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martes, 8 de julio de 2008
Y se recogieron firmas en la Plaza de Cataluña
Nuestra amiga Agata nos env������a esta peque������a cr������nica de como fue la recogida de firmas en la Plaza de Catalu������a el pasado s������bado 5 de Julio. Enorabuena por el reportaje.
UPyD recoge firmas en apoyo al manifiesto por la lengua en com������n.
Barcelona - Plaza Catalu������a 05-07-2008
Una peque������a cr������nica de la jornada, algo informal.
Con un d������a caluroso y un trasiego de personas continuo, la plaza Catalu������a daba la sensaci������n que toda Barcelona pasaba por ah������ con un sol de justicia. La recogida de firmas por ���������un idioma en com������n��������� transcurri������ sin apenas incidentes, que si los hubo, pero digamos que sin importancia.
Amigos, simpatizantes, militantes y parte de la coordinadora en Catalu������a, (otra parte estaban de Consejo en Madrid) arroparon con su presencia desde una posici������n cercana a la mesa y sus alrededores; preparados por un posible boicot anunciado por la ���������kale borroka catalana���������, los maulets, que estaban dispuestos a reventar el acto, seg������n informaci������n publicitada en unos de sus foros y que, oportunamente (los que levantaron ���������la liebre���������) denunci������ndolo primero fue a trav������s de Ciudadanos en la Red -a cada uno lo suyo- dio lugar a que se tomaran las medidas oportunas.
El d������a fue ameno, las personas se iban acercando pidiendo informaci������n, otros ya ten������an conocimiento del ���������manifiesto por una lengua en com������n���������, algunas comentaban que ya hab������an firmado por Internet y otras todav������a no lo hab������an hecho y aprovechan esta oportunidad para hacerlo.
La pol������tica de ���������normalizaci������n��������� del gobierno catal������n, ha llevado a la exclusi������n de la lengua castellana en las instituciones de la Generalitat (totalmente excluida), como en la ense������anza, a los ni������os hasta los 8 a������os, en esta comunidad biling������e, por lo tanto es contraria a la Catalu������a de a ���������pie de calle���������.
Las fotograf������as que adjunto, a la cr������nica informal, se puede observar el ambiente de la mesa de las firmas en Barcelona; se puede observar que hubo momentos con colas para acceder a ella. Todo ello muestra, una vez m������s, que los pol������ticos son ajenos al sentir de la poblaci������n a pie de la calle.
Agata, simpatizante de UPyD
Gracias
Categorías:
Firmas Invitadas,
Idioma español,
UPyD
Yo soy español,...español,...español
Pues sí, así de claro y definitivo, porque no quiero ser otra cosa, me siento cómodo con mi identidad, y orgulloso de se uno de los que pueden decirlo, por eso algunos me llamarán facha, o nacionalista, o yo que sé. Pero da igual, ellos quieren que yo no sea español, sencillamente porque si lo soy, les impide ser lo que algunos quieren para sí, y para todos los que les rodean.
Si me preguntan porque soy español, pues tampoco sabría que decirles, tal vez porque ser español es no ser otra cosa y al mismo tiempo no tener la obligación de ser lo que algunos quieren desde el poder que se sea.
Lo de ser español es parecido a lo de ser liberal, uno no ejerce hasta que no le aprietan porque no hay necesidad de hacerlo, pero si te pisan con la opresión, como ocurre en estos tiempos, pues entonces rebelión que es lo que acontece.
La identidad española, por mucho que algunos se empeñen, no es el blasón de los perdedores, ni tampoco garantía de victoria segura, es un una forma de pensar y sentir, y de entenderse con la vida. Los españoles somos capaces de morir por una idea, que al día siguiente despreciamos con solemnidad, si ya no es necesario reivindicarla. Ese impulso y pasión forma parte de nuestra forma de ser y sentir, de la furia española que es como decir que cuando tomamos conciencia de estar perdidos, nos revolvemos y no nos rendimos.
