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domingo, 20 de julio de 2008
Día de Colombia - Fiesta del día nacional (independencia) de Colombia en Barcelona
Hoy, día nacional de Colombia, nos hemos dado un paseo por la gran fiesta organizada en el Fórum, fiesta gastronómica y fiesta de hermandad entre colombianos en el exilio catalán, que siempre es más exilio que otros. Como es habitual en este día, varios miles de personas han llenado el recinto, con un programa lleno de actos y de actuaciones musicales. Este año me ha sorprendido no encontrar ningún indicio de hallarme en Cataluña, ya que en años anteriores habían colocado carteles indicativos sólo en catalán, y creo recordar haber visto hasta algún tenderete nacionalista, pero es evidente que en esta ocasión la Generalidad y el Ayuntamiento han apartado completamente sus sucias manos de la fiesta colombiana, cosa que se agradece, que al menos de vez en cuando no contaminen la libertad de los demás para festejar lo propio. Así pues, felicidades a Colombia por su día nacional y a la Generalidad y al Ayuntamiento por no catalanizarlo, esperemos que siga siendo así por muchos años.
A continuación, unas cuantas fotos que he sacado:
Por cierto, después de comer unas cuantas cosas, de "postre" he pedido un helado de mango verde con sal, de la empresa colombiana radicada en Madrid Helados La Quindianita, exquisitez que me ha llegado al alma. Probadlo si tenéis ocasión!
Homenaje a berenger
No todos los blogs tienen la inmensa fortuna de contar con un "troll" “full time” como le ocurre al nuestro, Ciudadanos en la Red. Es una gran suerte tener un crítico permanente y anónimo, que acude raudo y veloz a responder “casi todos” los artículos que se publican, en invierno o verano, en turnos de mañana, tarde o noche, con frío o calor, porque no hay impedimentos para quien se arroga la responsabilidad de dar respuesta precisa y concisa a cualquier tema que se trate o mente, pero siempre desde el desprecio, la animadversión, o la soberbia de un crítico refinado y reconocido.
berenger, tereso, pucnick son seudónimos que utiliza nuestro “troll” doméstico, para devaluar, denostar, o deponer cualquier idea manifestado sin recato alguno. Su estrategia es la propia de quien conoce su oficio de zapador y cumple criterios suficientes para figurar entre los colaboradores habituales de nuestro blog, por esa razón he decidido escribir estas palabras para brindarle un homenaje merecido.
Su técnica es sencilla pero bien administrada, consiste fundamentalmente en discutir la sintaxis de los artículos, corrigiendo puntos y comas, oraciones completas, buscando la falta de ortografía delatora del error, como si lo importante de lo que se dice fuera exclusivamente la edición. Nuestro Bartleby, seguro que dispone de un lugar soleado al lado de alguna ventana.
Sobre la semántica nada o poco dice, los conceptos no le importan, ni la retórica del discurso, ni la información que contiene, ni el criterio que la dirime. Omite cualquier referencia a los contenidos y exclusivamente se refiere al significante, a la presentación formal de los argumentos.
Fíjense ustedes en sus demoledora crítica, propia del postmodernismo más lyotardiano:
“mi mas ironico "bravo" por unas comas: "Los más afortunados por esta cadencia, consideran que la política, por fin se ha aproximado a los ciudadanos, en realidad no es así, porque cada día ...". las primeras dos, separan sujeto y predicado, el tercero, da comienzo abrupto a otra oracion, a mi me parece una perla”.
A mí, berenger estimado, me da igual lo que a usted le parezca; evidentemente lo que escribo no es para buscar su agrado, aprobación, halago o vituperio, pero agradezco su celo en el seguimiento de cada post producido.
Dice usted en otro lugar:
"en la democracia se oyen todas las voces. se oye la suya, se oye la mia".
Si yo fuera tan pedante como usted, le diría que trás punto la "s" de "se oye..." ha de ser mayúscula, pero no lo hago por prudencia, supongo que habrá sido un error tipográfico y no intencionado, ¿ve berenger?, eso es demostración de prudencia y no de petulancia.
