No se piensen ustedes que voy a hablar de la pureza del Presidente de Gobierno ¡que más quisiera!, no después del Congreso de Valencia y el pucherazo boicot contra Álvarez Cascos; no, voy a hablar del puro de Rajoy, habitualmente un habano Cohibas de 15 euros el viaje. Los puros habanos son los mejores, dicen. A Rajoy le gusta fumar puros y meter puros a los españoles. Parece que le agrada vernos apurados, sí.
Rajoy es un mediocre sujeto que sustituye a otro mediocre sujeto en La Moncloa, por el turno de oficio y estropicio. La democracia de poco sirve en estas circunstancias, Zapatero también fumaba, pero lo hacía en la intimidad para que no cundiera el mal ejemplo (ya saben ustedes, la hipocresía habitual en el PSOE). Ambos producen mucho humo, y nada más que humo, después de habernos quemado a los españoles, en eso también se parecen. Esto parece la maldición de la kakistocracia.
A mí lo que menos me gusta de los puros de Rajoy es que los pagamos los españoles, no es bueno mantener los vicios con fondos ajenos, debería saberlo el señor Presidente. Pagamos los puros que se fuma y los puros que nos mete, mintiendo para llegar a ser Presidente. ¿Cómo se puede ser tan nefasto para subir los impuestos a una semana de ser nombrado Presidente, tras haber dicho el último día de campaña que no subiría los impuestos para ganar las elecciones?
Realmente, hay que ser un poco lelo al tomar medidas económicas tan precipitadas cuando los tiburones de los mercados y las agencias de calificación están mirando. Y además ser poco espabilado, algo que intuimos los españoles, si era de libro: se llega al Gobierno, se actúa con firmeza, se reduce el gasto en todo lo posible, se envía un mensaje positivo diciendo que las cosas están mal, pero no tan mal como se pensaba y poco a poco, con el paso de los meses y cuando haya cedido la atención sobre España se van subiendo los impuestos paulatinamente, sin que se note y sin asfixiar a los españoles con sus chorradas, imponiendo el miedo como un burka, reduciendo el consumo en fiestas navideñas –cuando los comercios y la hostelería de este país hacen caja- y poniendo cara de sonrisa, en un discurso a los españoles tranquilizador, para que recobren la confianza y la esperanza en su Gobierno. De esa forma dar la imagen de que en España las cosas funcionan con normalidad, movilizar la economía, y recuperar la confianza de los inversores extranjeros. Los pocos que quedaban, han salido huyendo con el "asustado" Rajoy.
Pues no, Rajoy decide fumarse un puro, esconderse, no dar la cara, desaparecer hasta febrero y dejar a sus lacayos que administren los pecados del zapaterismo como una santa inquisición retroactiva, dirigida por Sor Aya, la hermana coraje del Gobierno. Ese es Rajoy en estado puro, un hombre que fuma mientras el país que gobierna no sabe si echarse a la calle ya o esperar al mes que viene que hará menos frío.
¿De verdad que alguien tiene la esperanza de que el fumador de puros resuelva los problemas de España y los españoles? Dicen que no se quiere desgastar, pues como siga por ese camino un día se va a encontrar el puro que le vamos a montar los españoles, y ese no va a poder fumárselo. ¡Que hartos estamos en este país de tanto memo!. Estamos en apuros, pero pronto pasaremos a las depuraciones, esa es la pura realidad que se avecina.
Enrique Suárez