Ser español es valorar los instantes, ser ciertamente desorganizado, vivir adaptándose a lo que ocurre, sin previa planificación, ni objetivos. Algo muy relacionado con la supervivencia. Porque los españoles valoramos lo humano antes que lo mecánico, y tenemos resistencia activa a las imposiciones del poder.
Y es que ser español es más un “NO-SER” que un SER, porque al contrario que otros la identidad la llevamos discretamente y no la utilizamos sino es necesario; en este país la gente ha aprendido a no identificarse si no es estrictamente necesario.
Por eso a algunos nos molesta precisamente el SER exhaustivo que pretenden los nacionalismos, que buscan la identificación exclusiva como garantía de pureza.
En España todo está mezclado, y es la MEZCLA un valor que nos distingue, nadie sabe mezclarse como nosotros, por eso en este país se observan las transiciones en el arte más extravagantes, pasar del mozárabe al gótico, es algo que no podría hacer un europeo, y aquí se llenan las mezquitas y las sinagogas de santos y vírgenes.
Es el derecho a ser lo que somos, a poder mezclarnos como nos de la gana, y a exigir tolerancia con lo que hacemos como la que concedemos a los demás, lo que nos lleva a la resistencia, porque ser español es quizás la identidad más cosmopolita de las conocidas, en todas partes mezclados, siempre.
La política se ha ocupado siempre de diferenciarnos y distinguirnos para hacernos a la medida de sus intereses, desde los reyes católicos hasta los nacionalistas actuales. Les molesta nuestra identidad plural, esa forma de ver las cosas con alegría y tristeza al mismo tiempo.
Un hecho significativo de las condiciones que se dan en nuestro país es la comunidad gitana, porque gitanos hay en todas partes, pero sólo en España se ha elevado su forma de expresarse a arte.
El problema es que hay algunos nuevos nazis que buscan la exclusión de los que no comparte su objetivo de pureza cultural, y lo más dramático es que desde el partido socialista o el popular se les comprende. Hacen lo mismo que Hitler con los judíos, o Stalin o Fidel Castro con los disidentes, y nadie dice nada.
No acaban de enterarse de que ser catalán, vasco o gallego, es precisamente renunciar a ser español, que es al mismo tiempo ser catalán, vasco o gallego, indistintamente; porque ser español es no ser exclusivamente nada, ni español siguiera, salvo que toque serlo, porque las circunstancias creadas por otros lo requieran.
Hablar español no es un privilegio, es la expresión cultural de un pueblo con muchos siglos de historia y memoria, por eso los nacionalistas nunca lograrán convencernos de que ser catalán, vasco o gallego es una “necesidad”, al contrario, la necesidad es de los políticos que buscan esa coyuntura para seguir implantando su modelo inventado de realidad y cultura.
No se puede ser catalán, vasco o gallego sin ser español, porque eso no existe más que en la delirante cabeza de unos cuantos iluminados. No somos los españoles los que limitamos la libertad, promovemos la diferencia, o privilegiamos nuestros derechos sobre los demás, precisamente ser español es todo lo contrario. Los nacionalismos son movimientos de expropiación de nuestra identidad, para imponernos el yugo de una perspectiva que nada tiene que ver con nuestro carácter, cultura e historia. Es privarnos de lo que somos, para hacernos a la medida de sus sueños, y esto vale para todos los políticos de todos los colores y creencias.
Algo que entendemos con tanta facilidad en cuestiones religiosas, parece mentira que la gente no lo vea con claridad. Por eso, yo soy español..., español..., español, y me alegro por los que se sientan molestos y les fastidie.
Biante de Priena
Si me preguntan porque soy español, pues tampoco sabría que decirles, tal vez porque ser español es no ser otra cosa y al mismo tiempo no tener la obligación de ser lo que algunos quieren desde el poder que se sea.
Lo de ser español es parecido a lo de ser liberal, uno no ejerce hasta que no le aprietan porque no hay necesidad de hacerlo, pero si te pisan con la opresión, como ocurre en estos tiempos, pues entonces rebelión que es lo que acontece.