Y más adelante añade:
"usted es un conspiranoico y demagogo, y yo se lo digo, dia si y dia tambien".
El "si" de "dia si...", debe ir con acento, el "tambien", también. Pero no voy a ponerme a su nivel, no necesito hacerlo, diga usted lo que quiera y como quiera, que para eso aún estamos en un (país libre).
En cuanto a lo de "conspiranoico y demagogo" pues me parece muy bien que usted califique como buen demócrata al que no piensa como usted de lo que le parezca, es una lección de tolerancia política que define perfectamente "lo que en otras ocasiones se calla", parece que esta vez se le ha escapado, porque "preferiría no hacerlo".
De todas formas, gracias por estar ahí y pronunciarse; saber que le incomoda lo que digo es para mí una satisfacción. Y gracias por ser portavoz anónimo del régimen que detenta el poder, porque cada vez que usted responde a un escrito, es la mejor señal de que todo lo que aquí se hace sirve para algo. Es como si las dianas tuvieran voz y dijeran ¡ay!.
Erasmo de Salinas
berenger, tereso, pucnick son seudónimos que utiliza nuestro “troll” doméstico, para devaluar, denostar, o deponer cualquier idea manifestado sin recato alguno. Su estrategia es la propia de quien conoce su oficio de zapador y cumple criterios suficientes para figurar entre los colaboradores habituales de nuestro blog, por esa razón he decidido escribir estas palabras para brindarle un homenaje merecido.
Su técnica es sencilla pero bien administrada, consiste fundamentalmente en discutir la sintaxis de los artículos, corrigiendo puntos y comas, oraciones completas, buscando la falta de ortografía delatora del error, como si lo importante de lo que se dice fuera exclusivamente la edición. Nuestro Bartleby, seguro que dispone de un lugar soleado al lado de alguna ventana.
Sobre la semántica nada o poco dice, los conceptos no le importan, ni la retórica del discurso, ni la información que contiene, ni el criterio que la dirime. Omite cualquier referencia a los contenidos y exclusivamente se refiere al significante, a la presentación formal de los argumentos.
Fíjense ustedes en sus demoledora crítica, propia del postmodernismo más lyotardiano:
“mi mas ironico "bravo" por unas comas: "Los más afortunados por esta cadencia, consideran que la política, por fin se ha aproximado a los ciudadanos, en realidad no es así, porque cada día ...". las primeras dos, separan sujeto y predicado, el tercero, da comienzo abrupto a otra oracion, a mi me parece una perla”.
A mí, berenger estimado, me da igual lo que a usted le parezca; evidentemente lo que escribo no es para buscar su agrado, aprobación, halago o vituperio, pero agradezco su celo en el seguimiento de cada post producido.
Dice usted en otro lugar:
"en la democracia se oyen todas las voces. se oye la suya, se oye la mia".
Si yo fuera tan pedante como usted, le diría que trás punto la "s" de "se oye..." ha de ser mayúscula, pero no lo hago por prudencia, supongo que habrá sido un error tipográfico y no intencionado, ¿ve berenger?, eso es demostración de prudencia y no de petulancia.
Y más adelante añade:
"usted es un conspiranoico y demagogo, y yo se lo digo, dia si y dia tambien".
El "si" de "dia si...", debe ir con acento, el "tambien", también. Pero no voy a ponerme a su nivel, no necesito hacerlo, diga usted lo que quiera y como quiera, que para eso aún estamos en un (país libre).
En cuanto a lo de "conspiranoico y demagogo" pues me parece muy bien que usted califique como buen demócrata al que no piensa como usted de lo que le parezca, es una lección de tolerancia política que define perfectamente "lo que en otras ocasiones se calla", parece que esta vez se le ha escapado, porque "preferiría no hacerlo".
De todas formas, gracias por estar ahí y pronunciarse; saber que le incomoda lo que digo es para mí una satisfacción. Y gracias por ser portavoz anónimo del régimen que detenta el poder, porque cada vez que usted responde a un escrito, es la mejor señal de que todo lo que aquí se hace sirve para algo. Es como si las dianas tuvieran voz y dijeran ¡ay!.
