"Aquí llega un paleto, se disfraza de emperatriz y le hacemos reverencias". Biante de Priena
Ayer, el hijo de mi vecina que tiene doce añitos y apunta buenas maneras, es listo el chaval, se le ve porque mientras desayuna lee lo que dice en la caja de cereales, cuando engulle el tazón de colacao con cosas de esas que crujen; pues el niño le espetó a su progenitora, entre bocado y tragado:
- Mamá, ya sé que quiero ser de mayor-, ella lo miró sonriente, mientras limpiaba la mesa. Sin darle tiempo a preguntarle lo que quería ser, él le dijo,
- Quiero tener carnet- , absorta, con el deseo de la criatura, no tardó ni un segundo en preguntarle, que de qué quería tener carnet, a lo que el niño respondió.
- Carnet, un carnet como el del padre de Juanito que es concejal, o el de Pedrito que trabaja en el sindicato, o como la madre de Marisol que defiende a las mujeres de los hombres. Un carnet de ésos para ser carnetista-
Fin del episodio, Manolín, que así se llama el angelito, quiere tener carnet, porque un carnet es, a sus ojos infantiles, una especie de varita mágica que todo lo permite, un carnet es como una tarjeta de crédito sin límite, porque el dinero público no es de nadie. Los carnetistas son una nueva clase entre los españoles, a medio camino entre el poder y la gloria de sus muertos, que viven magníficamente, gracias a su afiliación y compromiso social. Impartiendo la nueva moral que consiste en decir si tu no robas, otro lo hará por ti.
Imagínense ustedes que a los aficionados al fútbol de un determinado equipo, les dieran trabajo por haberse hecho socios del club, o a los creyentes cristianos que acuden a misa los domingos, les ofrecieran un cargo con sueldo, por haber mostrado públicamente su creencia. Y además sin tener mérito alguno para trabajo o cargo, más que su convencimiento en que su fe es la mejor y la más provechosa para el bienestar de la humanidad. Es que no puede ser, que alguien se haga con un carnet de un partido político o un sindicato, también valen de algunas asociaciones, y tenga la vida asegurada, mientras los demás las pasamos putas.
No puede ser que auténticos indigentes intelectuales, gestionen grandes espacios de poder en la administración pública sin tener ni puta idea de que va el asunto sólo por tener carnet, que den órdenes a los que se han dejado varias coderas para obtener la plaza que ocupan sin respetar su criterio. ¿Quién va a obedecer las instrucciones y directrices de un tarugo?. Eso explica muchos de los problemas que tenemos en España, esa penosa realidad están en las raíces más profundas de la crisis económica, política y cultural que estamos atravesando.
¿Con qué responsabilidad puede acometer un tarugo decisiones importantes para nuestro porvenir?. Aquí llega un paleto, se disfraza de emperatriz y le hacemos reverencias. La gestión de los recursos de los españoles está parasitada por completo, por piojos y gusanos que en su vida hicieron nada más que vivir del cuento, y que matarían a su propia madre con tal de seguir viviendo en esa gran incubadora nacional en que se ha convertido el Estado en todas sus instituciones. ¿Qué crímenes contra la razón no estarán dispuestos a hacer los que saben que viven de prestado, precisamente por seguir mintiendo y representando su magistral obra de teatro?.
Manolín es el mañana, él no quiere ser maestro, médico, bombero, guardia civil, soldado, ingeniero, abogado o arquitecto. ¿Para qué?, él quiere tener carnet, ser un CARNETISTA de esos que viven de puta madre a costa del Estado sin haber mostrado en su vida qué es lo que saben hacer, vamos, un carterista legitimado por la política.
Así es de cruel el mundo, casi un 50 % de jóvenes españoles en el paro, formando parte de los desposeídos por un gobierno socialista de sus trabajos, de sus derechos y de su libertad. Posiblemente con una formación media mucho más elevada que los carnetistas, habiéndose dejado las uñas en presentar su currículo, como náufragos que lanzan en botellas sus mensajes de que están desesperados, aislados y condenados a tener una vida de mierda, y todo para que los carnetistas sigan viviendo de puta madre, sin rendir cuentas ni a dios, ni al diablo, ni por supuesto a los españoles.
Viva la Revolución, Manolín es el futuro que nos espera, que chaval más listo el hijo de mi vecina, seguro que de mayor llegará a carnetista, si le dejan los que los reparten, claro.
