desde 2.006 en Internet

domingo, 8 de abril de 2007

Proyecto Zaza (21): Rotary 01: Paul Harris 1933 Rotary International Speech

Los comienzos...


NI RAZA, NI MAZA, TODO POR LA PAZ(a)

Contra la superstición ecologista


Fernando Díaz Villanueva denunciaba hace unos meses, en las páginas digitales del Instituto Juan de Mariana, las derivas del ecologismo como religión.

Citaba a Chesterton cuando escribía que la gente, al dejar de creer en Dios, termina creyendo en cualquier cosa. Así lo ha demostrado, trágica y criminalmente, el horroroso siglo veinte. Obviemos hoy las conscuencias de la fe en vulgatas marxistas y totalitarias en general, e interesémonos por el evangelio ecologista:

“en estos momentos nos encontramos a las puertas del Apocalipsis, que se reviste de calentamiento global, de glaciación o de lo que venga al caso. Como en toda religión que se precie, la posibilidad de salvación existe. Está al alcance de la mano si abrazamos el credo único y nos aplicamos a él con la fe del carbonero, sin cuestionar el dogma. El que lo pone en duda es declarado hereje y puesto en la pira de los “enemigos de la naturaleza”, divinidad, por otro lado, de esta religión de nuestros días. Lo que esperan sus sumos sacerdotes es que, sin desviarnos demasiado del dogma único, sigamos pecando para que su presencia esté más que justificada. Pecadillos veniales como no reciclar el papel, o como coger el coche en lugar de la bicicleta, son suficientes para hacernos sentir la culpabilidad del día a día.”

Claude Allègre, científico de rango internacional, ha sido el ministro de educación más impopular de Francia. Se ganó a pulso, por su antipatía, sus malos modales y ... sus verdades, la enemistad del millón de docentes del país vecino, por cuestionar la burocracia del “mamút” (así llamaba su ministerio y su enorme maquinaria pública) y los delirios del “pedagogismo” heredado del 68 (el mismo que copió Marchesi con la Logse).
Eso fue en los años noventa. Ahora, y a pesar de ser socialista, ha anunciado que jamás votaría por Ségolène Royal, la Zapatejá, y lo justifica de esta manera: ella representa la izquierda irracional, la de los miedos apocalípticos, la desconfianza en el progreso, la demagogia de los temores populares y populistas.

No es de extrañar pues que su combate actual también sea contra el ecologismo de moda. Acaba de publicar una serie de artículos y un libro sobre el calentamiento global y la impostura de los mensajes que están difundiéndose en masa, con una aceleración mediática después de las prédicas de Al Gore sobre el fin del mundo que nos espera si no cambiamos de actitud con el planeta.

Claude Allègre no niega que estamos viviendo un cambio climático, pero afirma, desde presupuestos científicos y racionales, que el calentamiento global no es un fenómeno esencial. Gran especialista de la geofísica, este sabio impertinente recuerda que no se trata del primer cambio climático en la historia de los hombres o en la historia geológica, y cuestiona la idea generalmente admitida según la cual este cambio se debe esencialmente al calentamiento global causado por gas carbónico (CO2), emitido por el ser humano según el fenómeno físico conocido como el efecto invernadero.

Junto con él, hay científicos que ponen en tela de juicio esa creencia tan extendida, pues consideran que es simplificadora y, lo que es más grave, que termina ocultando los peligros reales.
¿En qué consisten las críticas de estos científicos política y ecológicamente incorrectos, frente a esa "verdad universal" impuesta desde la Onu y los medios de comunicación?

En primer lugar, afirman que se la temperatura aumentase en un 1 o un 2% por siglo, y el nivel del mar subiese en 25 cms, ese cambio no supondría desastre alguno para el planeta. Les preocupa mucho más el crecimiento de fenómenos extremos: olas de calor, invierno ruso, lluvias torrenciales con inundaciones, sequía con escasez de agua potable, tornados violentos y frecuentes. Todo ello con distribución geográfica aleatoria.

