Los españoles éramos afortunados hasta hace seis años, vivíamos en un país heterogéneo y heterodoxo, plural y diverso en su interior y con una singularidad característica muy valorada en el exterior, hasta convertirnos en el segundo país más visitado del mundo como destino turístico.
Los españoles sabíamos que no éramos los mejores, pero tampoco los peores, éramos lo que éramos y estábamos orgullosos de ello. Hasta que el inefable José Luis llegó al Gobierno y dejó que sus sueños megalomaniacos fluyeran por el Estado como riada tropical anegándolo todo: la cultura, la economía, la politica, la identidad propia, la igualdad, la libertad, la justicia, la comunicación y la convivencia.
José Luis no se ha enterado de lo que es gobernar y sencillamente se ha comportado como un dictador, apoyado por los oclócratas que viven a nuestra costa. José Luis ha facilitado que los más sinvergüenzas del país se hayan incrustado en el poder, apoyándole por qué le consideraban un pardillo y un panoli con ínfulas.
José Luis ha abierto la caja de las esencias de España a los depredadores del bienestar común y ahora no sabe como volver a cerrarla. El PSOE tiene un problema con José Luis, pero como es una organización política que remeda una congregación religiosa, los afiliados cumplen con el voto de obediencia y no dicen ni esta boca es mía, otros se callan por seguir saliendo en la foto de Guerra, mientras los más depravados se hartan de vulnerar la castidad y la pobreza que caracteriza a todas las órdenes religiosas cristianas. Así tenemos un PSOE esquizofrénico, un PSOE que ha fagocitado a las dos españas, a la que sueña y a la que trabaja, a la que ama y a la que odia, a la que vive y a la que malvive, a la que se aprovecha y a la que es esquilmada.
Atrapados, sin salida, están los del PSOE y estamos los españoles, gracias José Luis que no sabe como arreglar lo que él mismo ha estropeado, ni con los 640 asesores, ni con la ayuda de Europa, ni con el apoyo de todos los reptiles que adoctrinan al país desde los medios de comunicación, ni con el apoyo de los señores del trabajo en que se han convertido los sindicatos de clase, ni con el oxígeno que le brindan los nacionalistas mientras siguen barriendo para casa. Y los españoles esperando a Godot, que no acaba de llegar.
Esto no lo resuelve José Luis, ni Rajoy, ni el Parlamento, ni Europa. Lo que está ocurriendo en España es precisamente la crisis de crecimiento que conduce a los ciudadanos de un país de ser súbditos a ser soberanos. José Luis es la foto finish del Antiguo Régimen, que en España nunca fue desplazado del todo y siempre regresó en forma de guerras, golpes de Estado, dictaduras, o tiranías democráticas.
Decía Charles Tilly, un estudioso de las revoluciones europeas, que los países para considerarse modernos tenían que superar el dintel que suponía la civilización de los militares, es decir, que los que tenían el monopolio de la violencia, nunca lo ejercieran por sí mismos, sino bajo las órdenes del poder civil.
Creo que se puede extender la recomendación a los políticos, por qué en el siglo XXI no puede existir una democracia con unos representantes públicos que ejercen el poder como si fueran señores feudales, y esto no afecta exclusivamente al PSOE, sino a todos los partidos políticos, el PP, los nacionalistas, IU, UPyD, Ciutadans, etc.
La única opción que tenemos los españoles es someter el poder civil al poder ciudadano, por qué los políticos se han confundido y se han pasado de forma extraordinaria en sus funciones, no han respetado la soberanía de los ciudadanos, y han vulnerado el contrato social, malinterpretando en su interés la voluntad general del pueblo español. Están usurpando la democracia, gracias a un Presidente de Gobierno que pensaba que la razón, aunque sea la suya que es bastante extravagante, debe prevalecer sobre el poder.
Al final hemos comprobado que hasta el más nefasto de los poderosos acaba contribuyendo al desarrollo de la democracia, hoy la inmensa mayoría de los españoles sabemos que es lo que no queremos, aunque sean muchos menos los que saben lo que quieren.
