Los políticos españoles siguen viviendo en su limbo, repartiéndose los privilegios entre las siglas de todos los partidos, mientras los españoles nos repartimos la miseria. Creo que no se están dando cuenta nuestros eximios representantes públicos de que al pueblo español sólo le falta la chispa para iniciar una magnífica reacción en cadena, avivada por las redes sociales y la presión vital que soporta este pueblo, que puede cambiar la realidad de este país para siempre.
No se puede seguir soportando que los partidos políticos, ahora unos y ahora otros, representen las decisiones que oprimen a los españoles y al mismo tiempo, las protestas contra ellas. El corralito del poder se va a acabar. Lo del 15-M solo fue un ensayo general, que terminó mal gracias al secuestro que se realizó de las iniciativas espontaneas de los que protestaban por parte de formaciones políticas organizadas como IU, EQUO y similares, y ridiculizada por su versión más esperpéntica, indigente y altermundista.
La indignación que viene no estará protagonizada por jóvenes sin empleo, parados de larga duración, vagabundos profesionales y errabundos ocasionales, sino por el núcleo duro de la sociedad civil: autónomos, funcionarios, profesores, sanitarios, pensionistas, parados, estudiantes, amas de casa, catedráticos, periodistas, trabajadores amenazados y todo bicho cotizante de este país. No tomará las plazas, sino que acudirá a los lugares en los que se representa la farsa del poder bicéfalo del partido único que gobierna en España desde hace tres décadas, como aquel que se estableció con el Pacto del Pardo, el 24 de noviembre de 1885, entre los dos principales partidos del poder para alternarse en el Gobierno. No estará representada tampoco por sindicatos, ni asociaciones, ni agrupaciones, porque será la sociedad civil de individuos cabreados que se unirá bajo una pancarta y un lema sencillo, sin que nadie la guíe, ni la ampare, ni la manipule: ¡NO ME REPRESENTAN!
No se puede seguir consintiendo que ciudadanos soberanos sean tratados como súbditos por políticos déspotas, ineptos y soberbios, que consideran que gobernar es hacer lo que les salga de las narices, siempre que a ellos no les afecten ni recortes, ni inmundicias. No se puede consentir que tengamos en el poder una aristocracia política en una democracia. No se puede permitir, bajo ningún concepto, ni un instante más, que permanezcan en el poder vulnerando la Constitución Española en sus artículos sobre derechos fundamentales, con la connivencia de la justicia hipotecada al poder y los medios de comunicación al servicio de sus patrocinadores.
La farsa debe concluir y debe hacerlo ya, la última decisión del Gobierno de Mariano Rajoy es un suicidio: negarse a la intervención que propone el G-7 para recapitalizar los bancos españoles en quiebra. Es un suicidio político, porque en su defecto seremos los españoles los que tendremos que pagar con nuestro sacrificio las pensiones multimillonarias de los consejeros políticos que han quebrado las Cajas de Ahorros, transformándolas en bancos para ocultar el estropicio, y también será un suicidio económico, porque España no está en condiciones de elegir el camino de la autarquía, pues su soberanía económica está conculcada por los acreedores internacionales.
La helenización a la que nos conducen las decisiones de los que detentan el poder y la oposición, para representar sus propios intereses frente a los de los ciudadanos, solo se puede explicar, porque el plan presentado por el G-7, inducido por Alemania y aconsejado por la Unión Europea, dejaría a los partidos políticos españoles con el culo al aire, primero, porque los nuevos consejeros de los bancos que ayer fueron cajas de ahorros descubrirían lo que ha ocurrido: el desfalco de las arcas públicas por parte de los partidos políticos españoles y eso no les conviene; y en segundo lugar, porque las formaciones políticas que detentan gobierno y oposición en España se quedarían sin un euro de financiación extraordinaria, algo que no se pueden permitir, porque dejaría sin trabajo miles de apesebrados comensales de su grey. Así que Mariano Rajoy decide que seamos los españoles los que sigamos pagando el estropicio, con tal de no quitarle poder financiero, privilegios y beneficios, a los partidos políticos españoles.
Sería necesario convocar un referéndum para decidir si los españoles quieren seguir pagando más impuestos para mantener al PSOE y al PP –partido único- al cargo de la política española o prefieren su eventual disolución con una intervención europea en los bancos de origen público quebrados por la desmesura e ineptitud infinita de los políticos que los han gestionado, tras descubrirse lo que ha ocurrido con el dinero de los españoles que se ha utilizado, tanto desde la arbitrariedad de consejeros políticos que decidían el despilfarro sectariamente con los que compartían carnet, a lo que se añade las milmillonarias inversiones que se brindaron desde el Estado (con más deuda) para el proceso denominado como "fusion fría" y que ha terminado convitiéndose en una auténtica "fusión tórrida".
La cuenta atrás para la política española, tal como la hemos conocido hasta ahora, ha comenzado; sería aconsejable que los políticos, que dicen representar a los españoles , depusieran su actitud despótica que invita a pensar en una tiranía y aceptaran la solución financiera menos gravosa para el pueblo español, que es la propuesta por el G-7, la UE y la Alemania de Ángela Merkel.
Ni Mariano Rajoy, ni Alfredo Pérez Rubalcaba, ni todos los que les acompañan en la farsa política nacional, tienen credibilidad suficiente para convertir este país en una nueva Numancia, los españoles no estamos dispuestos a seguir soportando sacrificios, para que nuestra aristocracia política siga acumulando privilegios y beneficios. Si deciden seguir adelante haciéndose los patriotas, en España vamos a tener un problema grave, pero les aseguro que va a ser mucho más grave para los que han quebrado este país y pretenden irse de rositas, que para los que estamos teniendo que pagar su orgía de poder.
La hoja de ruta de la insurrección cívica está diseñada, solo falta una razón, un motivo compartido por la mayoría para ponerla en marcha, cuando los políticos son la causa de nuestros problemas y no de las soluciones a los mismos, los que sobran son los políticos que incumplen con su palabra, que nos estafan, que nos toman el pelo y que nos tienen hartos.
La desmesura de los gobernantes que no entran en razones, sólo tiene una única salida, la insurrección del pueblo que gobiernan, que puede ser más o menos alocada o violenta, en proporción al daño recibido, este país tiene seis millones de parados, ha perdido desde 2004 un 30 % de poder adquisitivo, la gente está aceptando condiciones laborales inmorales, no porque los contratantes sean unos negreros, sino porque su situación es tan precaria como aquellos a los que contratan. Algunos no se han enterado todavía del estallido social que se está incubando en este volcán que humea, llamado España. Tal vez, cuando se enteren, sea demasiado tarde... para ellos.
Enrique Suárez