Asturias ha despertado tras largas décadas de letargo. Era hora de que los asturianos recobráramos nuestra dignidad, la coherencia perdida por una tierra milenaria de la que sus hijos se habían olvidado. Hacía mucho tiempo que Asturias no empujaba, no contaba.
Quizás desde que nos impusieron un burka político de dependencia, desde que convirtieron a esta tierra en el único lugar de Europa en el que hay 3 pensionistas por cada 2 trabajadores, en el lugar donde hay menos natalidad de todo el continente, donde acuden menos inmigrantes, donde vuelven a emigrar los más jóvenes porque el paro de los menores de 30 años supera el 50 %. Asturias se ha envejecido considerablemente.
Los asturianos lo sabemos, sabemos que los políticos que nos han representado han mirado primero por sus privilegios que por nuestros problemas, han mirado primero por sus partidos que por Asturias. Asturias está secuestrada por los políticos que actualmente la representan y condenada a un destino infausto de decadencia sin fin. No solo hay una transversal económica que cruza sus intereses desde el PSOE al PP, sino que también hay una transversal política, que amordaza nuestro desasosiego como asturianos.
Se equivocan todos aquellos que tratan de materializar nuestros sentimientos reduciéndolos a poco más del 2 % del PIB, en 1977 Asturias era mucho más de lo que es hoy en día en la configuración de España, entonces aportábamos el 3,8 % del PIB a España, éramos una comunidad pujante y orgullosa, hoy los asturianos estamos devastados, como si fuéramos una comunidad de un país del telón de acero tras la caída del muro de Berlín, tantos años de gobiernos de izquierda con la anuencia de los demás representantes políticos nos han convertido en la Albania española. Aquí todo está estatalizado, politizado, invadido por los intereses partidarios.
De todo eso es de lo que ha venido a hablarnos Francisco Álvarez Cascos, de lo que realmente somos y en lo que nos han convertido. Ha dicho que los asturianos debemos recobrar el orgullo, transformando las emociones en acciones. Cascos no es la causa de nada de lo que está ocurriendo en Asturias, sino la consecuencia de lo que ha ocurrido en las últimas tres décadas. El coto socialista con derecho de paso del PP a la capital ovetense se ha acabado. Los políticos que actualmente representan a Asturias no representan los intereses de los asturianos, sino sus propios intereses y los de sus partidos.
Asturias tiene enormes posibilidades de conquistar un futuro mejor, pero para eso necesita liderazgo, y que nos creamos que el futuro depende de nosotros, los asturianos y asturianas, y no nosotros del futuro. En Asturias todos vamos a medio gas, porque los políticos van con parsimonia de caracoles. Para qué vamos a trabajar más, a crear, a romper el destino, ¿para que los políticos se aprovechen, para que aún nos exploten más?.
Cascos demuestra en cada acto que es un gran político, porque va directo al corazón de los asturianos, a nuestros sentimientos más ancestrales y profundos. La rebelión en Asturias ha comenzado y ya nada ni nadie podrá detenerla, porque estamos transformando nuestras emociones en acciones, que es el preludio de lo que acontecerá en los próximos meses: cuando transformemos nuestras acciones en hechos. Entonces, Asturias volverá a ser libre como siempre lo ha sido.
Asturias está en el interior de cada asturiano, hace muchos años, un amigo asturiano fundó en Nueva Zelanda el centro asturiano, con tan solo tres asturianos que eran algo más que el 2 % de los 90 españoles residentes en el país de las antípodas, todos se preguntaron por qué era centro asturiano y no centro español, él respondió: “porque solo a un asturiano, entre todos los españoles, se le puede ocurrir algo así y llevarlo adelante". Cuando un asturiano representa Asturias, siempre representa España al mismo tiempo.
Asturias no es solo una tierra, es además una urdimbre humana, un entramado de emociones compartidas, previas a cualquier condición política, una relación armónica entre el pasado y el futuro cuyo eslabón es el presente, eso es lo que no entienden los que, con tanta facilidad y desconocimiento, se permiten juzgar con severidad vaticana lo que está ocurriendo con Cascos en Asturias.
Asturias es y será siempre lo que decidamos los asturianos y las asturianas. Cascos lo sabe, simplemente nos lo recuerda. Todos sabemos lo que tenemos que hacer: firmar y recoger firmas. Avalar con nuestra firma el futuro. Hemos pasado a la acción, el siguiente paso, ya se verá...