Erasmo de Salinas
El ominoso final de la representación política
Al contrario de lo que pudiera pensarse, el problema más grave que atraviesa nuestro país, no es ni económico, ni cultural, ni social, ni religioso, ni tecnológico, ni institucional, ni siquiera coyuntural.
Nuestro principal problema es exclusivamente político, pero no porque la política ya no resulte necesaria en un mundo de postmodernidades y relativismos, sino por la genuina incapacidad gestora de nuestros representantes públicos, por la desconfianza que concitan, por la soberbia que destilan, por su insoportable desdén y desidia, y por qué realmente les importa una mierda la opinión pública de los ciudadanos que les han elevado a los altares parlamentarios o municipales.
El origen del problema proviene de los comienzos de la transición, la política, una actividad extraordinariamente sobrevalorada en las postrimerías del franquismo ha sufrido una degeneración larvada e incoercible, hasta llevarnos a la situación de inanidad extreama e incongruencia perentoria que caracteriza el presente.
Los más afortunados por esta cadencia consideran que la política, por fin se ha aproximado a los ciudadanos, en realidad no es así, porque cada día más ciudadanos están muy por encima de lo que puedan ofrecerle los políticos de cualquier partido. Los ciudadanos han ido desarrollándose de forma lenta pero paulatina, mientras los políticos han degenerado mucho más deprisa de lo esperado; la clase política es un entramado regresivo que condiciona cualquier opción de futuro, se han convertido en un lastre para el bienestar de los españoles envuelto en la oferta embaucadora de posibles soluciones a nuestros problemas.
La actividad política en este país es un lodazal, un pantano cenagoso y pútrido que desprende hedores mefíticos por la costra de corrupción incrustada en cualquier actividad del Estado, desde el ingreso en algunas plazas de funcionarios hasta la concesión de cualquier licencia pública. Los políticos de las últimas generaciones han ahormado las instituciones a su ambición desmedida. “Carpe diem” para todos, expresiones como “estar en la pomada” se han hecho frecuentes en nuestro país, para definir los que se benefician y los que salen perjudicados con cualquier acción política.
La corrupción, otrora denunciada por los funcionarios del Estado, cada día está más consentida por los trabajadores de la administración pública, que no quieren complicaciones, ni enfrentamientos con el poder político, que le impone sus jefes y sus normas contra cualquier condición de mérito que no sea política. Los sindicatos se han acostumbrado al pesebre de Rodríguez Zapatero, y le piden permiso para protestar. Y la oposición política al poder establecido ha alcanzado su cota máxima de ridiculez y complacencia.
Once millones de ciudadanos que han recibido “lo suyo” o esperan recibirlo, han aupado al poder a un Gobierno de papel cuché guiado por un mesiánico inepto y mediocre, que les promete lo que sea mientras les recorta hasta el aire que respiran, pretendiendo pasar a la historia como un híbrido entre Gandhi y el Rey Sol.
Lo que queda es previsible, los ciudadanos que no han apoyado este regreso al fascismo encubierto ocuparán el espacio que dejarán los actuales gerifaltes cuando comiencen a perseguirlos a gorrazos los que van a pagar miles de euros por recibir los cuatrocientos prometidos, los que pierdan su trabajo, los que no puedan pagar su hipoteca, los que no puedan entrar ya a formar parte de la “guardia de corps funcionarial” del tío de las cejas.
Mientras la mayoría de países occidentales han establecido pautas para amortiguar la crisis, aquí el intelecto del Presidente que confunde accidentes con atentados propone más políticas sociales, y estar siempre al lado de los trabajadores, cuando en realidad su política es la principal amenaza para todas las políticas sociales y todos los trabajadores, por qué destroza sociedad y trabajo sin contemplación alguna.