La segunda reflexión es acerca de la influencia del CO2. Efectivamente, se observa que la proporción de CO2 en la atmósfera aumenta, debido a la responsabilidad humana. Un día, este crecimiento constituirá una contaminación nefasta, pero su influencia sobre el clima no está demostrada, y existen serias dudas acerca de su efecto eventual de causalidad.
A estos científicos indómitos les parece que hay parámetros más importantes que el CO2. por ejemplo, el ciclo del agua y la formación de distintos tipos de nubes, o el efecto complejo de polvo industrial o agrícola. O también las fluctuaciones en la intensidad de la radiación solar en escala/año y en escala/siglo, más influyentes, según ellos, en cuanto a efecto térmico, que las emanaciones de CO2.

Se ha observado, y es el tercer punto, que las consecuencias son distintas en el hemisferio sur y en el hemisferio norte, donde la desaparición de la cobertura glaciar en Groenlandia es indiscutible, a diferencia del Antártico. Es imposible, según estos investigadores, prever la evolución del clima a largo plazo, pues depende de la lógica de efectos caóticos, como lo demostró Edward Lorenz. Estas consideraciones vienen confirmadas por la observación paleoclimática – con la ocurrencia de los acontecimientos imprevisibles llamados Dryas o acontecimientos de Heinrich – y por estudios históricos como los de Le Roy Ladurie, quien revela la existencia de fenómenos de calor mortífero en el siglo 18.

Pero más allá de estas discrepancias de tipo propiamente analítico, lo que distingue a Claude Allègre y a sus colegas, frente a quienes él llama “los fanáticos del efecto invernadero”, es que las proclamas de éstos consisten en denunciar la influencia del hombre sonre el clima sin hacer nada para combatir ese peligro; sólo se conforman con organizar coloquios y preparar protocolos que nunca se llevarán a la práctica. Es la actitud de la ecología denunciadora.

Él, sin embargo, propugna la ecología “rectificadora”, aquella que propone soluciones concretas para preservar el planeta. Actualmente, eso significaría adaptar el territorio para la conservacion del agua y la prevención de ciclones; promover los coches híbridos o eléctricos en las ciudades; investigar acerca del “secuestro” del CO2.

Y es cierto que, consultando la biografía y la bibliografía de Claude Allègre, más allá de su contribución extraordinaria a la ciencia geofísica de tecnoplacas y vulcanología, y su defensa razonada pero contundente de la energía nuclear, también lleva más de 15 años estudiando y denunciando, a través de varias publicaciones inmportantes, los peligros del plomo atmosférico, por ejemplo, y la necesidad de enfocar la reflexión ecológica en función de los problemas reales, alejándola de fantasmagorías.

Su discrepancia con los apóstoles de la buena nueva ecologista que nos invade hoy es ante todo racional en el proceso, y política en el planteamiento: cree en la capacidad del hombre para resolver desafíos, y quiere que la ecología sea el motor del desarrollo económico, y no un obstáculo al progreso, bajo la dominación de miedos ancestrales.

En una entrevista reciente al diario Le Monde, Claude Allègre declaró:
“Reivindico mi derecho a decir, como científico y como político, que tengo serias dudas acerca de la responsabilidad del CO2 como supuesto y principal culpable del cambio climático. Ya lo sé, es un horror y una ignominia, hoy, en el país de Descartes, reivindicar el derecho a dudar.”

Dante Pombo de Alvear, Crónicas de Calypso

¿MEMORIA HISTORICA o AUDITORIA NACIONAL?


En el antiguo arte de la medicina, (que lamentablemente hoy ha derivado en ingeniería somática, no me cansaré de recordarlo), se decía que si un tratamiento no demostraba su eficacia, debía suspenderse antes de que causara más daño que beneficios (respetando el conocido aforismo hipocrático “lo primero no hagas daño”).