La identidad española, por mucho que algunos se empeñen, no es el blasón de los perdedores, ni tampoco garantía de victoria segura, es un una forma de pensar y sentir, y de entenderse con la vida. Los españoles somos capaces de morir por una idea, que al día siguiente despreciamos con solemnidad, si ya no es necesario reivindicarla. Ese impulso y pasión forma parte de nuestra forma de ser y sentir, de la furia española que es como decir que cuando tomamos conciencia de estar perdidos, nos revolvemos y no nos rendimos.
Ser español es valorar los instantes, ser ciertamente desorganizado, vivir adaptándose a lo que ocurre, sin previa planificación, ni objetivos. Algo muy relacionado con la supervivencia. Porque los españoles valoramos lo humano antes que lo mecánico, y tenemos resistencia activa a las imposiciones del poder.
Y es que ser español es más un “NO-SER” que un SER, porque al contrario que otros la identidad la llevamos discretamente y no la utilizamos sino es necesario; en este país la gente ha aprendido a no identificarse si no es estrictamente necesario.
Por eso a algunos nos molesta precisamente el SER exhaustivo que pretenden los nacionalismos, que buscan la identificación exclusiva como garantía de pureza.
En España todo está mezclado, y es la MEZCLA un valor que nos distingue, nadie sabe mezclarse como nosotros, por eso en este país se observan las transiciones en el arte más extravagantes, pasar del mozárabe al gótico, es algo que no podría hacer un europeo, y aquí se llenan las mezquitas y las sinagogas de santos y vírgenes.
Es el derecho a ser lo que somos, a poder mezclarnos como nos de la gana, y a exigir tolerancia con lo que hacemos como la que concedemos a los demás, lo que nos lleva a la resistencia, porque ser español es quizás la identidad más cosmopolita de las conocidas, en todas partes mezclados, siempre.
La política se ha ocupado siempre de diferenciarnos y distinguirnos para hacernos a la medida de sus intereses, desde los reyes católicos hasta los nacionalistas actuales. Les molesta nuestra identidad plural, esa forma de ver las cosas con alegría y tristeza al mismo tiempo.
Un hecho significativo de las condiciones que se dan en nuestro país es la comunidad gitana, porque gitanos hay en todas partes, pero sólo en España se ha elevado su forma de expresarse a arte.
El problema es que hay algunos nuevos nazis que buscan la exclusión de los que no comparte su objetivo de pureza cultural, y lo más dramático es que desde el partido socialista o el popular se les comprende. Hacen lo mismo que Hitler con los judíos, o Stalin o Fidel Castro con los disidentes, y nadie dice nada.
No acaban de enterarse de que ser catalán, vasco o gallego, es precisamente renunciar a ser español, que es al mismo tiempo ser catalán, vasco o gallego, indistintamente; porque ser español es no ser exclusivamente nada, ni español siguiera, salvo que toque serlo, porque las circunstancias creadas por otros lo requieran.
Hablar español no es un privilegio, es la expresión cultural de un pueblo con muchos siglos de historia y memoria, por eso los nacionalistas nunca lograrán convencernos de que ser catalán, vasco o gallego es una “necesidad”, al contrario, la necesidad es de los políticos que buscan esa coyuntura para seguir implantando su modelo inventado de realidad y cultura.
No se puede ser catalán, vasco o gallego sin ser español, porque eso no existe más que en la delirante cabeza de unos cuantos iluminados. No somos los españoles los que limitamos la libertad, promovemos la diferencia, o privilegiamos nuestros derechos sobre los demás, precisamente ser español es todo lo contrario. Los nacionalismos son movimientos de expropiación de nuestra identidad, para imponernos el yugo de una perspectiva que nada tiene que ver con nuestro carácter, cultura e historia. Es privarnos de lo que somos, para hacernos a la medida de sus sueños, y esto vale para todos los políticos de todos los colores y creencias.
Algo que entendemos con tanta facilidad en cuestiones religiosas, parece mentira que la gente no lo vea con claridad. Por eso, yo soy español..., español..., español, y me alegro por los que se sientan molestos y les fastidie.
