Hemos progresado tanto en España, y tan deprisa, que la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país está hastiada. Hoy, hay que recordar que todo comenzó con un sms que decía "pásalo", y todo concluirá con otro que dirá lo mismo. Entre dos pásalos liberadores se esfumará tanta insania gratuita, tanta voluptuosidad histriónica pagada por todos, sin preguntar siquiera si estamos de acuerdo.
Que ante el día mundial de la violencia de género, una progresista de postín, de cuyo nombre mejor no acordarse, celebre la hipotética escenografía de la violación de Sor Maravillas, la santa rechazada democráticamente en el Parlamento, antes que nada invita a la reflexión, más que al juicio.
Estamos en un país que ha aprobado algo tan controvertido en otros lugares como el matrimonio homosexual por decreto, cuando ni siquiera en la vanguardista California, que cuenta en San Francisco con el barrio de Castro, la mayor comunidad homosexual del mundo, ha salido aprobado en las urnas cuando se ha propuesto. Y nos hemos callado.
Estamos en el único país de nuestro entorno que considera la violencia de género como algo separado de la violencia doméstica, que dedica cien veces más atención a los crímenes de género que a los crímenes infantiles, que se han multiplicado por dos en los últimos años, exclusivamente para hacer coincidir sus hipótesis más rentables electoralmente con la esquiva realidad, un país en el que se han decretado leyes anticonstitucionales en cualquier democracia, que premian la desigualdad genérica, que generan más malestar que soluciones, que forman parte de una histérica cruzada de un "evismo" castrante por motivos no suficientemente explicados más allá del abuso de poder, y nos lo hemos tragado.
Estamos en un país que se escaquea de una guerra contra la Yijad en Irak para parapetarse en otra guerra contra la Yijad en Afganistán, que va camino de las cien víctimas, y nadie dice nada.
Estamos en un país que se cuela en una reunión internacional a la que sus gobernantes no han sido invitados, para posteriormente hipotecar lo que queda de nuestra precaria autonomía energética al amigo francés que le proporciona una silla plegable a Zapatero, y encima piensan que nos han salvado porque con regalársela a Rusia sería peor, y tenemos que creérnoslo.
Estamos en un país, en el que su presidente se permite dialogar con ETA -con el apoyo del parlamento- contra la decisión mayoritaria de las víctimas de estos asesinos, lo que ha servido para que la banda terrorista se pertreche, para después contemplar como demolían la T4 y seguían asesinando ciudadanos, y nadie ha pedido responsabilidades del error a quienes lo han cometido.
Hemos visto como los delirios del Presidente de Gobierno le han llevado a inventar una organización a la que han denominado Alianza de las civilizaciones, cuando civilización solo hay una -la que respeta los derechos humanos-, lo demás son culturas; hemos visto como Zapatero ha repartido trabajo entre sus feligreses, como ha dilapidado el dinero de los españoles en sus veleidades más absurdas y pocos se han echado las manos a la cabeza.
España está entregada a los delirios de los nacionalistas, se ha abolido el idioma español en la enseñanza en Cataluña, y se intenta hacer en Galicia, País Vasco, Valencia, Navarra, y Baleares. Se han transferido ingentes partidas presupuestarias, la mayoría de servicios a unos políticos que reparten el presupuesto entre la construcción de su nación para vivir de rentas y la gestión del bienestar de sus súbditos -siempre deficitaria en estas condiciones, siempre asistida desde el Estado-, se han ciscado la Constitución, amenazan a los españoles, insultan a España, no respetan ni la historia, ni la cultura españolas presentes en sus territorios, y tenemos que tomárnoslo a risa, como una broma.