Biante de Priena
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Ayer, el hijo de mi vecina que tiene doce añitos y apunta buenas maneras, es listo el chaval, se le ve porque mientras desayuna lee lo que dice en la caja de cereales, cuando engulle el tazón de colacao con cosas de esas que crujen; pues el niño le espetó a su progenitora, entre bocado y tragado:
- Mamá, ya sé que quiero ser de mayor-, ella lo miró sonriente, mientras limpiaba la mesa. Sin darle tiempo a preguntarle lo que quería ser, él le dijo,
- Quiero tener carnet- , absorta, con el deseo de la criatura, no tardó ni un segundo en preguntarle, que de qué quería tener carnet, a lo que el niño respondió.
- Carnet, un carnet como el del padre de Juanito que es concejal, o el de Pedrito que trabaja en el sindicato, o como la madre de Marisol que defiende a las mujeres de los hombres. Un carnet de ésos para ser carnetista-
Fin del episodio, Manolín, que así se llama el angelito, quiere tener carnet, porque un carnet es, a sus ojos infantiles, una especie de varita mágica que todo lo permite, un carnet es como una tarjeta de crédito sin límite, porque el dinero público no es de nadie. Los carnetistas son una nueva clase entre los españoles, a medio camino entre el poder y la gloria de sus muertos, que viven magníficamente, gracias a su afiliación y compromiso social. Impartiendo la nueva moral que consiste en decir si tu no robas, otro lo hará por ti.
Imagínense ustedes que a los aficionados al fútbol de un determinado equipo, les dieran trabajo por haberse hecho socios del club, o a los creyentes cristianos que acuden a misa los domingos, les ofrecieran un cargo con sueldo, por haber mostrado públicamente su creencia. Y además sin tener mérito alguno para trabajo o cargo, más que su convencimiento en que su fe es la mejor y la más provechosa para el bienestar de la humanidad. Es que no puede ser, que alguien se haga con un carnet de un partido político o un sindicato, también valen de algunas asociaciones, y tenga la vida asegurada, mientras los demás las pasamos putas.
No puede ser que auténticos indigentes intelectuales, gestionen grandes espacios de poder en la administración pública sin tener ni puta idea de que va el asunto sólo por tener carnet, que den órdenes a los que se han dejado varias coderas para obtener la plaza que ocupan sin respetar su criterio. ¿Quién va a obedecer las instrucciones y directrices de un tarugo?. Eso explica muchos de los problemas que tenemos en España, esa penosa realidad están en las raíces más profundas de la crisis económica, política y cultural que estamos atravesando.
¿Con qué responsabilidad puede acometer un tarugo decisiones importantes para nuestro porvenir?. Aquí llega un paleto, se disfraza de emperatriz y le hacemos reverencias. La gestión de los recursos de los españoles está parasitada por completo, por piojos y gusanos que en su vida hicieron nada más que vivir del cuento, y que matarían a su propia madre con tal de seguir viviendo en esa gran incubadora nacional en que se ha convertido el Estado en todas sus instituciones. ¿Qué crímenes contra la razón no estarán dispuestos a hacer los que saben que viven de prestado, precisamente por seguir mintiendo y representando su magistral obra de teatro?.
Manolín es el mañana, él no quiere ser maestro, médico, bombero, guardia civil, soldado, ingeniero, abogado o arquitecto. ¿Para qué?, él quiere tener carnet, ser un CARNETISTA de esos que viven de puta madre a costa del Estado sin haber mostrado en su vida qué es lo que saben hacer, vamos, un carterista legitimado por la política.
Así es de cruel el mundo, casi un 50 % de jóvenes españoles en el paro, formando parte de los desposeídos por un gobierno socialista de sus trabajos, de sus derechos y de su libertad. Posiblemente con una formación media mucho más elevada que los carnetistas, habiéndose dejado las uñas en presentar su currículo, como náufragos que lanzan en botellas sus mensajes de que están desesperados, aislados y condenados a tener una vida de mierda, y todo para que los carnetistas sigan viviendo de puta madre, sin rendir cuentas ni a dios, ni al diablo, ni por supuesto a los españoles.
Viva la Revolución, Manolín es el futuro que nos espera, que chaval más listo el hijo de mi vecina, seguro que de mayor llegará a carnetista, si le dejan los que los reparten, claro.
Biante de Priena
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