Enrique Suárez
Quizás desde que nos impusieron un burka político de dependencia, desde que convirtieron a esta tierra en el único lugar de Europa en el que hay 3 pensionistas por cada 2 trabajadores, en el lugar donde hay menos natalidad de todo el continente, donde acuden menos inmigrantes, donde vuelven a emigrar los más jóvenes porque el paro de los menores de 30 años supera el 50 %. Asturias se ha envejecido considerablemente.
Los asturianos lo sabemos, sabemos que los políticos que nos han representado han mirado primero por sus privilegios que por nuestros problemas, han mirado primero por sus partidos que por Asturias. Asturias está secuestrada por los políticos que actualmente la representan y condenada a un destino infausto de decadencia sin fin. No solo hay una transversal económica que cruza sus intereses desde el PSOE al PP, sino que también hay una transversal política, que amordaza nuestro desasosiego como asturianos.
Se equivocan todos aquellos que tratan de materializar nuestros sentimientos reduciéndolos a poco más del 2 % del PIB, en 1977 Asturias era mucho más de lo que es hoy en día en la configuración de España, entonces aportábamos el 3,8 % del PIB a España, éramos una comunidad pujante y orgullosa, hoy los asturianos estamos devastados, como si fuéramos una comunidad de un país del telón de acero tras la caída del muro de Berlín, tantos años de gobiernos de izquierda con la anuencia de los demás representantes políticos nos han convertido en la Albania española. Aquí todo está estatalizado, politizado, invadido por los intereses partidarios.
De todo eso es de lo que ha venido a hablarnos Francisco Álvarez Cascos, de lo que realmente somos y en lo que nos han convertido. Ha dicho que los asturianos debemos recobrar el orgullo, transformando las emociones en acciones. Cascos no es la causa de nada de lo que está ocurriendo en Asturias, sino la consecuencia de lo que ha ocurrido en las últimas tres décadas. El coto socialista con derecho de paso del PP a la capital ovetense se ha acabado. Los políticos que actualmente representan a Asturias no representan los intereses de los asturianos, sino sus propios intereses y los de sus partidos.
Asturias tiene enormes posibilidades de conquistar un futuro mejor, pero para eso necesita liderazgo, y que nos creamos que el futuro depende de nosotros, los asturianos y asturianas, y no nosotros del futuro. En Asturias todos vamos a medio gas, porque los políticos van con parsimonia de caracoles. Para qué vamos a trabajar más, a crear, a romper el destino, ¿para que los políticos se aprovechen, para que aún nos exploten más?.
Cascos demuestra en cada acto que es un gran político, porque va directo al corazón de los asturianos, a nuestros sentimientos más ancestrales y profundos. La rebelión en Asturias ha comenzado y ya nada ni nadie podrá detenerla, porque estamos transformando nuestras emociones en acciones, que es el preludio de lo que acontecerá en los próximos meses: cuando transformemos nuestras acciones en hechos. Entonces, Asturias volverá a ser libre como siempre lo ha sido.
Asturias está en el interior de cada asturiano, hace muchos años, un amigo asturiano fundó en Nueva Zelanda el centro asturiano, con tan solo tres asturianos que eran algo más que el 2 % de los 90 españoles residentes en el país de las antípodas, todos se preguntaron por qué era centro asturiano y no centro español, él respondió: “porque solo a un asturiano, entre todos los españoles, se le puede ocurrir algo así y llevarlo adelante". Cuando un asturiano representa Asturias, siempre representa España al mismo tiempo.
Asturias no es solo una tierra, es además una urdimbre humana, un entramado de emociones compartidas, previas a cualquier condición política, una relación armónica entre el pasado y el futuro cuyo eslabón es el presente, eso es lo que no entienden los que, con tanta facilidad y desconocimiento, se permiten juzgar con severidad vaticana lo que está ocurriendo con Cascos en Asturias.
Asturias es y será siempre lo que decidamos los asturianos y las asturianas. Cascos lo sabe, simplemente nos lo recuerda. Todos sabemos lo que tenemos que hacer: firmar y recoger firmas. Avalar con nuestra firma el futuro. Hemos pasado a la acción, el siguiente paso, ya se verá...
Enrique Suárez