Vamos camino de los tres millones de parados, España está, según los economistas europeos, en la peor de las situaciones para asumir la crisis económica mundial que estamos viviendo, y desde el Gobierno, primero se niega la crisis, luego que vaya a afectarnos, para terminar asumiendo que sí, que algo influirá, y para concluir en que vamos a ser uno de los países que peor va a soportarla, y el Gobierno dice que lo tiene todo controlado -cuando es falso, nadie lo tiene controlado- y que lo resolverá invirtiendo más dinero público, cuando el dinero público es cada día más escaso gracias a la recesión que negaron para triunfar en las elecciones, y se debe aceptar como mala suerte, y no como errores encadenados de unos gestores que no durarían diez minutos en una empresa no subyugada a la política.
Han colonizado todos los servicios que gestionan con comisarios políticos que defienden los intereses del Gobierno antes que los de los ciudadanos, los medios de comunicación no hacen un discurso fuera de lo políticamente correcto por miedo a dejar de recibir subvenciones y publicidad institucional, el poder judicial nunca ha estado tan politizado y crispado, al borde de una huelga histórica. Se han cargado el estado de derecho, la estructura social, y el bienestar de los españoles, y se han entrometido como ningún otro gobierno de la democracia en nuestra vida privada. Han trastocado la historia con memorias selectivas, están adoctrinando a los más jóvenes con Educaciones para la socialciudadanía, están imponiendo el laicismo y el anticlericalismo en nuestra sociedad, tradicionalmente cristiana, porque les interesa electoralmente, y serán capaces de convertirnos al Islam si con ello sacan votos, y encima esperan recibir aplausos.
Se han elevado un 96 % los funcionarios autonómicos durante la última década, -muchos más de los que han disminuido en el Estado- la mayoría en los gobiernos socialistas, y ahora pretenden reducir las pensiones de los funcionarios por incapacidad o enfermedad en un porcentaje que va desde el 25 % hasta el 45 %, según los años que hayan cotizado. Y los sindicatos, más mudos que nunca, amordazados con millones de euros, sin decir nada.
Se han cargado los principios, valores, y creencias de los españoles, le tienen fobia a España, les molesta representar lo español, nos han llevado a una dependencia insólita con Francia, somos el hazmereir del mundo, más que la octava potencia mundial parecemos la primera potencia humorística. Y quieren que nos sostengamos con la mirada positiva, los motivos para creer, la promesa de pleno empleo y una conversión al incomparable mundo de cejilandia. Y no voy a decir nada de la SGAE, que ahora quiere controlar internet, ni más, ni menos; ni del CAC, que concede emisoras a quienes le aplauden y las quita a quienes pudieran criticarles.
En nombre del socialismo han creado una élite de frikis y colgados que se nos han hecho tan familiares desde su presencia en todas partes, gracias a su afinidad con el gobierno, que no hay lugar libre de su aparición ni en cadenas de televisión, ni en periódicos, ni en emisoras de radio, ni en el cine subvencionado, ni en ningún lugar. Son ubicuos y perseverantes, eso sí, a tanto por sesión de hipnosis.
Esto es lo que ha traído el progresismo a España, esto es lo que le debemos a Zapatero, esta es la factura que tienen que pagar los gobernantes españoles del PSOE antes de que se convoquen elecciones (a medias con los nacionalistas y los viajeros de regreso de Marte del PP). Por qué encima, como el dinero público no es de nadie, piensan que se pueden ir de rositas, diciéndonos que un error lo comete cualquiera, y que si los ciudadanos no reclaman el desaguisado, pelillos a la mar con toda la orgía de dilapidaciones que se han cometido. Las cuentas claras antes de irse.
Verán ustedes, este país no puede soportar tanta estupidez sin inmutarse, sería inmoral, carente de ética. Pues ya que han convertido España en un circo, ahora que nos convenzan de sus dotes para el arte de maravillarnos, que hagan el triple saldo mortal sobre la crisis que nunca iba a existir y se paseen ante los tigres de la realidad a pecho descubierto, y en su defecto, que nos devuelvan lo que nos ha costado montar este espectáculo que nadie había solicitado, y lo que nos va a costar a partir de ahora desmontar todo lo ínutil que nos van a legar. Y por favor, por misericordia, que se ahorren la enésima actuación de los payasos, otra vez no, que ya no tiene maldita la gracia, y nos harán saltar las lagrimas, pero de pena, no de risa. No se puede soportar tanta violencia sin agotarse en sufrimiento y dolor.
