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sábado, 5 de febrero de 2011

La revolución de la sidra


"Hoc signo tuetur pius, hoc signo uincitur inmicus" (con este signo se protege al piadoso, con este signo se vence al enemigo). Inscripción del escudo de Asturias bajo la Cruz de la Victoria.

Desde hace un mes, asistimos en Asturias a un episodio singular de la política española tan fosilizada en el más de lo mismo desde hace años. La razón de lo que acontece proviene de la congregación de varias circunstancias especiales y autóctonas.

La primera circunstancia es social, los asturianos hemos estado sometidos durante los últimos 30 años a un contubernio político que ha terminado derivando en una situación insoportable de connivencia en la inacción y la decadencia, por parte de los principales partidos de la comunidad: el PP, el PSOE e IU. Gracias al “dolce far niente” de los usurpadores democráticos de la representación pública, Asturias es la comunidad más hundida socialmente del país: la demografía asturiana da miedo, la tasa de actividad laboral es la más baja del país, y la situación de dependencia es espeluznante: en Asturias hay 3 pensionistas por cada 2 trabajadores, la tasa de dependencia más elevada de Europa.

La segunda circunstancia es cultural, en Asturias la población está sometida a una desmoralización sin precedentes, a un chantaje urdido por el PSOE (sin las ayudas del Gobierno del PSOE Asturias no puede salir adelante) y afianzado por el PP (ayer mismo, González Pons advertía de que si no triunfaba el PSOE o el PP en las próximas elecciones, Asturias se quedaría fuera de juego en el Estado). Asturias está secuestrada por los partidos políticos convencionales, esperando que los asturianos la rescatemos de la molicie y la depravación.

El clima de corrupción existente en Asturias, lo que ha venido denominándose como “El pacto del Duerno” (que nadie controle a nadie desde la política, hoy por ti mañana por mí) ha estallado con el “caso Marea” que ha llevado a la cárcel al exconsejero de educación, un hombre del presidente Areces, y otros altos cargos de la administración asturiana, dejando bajo sospecha a todos los demás. Se ha demostrado que hay corrupción, ahora sólo queda saber hasta donde será la justicia capaz de llegar en su descubrimiento.

La última noticia sobre el asunto es que la fiscalía –posiblemente a sugerencia del Fiscal General del Estado que acude a los Consejos de Ministros- trata de quitarle el caso a la juez que lo ha sacado a la superficie, con el fin de elevarlo a instancias superiores. Mala cosa cuando el pueblo comienza a juzgar a la justicia.

La tercera circunstancia es económica y laboral. Asturias tiene 81.900 parados, una de las cifras más elevadas del norte de España. La economía asturiana se ha convertido en la más dependiente del Estado y está absolutamente intervenida desde el poder. En Asturias no se mueve una piedra sin participación política, ni se hace un contrato o un negocio en el que al final no aparezca un tentáculo del poder. Más que una comunidad española, Asturias parece una república soviético antes de la caída del Muro de Berín. Desde hace años, Asturias se conoce en los mentideros económicos, como “la Albania española”

La cuarta circunstancia es política y en ella convergen el declive de la representación política asturiana y la presencia de Francisco Álvarez Cascos que ha decidido traerse la caja de las esencias del PP a las montañas de Asturias, para protegerlas del “transfuguismo ideológico” del PP de Mariano Rajoy, en el que ahora prevalecen las siglas sobre las personas, y los diseños sobre los principios.

Los asturianos han reaccionado muy positivamente a lo ocurrido creando una formación: Foro Asturias Ciudadanos, para acoger al “último mohicano” de la política española con mayúsculas. En tan solo un mes, Asturias ha tenido más proyección informativa que en las últimas décadas, y la caravana del orgullo que pilota Cascos ya ha recorrido diez de los setenta y ocho concejos asturianos con la buena nueva de que la regeneración democrática es posible y con ella la recuperación del orgullo de esta tierra y sus habitantes, ahora secuestrado por los detentadores.

Esos son los ingredientes fundamentales de la Revolución de la Sidra con un nítido carácter asturiano, que resulta difícil de comprender en el ámbito nacional. La elaboración de la sidra requiere un proceso singular que antiguamente concitaba a los habitantes de distintos pueblos en la recolección de la manzana, que luego se mayaba y se fermentaba hasta obtener la bebida de la tierra. La "sextaferia" (trabajo colectivo y gratuito por el común) es el concepto al que ha apelado Cascos para organizar su épica hazaña. El “ixuxú” es el grito de guerra de los asturianos. El objetivo es “el acabose” que es un concepto mucho más amplio que en el castellano, que indica un cambio de era y el comienzo de otra, algo parecido al “hasta aquí hemos llegado” castellano.

Los asturianos hemos recordado las palabras que pronunció el Rey Pelayo ante la invasión de los musulmanes: “rehúso doblegarme”, no tenemos costumbre de servidumbre en esta tierra, de arrodillamos ante el poder de los opresores, más bien de rebelarnos insistentemente frente a la opresión. El lema ancestral de nuestra bandera anuncia el futuro: “Asturias xamás vencida”. “La folixa ta entamada...van caer chuzos de punta”.

Enrique Suárez

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