Tengo un amigo que ejerce de misántropo, ahora anda por tierras de la Bretaña, en no sé que bosque, buscando la tumba del mago Merlín. También es misógamo, y sería misógino si no fuera por que el instinto le puede. Entre unas cosas y otras, avatares de la vida, se ha desterrado a sí mismo y va por ahí ejerciendo de antropólogo de lo cotidiano, de Poirot del gesto y la prosodia.
Mi amigo, coincide con Karl Poopper, aquel señor que escribió “La sociedad abierta y sus enemigos”, en que nuestra sociedad está cediendo demasiado terreno a sus potenciales agresores y eso no va a traer buenas consecuencias.
Por cierto, esos agresores no son los inmigrantes del tercer mundo, sino los que son incapaces de emigrar a ningún sitio, por que se han acomodado tanto a una vida fácil, sedentaria y apoltronada que cada día están más fosilizados, hasta el punto de que cuando algo no ordinario y esperado ocurre en sus vidas, se cabrean por que los demás no acuden inmediatamente a resolvérselo.
Vamos que por renunciar al movimiento , han perdido hasta el reflejo de orientación. Los nacionalistas son un ejemplo de estas cosas, orientados a la tradición y el hecho diferencial que les distinga, contra la modernidad y la globalización, que les iguala con los demás. En este caso se podría hablar de la “conjura de los nacios”.
Creo que exagera, no hay tantos parásitos, aunque hay muchos. Sin embargo, estoy de acuerdo con él en que la cultura actual fomenta la indolencia y la necedad. Según me dice, estamos gobernados por simples, trepas, inanes y corruptos, y opositados por corruptos, inanes, trepas y simples. Más de lo mismo.
Las pruebas son evidentes, sanciona en las reuniones de barra de bar, con una cerveza en la mano. Sólo hay que mirar alrededor para comprobar que cada día se produce un hecho que confirma el desaguisado, que luego se amplifica y glorifica en la cajatonta.
Son tiempos de cambio, le digo. Pero él insiste en que si se pierden determinados valores en la criba “rebolucionaria” (con b, que es una forma de boluda y analfabeta de revolución), se dará un paso atrás, pero no para coger impulso, si no para comenzar un largo descenso por caída libre hasta el sótano.
Creo que es un poco fatalista, pero alguna razón lleva. Tiene un pensamiento tan “incorrecto” desde el punto de vista político, que parece un terrorista de salón, esto le crea profundas enemistades según me cuenta, entre algunos arribistas, rentistas, y burócratas instalados, que conforman el actual “establishment”, pero le da absolutamente igual, hasta me dice que disfruta viendo sus caras de perplejidad.
Es que hay mucho ignorante mandando, me dice. La política se ha convertido en un lugar colonizado por los que han sido incapaces de hacer otra cosa con su vida, y se han ido especializando en vivir del cuento. Y como son unos ineptos, lo logran más por cargarse los méritos de los demás que por desarrollar sus carencias.
La política se ha reducido a retórica decadente, y tantas palabras vacías de contenido, y tantos incapaces prometiendo que van a promover cambios sociales relevantes, que casi ni comprenden, se queda solo en guiños seductores a los votantes diversos y dispersos, que agrupan en singulares granjas de clientes.
Pues en estas estamos, cuando le digo que si se le ocurre algo para cambiar las cosas. Entonces se queda pensativo, reflexivo, como si fuera a revelarme los secretos del código da Vinci y me contesta que sí, con la sequedad de un sargento de reclutamiento el primer día de galones, ante una tropa expectante.
Está escribiendo las ideas que se le van ocurriendo , se le ha quitado la vergüenza de decir lo que piensa y se ha propuesto dejar huellas de su criterio que trasciendan el presente. Le azuzo para que me vaya contando, así como quien no quiere la cosa y me dice que algunas de sus propuestas son las siguientes:
· Restringir el ejercicio de su poder a los políticos hasta el máximo posible, que será no impedir el funcionamiento del sistema. Devolverle el poder a los ciudadanos en sus organizaciones sociales, pero fundamentalmente como individuos.Llegados a este punto, ya se hacía tarde, pero el tenía ganas de continuar contándome todas las cosas que había pensado para que el mundo en el que vivía funcionara mejor.
