Sí señor, Epi, lo has clavado, eso es. Y Mario, tú también. Tanto tiempo dando vueltas para llegar al mismo punto de partida. Será el Eterno Retorno, que es como el empeño de un maño –va por tí, Six- por mostrarle al mundo –que no se fija- como se interpreta la realidad de forma correcta. En realidad hemos acertado todos los que por este blog nos movemos desde hace años, porque si hay algo que nos une por encima de todas las cosas es una condición, la de ser españoles.
Hasta aquí hemos llegado, al final hemos cerrado el círculo, y ahora vamos a dejar las cosas claras. Verán ustedes, queridos y pacientes lectores, dos años nos ha costado, pero al final lo hemos conseguido, ya sabemos lo que es ser transversal, sencillamente es ser español, español sí, sin complejos, sin alharacas, español, española, como usted o como yo, un español más, una española más. Y ser español o española no es una condición singular, sino plural, tolerante, mestiza.
Llevamos dos años dando vueltas al asunto, en un alarde de retroprogresismo, para llegar a la conclusión de que la transversalidad en este país es ser español, y para dejar bien claro que lo único que queremos es recobrar nuestra identidad, la que nos han arrebatado los políticos para convertirnos a los españoles en sujetos de plusvalía. Se acabó la tomadura de pelo.
Ahora que los diputados de Ciutadans han acabado de reventar el partido, ahora que la UPyD se desmorona entre demócratas y rosistas, ahora es el momento de decirles que se vayan a la mierda, que para ser españoles, no necesitamos que nadie nos conceda el beneplácito, porque por haber nacido o haber llegado, la Constitución nos ampara.
Se acabó el cuento de nacionalistas que pretenden zafarse del común para rentabilizar sus posiciones, de “constitucionalistas” que hacen que lo impiden. No necesitamos a nadie para que nos devuelva a nuestra condición inicial, porque somos españoles, y para seguir siéndolo no necesitamos de los políticos y sus manipulaciones, de ningún político, de ningún partido.
Ser español es mezclarse, cosa que jamás hará un nacionalista porque mermaría su puritana identidad, la nuestra se hace con otros, siempre. Ser transversal es creer en la libertad y la igualdad al mismo tiempo, en un marco definido de justicia, no aprovecharse de la defensa de la libertad o la igualdad para obtener privilegios, ejerciendo opresiones. No es comercio, no es mercado, no es negocio. Nuestra identidad no está en venta, ni en juego.
Los españoles no oprimimos a nadie, más bien somos oprimidos por todos los políticos de este país, que viven a costa nuestra, que tratan de complicarnos la vida para luego vendernos que nos la van a resolver. Los españoles de a pie estamos hartos de los políticos de a caballo, que pretenden definirnos a su interés, en su beneficio.
Verán ustedes los españoles, pueblo transversal y mestizo, ya estamos en el lugar que tenemos que estar, y no necesitamos que nadie nos diga que es lo mejor para nosotros, porque ya lo sabemos. Ahora, hay que dar un paso adelante y liberarse de los parásitos, de los que viven a costa nuestra, de los políticos que nos venden la salvación, como ayer lo hacían los curas. España no es una religión, es una condición natural, no es consecuencia, ni causa, es atribución de una esencia. Eso es lo que no acaban de comprender los que nos representan, no nos pueden dar lo que ya nos pertenece, pero sí pueden arrebatárnoslo como intentan hacer con perseverancia los nacionalistas, ayudados por el PSOE y el PP. Y de arrebatarnos lo que somos viven ufanos.
Así que un largo viaje para regresar a Ítaca, para regresar al comienzo, porque en la transición estaban las cosas claras, la condición de español significaba libertad, igualdad, equidad, y hoy, gracias a los políticos, no significa eso. Es imprescindible una reconquista de lo que realmente somos los españoles, una comunidad homogénea y del ejercicio inexorable de nuestra Constitución, de recuperación de la dignidad que acompaña a nuestra identidad nacional. Porque solo así, podremos hacer frente a los males del futuro.
Todo ha sido una estrategia urdida para dividirnos, para fragmentar nuestro común criterio de identidad, porque así les resultaba más rentable a los políticos, divide y vencerás. El nacionalismo es un negocio del que se han aprovechado todos los partidos políticos de este país, desde la ilegalizada ANV hasta la UPyD de Rosa Díez. El miedo al nacionalismo, es un mito. No hay legitimidad nacionalista, sencillamnte, porque la parte no puede recibir más que el todo, ni siquiera lo mismo, sería una aberración.