Biante de Priena
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Hasta las cejas: "el caso de Juan José Millás"
El cordón sanitario se ha extendido rápidamente ante la posibilidad de que el Partido Popular pudiera hacer política con el Manifiesto por una Lengua Común que inicialmente ha promovido UPyD y un grupo de intelectuales.
Gamoneda se ha desdicho, Marina dice que no lo ve claro, y algunos intelectuales “notables” de este país consideran que el Partido Popular no está legitimado para defender ni la lengua común, ni nada. Cuanto recuerdan los populares a los judíos de la Alemania nazi, ya solo falta que les pongan una gaviota azul en la hombrera para distinguirlos, y poder discriminarlos mejor. Y encima se ríen de la gracia, ¡serán idiotas!
La reacción más furibunda proviene de un intelectual recientemente catapultado a la fama por el Premio Planeta en competición con Boris Izaguirre, Juan José Millás. Se ha dejado decir: “el manifiesto lo organizan los mismos que usan a ETA para hacer campaña”. Indescriptible el sectarismo de este mequetrefe, y es descripción, no insulto, entiéndase.
Creo que el eximio autor de esta chambonada es la mejor representación de la intelectualidad del régimen que nos asedia y asola. Alguien que ha vivido a la sombra del poder como pocos y que se beneficia como nadie de la posición a la que le han alzado sus amigos.
Una vez más, los progresistas, esta secta que se ha incrustado de forma indeleble entre las costuras del poder en este país, como los aradores de la sarna, tratan de infundir su doctrina, que consiste exactamente en la usurpación totalitaria de la opinión, tergiversando el lenguaje, en aras de la modernidad y los delirios de los personajes que inventan realidades desde La Moncloa.
Juan José Millás, tiene tanto derecho como cualquier español a decir lo que le de la gana, por supuesto, pero no tiene derecho a insultar la inteligencia de los que no piensan como él, para que él se siga beneficiando de la ola que le ensalza, por ser intelectual al servicio del régimen de Zapatero.
Verá usted, señor Millás, el único que ha utilizado a ETA para hacer política ha sido el señor Zapatero desde que confundió accidente con atentado y diálogo con negociación, el único que ha gobernando nuestro país en beneficio exclusivo de sus palmeros y no de todos los españoles, es el presidente de las cejas erguidas, ese mismo que le promociona en la intimidad a usted y a otros de su cuerda.
¿Pero cómo va a estar usted de acuerdo en defender algo común como una lengua -de la que precisamente vive-, si esto perjudica a los intereses de quien le da de comer?, porque sus privilegios no provienen de la lengua -entiéndase-, sino de La Moncloa y sus grupos mediáticos; porque verá, usted no desconoce que ha alcanzado el estrellato desde que el poder le ha bendecido, porque hasta entonces sus columnas en los periódicos, siempre del régimen, -eso sí-, le daban para ir tirando y poco más, para quejarse de las injusticias de la vida y pregonar “su” victimismo gota a gota, desangrándose en miserias. Ahora ya no lo hace, parece que ha alcanzado el fin de su Gólgota.
Gracias a un lengua común, señor Millás, usted podrá conocer que aquí tiene un admirador de todo lo opuesto a lo que usted podrá defender en su vida, y al que además le importa el Partido Popular exactamente un “carajo”, pero siempre me ha molestado la petulancia y el papanatismo de los que aprovechan su privilegio para hacer doctrina, aunque he de reconocer que usted borda el papel, le va como anillo al dedo, no le puedo imaginar como alguien independiente, por mucha imaginación que le eche.
Erasmo de Salinas
Gamoneda se ha desdicho, Marina dice que no lo ve claro, y algunos intelectuales “notables” de este país consideran que el Partido Popular no está legitimado para defender ni la lengua común, ni nada. Cuanto recuerdan los populares a los judíos de la Alemania nazi, ya solo falta que les pongan una gaviota azul en la hombrera para distinguirlos, y poder discriminarlos mejor. Y encima se ríen de la gracia, ¡serán idiotas!