· Revisar los contratos de los funcionarios periódicamente, por que no se comprende que el estado genere dos tipos de trabajadores y fomente el mercado dual laboral en franca competencia desleal con los mercados no públicos. Unos con todas las ventajas y otros con todos los inconvenientes
· Replantear la Constitución en términos reales. Dejarse de tonterías con los derechos a la salud, al trabajo, a la educación, que sólo son derechos de papel, ilusiones que nunca se verán realizadas.
· Apoyar a los jóvenes en su emancipación, con créditos blandos a largo plazo, para que puedan estudiar, adquirir una vivienda e independizarse. Cuidar de que a los mayores no les falte lo necesario, incluido el afecto.
· Perseguir la corrupción allí donde se encuentre, por que según dice, si se eliminaran los fraudes, la renta per capita de este país se multiplicaría por dos, y ahora solo se multiplica por mil la de algunos espabilados. Eliminar también los rentismos, que son muchos y diversos, incluidos los de nuestro país con la CEE.
· Revisar las instituciones existentes del Estado, y las que no sean necesarias, eliminarlas sin reparos. Hay numerosas organizaciones subvencionadas que no sirven absolutamente para nada, incluso algunas que resultan perjudiciales por su sectarismo.
· Celebrar consultas populares cada poco tiempo con cada tema importante que se vaya produciendo. Establecer leyes-referendum sobre temas que resultan importantes para todos: inmigración, terrorismo, desempleo, etc. Se puede hacer sin gastar mucho, por que los avances técnicos y organizativos lo permiten. Se puede votar sistema cajero y no tiene por que ser en un solo día.
· Establecer un programa coherente y flexible de funcionamiento del sistema que sea contrastado y eficaz, para organizar los servicios públicos, erradicando de los mismos la chapuza y el cretinismo de la gestión que se fundamenta en el apego a la poltrona de los gestores y su consecuente glorificación, así como el acceso por enchufe de todos los que cuentan con poder en el asunto, pero que no redunda en lo que reciben los ciudadanos.
Cuando ya le había dejado, me fui pensando que algo de razón tiene en sus propuestas y que tal vez se necesite un cambio radical en nuestra forma de entender las cosas y llevarlas a la práctica.
El cambio sería que todos pasáramos a la acción, propusiéramos lo que nos parece bien y mal, y que después salieran adelante las propuestas que fueran menos rechazadas, que en consecuencia serían las más aceptadas. Realmente esto sería algo democrático.
Mi amigo tiene razón, hay una conjura de necios que impide que la democracia se desarrolle por completo, por que saben que si así ocurriera, ellos (que son muchísimos) deberían dedicarse a otra cosa y deberían trabajar mucho más para conseguir lo mismo.
El único problema que los ciudadanos tenemos para resolver el dilema de nuestra organización social, es que el mayor porcentaje de conjurados se encuentran ocupando todas las jerarquías de poder.
Es cierto que hay una conjura para que las cosas no funcionen, pero pienso que los necios somos los que no estamos en ella, los necios somos los que no vivimos de explotar a los otros por que no nos sale, mientras los que sí tienen cuajo para vivir a nuestra costa, lo hacen sin el menor reparo.
Cuanto más conozco a los políticos que dirigen nuestras vidas, más me fascinan los jefes de las tribus del Amazonas, o los tobriandeses, o los !kung. La política que se ejerce en nuestro país, es más un negocio personal, que una acción por el bienestar de todos. De eso no cabe la más mínima duda.
A este paso, la honestidad se extinguirá de la faz de la tierra. Tal vez sea una cualidad innecesaria para el desarrollo de la especie.
Enrique Suárez