Hay mucho crápula que menta la democracia para cometer las más bajas acciones en su nombre. La democracia se convierte en demagogia cuando sobrepasa el marco establecido por la ley, pero como va a cumplirse la ley si los que las hacen son los que menos las cumplen o mejor dicho, los que mejor las incumplen. Es sorprendente que desde la Justicia no haya nadie que diga ni haga nada, ante lo que está aconteciendo, más que en el limbo de la independencia perdida de los tiempos de Alfonso Guerra, la Justicia española vive ahora en franca dependencia del poder político que la chulea a su antojo, hasta prostituirla en su ceguera para convertir sus excesos en ejemplo de rigor democrático, aunque se pasen la Constitución por el forro de las gónadas.
La oclocracia, esa tiranía simbiótica del poder con las muchedumbres más zafias y denigradas, ha sustituido al embrión democrático en el que vivíamos en España. Hoy se menta la democracia para que un tarugo defienda lo indefendible, mienta sin descanso o se ría de sus prójimos en sus propias narices. ¡Oiga que esto es democracia!, se oye decir a los mayores impostores que la democracia ha tenido en su historia, ¿quiere que le llame facha y le condene al ostracismo?, pues a callar, a aceptar lo que hay porque es lo único posible y de paso vuelva a besarme el culo.
Vivimos estúpidos tiempos de decadencia, en que cualquier imbécil que se beneficia de su representación de los demás, alcanza plena impunidad a sus diatribas y crímenes contra la razón, con solo mencionar la palabra democracia. Parece mentira, pero la democracia tendría que presentar una denuncia por malos tratos de los políticos, a ver si alguno terminaba en la cárcel de forma preventiva, porque los acémilas que dicen representarnos no dejan de violarla constantemente, y supongo que la democracia española no tenga voluntad de meretriz, aunque los que apelan a ella la han convertido en su puta de referencia.
¿Cuantos criminales contra la razón y el sentido común hay en la política española que se amparan en la democracia para cometer sus crímenes sociales? Esta colección de demagogos que tenemos en el escenario de la representación política española nunca fueron demócratas, ni lo son, ni lo serán, son un engendro del poder que nada tiene que ver con la voluntad del pueblo, unos aprovechados que utilizan la democracia en su beneficio para obtener privilegios, que nunca hubieran soñado antes de instalarse en la política. La democracia se ha convertido en una depravada forma de dominio del pueblo por los políticos, en una miserable forma de explotación, en una coartada del poder para oprimir a los ciudadanos, que pagan la fiesta con sus impuestos y los recortes en su bienestar, para que los afortunados mancebos del poder sigan disfrutando de la vida, mientras los que los han elegido cada día estemos peor.
Sin embargo la gente se está hartando, el malestar se está haciendo sustancia, antes de convertirse en esencia. Creo que los políticos están recorriendo los últimos pasos de su calvario antes de ser crucificados, porque no se han dado cuenta de que la democracia es el gobierno del pueblo, no el dominio del pueblo, que es como lo entienden los demagogos, que campan con la brutalidad de los ignorantes con poder por los páramos de la patria, porque aún no se han enterado que gobernar es hacer lo que el pueblo quiera, no lo que quieran ellos, eso es mandar, hay que ser burros para pretender convertir la democracia en un lupanar en el que a los españoles y las españolas nos vayan dando por el culo, según les parezca.
Se acerca el final de su desafuero, de su locura de poder, de su vesania paleta, están sentados sobre un volcán que humea y pronto entrará en erupción, porque no se han dado cuenta que convirtiendo la democracia en un arma de opresión contra el pueblo, se les agota la coartada que les permitía sus privilegios. El siguiente capítulo será la venganza del pueblo contra los sinvergüenzas que les representan, que el pueblo cuando se pone bruto, también sabe recobrar el ojo por el ojo y el diente por el diente. Lo peor, es que tanto han manipulado la democracia, que vamos a tener que reinventarla cuando apartemos del poder a todos estos mangantes desenfrenados, y todo comenzará por una revolución sencilla que consistirá en llamar a las cosas por su nombre, al político que roba se le llamará ladrón, al que engaña mentiroso, al que se aprovecha aprovechado y al que es idiota se le llamará idiota.
