Por mucho que se esfuercen los humoristas nazi-socialistas de Canal + France y de Prisa en ridiculizar a Sarkozy acusándole de ser... bajito, ha llegado la hora del reformismo en Europa. De la mano de un hijo de inmigrantes húngaros, griegos y judíos sefarditas, y por la derecha.
La visita del nuevo presidente francés a Moncloa, esta semana, reunió a dos personas que todo separa. Por un lado, la inteligencia, la voluntad y la ilusión por el cambio; por el otro, la malicia tercermundista y mediocre, propia del peor pesoísmo; por un lado, la defensa sin complejos de ideas y propuestas regeneradoras para transformar la sociedad; por el otro, el relativismo inculto de un grandullón sin convicciones. Por un lado, un hombre de estado simpático y voluntarista, abrazando por doquier; por el otro, un tipo recatado e inseguro, frío y ausente, ensimismado en oscuras obsesiones.
Después de haberles dejado claro a Ángela Merkel y al presidente de la comisión europea que no puede haber constitución europea si una gran nación como Francia no lo ha querido (en aquel referéndum donde ganó el NO, contra la recomendación de Sarkozy, por cierto), el presidente de la república gala ha venido a España, no a pedirle a Zapatero su colaboración, sino a notificarle que su nulo peso en Europa le obliga a acatar una decisión ya tomada: la de un tratado simplificado que permita la continuación del proyecto europeo, sobre otras bases, menos ambiciosas en cuanto a simbólica federativa, más respetuosas de las naciones-estado y, sobre todo, asimétricas.
Ha regresado, veremos si de forma justificada o no, la ambición política: la convicción según la cual la política puede y debe influir en la vida de la gente, a partir de lo que la gente quiere en cada casa, en cada pueblo y en cada ciudad, y no en función de lo que pactan partidos y partidillos, funcionarios y funcionarillos, en Estrasburgo y en Bruselas.
¿Populismo? No, Popular. Populistas son Chávez el dictadorzuelo y Chaves de "la pesoe"; Morales el étnico-racista y Moratinos el castrófilo.
En las democracias más avanzadas se abre una crisis sin precedentes en la izquierda bienpensante y vacía. Gran Bretaña abrió la veda y marcó el camino, con la política económica e internacional de una socialdemocracia renovada y eficaz, valedora del mérito y defensora de las libertades individuales. En Alemania costará más, pero también se hará. En Italia y en España, cuya cultura democrática es mucho más deficiente y el compromiso ciudadano más inmaduro, las políticas de los gobiernos "progresistas" se hace con alambre, caos e improvisación. Los primeros, inmersos en la casa nostra parlamentaria que paraliza iniciativas y decisiones; los segundos en el despeñaperros de la destrucción constitucional, boca abajo hacia el vacío de los nacionalismos separatistas.
Mientras tanto, en una Francia anquilosada por treinta años de políticas retraídas, burocráticas y buenistas, la alternativa que ofrece Sarkozy es un desafío.
Si sale adelante, será un ejemplo y una referencia, basados en la rehabilitación del mérito individual; de la responsabilización de los ciudadanos; del restablecimiento de la autoridad republicana y de la confianza en el futuro.
Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales
La visita del nuevo presidente francés a Moncloa, esta semana, reunió a dos personas que todo separa. Por un lado, la inteligencia, la voluntad y la ilusión por el cambio; por el otro, la malicia tercermundista y mediocre, propia del peor pesoísmo; por un lado, la defensa sin complejos de ideas y propuestas regeneradoras para transformar la sociedad; por el otro, el relativismo inculto de un grandullón sin convicciones. Por un lado, un hombre de estado simpático y voluntarista, abrazando por doquier; por el otro, un tipo recatado e inseguro, frío y ausente, ensimismado en oscuras obsesiones.
Después de haberles dejado claro a Ángela Merkel y al presidente de la comisión europea que no puede haber constitución europea si una gran nación como Francia no lo ha querido (en aquel referéndum donde ganó el NO, contra la recomendación de Sarkozy, por cierto), el presidente de la república gala ha venido a España, no a pedirle a Zapatero su colaboración, sino a notificarle que su nulo peso en Europa le obliga a acatar una decisión ya tomada: la de un tratado simplificado que permita la continuación del proyecto europeo, sobre otras bases, menos ambiciosas en cuanto a simbólica federativa, más respetuosas de las naciones-estado y, sobre todo, asimétricas.
Ha regresado, veremos si de forma justificada o no, la ambición política: la convicción según la cual la política puede y debe influir en la vida de la gente, a partir de lo que la gente quiere en cada casa, en cada pueblo y en cada ciudad, y no en función de lo que pactan partidos y partidillos, funcionarios y funcionarillos, en Estrasburgo y en Bruselas.
¿Populismo? No, Popular. Populistas son Chávez el dictadorzuelo y Chaves de "la pesoe"; Morales el étnico-racista y Moratinos el castrófilo.
En las democracias más avanzadas se abre una crisis sin precedentes en la izquierda bienpensante y vacía. Gran Bretaña abrió la veda y marcó el camino, con la política económica e internacional de una socialdemocracia renovada y eficaz, valedora del mérito y defensora de las libertades individuales. En Alemania costará más, pero también se hará. En Italia y en España, cuya cultura democrática es mucho más deficiente y el compromiso ciudadano más inmaduro, las políticas de los gobiernos "progresistas" se hace con alambre, caos e improvisación. Los primeros, inmersos en la casa nostra parlamentaria que paraliza iniciativas y decisiones; los segundos en el despeñaperros de la destrucción constitucional, boca abajo hacia el vacío de los nacionalismos separatistas.
Mientras tanto, en una Francia anquilosada por treinta años de políticas retraídas, burocráticas y buenistas, la alternativa que ofrece Sarkozy es un desafío.
Si sale adelante, será un ejemplo y una referencia, basados en la rehabilitación del mérito individual; de la responsabilización de los ciudadanos; del restablecimiento de la autoridad republicana y de la confianza en el futuro.
Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales
3 comentarios:
Siempre nos quedará Ciudadanos en la Red, querido Dante. ¡Qué sabrán ellos de los misterios de la música!.
Enhorabuena por tu excelente y oportuno artículo.
Jean Le Non
Dante Pombo, se nota que te cae bien Zapatero, y que esa simpatía te hace exagerar -un poquitín sólo- las tintas.
La crítica sólo puede ser tomada en serio si es veraz. El maniqueísmo es otra cosa.
Por cierto, ¿has viajado por Europa últimamente? Lo digo porque tal vez la imagen que se tiene de Zapatero fuera no se corresponde exactamente con lo que tú supones...
La gira de Sarkozy es obligada por la forma en que ha llegado al poder: como un cerdo, empezando por su calculadísima provocación a los desfavorecidos. Ahora se desconfía de él, y ha tenido que tragar saliva y venir incluso a España (cuyo presidente apoyó a su rival) en su romería europea a demostrar que va a ser un "niño bueno" y no va a provocar más disturbios.
"cerdo" era la palabra favorita en los gulags. me parece bien que fascistas de izquierdas traten así a sarkozy. Es que va por buen camino.
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