La reacción más furibunda proviene de un intelectual recientemente catapultado a la fama por el Premio Planeta en competición con Boris Izaguirre, Juan José Millás. Se ha dejado decir: “el manifiesto lo organizan los mismos que usan a ETA para hacer campaña”. Indescriptible el sectarismo de este mequetrefe, y es descripción, no insulto, entiéndase.
Creo que el eximio autor de esta chambonada es la mejor representación de la intelectualidad del régimen que nos asedia y asola. Alguien que ha vivido a la sombra del poder como pocos y que se beneficia como nadie de la posición a la que le han alzado sus amigos.
Una vez más, los progresistas, esta secta que se ha incrustado de forma indeleble entre las costuras del poder en este país, como los aradores de la sarna, tratan de infundir su doctrina, que consiste exactamente en la usurpación totalitaria de la opinión, tergiversando el lenguaje, en aras de la modernidad y los delirios de los personajes que inventan realidades desde La Moncloa.
Juan José Millás, tiene tanto derecho como cualquier español a decir lo que le de la gana, por supuesto, pero no tiene derecho a insultar la inteligencia de los que no piensan como él, para que él se siga beneficiando de la ola que le ensalza, por ser intelectual al servicio del régimen de Zapatero.
Verá usted, señor Millás, el único que ha utilizado a ETA para hacer política ha sido el señor Zapatero desde que confundió accidente con atentado y diálogo con negociación, el único que ha gobernando nuestro país en beneficio exclusivo de sus palmeros y no de todos los españoles, es el presidente de las cejas erguidas, ese mismo que le promociona en la intimidad a usted y a otros de su cuerda.
¿Pero cómo va a estar usted de acuerdo en defender algo común como una lengua -de la que precisamente vive-, si esto perjudica a los intereses de quien le da de comer?, porque sus privilegios no provienen de la lengua -entiéndase-, sino de La Moncloa y sus grupos mediáticos; porque verá, usted no desconoce que ha alcanzado el estrellato desde que el poder le ha bendecido, porque hasta entonces sus columnas en los periódicos, siempre del régimen, -eso sí-, le daban para ir tirando y poco más, para quejarse de las injusticias de la vida y pregonar “su” victimismo gota a gota, desangrándose en miserias. Ahora ya no lo hace, parece que ha alcanzado el fin de su Gólgota.
Gracias a un lengua común, señor Millás, usted podrá conocer que aquí tiene un admirador de todo lo opuesto a lo que usted podrá defender en su vida, y al que además le importa el Partido Popular exactamente un “carajo”, pero siempre me ha molestado la petulancia y el papanatismo de los que aprovechan su privilegio para hacer doctrina, aunque he de reconocer que usted borda el papel, le va como anillo al dedo, no le puedo imaginar como alguien independiente, por mucha imaginación que le eche.
Erasmo de Salinas
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Cultura,
El Zégîmên
Un hecho cultural
"Mi pregunta a los políticos del PSOE es muy sencilla: ¿hasta cuándo van a permitir que la democracia juegue a favor de los enemigos del "bien común"?"
La UNESCO acaba de declarar el arte parietal prehistórico del norte de España como Patrimonio de la Humanidad, 14 cuevas de Cantabria, Asturias y País Vasco podrán lucir desde ahora su divisa universal. Cabe hacer una reflexión sobre el tema.
Aunque se pueden distinguir diversas épocas por los trazos, símbolos, materiales, técnicas, cromatismos y composiciones, no se puede hablar de un "estilo vasco" en las pinturas prehistóricas, o un estilo cántabro o asturiano. En realidad, tampoco se distinguen demasiado los bisontes de Altamira de los de Lascaux, ni los caballos de Candamo de los de Niaux, aunque los últimos estén en Francia.
Quizás esta pueda ser una demostración de las cosas que se hacen con la cultura por intereses políticos, cuando es necesario inventar algo que no existe desde "algo que realmente existe": es la interpretación de los hechos, no los hechos en sí lo que separa y disgrega.