Los del Partido Popular con un líder agónico y momificado, han perdido ya la oportunidad de liderar cualquier movimiento de oposición que se convierta en alternativa. Definitivamente, en este país el eje de confrontación ya no estará nunca más entre los partidos de izquierda o derecha, porque prácticamente todos defienden lo mismo, para seguir trincando mientras se pueda, son aliados de pesebre y opresión.
La nueva confrontación está en marcha, será entre ciudadanos defendiéndose a sí mismos, y políticos desquiciados tratando de representarles. La nueva frontera entre unos y otros vuelve a ser la misma de todas las revoluciones pendientes: la libertad.
En un lado están los que viven de los demás o aspiran a hacerlo, y en el otro, los que viven de sus propios recursos sin explotar a nadie y siendo explotados por todos los que dicen velar por su bienstar. La desigualdad entre ambos sectores de la sociedad es abismal, hemos regresado democráticamente a un mundo en que se distinguen dos clases la de los privilegiados por el poder y la de los desposeídos. Y los más desposeídos, son los que trabajan más de lo que pueden dejándose la vida en existir, para mantener a los privilegiados que disfrutan más de lo que se merecen, imponiendo además su criterio desde la política para perpetuar la injusticia.
Desengáñense lectores, el único fin de los políticos que nos representan en la actualidad es vivir sin dar golpe mientras nos regalan los oídos diciendo todo lo que van a hacer por nosotros. La democracia se ha convertido en un negocio para una minoría que explota a la inmensa mayoría, como en la Unión Soviética, en Cuba o en China.
Las urnas electorales se han convertido en cenotafios de la democracia, templos mortuorios de la política. Cada político español es un adversario de nuestro bienestar como ciudadanos. No hay posibilidad de regeneración porque no queda nada que regenerar, sólo volver a empezar tras echar a todos los explotadores que han elevado el maltrato a los ciudadanos a código de supervivencia particular.
Hemos llegado al final de la representación política, pero también al comienzo de la representación ciudadana, sólo así la democracia recobrará sentido y razón. La única interrogante sobre la nueva cruzada que se avecina es la siguiente: ¿quién liderará a los ciudadanos en su liberación o seremos capaces de representarnos a nosotros mismos?.
Erasmo de Salinas
Nuestro principal problema es exclusivamente político, pero no porque la política ya no resulte necesaria en un mundo de postmodernidades y relativismos, sino por la genuina incapacidad gestora de nuestros representantes públicos, por la desconfianza que concitan, por la soberbia que destilan, por su insoportable desdén y desidia, y por qué realmente les importa una mierda la opinión pública de los ciudadanos que les han elevado a los altares parlamentarios o municipales.
El origen del problema proviene de los comienzos de la transición, la política, una actividad extraordinariamente sobrevalorada en las postrimerías del franquismo ha sufrido una degeneración larvada e incoercible, hasta llevarnos a la situación de inanidad extreama e incongruencia perentoria que caracteriza el presente.
Los más afortunados por esta cadencia consideran que la política, por fin se ha aproximado a los ciudadanos, en realidad no es así, porque cada día más ciudadanos están muy por encima de lo que puedan ofrecerle los políticos de cualquier partido. Los ciudadanos han ido desarrollándose de forma lenta pero paulatina, mientras los políticos han degenerado mucho más deprisa de lo esperado; la clase política es un entramado regresivo que condiciona cualquier opción de futuro, se han convertido en un lastre para el bienestar de los españoles envuelto en la oferta embaucadora de posibles soluciones a nuestros problemas.
La actividad política en este país es un lodazal, un pantano cenagoso y pútrido que desprende hedores mefíticos por la costra de corrupción incrustada en cualquier actividad del Estado, desde el ingreso en algunas plazas de funcionarios hasta la concesión de cualquier licencia pública. Los políticos de las últimas generaciones han ahormado las instituciones a su ambición desmedida. “Carpe diem” para todos, expresiones como “estar en la pomada” se han hecho frecuentes en nuestro país, para definir los que se benefician y los que salen perjudicados con cualquier acción política.
