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domingo, 3 de junio de 2007

En brazos de Pandora

El otro día me encontré con el alquimista de mi pueblo, que ante los ojos pesarosos de los deslumbrados tan solo es farmacéutico; lo de Hermes Trimegisto, hay que llevarlo con discreción en estos tiempos inanes, en que la Tabla Esmeralda no da para vivir, ni para morir.

El padre de mi amigo, que era guardia civil con bigote en tiempos de Franco, le hizo saber desde muy pequeño que en las cosas del espíritu y de la política, lo primero son las habas, porque si no se acaba sucumbiendo a los pecados de la cartera, que son mucho más peligrosos y costosos que los de la carne.

Nos sentamos a tomar una cerveza primaveral en una terraza reciente, y viéndome ciertamente abatido, me preguntó que era lo que me ocurría y le conté la historia de Ciutadans.

Le expliqué que no comprendía como en estos tiempos, siglo XXI, todavía había gente que se consideraba por encima del bien y del mal cuándo les correspondía representar a los demás, y no solo eso, sino que eran absolutamente ajenos a las ilusiones de sus compañeros, de sus aliados, en esa batalla noble de cambiar las cosas que no nos gustan en este mundo. El llamó al camarero, y pidió unas aceitunas sin hueso, rellenas de anchoa, y dos Heineken.

Tras la reflexión de unos minutos de silencio y cuatro aceitunas, me dijo que dejara de preocuparme, que el mundo está lleno de mediocres con aspiraciones, que se dedican a lo de la supervivencia en plan darwinista, y que a pesar de comenzar con buenas intenciones, terminan convirtiéndose en depredadores, cuando la realidad tal que un espejo, les muestra que no están dotados para la función que les ha sido asignada.

Pues le dije que tampoco me alegraba el día con el juicio universal que me transmitía, porque eso lo pensaba yo desde hace tiempo. Se fue al servicio, y cuando regresó, parecía que se había tomado el elixir de la larga juventud, porque venía radiante, se sentó, y entonces me dijo que ya sabía cual era la solución a los problemas de nuestro partido: los problemas de la democracia, se resuelven siempre con más democracia.

La democracia lo resuelve todo

No le entendí, pero continuó explicándose. Según me dijo, comprendía que los problemas que teníamos en el partido se debían a la actitud irresponsable de los dirigentes, y yo le dije que esa era una de las causas, pero que posiblemente fuera también una de las consecuencias, porque un proyecto que pretende superar lo realmente existente, es demasiado complejo, sobretodo a la hora de agregar conciencias al esfuerzo conjunto, por eso tiene más posibilidades de fracaso que de éxito.

En este país, la gente se mira mucho el ombligo, pero le transmití que mi idea sigue siendo que el auténtico problema de Ciutadans es el miedo, el miedo entre los afiliados, los de izquierdas a los liberales y viceversa; los dirigentes a las bases y viceversa; todos juntos a los demás partidos, y viceversa; y el mayor de todos, no estar a la altura de representar lo que nos hemos propuesto. El miedo nos ha paralizado.

Mi amigo me dijo que la solución que el veía era informática e histórica, y eso me sorprendió, así que me explicó su idea.

La cuestión informática del asunto consiste en regresar al punto de encuentro último, como los ordenadores cuando se estropean, y ahora tienen la opción de volver a un punto en el pasado donde realmente funcionaban bien, entonces le comprendí: le dije que eso era el espíritu de El Tívoli, ahí estábamos unidos, y los dos manifiestos que se hicieron antes de la formación del partido, y el apoyo claro y explícito de los padres fundadores: Espada, Azúa, Ovejero, Nuño, Barbat, otros, y Boadella.

Entonces le pregunté por la parte histórica de la solución y me dijo, “hay que volver a los griegos”, que supieron como nadie resolver estos problemas, porque a pesar de tener un tercio de esclavos en su población y ser unos sectarios clasistas, estas cosas se las habían pensado con detenimiento. Y me propuso cuatro conceptos para la solución de nuestros problemas: hybris, némesis, homonia, y areté.


