¿Quién ha dicho que la política es hacer algo por el bienestar público?. No es así, la política es también no hacer nada, hacer que se hace algo, hacer algo que se sepa que es intrascendente de antemano, hacer algo por el bienestar propio o por el malestar ajeno.
Nos han quitado todos los valores absolutos del escenario social, menos el de “la bondad de la política”, y en el caso que nos ocupa “la bondad del Estado” (sustituto de Dios). Evidentemente, esto demuestra una vez más, que quien quita y reparte se lleva la mejor parte.
Al contrario, la política es la mayor fuente de nuestro malestar, las decisiones de los políticos atañen a cualquier aspecto de nuestra vida, y cuando alguien tiene un problema tiene que resolverlo como pueda, si tiene afinidad con el Gobierno correspondiente, le sigue resultando más fácil.
No es cierto que la política reduzca nuestros problemas, más bien los incrementa, porque cuantos más problemas tenemos más “necesaria” es la política. Solo hay que ver los telediarios, todo son problemas. Porque los medios de comunicación también viven de informarnos sobre el malestar, sobre lo que no funciona o no sirve, o sobre lo mal que están los demás (para que nosotros pensemos “por nosotros mismos” lo bien que estamos). Todo es una gran falacia organizada, política y medios de comunicación son una gran fraternidad con idénticos propósitos.
Hoy, la política en España recuerda más a las organizaciones mafiosas que a otra cosa, cada día descubrimos como los políticos siguen beneficiándose de su condición gracias a perjudicarnos a los demás, a los ciudadanos.
Entonces, ¿por qué los mantenemos?, ¿por qué la gente no se echa a la calle y proclama su liberación de los políticos?. ¿por qué aceptamos seguir siendo sus esclavos?.
La respuesta no es fácil, posiblemente por falta de costumbre. Desde pequeños nos educan para que sigamos el camino trazado, para que hagamos lo que quieren los poderosos, para que les dejemos en paz, y ellos sigan viviendo como señores feudales a nuestra costa. No hay costumbre de rebelarse, el umbral de resistencia a la ofensa de nuestros derechos es muy alto. Y luego está la propaganda política bien organizada, con grandes recursos, que determina finalmente el objetivo de mantenernos a raya.
Zapatero representa perfectamente esta coyuntura, por eso ha salido elegido Presidente del Gobierno. Un pueblo como el nuestro se merece a alguien como Zapatero guíando sus pasos, no como pastor, sino como becerro de oro. Balan las ovejas al ocaso mientras las trasquilan, y sueñan con la libertad de seguir siendo lo mismo: simplemente ganado. Balan, para manifestar su alegría de que todo siga igual y nada cambie bajo el sol.
Nos han quitado todos los valores absolutos del escenario social, menos el de “la bondad de la política”, y en el caso que nos ocupa “la bondad del Estado” (sustituto de Dios). Evidentemente, esto demuestra una vez más, que quien quita y reparte se lleva la mejor parte.
Al contrario, la política es la mayor fuente de nuestro malestar, las decisiones de los políticos atañen a cualquier aspecto de nuestra vida, y cuando alguien tiene un problema tiene que resolverlo como pueda, si tiene afinidad con el Gobierno correspondiente, le sigue resultando más fácil.
No es cierto que la política reduzca nuestros problemas, más bien los incrementa, porque cuantos más problemas tenemos más “necesaria” es la política. Solo hay que ver los telediarios, todo son problemas. Porque los medios de comunicación también viven de informarnos sobre el malestar, sobre lo que no funciona o no sirve, o sobre lo mal que están los demás (para que nosotros pensemos “por nosotros mismos” lo bien que estamos). Todo es una gran falacia organizada, política y medios de comunicación son una gran fraternidad con idénticos propósitos.
Hoy, la política en España recuerda más a las organizaciones mafiosas que a otra cosa, cada día descubrimos como los políticos siguen beneficiándose de su condición gracias a perjudicarnos a los demás, a los ciudadanos.
Entonces, ¿por qué los mantenemos?, ¿por qué la gente no se echa a la calle y proclama su liberación de los políticos?. ¿por qué aceptamos seguir siendo sus esclavos?.
La respuesta no es fácil, posiblemente por falta de costumbre. Desde pequeños nos educan para que sigamos el camino trazado, para que hagamos lo que quieren los poderosos, para que les dejemos en paz, y ellos sigan viviendo como señores feudales a nuestra costa. No hay costumbre de rebelarse, el umbral de resistencia a la ofensa de nuestros derechos es muy alto. Y luego está la propaganda política bien organizada, con grandes recursos, que determina finalmente el objetivo de mantenernos a raya.
Zapatero representa perfectamente esta coyuntura, por eso ha salido elegido Presidente del Gobierno. Un pueblo como el nuestro se merece a alguien como Zapatero guíando sus pasos, no como pastor, sino como becerro de oro. Balan las ovejas al ocaso mientras las trasquilan, y sueñan con la libertad de seguir siendo lo mismo: simplemente ganado. Balan, para manifestar su alegría de que todo siga igual y nada cambie bajo el sol.
Biante de Priena