Con la música ocurre lo mismo, cuando se escucha una flauta o una dulzaina, las distintas melodías se confunden en un "capricho español", con distintos matices, pero elevar el matiz a criterio y el criterio a frontera es algo que solo pueden hacer las estrechas mentalidades de aquellos que pretenden aprovecharse del asunto. En un mundo que se globaliza deprisa, no se pueden inventar diferencias, porque sólo permanecerán las más incrustadas en nuestra forma de vivir.
Con la gastronomía pasa lo mismo, el bacalao al pil pil, o a la riojana están francamente buenos, y sería una estupidez llevarlos a competir, porque el bacalao se come, no se discute. Y con los vinos pasa lo mismo, ¿acaso un vino de Navarra desmerece con uno de La Rioja o de Ribera del Duero?, más bien no, los hay mejores y peores en cualquir localización.
Desde la antropología se sabe que no hay una cultura mejor que otra, cuando cualquier cultura alcanza el grado suficiente de diferenciación es una alegría para toda la humanidad; el problema que tenemos en España es diferente, se trata de utilizar la política para diferenciar y distinguir y a partir de ahí extraer beneficios del asunto. Es ese HACER CULTURA de los nacionalismos, utilizando técnicas agropecuarias lo que nos molesta a muchos españoles. No se puede utilizar a la gente como ganado, recortando su libertad y sus derechos, porque a algunos iluminados eso les reporte beneficios.
Los nacionalismos suponen un lastre en un mundo global, porque nadie está contra las diferencias reales que provienen de la cultura, pero todos estamos contra la impunidad que supone abrir grandes diferencias inexistentes para segregar facciones al gusto del político de turno, esa legión de aprovechados que precisamente viven de tal actividad. Es tan deleznable este comportamiento como el de los afortunados de otras épocas, que utilizaban su riqueza para distinguirse de la "chusma", del "pueblo llano", convirtiendo en signos de nobleza lo que simplemente eran hábitos de privilegiados.
Resulta extraño ver como el socialismo español se ha vuelto nacionalista y defienda valores segregacionistas, privilegios de alíados que buscan la separación de las características de los españoles, y la diferenciación pusilánime con el exclusivo interés de la permanencia en el poder. Esa alianza entre privilegiados que supone la unión de las posiciones progresistas con las regresivas del nacionalismo no puede cuajar nunca.
No se puede ir hacia adelante inventando un pasado o un futuro, la realidad existe y siempre reaparece por mucho que se empeñen los políticos en ocultarla. Estoy seguro que ya hay alguien pagado por el Gobierno vasco tratando de describir la diferencia en el trazo de las pinturas prehistóricas de Santimamiñe, en comparación con las demás; como también habrá alguien en Cataluña subvencionado por la Generalitat, estudiando las diferencias de la sardana con cualquier danza prima.
Ningún español está en contra de las manifestaciones culturales históricas, pero todos estamos contra los inventos que pretenden hacer historia a costa de privarnos a los demás de la nuestra. Y mucho más si utilizan el victimismo para imponer su yugo contra la mayoría, porque si aún no fuera por historia, sería por democracia.
Creo que va siendo hora de que se haga un referendum en España preguntando si queremos seguir siendo españoles o no, ya está bien de rentabilizar la no decisión, pero lo que digamos los españoles vale para todos, voten o no voten.
Mi pregunta a los políticos del PSOE es muy sencilla: ¿hasta cuándo van a permitir que la democracia juegue a favor de los enemigos del "bien común"?.
Biante de Priena
La UNESCO acaba de declarar el arte parietal prehistórico del norte de España como Patrimonio de la Humanidad, 14 cuevas de Cantabria, Asturias y País Vasco podrán lucir desde ahora su divisa universal. Cabe hacer una reflexión sobre el tema.
Aunque se pueden distinguir diversas épocas por los trazos, símbolos, materiales, técnicas, cromatismos y composiciones, no se puede hablar de un "estilo vasco" en las pinturas prehistóricas, o un estilo cántabro o asturiano. En realidad, tampoco se distinguen demasiado los bisontes de Altamira de los de Lascaux, ni los caballos de Candamo de los de Niaux, aunque los últimos estén en Francia.