Lo que está claro es que no queremos a José Luis, pero algún día tendremos que agradecerle que de no haber sido tan patán, la mayoría de la gente hubiera pensado que la política era un mecanismo de administración del poder que funcionaba de forma automática. Hoy, los españoles sabemos cuanto daño nos pueden hacer los políticos si no los controlamos exhaustivamente de forma permanente.
Que no espere Rajoy llegar al poder para gobernar igual que lo ha hecho José Luis, sin tener en cuenta las decisiones de los ciudadanos, sin tener que rendir cuentas cada día de sus acciones. Al final, el cazurro de La Moncloa se va a salir con la suya, aplicando las reglas más zafias de la tiranía desde su Gobierno, va a conseguir que los españoles tengan conciencia política y sepan que nunca más van a permitir que unos sinvergüenzas, permanezcan en el poder aprovechándose de su esfuerzo en su propio beneficio, que se extiende a todos los que les rodean.
Entonces España volverá a ser diversa, contradictoria, heterodoxa y heterogénea, heroica y cobarde, épica y basta, burda y fascinante, como ha sido siempre, como a mí me gusta. Esa mezcla hace de nuestro pueblo uno de los más cohesionados del planeta, un pueblo que ha podido a lo largo de la historia con todos los malos gobernantes que le ha concedido el destino. A personajes como el diletante José Luis se los traga el desagüe de la historia de España en un instante. Los españoles somos así, lo mismo amamos que odiamos, con la facilidad que una mariposa recorre las flores en primavera. Y pobres de aquellos que traten de impedirnos ser lo que somos, los que tratan de explicarnos que la libertad es lo que ellos nos ofrecen, como si no supiéramos los españoles lo que es la libertad, cuando el año próximo celebraremos el segundo centenario del nacimiento del concepto liberalismo en La Tacita de Plata. La España diversa sólo puede existir en libertad, porque no se puede enjaular a los seres libres en ninguna jaula-modelo que no sea la que ellos mismos decidan.
Biante de Priena
Los españoles sabíamos que no éramos los mejores, pero tampoco los peores, éramos lo que éramos y estábamos orgullosos de ello. Hasta que el inefable José Luis llegó al Gobierno y dejó que sus sueños megalomaniacos fluyeran por el Estado como riada tropical anegándolo todo: la cultura, la economía, la politica, la identidad propia, la igualdad, la libertad, la justicia, la comunicación y la convivencia.
José Luis no se ha enterado de lo que es gobernar y sencillamente se ha comportado como un dictador, apoyado por los oclócratas que viven a nuestra costa. José Luis ha facilitado que los más sinvergüenzas del país se hayan incrustado en el poder, apoyándole por qué le consideraban un pardillo y un panoli con ínfulas.
José Luis ha abierto la caja de las esencias de España a los depredadores del bienestar común y ahora no sabe como volver a cerrarla. El PSOE tiene un problema con José Luis, pero como es una organización política que remeda una congregación religiosa, los afiliados cumplen con el voto de obediencia y no dicen ni esta boca es mía, otros se callan por seguir saliendo en la foto de Guerra, mientras los más depravados se hartan de vulnerar la castidad y la pobreza que caracteriza a todas las órdenes religiosas cristianas. Así tenemos un PSOE esquizofrénico, un PSOE que ha fagocitado a las dos españas, a la que sueña y a la que trabaja, a la que ama y a la que odia, a la que vive y a la que malvive, a la que se aprovecha y a la que es esquilmada.
Atrapados, sin salida, están los del PSOE y estamos los españoles, gracias José Luis que no sabe como arreglar lo que él mismo ha estropeado, ni con los 640 asesores, ni con la ayuda de Europa, ni con el apoyo de todos los reptiles que adoctrinan al país desde los medios de comunicación, ni con el apoyo de los señores del trabajo en que se han convertido los sindicatos de clase, ni con el oxígeno que le brindan los nacionalistas mientras siguen barriendo para casa. Y los españoles esperando a Godot, que no acaba de llegar.
