Durante el franquismo se puso de moda “el colmo”, había
colmos para todo, mostrando que los extremos y los excesos nunca eran buenos,
“¡esto es el colmo!”, decía la gente cuando pillaban a alguien robando mil
pesetas, ya no se puede vivir tranquilo en este país. Durante el franquismo la
gente consideraba extraño cualquier cosa que se salía de la estricta
normalidad, también en la política, claro. Los políticos de los tercios –¡que
recuerdos!- tenían siempre un
comportamiento público encomiable, aunque luego todo el mundo sabía que lo que
no se sabía era otra cosa, porque durante el franquismo había cosas que se
podían saber y otras que no se podían saber y así se vivieron cuarenta años en
este país “protegidos” de los asoladores vientos democráticos que devastaban
Europa, cuarenta años en un armario.
Hoy, afortunadamente, las cosas han cambiado, sabemos que
la política está llena de sinvergüenzas, de adeptos al “pamímismo” movimiento
político que está haciendo estragos en las arcas públicas españolas, de
corruptos e indeseables, de getas y cenutrios, de partidos vampiros y
licántropos sindicatos que hacen de la depredación del bienestar de los
españoles su modus vivendi y operandi. ¡Que se le va a hacer!, con Franco no
vivíamos mejor, como dijeron algunos, vivimos mejor ahora, por supuesto, pero
gracias a lo que hemos hecho los españoles, mucho más que a lo que han hecho
los políticos, los periodistas vendidos, los sindicatos y empresarios que
cultivan el paro como un negocio, los banqueros públicos del desfalco y los
privados de la estafa, los jueces puestos a dedo por el partido
correspondiente.
El problema de los españoles sigue siendo el mismo, la
brutal ignorancia, ayer promovida desde la censura y hoy, desde la intoxicación
y la propaganda. Pero los españoles seguimos sin saber lo que no se puede
saber, parece que sabemos, pero no sabemos nada, ni creo que lleguemos a
saberlo; bueno, sí sabemos algo: esto no es una democracia, ni nada que se le
parezca, en este país no hay libertad efectiva ni conquistada, sólo es una
libertad de movernos en la jaula mediática que nos impone el poder. De palito a
palito, como los canarios, de partido a partido, en las elecciones.
Y la cosa seguirá así, salvo que la cambiemos, porque los
que han organizado el tinglado y la farsa, maldita la voluntad que tienen de
perder ni uno solo de sus privilegios aunque sea un tarugo como José Blanco o
un mendrugo como Luis Bárcenas. Esto es lo que hay, los españoles al servicio
de sus amos, como en la Edad Media, pudiendo elegir señor a quien servir, como mucho, como en una behetría. Y la
corona sin cabeza, como siempre, porque en este país no llegamos a decapitar a
ningún rey, no ha habido cabeza que cortar desde Carlos III, los borbones ya venían decapitados de fábrica.
Sí, amigos, esto es el acabose, claro, pero sigue nevando
en marzo y dentro de poco será primavera y florecerán las margaritas y los
margaritos. Todo seguirá igual, España vive en el acabose desde los Reyes
Católicos y al final nunca pasa nada, que nos expolian los de la tiranía, pero
eso ya estaba descontado. Siempre nos pasa lo mismo en este país, llegamos al
abismo y luego damos la vuelta y alguien o algo nos acaba salvando en el último
momento... de nosotros mismos. Ruido, furia... y después, nada.
Sed felices con lo que os quede, y procurad que no os
arrebaten más que se ha levantado la veda de los pardillos.
Enrique Suárez