La corrupción, otrora denunciada por los funcionarios del Estado, cada día está más consentida por los trabajadores de la administración pública, que no quieren complicaciones, ni enfrentamientos con el poder político, que le impone sus jefes y sus normas contra cualquier condición de mérito que no sea política. Los sindicatos se han acostumbrado al pesebre de Rodríguez Zapatero, y le piden permiso para protestar. Y la oposición política al poder establecido ha alcanzado su cota máxima de ridiculez y complacencia.
Once millones de ciudadanos que han recibido “lo suyo” o esperan recibirlo, han aupado al poder a un Gobierno de papel cuché guiado por un mesiánico inepto y mediocre, que les promete lo que sea mientras les recorta hasta el aire que respiran, pretendiendo pasar a la historia como un híbrido entre Gandhi y el Rey Sol.
Lo que queda es previsible, los ciudadanos que no han apoyado este regreso al fascismo encubierto ocuparán el espacio que dejarán los actuales gerifaltes cuando comiencen a perseguirlos a gorrazos los que van a pagar miles de euros por recibir los cuatrocientos prometidos, los que pierdan su trabajo, los que no puedan pagar su hipoteca, los que no puedan entrar ya a formar parte de la “guardia de corps funcionarial” del tío de las cejas.
Mientras la mayoría de países occidentales han establecido pautas para amortiguar la crisis, aquí el intelecto del Presidente que confunde accidentes con atentados propone más políticas sociales, y estar siempre al lado de los trabajadores, cuando en realidad su política es la principal amenaza para todas las políticas sociales y todos los trabajadores, por qué destroza sociedad y trabajo sin contemplación alguna.
Los del Partido Popular con un líder agónico y momificado, han perdido ya la oportunidad de liderar cualquier movimiento de oposición que se convierta en alternativa. Definitivamente, en este país el eje de confrontación ya no estará nunca más entre los partidos de izquierda o derecha, porque prácticamente todos defienden lo mismo, para seguir trincando mientras se pueda, son aliados de pesebre y opresión.
La nueva confrontación está en marcha, será entre ciudadanos defendiéndose a sí mismos, y políticos desquiciados tratando de representarles. La nueva frontera entre unos y otros vuelve a ser la misma de todas las revoluciones pendientes: la libertad.
En un lado están los que viven de los demás o aspiran a hacerlo, y en el otro, los que viven de sus propios recursos sin explotar a nadie y siendo explotados por todos los que dicen velar por su bienstar. La desigualdad entre ambos sectores de la sociedad es abismal, hemos regresado democráticamente a un mundo en que se distinguen dos clases la de los privilegiados por el poder y la de los desposeídos. Y los más desposeídos, son los que trabajan más de lo que pueden dejándose la vida en existir, para mantener a los privilegiados que disfrutan más de lo que se merecen, imponiendo además su criterio desde la política para perpetuar la injusticia.
Desengáñense lectores, el único fin de los políticos que nos representan en la actualidad es vivir sin dar golpe mientras nos regalan los oídos diciendo todo lo que van a hacer por nosotros. La democracia se ha convertido en un negocio para una minoría que explota a la inmensa mayoría, como en la Unión Soviética, en Cuba o en China.
Las urnas electorales se han convertido en cenotafios de la democracia, templos mortuorios de la política. Cada político español es un adversario de nuestro bienestar como ciudadanos. No hay posibilidad de regeneración porque no queda nada que regenerar, sólo volver a empezar tras echar a todos los explotadores que han elevado el maltrato a los ciudadanos a código de supervivencia particular.
Hemos llegado al final de la representación política, pero también al comienzo de la representación ciudadana, sólo así la democracia recobrará sentido y razón. La única interrogante sobre la nueva cruzada que se avecina es la siguiente: ¿quién liderará a los ciudadanos en su liberación o seremos capaces de representarnos a nosotros mismos?.
Erasmo de Salinas
Categorías:
Ciudadanos y Política,
España
Constitución Española de 1978 (03): Artículo 3
TÍTULO PRELIMINAR
Artículo 3
1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.
3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.
Artículo 3
1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.
3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.
Categorías:
Constitución Española 1978
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