Regresando a Grecia

Tras esta reflexión, y con la disculpa de que tenía que recoger a los niños que salían del fútbol, se despidió y se fue calle adelante, seguro de sí mismo, sin mirar atrás. Allí me quedé pensando un rato y luego partí hacia mi casa, repitiendo las palabras mentalmente para que no se perdieran en el olvido

Al llegar, las apunté en un papel y después de comer, aunque el sueño me inducía a otra cosa, encendí el ordenador y busqué en el Google lo que a continuación os refiero, precisamente en la Wikipedia encontré las respuestas, y también en alguno de los escritos publicados con anterioridad en Ciudadanos en la Red.

Hybris:

(en griego ὕϐρις húbris) es un concepto griego que puede traducirse como ‘desmesura’ y que en la actualidad alude a un orgullo o confianza en uno mismo exagerados, resultando a menudo en merecido castigo.

En la Antigua Grecia aludía a un desprecio temerario hacia el espacio personal ajeno unido a la falta de control sobre los propios impulsos, siendo un sentimiento violento inspirado por las pasiones exageradas, consideradas enfermedades por su carácter irracional y desequilibrado, y más concretamente por Ate (la furia o el orgullo).
Como dijo Eurípides: “aquél a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco”.

Nemesis:

En la mitología griega Némesis (llamada Ramnusia, la «diosa de Ramnus» por su santuario ubicado en Ramnus) es la diosa de la justicia retributiva, la venganza y la fortuna. Es una deidad antigua, por lo que no está sometida a los dictámenes de los olímpicos. Castiga sobre todo la desmesura.

Sus sanciones tienen la intención de dejar claro a los hombres que, debido a su condición humana, no pueden ser excesivamente afortunados ni deben trastocar con sus actos, ya sean buenos o malos, el equilibrio universal.Un claro ejemplo lo encontramos en Creso, que al ser demasiado dichoso fue arrastrado por Némesis a una expedición contra Ciro que provocó su ruina.

Homonia:

Alejandro Magno, desarrolló un concepto que pervive hasta nuestros días, la "homonia" (o concordia), la unión de corazones; antes que la sangre, lengua, o tierra, están las personas compartiendo el escenario del presente, y la mirada hacia el futuro.

El concepto era sin duda conocido por John Fitzgerald Kennedy, cuando en la capital alemana, ante la construcción del muro y el telón de acero, pronunció aquella inolvidable frase: “yo también soy berlinés”, para recordarles a los germanos que no estaban solos en la defensa de la democracia y la libertad, inherentes a la civilización que compartía con ellos.

Cuando hoy brotan problemas entre cristianos y musulmanes, y el terrorismo se ha convertido en una amenaza permanente e irreductible; mientras algunos occidentales, británicos y norteamericanos fundamentalmente, tratan de lograr lo imposible, invadiendo tierras lejanas, para asegurar que la convivencia entre culturas sea mejor en el futuro, y de paso asegurar el abastecimiento de petróleo, otros hablan de errores....

....La concordia se logra desde la grandeza y la coherencia, con un inquebrantable respeto hacia los propio y lo ajeno, especialmente por los más vulnerables, los más heridos; desde la inteligencia de saber que la mezcla es una consecuencia del intercambio y nunca su causa.

La concordia, se consigue desde la admiración por el otro, que es un igual diferente, con el que se puede pactar la agregación de sus valores a los nuestros, siempre con la expectativa de compartir lo mejor entre ambos.
La concordia se obtiene desde la generosidad del que sabe que su posición es victoriosa, pero elude su derecho al triunfo, para no dejar derrotados en el camino, sino aliados para el futuro.

Por último, la concordia se conquista desde la sabiduría de que hay un ayer y un mañana de otros, y un pacto de honor con la historia de nuestros actos, ante los que estamos representando nuestra obra particular.

Areté:

(en griego αρετή) es uno de los conceptos cruciales de la ética y la política de la Grecia clásica; sin embargo, resulta difícil precisar con exactitud su sentido. En su forma más elemental, la areté es la "excelencia" o "perfección"; la raíz etimológica del término es la misma que la de αριστος (aristós, "mejor"), que designa el cumplimiento acabado del propósito o función.

En la Grecia antigua podía hablarse indistintamente de la areté de un soldado, de un toro o de un navío —aunque su uso para los objetos inanimados es raro. Sin embargo, desde la época arcaica estuvo vinculado especialmente a la posesión de las virtudes viriles, en especial la valentía y la destreza en el combate.

Con este sentido se conserva en las obras de Hesíodo y Homero; cuando en la Ilíada Agamenón alaba a Penélope, lo hace en atención a la cooperación de ésta con los propósitos de Ulises.

