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miércoles, 20 de octubre de 2010

El hombre que valía demasiado


"Amigo mío, la Naturaleza ha dado a cada hombre un estilo, como una fisonomía y un carácter. El hombre puede cultivarla, pulirla, mejorarla, pero cambiarla, no". Gaspar Melchor de Jovellanos

Hay cosas que no se comprenden en la política de este país, si recientemente asistíamos a la pugna de las elecciones primarias del PSOE por la Comunidad de Madrid, entre Trinidad Jiménez, paracaidista muy querida en La Moncloa y Tomás Gómez, “el huracán de Parla” y Secretario General de la FSM, con triunfo del varón (y los afiliados) sobre la señorita Trini (y su mentor, Rodríguez Zapatero); en las filas del PP la siguen peinando en Asturias con amenaza de continuar hasta enero con el frenesí valleinclanesco.

Que Francisco Álvarez-Cascos Fernández, en ocasiones llamado Paco Cascos (como dice la wikipedia), es el mejor candidato de los posibles que puede presentar el PP a la Presidencia del Principado de Asturias lo sabe todo el mundo, precisamente en El Mundo se publicó una encuesta en mayo en la que recibía el apoyo del 51,5 % de los asturianos sin haber dicho ni esta boca es mía, que se desglosaban de la siguiente forma: 83,9 % de los que habían votado al PP, 42,7 % de los que habían votado a IU, y 37,4 % de los que habían votado al PSOE. Algo bueno debe tener el señor Cascos para recibir el apoyo de la mayoría absoluta de los asturianos en las encuestas sin haber movido ni una ceja, y además por aclamación. A los que se añaden los comentarios identificados de La Nueva España, el diario más leído en Asturias, en los que la mayoría de los participantes expresan su voluntad favorable a la candidatura de Francisco Álvarez-Cascos.

Pero algo malo debe tener para los dirigentes regionales y nacionales del PP, cuando no se acaban de decidir por darle su apoyo unánime ni desde la sede de Oviedo, ni desde la de Génova. Así que tenemos un candidato apoyado mayoritariamente por el pueblo que va a votarle si les dejan y obstaculizado por los dirigentes de su propio partido, algo insólito en la política española. Lo que está claro es que en esta democracia que tenemos en España los ciudadanos están obligados a escoger entre los candidatos que les ofrecen los partidos y no entre los que quisieran elegir por su propia voluntad.

Detengámonos en la cuestión, reflexionemos un instante, veamos con nitidez lo que ocurre. En Asturias lleva gobernando el PSOE 30 años seguidos (con la interrupción de Sergio Marqués entre 1995-1999, que comenzando su gobierno siendo del PP terminó gobernando con el URAS, un partido nacionalista asturiano creado ex profeso en torno a su persona), mientras que el PP gestiona la capital del Principado, Oviedo, con Gabino de Lorenzo de alcalde desde 1991 hasta ahora (19 años). Asturias sí que es un oasis y no Cataluña. El PSOE y el PP han llegado a un acuerdo implícito de no agresión mutua, y se reparten el poder entre ambos desde hace 20 años, en una fórmula magistral que impide cualquier posibilidad de cambio. Así el establishment asturiano puede seguir como siempre, como diría Tomasi di Lampedusa, cambiando algo para que todo siga igual.

La presencia de Álvarez Cascos en el Principado de Asturias es considerada como una auténtica revolución por parte de todos los que se reparten el poder desde hace décadas, que además no tienen intención alguna de ser desplazados por Paco y sus rebajas, pues para una vez que el PP triunfó en las elecciones autonómicas en 1995, todo se malogró, porque al leal lugarteniente de Aznar, le dio por separarse de su mujer de toda la vida, Elisa Fernández-Escandón Ortiz para casarse con su segunda esposa, Gemma Ruiz, mientras ocupaba la Vicepresidencia del Gobierno, algo que no se entendió desde algunos sectores del PP asturiano no acostumbrado a divorcios y que terminó creando una batalla de opinión en la derecha asturiana (un auténtico culebrón), con repercusiones en el Gobierno del Principado, inconcebibles en cualquier otro lugar del planeta.

Por supuesto, aunque el alcalde de Oviedo, es el principal factotum del contubernio, no podemos olvidarnos de los dirigentes de Gijón, Pilar Fernández Pardo, eterna aspirante a alcaldesa, que había atribuido responsabilidades al gobierno de Aznar en los atentados del 11-M y Avilés, Joaquín Aristegui, eterno aspirante a alcalde avilesino, a los que debemos sumar ese prodigio de derrotas electorales que es Ovidio Sánchez, acompañado de la legión de supervivientes de la dirección regional. Francisco Álvarez-Cascos traslada su ficha de militante a Asturias en 2005, algo que puso realmente nerviosos a sus atribulados compañeros los de la cofradía de la escalerona.