Biante de Priena
Que ante el día mundial de la violencia de género, una progresista de postín, de cuyo nombre mejor no acordarse, celebre la hipotética escenografía de la violación de Sor Maravillas, la santa rechazada democráticamente en el Parlamento, antes que nada invita a la reflexión, más que al juicio.
Estamos en un país que ha aprobado algo tan controvertido en otros lugares como el matrimonio homosexual por decreto, cuando ni siquiera en la vanguardista California, que cuenta en San Francisco con el barrio de Castro, la mayor comunidad homosexual del mundo, ha salido aprobado en las urnas cuando se ha propuesto. Y nos hemos callado.
Estamos en el único país de nuestro entorno que considera la violencia de género como algo separado de la violencia doméstica, que dedica cien veces más atención a los crímenes de género que a los crímenes infantiles, que se han multiplicado por dos en los últimos años, exclusivamente para hacer coincidir sus hipótesis más rentables electoralmente con la esquiva realidad, un país en el que se han decretado leyes anticonstitucionales en cualquier democracia, que premian la desigualdad genérica, que generan más malestar que soluciones, que forman parte de una histérica cruzada de un "evismo" castrante por motivos no suficientemente explicados más allá del abuso de poder, y nos lo hemos tragado.
Estamos en un país que se escaquea de una guerra contra la Yijad en Irak para parapetarse en otra guerra contra la Yijad en Afganistán, que va camino de las cien víctimas, y nadie dice nada.
Estamos en un país que se cuela en una reunión internacional a la que sus gobernantes no han sido invitados, para posteriormente hipotecar lo que queda de nuestra precaria autonomía energética al amigo francés que le proporciona una silla plegable a Zapatero, y encima piensan que nos han salvado porque con regalársela a Rusia sería peor, y tenemos que creérnoslo.
Estamos en un país, en el que su presidente se permite dialogar con ETA -con el apoyo del parlamento- contra la decisión mayoritaria de las víctimas de estos asesinos, lo que ha servido para que la banda terrorista se pertreche, para después contemplar como demolían la T4 y seguían asesinando ciudadanos, y nadie ha pedido responsabilidades del error a quienes lo han cometido.
Hemos visto como los delirios del Presidente de Gobierno le han llevado a inventar una organización a la que han denominado Alianza de las civilizaciones, cuando civilización solo hay una -la que respeta los derechos humanos-, lo demás son culturas; hemos visto como Zapatero ha repartido trabajo entre sus feligreses, como ha dilapidado el dinero de los españoles en sus veleidades más absurdas y pocos se han echado las manos a la cabeza.
España está entregada a los delirios de los nacionalistas, se ha abolido el idioma español en la enseñanza en Cataluña, y se intenta hacer en Galicia, País Vasco, Valencia, Navarra, y Baleares. Se han transferido ingentes partidas presupuestarias, la mayoría de servicios a unos políticos que reparten el presupuesto entre la construcción de su nación para vivir de rentas y la gestión del bienestar de sus súbditos -siempre deficitaria en estas condiciones, siempre asistida desde el Estado-, se han ciscado la Constitución, amenazan a los españoles, insultan a España, no respetan ni la historia, ni la cultura españolas presentes en sus territorios, y tenemos que tomárnoslo a risa, como una broma.
Vamos camino de los tres millones de parados, España está, según los economistas europeos, en la peor de las situaciones para asumir la crisis económica mundial que estamos viviendo, y desde el Gobierno, primero se niega la crisis, luego que vaya a afectarnos, para terminar asumiendo que sí, que algo influirá, y para concluir en que vamos a ser uno de los países que peor va a soportarla, y el Gobierno dice que lo tiene todo controlado -cuando es falso, nadie lo tiene controlado- y que lo resolverá invirtiendo más dinero público, cuando el dinero público es cada día más escaso gracias a la recesión que negaron para triunfar en las elecciones, y se debe aceptar como mala suerte, y no como errores encadenados de unos gestores que no durarían diez minutos en una empresa no subyugada a la política.