Hacia la época clásica —sobre todos los siglos V y VI a. de C. — el significado de areté se aproximó a lo que hoy se considera virtud en general, incluyendo rasgos como la μεγαλοψυχια (megalopsyjía, "magnanimidad"), la σοφροσυνη (sofrosyne, "templanza") o la δικαιοσυνη (dikaiosyne, "justicia").

La adquisición de la areté era el eje de la educación (παιδεια, paideia) del joven griego para convertirse en un hombre. Huellas de la concepción más restringida de la era arcaica se pueden ver en el énfasis puesto en la disciplina y dominio del cuerpo mediante la gimnasia, una de las actividades principales, y la lucha, pero una formación acabada incluía también las artes de la oratoria, la música y —eventualmente— la filosofía.

Si bien la posesión de la areté seguía por lo general restringida a los varones de la nobleza —llamados por lo general αριστοι, aristoi, "los buenos"—, a quienes estaba reservada la concurrencia a los gymnasia, el análisis de los filósofos elaboró una sofisticada teoría de las facultades espirituales. Tanto Platón como Aristóteles harían de la areté uno de los conceptos centrales de su doctrina ética.

La caja de Pandora

Por mi parte, añadiré una última condición, la esperanza, pero no en su sentido cristiano, sino en el que se corresponde con la mitología griega, y que se asocia indiscutiblemente a la figura de Pandora:

Pandora:

en la etimología griega, (Πανδώρα "llena de virtudes") fue la primera mujer, hecha por orden de Zeus como parte de un castigo a Prometeo por haber revelado a la humanidad el secreto del fuego.

Prometeo decidió robar el fuego a los dioses y entregárselo a los hombres. Esto representa la llegada de la racionalidad y la responsabilidad a nuestros actos, del logos, superando el estado de creencia y dependencia anterior, configurado en el mythos.

Zeus se enfureció contra Prometeo, (que representa al hombre racional) y ordenó la creación de una mujer que fue construida de virtudes por los diferentes dioses. Hefaistos la moldeó de arcilla y le dio forma; Atenea le dio su ceñidor y la engalanó. Las Gracias y la Persuasión le dieron collares, las Horas le pusieron una corona de flores y Hermes puso en su pecho mentiras, palabras seductoras y un carácter voluble.

Prometeo advirtió a su hermano Epimeteo de no aceptar ningún regalo de los dioses, pero Epimeteo no le escuchó y aceptó a Pandora, enamorándose de ella y finalmente tomándola como esposa.

Hasta entonces, la humanidad había vivido una vida totalmente armoniosa en el mundo, pero Pandora abrió el ánfora que contenía todos los males (la expresión «caja de Pandora» en lugar de jarra o ánfora es una deformación renacentista) liberando a todas las desgracias humanas (la vejez, la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la plaga, la tristeza, la pobreza, el crimen, etcétera). Pandora cerró el ánfora justo antes de que la Esperanza también saliera.

Y corrió hacia los hombres a decirles que no estaba todo perdido que aún les quedaba la esperanza. La hija de Epimeteo y Pandora, Pirra y su esposo Deucalión, hijo de Prometeo, fueron las dos únicas personas que sobrevivieron al diluvio que Zeus mandó sobre la humanidad para destruirla, en la versión griega del diluvio universal.

Etimológicamente la palabra "Pandora" significa "la portadora de todos los dones", siendo además la primera mujer. Según Robert Graves, estaríamos ante la versión griega de la Eva de la mitología bíblica. Al igual que en la Biblia, el mito intenta imponer a la mujer la culpa de todos los males de la humanidad, estaríamos por tanto ante un ejemplo de mito de una sociedad patriarcal que se ha impuesto a una antigua sociedad matriarcal.

El sueño de Ciutadans

Evidentemente todos hemos cometido fallos en Ciutadans, los de nuestros máximos representantes son también nuestros, porque nuestro partido está hecho de grandes ideas y de la materia con la que se construyen los sueños.

Soñamos con tener un Alejandro Magno en Albert Rivera, y un Leónidas en Antonio Robles, y nos ha despertado a golpes la dura realidad de unas elecciones municipales. Creo que todos hemos aprendido la lección, vamos a dejarnos de soñar, y vamos a hacer las cosas bien, que podemos, sabemos y queremos.