Quizás esta pueda ser una demostración de las cosas que se hacen con la cultura por intereses políticos, cuando es necesario inventar algo que no existe desde "algo que realmente existe": es la interpretación de los hechos, no los hechos en sí lo que separa y disgrega.
Con la música ocurre lo mismo, cuando se escucha una flauta o una dulzaina, las distintas melodías se confunden en un "capricho español", con distintos matices, pero elevar el matiz a criterio y el criterio a frontera es algo que solo pueden hacer las estrechas mentalidades de aquellos que pretenden aprovecharse del asunto. En un mundo que se globaliza deprisa, no se pueden inventar diferencias, porque sólo permanecerán las más incrustadas en nuestra forma de vivir.
Con la gastronomía pasa lo mismo, el bacalao al pil pil, o a la riojana están francamente buenos, y sería una estupidez llevarlos a competir, porque el bacalao se come, no se discute. Y con los vinos pasa lo mismo, ¿acaso un vino de Navarra desmerece con uno de La Rioja o de Ribera del Duero?, más bien no, los hay mejores y peores en cualquir localización.
Desde la antropología se sabe que no hay una cultura mejor que otra, cuando cualquier cultura alcanza el grado suficiente de diferenciación es una alegría para toda la humanidad; el problema que tenemos en España es diferente, se trata de utilizar la política para diferenciar y distinguir y a partir de ahí extraer beneficios del asunto. Es ese HACER CULTURA de los nacionalismos, utilizando técnicas agropecuarias lo que nos molesta a muchos españoles. No se puede utilizar a la gente como ganado, recortando su libertad y sus derechos, porque a algunos iluminados eso les reporte beneficios.
Los nacionalismos suponen un lastre en un mundo global, porque nadie está contra las diferencias reales que provienen de la cultura, pero todos estamos contra la impunidad que supone abrir grandes diferencias inexistentes para segregar facciones al gusto del político de turno, esa legión de aprovechados que precisamente viven de tal actividad. Es tan deleznable este comportamiento como el de los afortunados de otras épocas, que utilizaban su riqueza para distinguirse de la "chusma", del "pueblo llano", convirtiendo en signos de nobleza lo que simplemente eran hábitos de privilegiados.
Resulta extraño ver como el socialismo español se ha vuelto nacionalista y defienda valores segregacionistas, privilegios de alíados que buscan la separación de las características de los españoles, y la diferenciación pusilánime con el exclusivo interés de la permanencia en el poder. Esa alianza entre privilegiados que supone la unión de las posiciones progresistas con las regresivas del nacionalismo no puede cuajar nunca.
No se puede ir hacia adelante inventando un pasado o un futuro, la realidad existe y siempre reaparece por mucho que se empeñen los políticos en ocultarla. Estoy seguro que ya hay alguien pagado por el Gobierno vasco tratando de describir la diferencia en el trazo de las pinturas prehistóricas de Santimamiñe, en comparación con las demás; como también habrá alguien en Cataluña subvencionado por la Generalitat, estudiando las diferencias de la sardana con cualquier danza prima.
Ningún español está en contra de las manifestaciones culturales históricas, pero todos estamos contra los inventos que pretenden hacer historia a costa de privarnos a los demás de la nuestra. Y mucho más si utilizan el victimismo para imponer su yugo contra la mayoría, porque si aún no fuera por historia, sería por democracia.
Creo que va siendo hora de que se haga un referendum en España preguntando si queremos seguir siendo españoles o no, ya está bien de rentabilizar la no decisión, pero lo que digamos los españoles vale para todos, voten o no voten.
Mi pregunta a los políticos del PSOE es muy sencilla: ¿hasta cuándo van a permitir que la democracia juegue a favor de los enemigos del "bien común"?.
