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viernes, 30 de agosto de 2013

Siria puede esperar




"Cuando todos piensan igual, nadie piensa mucho." Anónimo

Comprender lo que ocurre en la cuna de civilización mundial no es fácil, pero no es difícil saber porque la izquierda internacional actúa protegiendo a su aliado en el Medio Oriente.


Los socialistas son expertos oftalmólogos capaces de encontrar la paja en el ojo ajeno, antes que la viga en el propio, porque en este mundo los crímenes y delitos cambian de valor y magnitud si son hechos en nombre del socialismo o en su contra. Así llevamos décadas considerando regímenes de izquierdas pletóricos de tiranías como paraísos encontrados en la democracia del proletariado, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, China, Vietnam, Camboya, la antigua Unión Soviética, son ejemplos de barbarie silenciados permanentemente en la prensa internacional de izquierdas capitaneada por su principal buque insignia: The New York Times,  seguido de cerca por El País, The Guardian, Le Monde, Liberation,  Repubblica,  Frankfurter Rundschau o Pravda.


La objetividad de la prensa de izquierdas internacional es relativa a sus intereses, pero siempre uniforme en sus intenciones y reacciones, algo que ha sido denunciado pocas veces en los foros de opinión pública. Resulta imposible que los principales medios de comunicación de izquierda a lo largo del mundo puedan coincidir prácticamente en sus argumentos y evaluaciones, sin haberse puesto previamente de acuerdo para defender un interés común.


Si realizamos un análisis de los medios que se opusieron a la invasión de Irak, hallaremos una línea que pasa precisamente  por aquellos que se oponen a la intervención en Siria, tras la utilización de armas químicas por el régimen de Bashar-Al-Assad. Será la misma línea que dice que la ONU debe intervenir, cuando el Consejo de Seguridad del que Rusia y China, con derecho a veto, forman parte, se opondrá siempre a cualquier intervención armada, y que a su vez se opone a la intervención de Estados Unidos en el conflicto.


Para la prensa de izquierdas internacional, los muertos que caen en su lucha contra el socialismo son daños colaterales, mientras que los criminales socialistas que las aplastan son héroes, próximos al pacifismo de la Alianza de Civilizaciones. Evidentemente, para la prensa internacional de izquierdas, los muertos no importan lo mismo dependiendo de si caen contra el socialismo o en su defensa. Tal prodigio de objetividad es inefablemente silenciado.


A la opinión pública de este mundo se le olvida que el Irak de Saddam Hussein y la Siria de Bashar Al Assad, compartían en su tiranía una ideología común: el socialismo del Baath, unido al panarabismo, como también han sido regímenes socialistas el de Gadafi en Libia, y Mubarak en Egipto.


Los países árabes y musulmanes están condenados a no encontrar el camino hacia la libertad entre las dos facciones que han imperado habitualmente en sus predios: el socialismo panarábico y el islamismo redentor. La Primavera Árabe árabe ha terminado convirtiéndose en el Otoño del Patriarca en poco más de un año.

Sin embargo, en este mundo globalizado, tal vez no sea necesario más que advertir de una intervención militar para que sus efectos sobre las tiranías sean deletereos. En los dos últimos días, la libra siria se ha depreciado un 25 %, lo que supone una tasa de crecimiento de la inflación anual próxima al 291 %, que es lo mismo que decir que el régimen de Bashar Al Assad va camino del patíbulo de la historia. Desde ese punto de vista, no sería necesaria una intervención armada, porque el misil económico lanzado con la amenaza de intervención militar por Estados Unidos ha causado ya su efecto.


Sin embargo, es necesario recordar que el uso de armas químicas en Siria no ha sido una ilusión, pero pasará una caravana de camellos por el ojo de una aguja, antes de que la prensa internacional de izquierdas pueda reconocer que  la tiranía socialista de Bashar Al Assad ha utilizado armas químicas contra su pueblo.  La agitación y propaganda siempre busca un objetivo, al igual que la inacción y el silencio.

Al final, los muertos pasan y se olvidan, pero los mitos y las ideas permanecen, y los intereses, también.

Enrique Suárez

domingo, 25 de agosto de 2013

Lo que ha ocurrido en España fue culpa de los extraterrestres




Las cosas no ocurren por casualidad y la inmensa mayoría de las cosas que ocurren en este mundo tienen una explicación coherente y congruente, otra cosa es que se intente buscar o se intente ocultar, una vez que han tenido consecuencias desafortunadas e irreversibles.