Esto no lo resuelve José Luis, ni Rajoy, ni el Parlamento, ni Europa. Lo que está ocurriendo en España es precisamente la crisis de crecimiento que conduce a los ciudadanos de un país de ser súbditos a ser soberanos. José Luis es la foto finish del Antiguo Régimen, que en España nunca fue desplazado del todo y siempre regresó en forma de guerras, golpes de Estado, dictaduras, o tiranías democráticas.
Decía Charles Tilly, un estudioso de las revoluciones europeas, que los países para considerarse modernos tenían que superar el dintel que suponía la civilización de los militares, es decir, que los que tenían el monopolio de la violencia, nunca lo ejercieran por sí mismos, sino bajo las órdenes del poder civil.
Creo que se puede extender la recomendación a los políticos, por qué en el siglo XXI no puede existir una democracia con unos representantes públicos que ejercen el poder como si fueran señores feudales, y esto no afecta exclusivamente al PSOE, sino a todos los partidos políticos, el PP, los nacionalistas, IU, UPyD, Ciutadans, etc.
La única opción que tenemos los españoles es someter el poder civil al poder ciudadano, por qué los políticos se han confundido y se han pasado de forma extraordinaria en sus funciones, no han respetado la soberanía de los ciudadanos, y han vulnerado el contrato social, malinterpretando en su interés la voluntad general del pueblo español. Están usurpando la democracia, gracias a un Presidente de Gobierno que pensaba que la razón, aunque sea la suya que es bastante extravagante, debe prevalecer sobre el poder.
Al final hemos comprobado que hasta el más nefasto de los poderosos acaba contribuyendo al desarrollo de la democracia, hoy la inmensa mayoría de los españoles sabemos que es lo que no queremos, aunque sean muchos menos los que saben lo que quieren.
Lo que está claro es que no queremos a José Luis, pero algún día tendremos que agradecerle que de no haber sido tan patán, la mayoría de la gente hubiera pensado que la política era un mecanismo de administración del poder que funcionaba de forma automática. Hoy, los españoles sabemos cuanto daño nos pueden hacer los políticos si no los controlamos exhaustivamente de forma permanente.
Que no espere Rajoy llegar al poder para gobernar igual que lo ha hecho José Luis, sin tener en cuenta las decisiones de los ciudadanos, sin tener que rendir cuentas cada día de sus acciones. Al final, el cazurro de La Moncloa se va a salir con la suya, aplicando las reglas más zafias de la tiranía desde su Gobierno, va a conseguir que los españoles tengan conciencia política y sepan que nunca más van a permitir que unos sinvergüenzas, permanezcan en el poder aprovechándose de su esfuerzo en su propio beneficio, que se extiende a todos los que les rodean.
Entonces España volverá a ser diversa, contradictoria, heterodoxa y heterogénea, heroica y cobarde, épica y basta, burda y fascinante, como ha sido siempre, como a mí me gusta. Esa mezcla hace de nuestro pueblo uno de los más cohesionados del planeta, un pueblo que ha podido a lo largo de la historia con todos los malos gobernantes que le ha concedido el destino. A personajes como el diletante José Luis se los traga el desagüe de la historia de España en un instante. Los españoles somos así, lo mismo amamos que odiamos, con la facilidad que una mariposa recorre las flores en primavera. Y pobres de aquellos que traten de impedirnos ser lo que somos, los que tratan de explicarnos que la libertad es lo que ellos nos ofrecen, como si no supiéramos los españoles lo que es la libertad, cuando el año próximo celebraremos el segundo centenario del nacimiento del concepto liberalismo en La Tacita de Plata. La España diversa sólo puede existir en libertad, porque no se puede enjaular a los seres libres en ninguna jaula-modelo que no sea la que ellos mismos decidan.
Biante de Priena