus secuaces y guardianes.
Polis significa ciudad en griego, la política deriva de la ciudadanía, los políticos deben estar al servicio de los ciudadanos, no los ciudadanos al servicio de los políticos. Se acabó la representación hipócrita de los vendedores de alfombras voladoras, contra oscurantismo y enmascaramiento, luz y taquígrafos, y en su defecto, internet y libertad.
Enrique Suárez Retuerta