Hoy en España, tenemos un grave problema de salud en nuestro sistema político. La democracia española está muy enferma, al borde del desahucio, y doy mi palabra de que no es alarmismo intencionado.


Mi intención con este artículo es hacer una reflexión positiva que nos ayude a pasar página de tantas cosas y contribuir a que las cosas comiencen a cambiar de verdad en nuestro país, dejando atrás el lastre histórico, y la acumulación del actual que nos lo impide.

UN POCO DE HISTORIA RECIENTE

Una de las últimas de ZP. Se ha propuesto hacer una ley de memoria histórica para recordar-ensalzar a los muertos del bando de los perdedores en la guerra civil concluida en 1939, sin percatarse ni por un momento, (porque la conciencia democrática de nuestros políticos es muy escasa, proporcional a su escueta inteligencia), de que esto es un grave error, además de una extravagancia propia de algún flipado, que no puede superar la abducción de sus propios recuerdos infantiles.

¿Pero no se dan cuenta los señores del PSOE, que tras la guerra civil, TODOS, absolutamente TODOS los españoles supervivientes fueron PERDEDORES?.

Perdieron su libertad, la posibilidad de una democracia, la tranquilidad, las ilusiones, y la esperanza, para invitarlos a un régimen militar que les procuraría hambre y miseria durante varias décadas.

Una guerra es una guerra, no un juego de la play station, y en una guerra se producen muertos, de ambos bandos –esto hay que recordarlo siempre-, y hay ganadores y perdedores.

España, tras la guerra quedó esquilmada, con una dictadura que duró cuarenta años. ¿Pero cómo vivieron los ganadores?, mejor dicho, ¿quién coño fueron los ganadores entre los que formaban parte del pueblo español?. No hubo ganadores.

Hubo un triunfo de los militares y sus acólitos de la extrema derecha, y nada más; el pueblo fue sometido a la opresión de un régimen autoritario, a la cruzada cristiana, a la ausencia de libertad y democracia.

TODO el pueblo, queridos libertadores de la memoria, TODOS los ciudadanos de este país, sufrieron, y algunos sufrieron más, no hubo unos que vivieron de maravilla y otros que fueron desposeídos. La inmensa mayoría estuvo igual de jodida, siendo de derechas o de izquierdas.

Si el régimen fascista de Franco pasó por las armas a 100.000 “rojos” como secuela inmediata de haber perdido la guerra, el 95 % de los españoles restantes estaban muriéndose de hambre, y miseria, con enfermedades como la tuberculosis, o la disentería.

A unos les pegaban un tiro en la nuca y a otros, los más pobres –independientemente de su filiación política, el régimen los mató de inanición y también son víctimas de la memoria, que no aparecen en ningún recuento.

Franco, el dictador fascista, se murió en la cama, el 20 de Noviembre de 1975 como nos dijo Arias Navarro entre sollozos en la tele; yo tenía diecisiete años y ahora me acerco a los cincuenta.

Nadie acabó con él, ni con su régimen: ni los socialistas, ni los liberales, ni los anarquistas, ni los comunistas, ni los centristas, ni la derecha, ni los monárquicos, ni los republicanos, ni los ateos, ni ETA, ni el GRAPO, ni el FRAP, ni los nacionalistas, ni los periodistas, ni los jueces, ni las democracias vecinas, ni el amigo americano, ni el ruso, nadie es NADIE.

Franco, murió de muerte natural. Si hubiera tenido veinte años menos, hubiera gobernado veinte años más. Llevo más de treinta años escuchando epopeyas heróicas que no existieron, leyendas urbanas convertidas en historias para no dormir y viendo como ante mi pasan cohortes de políticos durante esta larga transición hacia ningún sitio, que están más ocupados de mantener su status, que en propiciar bienestar a su pueblo.