A nuestro próximo Albert Rivera, no se le puede dejar tan desnudo y habrá que adherirle un Aristóteles de cabecera, y a nuestro próximo Antonio Robles, una legión de espartanos dispuestos a seguirle siempre que sea capaz de emocionarles con el destino que les espera, y no de abatirles, con la realidad que les atenaza.

Creo que en Ciutadans tenemos los recursos necesarios para lograrlo, pero es muy complicado que se establezca la conjunción necesaria de elementos, fundamentalmente, por las actitudes personales y los sectarismos paletos. Debemos dejar atrás los errores, para obtener la piedra filosofal política, que tanto necesitamos para poder cambiar esta sociedad extraña en la que vivimos, más ocupada de la supervivencia, que de las excelencias de la vida.

El próximo Congreso de Ciutadans, previsto para últimos de junio, será un atanor en el que nos mezclaremos todos. Mi amigo ya me advirtió que las virtudes más importantes de los alquimistas para alcanzar los objetivos que se proponen, son la paciencia y la prudencia; eso me hizo pensar que por eso quedan tan pocos alquimistas auténticos en este mundo, y sin embargo, se nos ha llenado de traficantes de milagros



Jean Le Non

El abrazo del osito

Por mucho que se esfuercen los humoristas nazi-socialistas de Canal + France y de Prisa en ridiculizar a Sarkozy acusándole de ser... bajito, ha llegado la hora del reformismo en Europa. De la mano de un hijo de inmigrantes húngaros, griegos y judíos sefarditas, y por la derecha.
La visita del nuevo presidente francés a Moncloa, esta semana, reunió a dos personas que todo separa. Por un lado, la inteligencia, la voluntad y la ilusión por el cambio; por el otro, la malicia tercermundista y mediocre, propia del peor pesoísmo; por un lado, la defensa sin complejos de ideas y propuestas regeneradoras para transformar la sociedad; por el otro, el relativismo inculto de un grandullón sin convicciones. Por un lado, un hombre de estado simpático y voluntarista, abrazando por doquier; por el otro, un tipo recatado e inseguro, frío y ausente, ensimismado en oscuras obsesiones.

Después de haberles dejado claro a Ángela Merkel y al presidente de la comisión europea que no puede haber constitución europea si una gran nación como Francia no lo ha querido (en aquel referéndum donde ganó el NO, contra la recomendación de Sarkozy, por cierto), el presidente de la república gala ha venido a España, no a pedirle a Zapatero su colaboración, sino a notificarle que su nulo peso en Europa le obliga a acatar una decisión ya tomada: la de un tratado simplificado que permita la continuación del proyecto europeo, sobre otras bases, menos ambiciosas en cuanto a simbólica federativa, más respetuosas de las naciones-estado y, sobre todo, asimétricas.

Ha regresado, veremos si de forma justificada o no, la ambición política: la convicción según la cual la política puede y debe influir en la vida de la gente, a partir de lo que la gente quiere en cada casa, en cada pueblo y en cada ciudad, y no en función de lo que pactan partidos y partidillos, funcionarios y funcionarillos, en Estrasburgo y en Bruselas.
¿Populismo? No, Popular. Populistas son Chávez el dictadorzuelo y Chaves de "la pesoe"; Morales el étnico-racista y Moratinos el castrófilo.

En las democracias más avanzadas se abre una crisis sin precedentes en la izquierda bienpensante y vacía. Gran Bretaña abrió la veda y marcó el camino, con la política económica e internacional de una socialdemocracia renovada y eficaz, valedora del mérito y defensora de las libertades individuales. En Alemania costará más, pero también se hará. En Italia y en España, cuya cultura democrática es mucho más deficiente y el compromiso ciudadano más inmaduro, las políticas de los gobiernos "progresistas" se hace con alambre, caos e improvisación. Los primeros, inmersos en la casa nostra parlamentaria que paraliza iniciativas y decisiones; los segundos en el despeñaperros de la destrucción constitucional, boca abajo hacia el vacío de los nacionalismos separatistas.

Mientras tanto, en una Francia anquilosada por treinta años de políticas retraídas, burocráticas y buenistas, la alternativa que ofrece Sarkozy es un desafío.
Si sale adelante, será un ejemplo y una referencia, basados en la rehabilitación del mérito individual; de la responsabilización de los ciudadanos; del restablecimiento de la autoridad republicana y de la confianza en el futuro.

Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales

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