Es hora de salir de la hipnosis de los medios de comunicación, de los gurús del mañana-mañana, del mundo Matrix que se han montado para esquilmarnos. Es hora de regresar a casa, amigos, es hora de volver a ser españoles sin complejos, sin miedos, sin obsesiones. Es hora de que España sea una consecuencia de sus ciudadanos y no su causa, pero para eso necesitamos unirnos, y tener muy claro lo que queremos: erradicar a los usurpadores de nuestra patria, a todos los que viven de vendernos el paraíso, mientras hacen lo posible por conducirnos al infierno. Es la hora de la democracia y la libertad, no del miedo, la injusticia y la arbitrariedad.
Y es hora de quitarnos la venda que nos han impuesto para ocultarnos la realidad, porque los españoles estamos en el mismo lugar que estábamos, nunca nos hemos movido, no tenemos que llegar a ninguna parte, porque ya estamos en donde queremos estar, en nuestra casa, en nuestra patria. Los que sobran son los intérpretes.
Es hora de plantarse en el futuro, aquí y ahora, en España, con las cosas claras, y no hay que preocuparse de los que emprendieron viaje en las caravanas de la muerte de la identidad del PP o del PSOE, de Ciutadans o de UPyD. Aquí, bajo la bandera rojigualda, con la Constitución en la mano, la larga sombra de nuestra historia, la magnífica vitalidad de nuestro idioma, un poema de Quevedo, un capítulo del Quijote, una canción de Manolo Escobar o Peret, un bocadillo de tortilla y un vasito de vino español, estamos los españoles esperando a los demás españoles, que ya irán llegando, según recobren la conciencia tras la hipnosis a que les han sometido.
¿Pero a quién le interesa no ser español o española?. A quién que no quiera obtener ventaja de otra condición, que es la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país.
Y los que no se sientan españoles o no tengan claro si son españoles o no lo son, que se compren una parcela en la luna, porque España va a seguir siendo de los españoles por los siglos de los siglos. España, es el único futuro posible, que se vayan enterando los rentistas de la indeterminación, la autodeterminación, y la invitación al desasosiego.
Somos lo que seguiremos siendo, y lo que seguirán siendo nuestros hijos, como somos lo que fueron nuestros padres. Somos lo que son los demás que viven a nuestro alrededor, con los que hablamos o no hablamos cada día. La condición de españoles nos define tanto como el sexo o la edad. ¿Pero a quién se la ha podido ocurrir otra cosa?. Como español, no permitiré que nadie me reinvente o reasigne, exclusivamente para obtener ventajas y beneficios para su causa.
Yo ya tengo mi causa, se llama España.
Biante de Priena
Hasta aquí hemos llegado, al final hemos cerrado el círculo, y ahora vamos a dejar las cosas claras. Verán ustedes, queridos y pacientes lectores, dos años nos ha costado, pero al final lo hemos conseguido, ya sabemos lo que es ser transversal, sencillamente es ser español, español sí, sin complejos, sin alharacas, español, española, como usted o como yo, un español más, una española más. Y ser español o española no es una condición singular, sino plural, tolerante, mestiza.
Llevamos dos años dando vueltas al asunto, en un alarde de retroprogresismo, para llegar a la conclusión de que la transversalidad en este país es ser español, y para dejar bien claro que lo único que queremos es recobrar nuestra identidad, la que nos han arrebatado los políticos para convertirnos a los españoles en sujetos de plusvalía. Se acabó la tomadura de pelo.
Ahora que los diputados de Ciutadans han acabado de reventar el partido, ahora que la UPyD se desmorona entre demócratas y rosistas, ahora es el momento de decirles que se vayan a la mierda, que para ser españoles, no necesitamos que nadie nos conceda el beneplácito, porque por haber nacido o haber llegado, la Constitución nos ampara.
Se acabó el cuento de nacionalistas que pretenden zafarse del común para rentabilizar sus posiciones, de “constitucionalistas” que hacen que lo impiden. No necesitamos a nadie para que nos devuelva a nuestra condición inicial, porque somos españoles, y para seguir siéndolo no necesitamos de los políticos y sus manipulaciones, de ningún político, de ningún partido.
Ser español es mezclarse, cosa que jamás hará un nacionalista porque mermaría su puritana identidad, la nuestra se hace con otros, siempre. Ser transversal es creer en la libertad y la igualdad al mismo tiempo, en un marco definido de justicia, no aprovecharse de la defensa de la libertad o la igualdad para obtener privilegios, ejerciendo opresiones. No es comercio, no es mercado, no es negocio. Nuestra identidad no está en venta, ni en juego.