Y Franco hace 30 años que se ha muerto, y la verdad que se va hartando uno de tanta mezquindad envuelta en falsas filantropías y altruismos subvencionados. Hay algunos que todavía siguen viviendo contra Franco, por que no saben vivir de otra forma, y quieren que los demás les aplaudamos por su epopeya.

España ha avanzado a pesar de los políticos que hemos tenido, por que no podía ser de otra forma. Suárez dejó el cargo de Secretario General del Movimiento Nacional, para convertirse en el primer presidente de un gobierno democrático español tras la dictadura.

El bienestar de los españoles proviene de su trabajo, y de una minoría muy escasa de políticos que han hecho las cosas bien, a pesar de sus partidos políticos; me ahorro nombres, para no concitar enemistades.

En Europa nos conocen más como país turístico, (en el que los ciudadanos europeos disfrutan de sus vacaciones a mitad de precio de lo que les cuesta en su país), que por los productos que nos compran, las ideas que sugerimos, o las cosas que hacemos.

Nuestra balanza comercial es la más desequilibrada de Europa. Absortos y ojipláticos, se quedan los europeos cuando se enteran de las cosas que pasan aquí en la política y la economía nacionales.

El Rey fue sucesor de Franco porque el dictador lo decidió así. El dictador Franco (y no la democracia), fue el que ha traído la monarquía a este país (aunque luego fue sancionada por el parlamento democrático).

El régimen no tuvo fractura, ni ruptura, como no se cansa de repetir García Trevijano, lo que permitió que algunos diputados a Cortes por el tercio familiar o el sindical, los mismos de siempre, terminaran siendo diputados democráticos convencidos y convencedores, como si tal cosa, y aceptados por los partidos de izquierda y la derecha.

Aquí la democracia se pactó por los políticos, no se conquistó por el pueblo transformado en sociedad, por eso no tiene la legitimación que le corresponde. Es una democracia hipotecada, como una tarjeta de crédito avant.

Han pasado 30 años de transición democrática, y hoy tenemos una situación política patética, con enfrentamientos permanentes entre todos los partidos políticos, en una carnívora lucha por el poder y el dinero; en la que de paso, nuestros “benefactores” van devorando buena parte del bienestar que nos falta en relación a nuestros vecinos del norte.

Lo que nos falta es es mucho, y los arribistas usurpan a nuestro presente sus privilegios, para sostener su combate inagotable, y sus narcisismos insoportables. Es deleznable esta forma de hacer política, acaparadora, cainita, mafiosa, estúpida, y orientada al retroceso, en vez de al progreso.

¿POR QUÉ UNA AUDITORIA GENERAL?.

Esta es una propuesta utópica, pero hagamos un ensayo “ad hoc”; en un país que se considera democrático, es más viable que una revolución. Es más, creo que una auditoría general de la democracia española y sus representantes, me parece una forma de revolución civilizada y sutil.

Debemos saber que queremos valorar y establecer un acuerdo sobre lo que tenemos que revisar a lo largo de estos treinta años de democracia. Esto si que es una auténtica propuesta de memoria histórica, y además, viable, de posible ejecución.

Además, nos puede servir de ejercicio esencial de autocrítica, del que podremos obtener información para no cometer los mismos errores, o que no los cometan nuestros hijos.

En psicología, recientemente se ha recuperado una antigua estrategia de análisis que consiste en recoger determinados hechos en la vida de las personas y transformarlos en su historia vital. A partir de los acontecimientos vividos se puede hacer un análisis, tanto de las circunstancias que han acompañado a los sujetos de estudio, como de la naturaleza y recursos de los que disponían.

Los hechos vividos delatan las estrategias utilizadas y los logros adquiridos. Podemos llegar incluso a alcanzar precisiones científicas, a explicar lo que ha pasado.

Pues bien, hagamos la historia de vida de todos los políticos españoles desde la muerte de Franco hasta nuestros días, establezcamos unas variables que nos permitan la comparación (posición social, propiedades, bienestar disfrutado, dinero acumulado, y por supuesto, problemas que han tenido que atravesar en sus vidas) y hagamos lo mismo con una muestra de ciudadanos españoles homologados en el punto de partida en recursos iniciales, edad, sexo, y profesión.

