No se engañen ciudadanos, la única necesidad que tienen los catalanistas de crear una nación no tiene nada que ver ni con la historia diferencial, la cultura singular o los hechos distintivos fundamentados en tradiciones arcaicas. Nada de eso, actualicen sus criterios y dejen de considerar la mitología como causa, por qué el fundamento de la noción de una nación catalana independiente de España es mucho más pragmático, también pueden hacerlo extensivo a la oclocracia que ha impuesto el PSOE en este país con la colaboración de los sindicatos y colectivos de izquierdas.
Verán ustedes, ¿a dónde habrían llegado gentes de la formación cultural y capacidades demostradas como los políticos que representan a las izquierdas y el nacionalismo en este país de no haber sido por la política, gracias a la política y exclusivamente por la política?. ¿Se imaginan ustedes a Benach, Montilla, Puigcercós, Más y el resto del elenco trabajando de “curritos” como todos los demás?.
Estos magníficos sinvergüenzas defenderán la nación catalana, como podrían defender los efectos de un crecepelo desde una carreta en el Oeste americano, las ventajas de una compañía telefónica de móviles sobre todas las demás, o la catástrofe que nos espera por el próximo impacto del asteroide Romualdo sobre la Tierra. Más que políticos, son agentes comerciales de productos caducados, buhoneros de ilusiones, mamporreros de las menos de diez familias catalanas aristocráticas que controlan desde el feudalismo irredento el porvenir de la comunidad más asolada y desolada de España.
Todo es instrumental a un propósito, seguir en el poder al precio que sea, forjar un corralito de decisiones posibles e imposibles (un oasis en quiebra), formar un marco “legal” que ampare sus desmadres permanentes, por ejemplo, para evitar que la justicia española correspondiente a nuestro Estado de Derecho, les pueda juzgar por su latrocinio, por su despilfarro, por su corrupción. El Estatut pretendía crear una justicia “a la carta” para permanecer impunes por sus crímenes, como el caso Pretoria o el caso Palau, entre otros. Algo que ha impedido el Tribunal Constitucional en última instancia.
La nación catalana es un invento virtual, un “second life” controlado desde las oligarquías financieras catalanas, insaciables en su dependencia del Estado español. ¿Pero cómo se van a hacer independientes si Cataluña vive de España, en España y por España?. ¿Quién compra los productos catalanes más que los españoles?.
Olvídense de la tinta de calamar que lo enturbia todo, cuando les hablen de nacionalismo catalán vean la realidad directamente, todo lo que arguyen es un cuento, ellos mismos lo saben y lo reconocen en privado, nunca un catalán ha abandonado un negocio tan rentable como vender humo a precio de oro, mientras haya idiotas que lo adquieran. Son calvos vendiendo crecepelo, después de haber tomado el pelo a todo el mundo para que se lo compren.
Ahora, los sátrapas catalanistas están preocupados con que España triunfe en el mundial de fútbol, tanto es así que las consignas que se están lanzando entre los niños y jóvenes catalanes es que España debe perder para que enjugue su tremendo orgullo, en realidad, lo que temen es que se haga con el mundial de fútbol, por qué si así ocurre no van a poder contener la euforia, lástima que no se juege el último partido el 10 de julio, sería interesante comprobar cuantos catalanes estaban en la calle defendiendo el Estatut ilegal y cuantos defendiendo el triunfo de la selección española. Podría ser la puntilla para las aspiraciones de los oclócratas, tras el varapalo de la justicia española.
Biante de Priena
Verán ustedes, ¿a dónde habrían llegado gentes de la formación cultural y capacidades demostradas como los políticos que representan a las izquierdas y el nacionalismo en este país de no haber sido por la política, gracias a la política y exclusivamente por la política?. ¿Se imaginan ustedes a Benach, Montilla, Puigcercós, Más y el resto del elenco trabajando de “curritos” como todos los demás?.
Estos magníficos sinvergüenzas defenderán la nación catalana, como podrían defender los efectos de un crecepelo desde una carreta en el Oeste americano, las ventajas de una compañía telefónica de móviles sobre todas las demás, o la catástrofe que nos espera por el próximo impacto del asteroide Romualdo sobre la Tierra. Más que políticos, son agentes comerciales de productos caducados, buhoneros de ilusiones, mamporreros de las menos de diez familias catalanas aristocráticas que controlan desde el feudalismo irredento el porvenir de la comunidad más asolada y desolada de España.
Todo es instrumental a un propósito, seguir en el poder al precio que sea, forjar un corralito de decisiones posibles e imposibles (un oasis en quiebra), formar un marco “legal” que ampare sus desmadres permanentes, por ejemplo, para evitar que la justicia española correspondiente a nuestro Estado de Derecho, les pueda juzgar por su latrocinio, por su despilfarro, por su corrupción. El Estatut pretendía crear una justicia “a la carta” para permanecer impunes por sus crímenes, como el caso Pretoria o el caso Palau, entre otros. Algo que ha impedido el Tribunal Constitucional en última instancia.
La nación catalana es un invento virtual, un “second life” controlado desde las oligarquías financieras catalanas, insaciables en su dependencia del Estado español. ¿Pero cómo se van a hacer independientes si Cataluña vive de España, en España y por España?. ¿Quién compra los productos catalanes más que los españoles?.
Olvídense de la tinta de calamar que lo enturbia todo, cuando les hablen de nacionalismo catalán vean la realidad directamente, todo lo que arguyen es un cuento, ellos mismos lo saben y lo reconocen en privado, nunca un catalán ha abandonado un negocio tan rentable como vender humo a precio de oro, mientras haya idiotas que lo adquieran. Son calvos vendiendo crecepelo, después de haber tomado el pelo a todo el mundo para que se lo compren.
Ahora, los sátrapas catalanistas están preocupados con que España triunfe en el mundial de fútbol, tanto es así que las consignas que se están lanzando entre los niños y jóvenes catalanes es que España debe perder para que enjugue su tremendo orgullo, en realidad, lo que temen es que se haga con el mundial de fútbol, por qué si así ocurre no van a poder contener la euforia, lástima que no se juege el último partido el 10 de julio, sería interesante comprobar cuantos catalanes estaban en la calle defendiendo el Estatut ilegal y cuantos defendiendo el triunfo de la selección española. Podría ser la puntilla para las aspiraciones de los oclócratas, tras el varapalo de la justicia española.
Biante de Priena