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jueves, 15 de enero de 2015

Los reaccionarios atacan de nuevo



El mundo ha avanzado considerablemente en las últimas décadas, sin duda las nuevas tecnologías de la comunicación y la información parece que lo han hecho posible, hoy somos seres más sociales y disponemos de un acceso a la cultura y a los demás que no hubieran soñado nuestros padres. Sin embargo, en algunas cuestiones el mundo no deja de retroceder, no deja de hacerlo por la misma amenaza que ha logrado los mayores retrasos de personas y países a lo largo de la historia.


¿Pero qué elementos son los que contribuyen a ese retraso?, sin duda podemos distinguir dos aspectos importantes en esta cuestión, uno los relacionados con el poder y otro los relacionados con la comunicación.


En cuanto al poder, vive en los países occidentales y especialmente en los del Sur de Europa, sus mayores cotas de deslegitimación. En unos años las cosas cambiarán definitivamente porque la presión de los ciudadanos para tener una representación política decente no va a ceder. No se puede tolerar el abuso de poder, la demagogia, la corrupción, el fraude, la manipulación y las mentiras reiteradas, como elementos sobre los que se puede sostener un poder en una democracia del siglo XXI. Si estuviéramos a comienzos del siglo XIX esto sería una cuestión discutible, pero a comienzos del siglo XXI esto es un auténtico anacronismo y un improperio.


Al retraso también contribuyen las veleidades de las comunidades religiosas o políticas dispuestas en un acto de intolerancia a imponer su adoctrinamiento. Entre las comunidades religiosas tenemos a los islamistas radicales que están dispuestos a condenar a los infieles en su yijad particular, hasta que todo el orbe comparta la fe de El Corán y la Sharia como legislación universal. Sin duda quieren que Occidente regrese al siglo XVI que es al que ellos han llegado en su máximo desarrollo mental, algunos serían felices si regresáramos a Las Cruzadas.


Por otra parte, dentro de las comunidades política tenemos algunas que ofrecen como progreso social el regreso al tercermundismo, como en el que actualmente se vive en comunidades como Venezuela o Bolivia, Bielorrusia o Corea del Norte. Los totalitarios disfrazados de demócratas nos aseguran las mayores cotas de democracia, mientras son incapaces de vivir tal cosa ni en sus propias formaciones. Ocultar el comunismo que algunos defienden, es una opción que se ha venido haciendo desde la caída del muro de Berlín. Ya no hay en España algo parecido a un partido comunista, hay izquierdas plurales, verdes, podemos y grupos dispersos que si alcanzaran el poder, juntos o separados, impondrían una dictadura. Sin duda, tan sólo es cuestión de tiempo, que surjan movimientos de signo contrario, que quieran una dictadura opuesta a la que estos grupos promueven, eso sí, sin decirlo abiertamente.


También tenemos en España grupos nacionalistas, que no se sabe muy bien si como religión o política o algo mixto entre ambas opciones, promueven acabar con nuestra Constitución para imponer en sus feudos su visión de la realidad excluyente y mezquina. No les importa ser minoría, piensan que haciendo de España el origen de todos los males convencerán a los electores de sus comunidades, que otro mundo es posible, un mundo en el que ellos tengan todo el poder y los que no piensen como ellos queden apartados. Estos se parecen a los nazis por muchas razones.


A toda esta patulea de impresentables que viven la democracia como un coto particular de caza de desinformados, se suman en España los demás partidos políticos, incapaces de hacer una defensa de la libertad y la democracia, porque tal cosa dejó de existir en sus organizaciones hace muchos años. En España no hay ningún partido democrático, ninguno que ame la libertad y ninguno que promueva una justicia independiente, de lo que no es difícil deducir, que no hay nadie con representación política que defienda los valores occidentales que nos han traído hasta aquí. Quien no defiende sus particularidades, defiende sus puntos de vista, y quien no sus mezquinos intereses, como los únicos posibles bajo la luz del sol.


El sociólogo liberal Ralf Dahrendorf, fallecido en 2009, nos dejó como legado que Occidente se enfrentaría  a numerosas formas de totalitarismo denunciadas en su día por Karl Popper, Isaiah Berlín y Raymon Aron, pero fundamentalmente por Hannah Arendt. Ahora nos encontramos en ese escenario en el que los enemigos de la libertad y los parásitos de la democracia pretenden hacer su agosto. Si bien desde el poder se trata de recortar libertades en nombre de la seguridad, desde los totalitarismos rampantes se ofrece como única seguridad la que proviene de sus doctrinas. 

El materialismo o el mesianismo están dispuestos a triunfar, una vez más, sobre el humanismo y la racionalidad; en nombre de lo social, de los dioses, o de los hechos diferenciales se han cometido las mayores barbaridades en este planeta, no es extraño, que el sociólogo alemán, considerara que Occidente se enfrenta a la contrailustración más peligrosa de su historia, porque todos los totalitarios han considerado que lo que existe no les gusta y deben imponer su mundo a los que lo aplauden y también a los que no pensamos como ellos.


Habrá que recordar a Leónidas en el paso de Las Termópilas, sólo que en esta ocasión los persas no están enfrente, sino entre nosotros convenciéndonos de que su visión del mundo es la única correcta. A peores amenazas se ha enfrentado la libertad a lo largo del tiempo y los que creemos en ella como única bandera contra el poder de los déspotas, para dejarlas en el olvido, que es el único destino posible para los anacronismos reaccionarios que promueven el retroceso cívico que conviene a los retrasadores, en un tiempo en el que no se pueden asumir más derroches de intolerancia y mendacidad.


Enrique Suárez
  

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