Ahora que ya tenemos dos muestras equilibradas, realicemos una comparación, y podremos observar de forma objetiva CUANTO se han beneficiado los que eligieron subirse al caballo de la vida política en nuestro país, y los que hemos seguido trabajando a pie de obra.

Si la diferencia es importante, resultará sospechoso, y se podrá deducir que el poder sirve entre otras cosas para realizar una carrera personal de dimensiones cósmicas, por contraposición a lo que es ganarse cada día el pan de forma honrada.

Conozco algunos políticos, no muchos, y sé como viven y como han vivido. Creo que todos podemos conocer algunos, y visto uno, vistos todos. Realmente se puede decir que viven mucho mejor de lo que podrían hacerlo, si no estuvieran metidos en política, y esto no está bien, nada bien, porque indica que se han beneficiado demasiado de representarnos, tanto que muchos se han forrado, y han ayudado a que se hayan hecho millonarios otros, y se ha establecido una especie de red mafiosa que va desde la concesión de una gasolinera, hasta la designación de un puesto de subalterno en un ayuntamiento.

Parece que todo lo relacionado con el dinero público en nuestro país, absolutamente todo, está contaminado hasta la corrupción, y sobre todo la construcción, y las concesiones públicas, pero esto es tan solo la punta del iceberg.

Vivimos gobernados por una aristocracia paleta de vividores y zurupetos, una tiranía de la nimiedad y el absurdo, una oligarquía de advenedizos irredentos, una pandilla de incompetentes que se turnan en las artes de mal gobernarnos (y opositarles).

Creo que muy pocos pasarían el cedazo de un juicio justo sobre sus actos, porque para vivir en la política o de la política en España en estos momentos, hay que tener mucho estómago y pocos escrúpulos.

Por eso que no me vengan con chorradas de memoria histórica, cuando están construyendo la memoria histórica del mañana sobre mentiras, corrupción, e insidia.

La aristocracia en el pasado era sinónimo de nobleza, los políticos deberían ser sus sucesores sociales, pero cada día se acercan más a la chambonería más cutre y decadente, y estoy seguro de que todavía irá a peor.

Los españoles tenemos que liberarnos de la mendacidad política que asola nuestra existencia y recuperar la soberanía que nos pertenece. Tenemos que hacer rentables nuestros derechos, para que nuestras vidas y las de nuestros hijos dejen de ser rentables para otros que viven de explotar nuestra buena fe.

Hay que redistribuir el bienestar de forma más justa aquí y ahora, no podemos esperar a que las promesas incumplidas se cumplan algún día, aunque sea en el más allá.

Por eso, exijamos una auditoría general, o al menos, tengamos el valor de hacerla mentalmente,.... y después, a la praxis, pasemos a la acción, como recomendaba Marx.

Que Némesis nos proteja de la locura de los hijos de Creso, en la reivindicación de la memoria histórica nunca sabremos si Ramnusia se venera más como diosa de la venganza, o como diosa de la fortuna (*).


(*)Némesis (o Ramnusia): diosa de la venganza y la fortuna. Es una deidad antigua, por lo que no está sometida a los dictámenes de los olímpicos. Castiga sobre todo la desmesura. Sus sanciones tienen usualmente la intención de dejar claro a los hombres que, debido a su condición humana, no pueden ser excesivamente afortunados ni deben trastocar con sus actos, ya sean buenos o malos, el equilibrio universal. Un claro ejemplo lo encontramos en Creso, que al ser demasiado afortunado fue arrastrado por Némesis a una expedición contra Ciro que provocó su ruina


Algunos enlaces interesantes y democráticos

ANTONIO GARCIA-TREVIJANO

MESSAGE IN-OUT

RABIOSOLISMO



Biante de Priena

Enlaces Relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...