Un tsunami superior a las previsiones más optimistas le da a los candidatos apoyados por Sarkozy un principio de victoria arrolladora.
A diferencia de las cifras que buena parte de la prensa española ha publicado hoy, la mayoría presidencial ha alcanzado en la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas la marca histórica de entre 46 y 47 %.
En efecto, no tiene sentido contabilizar sólo los resultados de los candidatos de la UMP como tal, sino de todos aquellos candidatos ungidos por el apoyo presidencial ("Nuevo Centro", Independientes, algunos candidatos del MPF...).
Entre los 577 diputados del Parlement, ya hay un centenar de sarkozystas elegidos en la primera vuelta (han conseguido más del 50% en su zona electoral), y 1 de la izquierda.
La segunda vuelta dará los diputados restantes. Al tratarse de votación uninominal por circunscripción, se supone, en relación con las fuerzas en presencia, que la UMP y sus satélites sacarán entre 405 y 499 diputados, el nuevo partido de Bayrou entre 0 y 4, el Frente Nacional 0, los comunistas entre 4 y 12, los verdes entre 0 y 3 y los socialistas el resto, entre 60 y 140.
La horquilla de posibilidades es muy amplia ya que el resultado final dependerá de la movilización del electorado el próximo domingo (la participación ha sido escasa el 11 de junio, con un 60%, muy inferior al 84% de la presidencial), y del traslado de votos de los candidatos eliminados hacia los finalistas, desigual y parcialmente imprevisible.
El sistema de votación francés no es proporcional. Al contrario, recompensa, ya que no hay listas sino candidatos individuales, al vencedor en cada comarca, independientemente del reparto de los votos entre las distintas opciones. Esto conlleva que el resultado del sarkozysmo en la primera vuelta (récord absoluto en la 5ª república) le dará en torno a los 4/5 de diputados en el congreso (también va a ser récord absoluto, o muy cercano a uno de los parlamentos de De Gaulle en los años 60).
Con diferencias técnicas, comparte con Gran Bretaña (allí gana la lista con más votos, a una vuelta de escrutinio), el hecho de que es un sistema que favorece al que llega en primera posición, para evitar pactos postelectorales entre partidos (tripartito catalán, por ejemplo) y para evitar que minorías chantajeen a los partidos que representan las opciones mayoritarias.
Ahora se critica mucho "el tsunami azul" desde la izquierda y desde algunos medios. No era así en 1981, cuando "el tsunami rosa" se llevó los 3/5 del congreso, después de la victoria de Mitterrand. Entonces, ningún demócrata "progresista" protestó.
Este sistema electoral, adoptado entre 1958 y 1962, da estabilidad y fuerza al que gana. También responsabiliza al diputado, quien está en contacto permanente con sus administrados y debe: conocerse cada calle de cada ciudad de su área electoral, así como todos los problemas y problemitas de la gente; trabajar tres días en París y cuatro en su comarca; estar en los mercados; en las inauguraciones; en las reuniones de barrio; recibir a los ciudadanos sin cita previa, como el médico de cabecera; conseguir financiación para las necesidades locales...
En estos últimos años, muchos ciudadanos del país vecino han cambiado el voto con facilidad para castigar a una mayoría incumplidora. De esa forma, se han producido alternancias rudas y castigadoras en ambos sentidos: en 1981 (rosa), 1993 (azul), 1997 (rosa) y ahora. El escrutinio mayoritario es pues como una espada de Damocles sobre el glorioso vencedor de un día. Dentro de cinco años, los éxitos y los fracasos de Nicolas Sarkozy determinarán la continuidad o no del cambio reformista de centro derecha en Francia.
A diferencia de las cifras que buena parte de la prensa española ha publicado hoy, la mayoría presidencial ha alcanzado en la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas la marca histórica de entre 46 y 47 %.
En efecto, no tiene sentido contabilizar sólo los resultados de los candidatos de la UMP como tal, sino de todos aquellos candidatos ungidos por el apoyo presidencial ("Nuevo Centro", Independientes, algunos candidatos del MPF...).
Entre los 577 diputados del Parlement, ya hay un centenar de sarkozystas elegidos en la primera vuelta (han conseguido más del 50% en su zona electoral), y 1 de la izquierda.
La segunda vuelta dará los diputados restantes. Al tratarse de votación uninominal por circunscripción, se supone, en relación con las fuerzas en presencia, que la UMP y sus satélites sacarán entre 405 y 499 diputados, el nuevo partido de Bayrou entre 0 y 4, el Frente Nacional 0, los comunistas entre 4 y 12, los verdes entre 0 y 3 y los socialistas el resto, entre 60 y 140.
La horquilla de posibilidades es muy amplia ya que el resultado final dependerá de la movilización del electorado el próximo domingo (la participación ha sido escasa el 11 de junio, con un 60%, muy inferior al 84% de la presidencial), y del traslado de votos de los candidatos eliminados hacia los finalistas, desigual y parcialmente imprevisible.
El sistema de votación francés no es proporcional. Al contrario, recompensa, ya que no hay listas sino candidatos individuales, al vencedor en cada comarca, independientemente del reparto de los votos entre las distintas opciones. Esto conlleva que el resultado del sarkozysmo en la primera vuelta (récord absoluto en la 5ª república) le dará en torno a los 4/5 de diputados en el congreso (también va a ser récord absoluto, o muy cercano a uno de los parlamentos de De Gaulle en los años 60).
Con diferencias técnicas, comparte con Gran Bretaña (allí gana la lista con más votos, a una vuelta de escrutinio), el hecho de que es un sistema que favorece al que llega en primera posición, para evitar pactos postelectorales entre partidos (tripartito catalán, por ejemplo) y para evitar que minorías chantajeen a los partidos que representan las opciones mayoritarias.
Ahora se critica mucho "el tsunami azul" desde la izquierda y desde algunos medios. No era así en 1981, cuando "el tsunami rosa" se llevó los 3/5 del congreso, después de la victoria de Mitterrand. Entonces, ningún demócrata "progresista" protestó.
Este sistema electoral, adoptado entre 1958 y 1962, da estabilidad y fuerza al que gana. También responsabiliza al diputado, quien está en contacto permanente con sus administrados y debe: conocerse cada calle de cada ciudad de su área electoral, así como todos los problemas y problemitas de la gente; trabajar tres días en París y cuatro en su comarca; estar en los mercados; en las inauguraciones; en las reuniones de barrio; recibir a los ciudadanos sin cita previa, como el médico de cabecera; conseguir financiación para las necesidades locales...
En estos últimos años, muchos ciudadanos del país vecino han cambiado el voto con facilidad para castigar a una mayoría incumplidora. De esa forma, se han producido alternancias rudas y castigadoras en ambos sentidos: en 1981 (rosa), 1993 (azul), 1997 (rosa) y ahora. El escrutinio mayoritario es pues como una espada de Damocles sobre el glorioso vencedor de un día. Dentro de cinco años, los éxitos y los fracasos de Nicolas Sarkozy determinarán la continuidad o no del cambio reformista de centro derecha en Francia.
a.c. Aragón