En esta ceremonia de la confusión en la que, políticamente, Zapatero no acaba de morir y Rajoy no acaba de nacer, estamos asistiendo al penúltimo esperpento público, tanto en la gestión de la realidad por los políticos como en su sesgada interpretación por los medios de comunicación, que no se apartan de lo que se dice desde el poder, ni para coger resuello. Como sigan adhiriéndose tanto los periodistas a las “verdades” que nos ofrecen los políticos, llegará un día en que se convertirán en portavoces del Gobierno de turno, más que en mensajeros de la realidad.
Siempre hay una excepción que confirma la regla, como es el caso de Asturias, porque en el Principado los medios de comunicación más que hacer coba al Gobierno de Álvarez Cascos, que ha sido elegido democráticamente en las urnas, se dedican, en su inmensa mayoría, a socavar cualquier acción o gesto que surge en el Palacio de la calle del Marqués de Santa Cruz.
Las razones pueden ser dos: que Cascos lo esté haciendo tan penosamente que su trabajo en el Gobierno no admita ni un día de confianza, o que los intereses de los medios de comunicación, coincidan con los de los partidos de la oposición y se hayan sumado a la guerra sin cuartel contra Foro, que al fin y al cabo, es extensión de la campaña de difamación y desprestigio que realizaron desde el primer día que Cascos decidió presentarse a candidato a la Presidencia de Asturias por un nuevo partido, y que no han cesado a pesar de que la mayoría de asturianos le ha concedido su confianza en las urnas.
Realmente las cosas están cada vez más claras en Asturias, en un escenario de corrupción infinita que afecta a la mayoría de las instituciones políticas, así como a sus portavoces mediáticos y posiblemente a los intereses financieros de los que han vivido a la sombra de la construcción del duerno, un partido, un presidente y unos asturianos se han propuesto descubrir a los demás asturianos, la auténtica realidad en la que han vivido y sacarlos del engaño a que han sido sometidos.
Los medios de comunicación de Asturias, los mismos que miraron para otro lado cuando los gobiernos del PSOE-IU ha hundido este país y el PP no ha sabido impedirlo desde la oposición, los mismos que han callado sobre todo lo ocurrido, en perjuicio de los asturianos; los mismos que han difundido propaganda sin fin, sin hacer una mínima reflexión sobre lo que estaba ocurriendo, tienen un objetivo compartido con el PP-PSOE-IU en Asturias: que se desconozca la realidad pasada, pero también la presente y para ello no cesarán en su alianza con la oposición a Foro, ni en su complicidad con los precedentes, tal vez tratando de ocultar que participaron en los privilegios y beneficios de malos gobiernos que perjudicaron a Asturias, pero beneficiaron a los mensajeros-portavoces, y a los políticos sin escrúpulos, ni conciencia, ni vergüenza que estuvieron gobernando en Asturias a lo largo de los últimos treinta años. Esa es la lógica del asedio-acoso contra Foro, independientemente de que no todo se haga a la perfección, pero es lamentable que cuando se hacía mal, los que hoy no dejan de gritar, permanecieran callados. Las consecuencias de su silencio de entonces están sobre la mesa, a los ojos de los sufridos contribuyentes.
Al fin y al cabo es lo mismo que ha ocurrido en España, un Gobierno del PSOE ha destrozado el porvenir de España, unos medios de comunicación le han hecho la ola, y una oposición del PP se ha pasado dos legislaturas mirando a la luna de Valencia, mientras todo se derrumbaba a su alrededor. ¿Alguien se cree que Zapatero podría haber arruinado el país con unos medios de comunicación ecuánimes y rigurosos, y una oposición que supiera hacer su trabajo? Por eso resulta tan extraño, ahora, precisamente que surge un partido como Foro, que se enfrenta a los intereses inconfesables de todos los que se han beneficiado de nuestra regresión, surja una reacción tan vehemente, cuando ayer, ante un desastre, del que todavía se están evaluando las consecuencias (y van dos meses), mantuvo un escrupuloso silencio.
Creo que las fuerzas reaccionarias del Principado, son las mismas que en el resto de España, los que defienden el “status quo” de corrupción, ignorancia y soberbia, que nos ha conducido a donde estamos. A los ciudadanos les queda decidir a quienes conceden su confianza. A los autores del desastre o a los que tratan de resolverlo, porque por mucho que le demos vueltas, la realidad no admite más cuentos y requiere que se presenten cuentas. No, no es política engañar a la gente, eso es estafa pública, y la estafa pública es un delito.
Enrique Suárez