Los españoles no oprimimos a nadie, más bien somos oprimidos por todos los políticos de este país, que viven a costa nuestra, que tratan de complicarnos la vida para luego vendernos que nos la van a resolver. Los españoles de a pie estamos hartos de los políticos de a caballo, que pretenden definirnos a su interés, en su beneficio.
Verán ustedes los españoles, pueblo transversal y mestizo, ya estamos en el lugar que tenemos que estar, y no necesitamos que nadie nos diga que es lo mejor para nosotros, porque ya lo sabemos. Ahora, hay que dar un paso adelante y liberarse de los parásitos, de los que viven a costa nuestra, de los políticos que nos venden la salvación, como ayer lo hacían los curas. España no es una religión, es una condición natural, no es consecuencia, ni causa, es atribución de una esencia. Eso es lo que no acaban de comprender los que nos representan, no nos pueden dar lo que ya nos pertenece, pero sí pueden arrebatárnoslo como intentan hacer con perseverancia los nacionalistas, ayudados por el PSOE y el PP. Y de arrebatarnos lo que somos viven ufanos.
Así que un largo viaje para regresar a Ítaca, para regresar al comienzo, porque en la transición estaban las cosas claras, la condición de español significaba libertad, igualdad, equidad, y hoy, gracias a los políticos, no significa eso. Es imprescindible una reconquista de lo que realmente somos los españoles, una comunidad homogénea y del ejercicio inexorable de nuestra Constitución, de recuperación de la dignidad que acompaña a nuestra identidad nacional. Porque solo así, podremos hacer frente a los males del futuro.
Todo ha sido una estrategia urdida para dividirnos, para fragmentar nuestro común criterio de identidad, porque así les resultaba más rentable a los políticos, divide y vencerás. El nacionalismo es un negocio del que se han aprovechado todos los partidos políticos de este país, desde la ilegalizada ANV hasta la UPyD de Rosa Díez. El miedo al nacionalismo, es un mito. No hay legitimidad nacionalista, sencillamnte, porque la parte no puede recibir más que el todo, ni siquiera lo mismo, sería una aberración.
Es hora de salir de la hipnosis de los medios de comunicación, de los gurús del mañana-mañana, del mundo Matrix que se han montado para esquilmarnos. Es hora de regresar a casa, amigos, es hora de volver a ser españoles sin complejos, sin miedos, sin obsesiones. Es hora de que España sea una consecuencia de sus ciudadanos y no su causa, pero para eso necesitamos unirnos, y tener muy claro lo que queremos: erradicar a los usurpadores de nuestra patria, a todos los que viven de vendernos el paraíso, mientras hacen lo posible por conducirnos al infierno. Es la hora de la democracia y la libertad, no del miedo, la injusticia y la arbitrariedad.
Y es hora de quitarnos la venda que nos han impuesto para ocultarnos la realidad, porque los españoles estamos en el mismo lugar que estábamos, nunca nos hemos movido, no tenemos que llegar a ninguna parte, porque ya estamos en donde queremos estar, en nuestra casa, en nuestra patria. Los que sobran son los intérpretes.
Es hora de plantarse en el futuro, aquí y ahora, en España, con las cosas claras, y no hay que preocuparse de los que emprendieron viaje en las caravanas de la muerte de la identidad del PP o del PSOE, de Ciutadans o de UPyD. Aquí, bajo la bandera rojigualda, con la Constitución en la mano, la larga sombra de nuestra historia, la magnífica vitalidad de nuestro idioma, un poema de Quevedo, un capítulo del Quijote, una canción de Manolo Escobar o Peret, un bocadillo de tortilla y un vasito de vino español, estamos los españoles esperando a los demás españoles, que ya irán llegando, según recobren la conciencia tras la hipnosis a que les han sometido.
¿Pero a quién le interesa no ser español o española?. A quién que no quiera obtener ventaja de otra condición, que es la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país.
Y los que no se sientan españoles o no tengan claro si son españoles o no lo son, que se compren una parcela en la luna, porque España va a seguir siendo de los españoles por los siglos de los siglos. España, es el único futuro posible, que se vayan enterando los rentistas de la indeterminación, la autodeterminación, y la invitación al desasosiego.
Somos lo que seguiremos siendo, y lo que seguirán siendo nuestros hijos, como somos lo que fueron nuestros padres. Somos lo que son los demás que viven a nuestro alrededor, con los que hablamos o no hablamos cada día. La condición de españoles nos define tanto como el sexo o la edad. ¿Pero a quién se la ha podido ocurrir otra cosa?. Como español, no permitiré que nadie me reinvente o reasigne, exclusivamente para obtener ventajas y beneficios para su causa.
Yo ya tengo mi causa, se llama España.
Biante de Priena