En la historia de España jamás se había agrupado un elenco de jóvenes deportistas tan maravilloso y completo.
Al igual que ha ocurrido en la Unión Soviética o en Cuba, en España, los deportistas se han forjado contra un sistema burocrático insoportable, contra una cultura degenerada que intenta usurparles su identidad y su expresión libre, y contra una sociedad exenta de valores, en un clima en que lo deportivo se utiliza para defender intereses sectarios desde la política, pero en este ambiente de crispación, estos jóvenes entregan su triunfo a todos los españoles, sin distinción alguna, como ha de ser.
Cuanto más degeneran las circunstancias más destacan las individualidades, y esa reacción humana entraña una resistencia íntima contra la estupidez colectiva, porque cuanto menos ofrece el mundo que nos rodea más nos refugiamos en nuestro interior y objetivos personales, en nuestra libertad y en nuestra resistencia.
En la época en que hemos alcanzado la representación política más degenerada de nuestra historia, surge la representación deportiva más magnífica de todos los tiempos, tanto a nivel individual como colectivo.
Ocurrió con Fernando Alonso, que fue el primero que se opuso a ser utilizado por la política y lo hizo con claridad meridiana, continuó con el baloncesto (un saludo Pepu), siguió con la selección de futbol campeona de Europa, y Rafa Nadal le ha puesto el colofón, a la labor de otros muchos que están ahí para representar a nuestra nación ante la competición mundial de las Olimpiadas.
Quiero aprovechar para brindar un homenaje a esta generación que demuestra el auténtico significado de la lucha por la libertad en tiempos de opresión.
En Beijing, un lugar donde la libertad no existe, se pasearán nuestros muchachos españoles con una sonrisa contagiosa de libertad y orgullo, y cantarán el himno popular de nuestro país: yo soy español, español, español, y ahí queda eso.
Brindo por todos ellos y ellas, para mí ya han triunfado, porque la mayor victoria en estos tiempos está en ser españoles y sentirse orgullosos de su identidad nacional, en representar a su pueblo, a su gente, a su cultura y a su historia, y hacerlo con una sonrisa.
La España que verá el mundo será la que estos chicos y chicas representan, y no la que destrozan los políticos, nuestra juventud es el puente sobre aguas turbulentas hacia el futuro.
Erasmo de Salinas
Al igual que ha ocurrido en la Unión Soviética o en Cuba, en España, los deportistas se han forjado contra un sistema burocrático insoportable, contra una cultura degenerada que intenta usurparles su identidad y su expresión libre, y contra una sociedad exenta de valores, en un clima en que lo deportivo se utiliza para defender intereses sectarios desde la política, pero en este ambiente de crispación, estos jóvenes entregan su triunfo a todos los españoles, sin distinción alguna, como ha de ser.
Cuanto más degeneran las circunstancias más destacan las individualidades, y esa reacción humana entraña una resistencia íntima contra la estupidez colectiva, porque cuanto menos ofrece el mundo que nos rodea más nos refugiamos en nuestro interior y objetivos personales, en nuestra libertad y en nuestra resistencia.
En la época en que hemos alcanzado la representación política más degenerada de nuestra historia, surge la representación deportiva más magnífica de todos los tiempos, tanto a nivel individual como colectivo.
Ocurrió con Fernando Alonso, que fue el primero que se opuso a ser utilizado por la política y lo hizo con claridad meridiana, continuó con el baloncesto (un saludo Pepu), siguió con la selección de futbol campeona de Europa, y Rafa Nadal le ha puesto el colofón, a la labor de otros muchos que están ahí para representar a nuestra nación ante la competición mundial de las Olimpiadas.
Quiero aprovechar para brindar un homenaje a esta generación que demuestra el auténtico significado de la lucha por la libertad en tiempos de opresión.
En Beijing, un lugar donde la libertad no existe, se pasearán nuestros muchachos españoles con una sonrisa contagiosa de libertad y orgullo, y cantarán el himno popular de nuestro país: yo soy español, español, español, y ahí queda eso.
Brindo por todos ellos y ellas, para mí ya han triunfado, porque la mayor victoria en estos tiempos está en ser españoles y sentirse orgullosos de su identidad nacional, en representar a su pueblo, a su gente, a su cultura y a su historia, y hacerlo con una sonrisa.
La España que verá el mundo será la que estos chicos y chicas representan, y no la que destrozan los políticos, nuestra juventud es el puente sobre aguas turbulentas hacia el futuro.
Erasmo de Salinas