Pero no acaba aquí la cosa, pues en la dirección nacional del PP, en la que Cascos conserva algunos leales amigos, no es recibida precisamente con arrebato y algarabía su presencia como candidato a la Presidencia del Principado de Asturias, ¿por qué?, pues sencillamente porque un día le dio a Paco, que no se calla ni una, por decirle a Mariano Rajoy que las derrotas había que llamarlas derrotas y dejarse de hacer maquillajes, y a Maria Dolores de Cospedal, actual Secretaria General del Partido, con la que sentenció una amistad eterna cuando le dijo en 2008: “Parece que quiere quitarle el puesto a Pepiño Blanco y se dedica a criticar al PP en vez de hacerlo al PSOE”. Pero sin duda la razón fundamental, es que ahora que en el Partido de la Gaviota, ya piden permiso a la dirección hasta para ir al servicio, ahora que por fin Arriola, con su estrategia de “todos quietos, que éstos se caen solos” se las promete tan felices como cuando lo de la niña, van a permitir que llegue el Tsunami Cascos, este liberal jovellanista, para decir lo que le dé la gana, que posiblemente sea lo que estén deseando escuchar los españoles, tras la fumigación de talante y el burka impuesto por la Moncloa al pueblo desquiciado con los Gobiernos de Rodríguez Zapatero.

Así están las cosas, que nadie sabe ya en la dirección nacional del PP si al final suma o resta la rentré de Cascos en la política asturiana y española. Quienes si le apoyan son algunos barones autonómicos, con Esperanza Aguirre a la cabeza que ya va diciendo siete veces que es el mejor candidato que el PP puede presentar en Asturias, tierra a la que acude todos los veranos y que conoce desde hace muchos años. Pero quizás lo más sorprendente son las buenas relaciones que Francisco Álvarez-Cascos mantiene con el Secretario General del sindicato SOMA-UGT, Férnandez Villa, al que envió un telegrama recientemente cuando estuvo encerrado en el Ministerio de Industria por el conflicto del carbón (también lo hizo con Maximino García, Secretario de Minería en CCOO), precisamente Justo Braga, Secretario General de la UGT en Asturias, en unas declaraciones sorprendentes, justo antes de la pasada Huelga General, manifestó con contundencia el sentir de las Cuencas Mineras en una frase histórica: “Me gustaría que todo el PP defendiera el carbón como Francisco Álvarez-Cascos”.

En el PSOE, por lo pronto, Vicente Álvarez Areces, ante la posibilidad de competir con Francisco Álvarez-Cascos, por la cuarta legislatura como Presidente, prefirió retirarse a sus aposentos a ver si cae algún ministerio en estos tiempos de crisis, dejando al neófito en esta lides, Javier Fernández, atado al mastil del PSOE, a ver como sale de la galerna que se avecina.

Verán ustedes, aquí el escribidor, que se honra de su liberalismo, no puede permanecer impasible ante un político no adoctrinado, displicente, disidente y liberal, que pone nerviosos a todos los dirigentes de su partido, levanta admiración en los sindicatos, saca de quicio a sus oponentes y camina hacia la aclamación popular de sus votantes; su trayectoria es singularmente heroica y su legado, cuando estuvo en el Gobierno, fue impresionante, a pesar de haber sido considerado el peor rival del PSOE de Zapatero por José Blanco –actual Ministro de Fomento, no comparen por favor- (algo de lo que me congratulo y que puede sumarse a sus méritos), y de haberle hecho desde el PSOE las campañas de propaganda más obscenas que se recuerdan, algo que dice mucho a su favor. Una cosa es defender los partidos políticos y otra muy diferente reconocer las virtudes de los políticos que se han caracterizado por su honestidad y buen hacer, como es el caso de Francisco Alvarez-Cascos, a pesar de haber levantado más ampollas entre sus detractores que una intoxicación de pimientos caducados.

Despidámonos con El Quijote, diciendo a todos los dirigentes del PP desde este blog de trinchera: “Cuan largo me lo fiais, amigo Sancho” porque si no hay motivos para que Cascos sea candidato y con toda probabilidad, próximo Presidente del Principado de Asturias, mucho menos los hay para que Mariano Rajoy sea el próximo Presidente del Gobierno de España.

Y a los del Pico y la Pala, un abrazo desde aquí, seguir cavando profundo que hay que enterrar mucha miseria.

Biante de Priena

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