Han colonizado todos los servicios que gestionan con comisarios políticos que defienden los intereses del Gobierno antes que los de los ciudadanos, los medios de comunicación no hacen un discurso fuera de lo políticamente correcto por miedo a dejar de recibir subvenciones y publicidad institucional, el poder judicial nunca ha estado tan politizado y crispado, al borde de una huelga histórica. Se han cargado el estado de derecho, la estructura social, y el bienestar de los españoles, y se han entrometido como ningún otro gobierno de la democracia en nuestra vida privada. Han trastocado la historia con memorias selectivas, están adoctrinando a los más jóvenes con Educaciones para la socialciudadanía, están imponiendo el laicismo y el anticlericalismo en nuestra sociedad, tradicionalmente cristiana, porque les interesa electoralmente, y serán capaces de convertirnos al Islam si con ello sacan votos, y encima esperan recibir aplausos.
Se han elevado un 96 % los funcionarios autonómicos durante la última década, -muchos más de los que han disminuido en el Estado- la mayoría en los gobiernos socialistas, y ahora pretenden reducir las pensiones de los funcionarios por incapacidad o enfermedad en un porcentaje que va desde el 25 % hasta el 45 %, según los años que hayan cotizado. Y los sindicatos, más mudos que nunca, amordazados con millones de euros, sin decir nada.
Se han cargado los principios, valores, y creencias de los españoles, le tienen fobia a España, les molesta representar lo español, nos han llevado a una dependencia insólita con Francia, somos el hazmereir del mundo, más que la octava potencia mundial parecemos la primera potencia humorística. Y quieren que nos sostengamos con la mirada positiva, los motivos para creer, la promesa de pleno empleo y una conversión al incomparable mundo de cejilandia. Y no voy a decir nada de la SGAE, que ahora quiere controlar internet, ni más, ni menos; ni del CAC, que concede emisoras a quienes le aplauden y las quita a quienes pudieran criticarles.
En nombre del socialismo han creado una élite de frikis y colgados que se nos han hecho tan familiares desde su presencia en todas partes, gracias a su afinidad con el gobierno, que no hay lugar libre de su aparición ni en cadenas de televisión, ni en periódicos, ni en emisoras de radio, ni en el cine subvencionado, ni en ningún lugar. Son ubicuos y perseverantes, eso sí, a tanto por sesión de hipnosis.
Esto es lo que ha traído el progresismo a España, esto es lo que le debemos a Zapatero, esta es la factura que tienen que pagar los gobernantes españoles del PSOE antes de que se convoquen elecciones (a medias con los nacionalistas y los viajeros de regreso de Marte del PP). Por qué encima, como el dinero público no es de nadie, piensan que se pueden ir de rositas, diciéndonos que un error lo comete cualquiera, y que si los ciudadanos no reclaman el desaguisado, pelillos a la mar con toda la orgía de dilapidaciones que se han cometido. Las cuentas claras antes de irse.
Verán ustedes, este país no puede soportar tanta estupidez sin inmutarse, sería inmoral, carente de ética. Pues ya que han convertido España en un circo, ahora que nos convenzan de sus dotes para el arte de maravillarnos, que hagan el triple saldo mortal sobre la crisis que nunca iba a existir y se paseen ante los tigres de la realidad a pecho descubierto, y en su defecto, que nos devuelvan lo que nos ha costado montar este espectáculo que nadie había solicitado, y lo que nos va a costar a partir de ahora desmontar todo lo ínutil que nos van a legar. Y por favor, por misericordia, que se ahorren la enésima actuación de los payasos, otra vez no, que ya no tiene maldita la gracia, y nos harán saltar las lagrimas, pero de pena, no de risa. No se puede soportar tanta violencia sin agotarse en sufrimiento y dolor.
Biante de Priena