Necesitamos un tsunami de realidad, fundamentalmente en el lenguaje, pero también en los hechos, para salir del océano de intoxicación y demagogia en el que nos han instalado nuestros representantes políticos.
Biante de Priena
La oclocracia, esa tiranía simbiótica del poder con las muchedumbres más zafias y denigradas, ha sustituido al embrión democrático en el que vivíamos en España. Hoy se menta la democracia para que un tarugo defienda lo indefendible, mienta sin descanso o se ría de sus prójimos en sus propias narices. ¡Oiga que esto es democracia!, se oye decir a los mayores impostores que la democracia ha tenido en su historia, ¿quiere que le llame facha y le condene al ostracismo?, pues a callar, a aceptar lo que hay porque es lo único posible y de paso vuelva a besarme el culo.
Vivimos estúpidos tiempos de decadencia, en que cualquier imbécil que se beneficia de su representación de los demás, alcanza plena impunidad a sus diatribas y crímenes contra la razón, con solo mencionar la palabra democracia. Parece mentira, pero la democracia tendría que presentar una denuncia por malos tratos de los políticos, a ver si alguno terminaba en la cárcel de forma preventiva, porque los acémilas que dicen representarnos no dejan de violarla constantemente, y supongo que la democracia española no tenga voluntad de meretriz, aunque los que apelan a ella la han convertido en su puta de referencia.
¿Cuantos criminales contra la razón y el sentido común hay en la política española que se amparan en la democracia para cometer sus crímenes sociales? Esta colección de demagogos que tenemos en el escenario de la representación política española nunca fueron demócratas, ni lo son, ni lo serán, son un engendro del poder que nada tiene que ver con la voluntad del pueblo, unos aprovechados que utilizan la democracia en su beneficio para obtener privilegios, que nunca hubieran soñado antes de instalarse en la política. La democracia se ha convertido en una depravada forma de dominio del pueblo por los políticos, en una miserable forma de explotación, en una coartada del poder para oprimir a los ciudadanos, que pagan la fiesta con sus impuestos y los recortes en su bienestar, para que los afortunados mancebos del poder sigan disfrutando de la vida, mientras los que los han elegido cada día estemos peor.
Sin embargo la gente se está hartando, el malestar se está haciendo sustancia, antes de convertirse en esencia. Creo que los políticos están recorriendo los últimos pasos de su calvario antes de ser crucificados, porque no se han dado cuenta de que la democracia es el gobierno del pueblo, no el dominio del pueblo, que es como lo entienden los demagogos, que campan con la brutalidad de los ignorantes con poder por los páramos de la patria, porque aún no se han enterado que gobernar es hacer lo que el pueblo quiera, no lo que quieran ellos, eso es mandar, hay que ser burros para pretender convertir la democracia en un lupanar en el que a los españoles y las españolas nos vayan dando por el culo, según les parezca.
Se acerca el final de su desafuero, de su locura de poder, de su vesania paleta, están sentados sobre un volcán que humea y pronto entrará en erupción, porque no se han dado cuenta que convirtiendo la democracia en un arma de opresión contra el pueblo, se les agota la coartada que les permitía sus privilegios. El siguiente capítulo será la venganza del pueblo contra los sinvergüenzas que les representan, que el pueblo cuando se pone bruto, también sabe recobrar el ojo por el ojo y el diente por el diente. Lo peor, es que tanto han manipulado la democracia, que vamos a tener que reinventarla cuando apartemos del poder a todos estos mangantes desenfrenados, y todo comenzará por una revolución sencilla que consistirá en llamar a las cosas por su nombre, al político que roba se le llamará ladrón, al que engaña mentiroso, al que se aprovecha aprovechado y al que es idiota se le llamará idiota.
Necesitamos un tsunami de realidad, fundamentalmente en el lenguaje, pero también en los hechos, para salir del océano de intoxicación y demagogia en el que nos han instalado nuestros representantes políticos.
Biante de Priena