Biante de Priena
El bien común
La mitad de este país, está convencida de que el Gobierno de Rodríguez Zapatero hace lo posible por favorecer el logro del bien común. Por mi parte estoy convencido de todo lo contrario, es decir, que lo único que pretende es destruir el bien común como sea para alcanzar sus objetivos de perpetuación.
Si bien común es una lengua, nadie hace nada desde el Estado para defender la vigencia del español como idioma compartido. Incluso el ministro de Cultura miente, diciendo que su Gobierno es el que más ha hecho por el español, evidentemente no se estará refiriendo al interior de nuestro país, porque jamás en su historia nuestro idioma ha sido tan agredido por los políticos, como por los nacionalistas en connivencia con los socialistas, con los populares mirando a la luna de Valencia.
El bien común tampoco debe ser que España sea asumida como la única nación posible de los españoles y sus territorios, ni tampoco lo es que la bandera pueda ser símbolo oficial reconocido por todas las instituciones, ni siquiera la cultura española es ya un bien común, sino un agregado de fragmentos en mosaico. Cualquier signo de identidad español es cuestionado por los nacionalistas y los socialistas, mientras no dejan de privilegiar, equiparar, e implantar los signos y símbolos particulares.
Habrá que definir de nuevo el bien común para comprender a que se refieren los políticos que tratan de ahormar nuestra cultura a sus intereses. El triunfo de la selección española de fútbol en la Eurocopa, la victoria de Nadal en Winbledon, parecen formar parte del bien común de los españoles.
El problema es que Zapatero no comprende exactamente que el bien común sea el de los españoles en su conjunto, sino el de los distintos conjuntos de españoles. Un catalán nacionalista no se alegrará del triunfo de la selección española como se ha podido comprobar, sin embargo, las calles de Barcelona, Gerona, Lérida, Tarragona, y Baleares se llenaron de banderas de España, el día en que los jugadores hicieron a nuestro país campeón de Europa de futbol, y todos vibramos con Nadal que también mostró nuestra enseña nacional tras su triunfo en Londres.
El bien común del Gobierno de Zapatero es fundamentalmente el de los suyos, en concreto de los que apoyan y votan por su partido político, el de todos los estómagos agradecidos del régimen, y el de los que esperan que resuelva sus problemas existenciales por decreto ley. El bien común es que todos los socialistas con carnet se beneficien del Estado más que el resto de los españoles, el bien común es que el PSOE con sus filiales nacionalistas gobierne en las autonomías más orientadas a ser competidores de todos los demás.
Su habilidad ha sido la ocupación del centro político para hacer políticas sectarias y sesgadas. Se ha situado entre los del PP y los nacionalistas, entre los del PP y los de IU, entre los que tienen trabajo estable y los que están en el paro, entre los jóvenes y los viejos.
El PSOE se ha convertido en “el bien común”, o en el lugar común de la política, haciendo ver a muchos españoles que cualquier alternativa sería peor, entre otras cosas porque se ocuparían de desestabilizar cualquier gobierno que no sea el suyo, como han hecho siempre.
Por eso, cada vez que Zapatero menciona el “bien común” me tiemblan las piernas, porque a saber que entiende el por tal cosa: la castración química de los varones, la inmersión socialista de los niños, la alienación de los jóvenes, o la eutanasia de los más viejos y mermados en eso de mantenerse con vida.
Hitler también pensaba que el bien común era el exterminio de todos los judíos, Stalin consideró el bien común como el exterminio de todos los disidentes, y Fidel Castro piensa que el bien común es tener a su pueblo absolutamente inmolado por mantener la revolución vigente.
A los más tiranos les gusta hablar de la libertad, la democracia, el bien común, lo mejor para su pueblo, mientras hacen lo que les da la gana contra el pueblo que dicen defender. ¿Duda alguien que el presidente de Irán quiera lo mejor para los suyos?. Osama Ben Laden es para algunos socialistas alguien parecido al “Zorro”, a Luis Candelas, o al mismo Robin Hood, por haberse enfrentado al imperio norteamericano. Y algunos están en cargos públicos cobrando del erario gracias a su defensa a ultranza del “bien común”.
Erasmo de Salinas
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