Este país nuestro deambulaba por un camino no demasiado alejado del sentido común aparente, aunque la realidad que ocultaba aquella apariencia es que en la farsa democrática representada, algunos que no eran pocos,  se estaban haciendo de oro, mientras desfalcaban las arcas públicas, las cajas de ahorros, y toda institución que tuviera posibilidades de ser esquilmada.

Las cosas fueron más o menos así, un 11-M de muerte en el mayor atentado terrorista de la historia europea, con 192 muertos y 1500 heridos, un Presidente Aznar que había incorporado España a la guerra de Irak y que lo atribuyó inicialmente a ETA, que era el terrorismo doméstico que hacía atentados terroristas habitualmente, un aspirante Zapatero que se oponía a la guerra de Irak, que dijo que eran islamistas, unos islamistas que dicen los medios que se autoinmolaron, unas elecciones generales a dos días, un Rubalcaba pidiendo un gobierno que no nos mienta por la tele y un pásalo organizado por el PSOE. Así ocurrieron más o menos los hechos, para producirse un vuelco electoral en el años 2004 hacia una sonrisa con talante que ofrecía el paraíso de la igualdad a los españoles, la justicia universal pasada, presente y futura, y de premio, una Alianza de Civilizaciones que se iban a enterar los norteamericanos y la OTAN, aquella en la que nos metió Felipe González,  lo que era hacer política internacional inolvidable. Por aquel tiempo España estaba en superavit, éramos una de las economías más avezadas de Occidente y la deuda pública estaba en el 30 % del PIB.

Pero hete ahí que Zapatero tuvo una iluminación, como San Pablo cuando cayó del caballo y descubrió que el auténtico problema de este país eran los extraterrestres, al principio lo mantuvo oculto, pero no por demasiado tiempo, Rajoy, que tampoco compartía la cuestión inicialmente, poco a poco fue convenciéndose de que el ataque de los ovnis era inminente, aunque a los españoles no nos lo hayan contado en los telediarios esa fue la auténtica razón de que cambiaran las cosas en este país.

Sin pensárselo demasiado, Zapatero dio orden de crear de forma inmediata el Instituto para Seguimiento de Movimientos Interplanetarios de Naves Extraterrestres (ISMINE), con un presupuesto de 1.000 millones de euros a cargo del Estado, dedicado exclusivamente a concienciar a los españoles del grave peligro que corrían sus vidas ante un ataque alienígena, se contrataron a 2.000 afiliados al partido, que a su vez contrataron a 5.000 amigos y parientes y se inició una campaña de propaganda jamás vista, para que los españoles supieran el peligro que corrían sus vidas si los extraterrestres nos invadían. No fue necesario mucho tiempo, con unas cuantas concesiones de TDT y subvenciones, este país se hizo de la religión de Crónicas Marcianas en poco tiempo, entonces pensamos que gracias al peligro de los extraterrestres por fin un Presidente del Gobierno se preocupaba de todos nosotros y apartaba a la derecha del poder para hacer un más justo reparto de riqueza entre todos los españoles y algo más injusto, a favor de los repartidores. Con el ISMINE en marcha, los ayuntamientos y autonomías pidieron su parte de la responsabilidad y del dinero y se crearon 50 institutos dedicados a la cuestión, eso sí, dividido por cuestiones de género, para investigar extraterrestres y extraterrestras, sólo costó en total 20.000 millones de euros y se crearon muchos puestos de trabajo, alrededor de 100.000 que se ocupaban de la cosa, muchos de ellos de los más necesitados parientes y amigos del PSOE, aunque todos los partidos de la casta colocaron a los suyos.

Era el año 2008, como no iba a haber crisis y España jugaba en la champions ligue de las economías mundiales, Zapatero y el pirata Solbes triunfaron en las elecciones, por entonces lo de los extraterrestres, algunas otras cosas innecesarias y las cajas de Ahorros, nos salía por tan solo 100.000 millones de euros al año de déficti públic, y 100.000 parados al mes;  que tontería, porque realmente los defensores de la alegría eran felices y en este país había deuda pública para adquirir porque como todo el mundo sabe, el dinero público no era de nadie. Así pasamos de 300.000 millones de euros a 900.000 millones de euros de deuda pública, pero eso sí, salvamos a los 300.000 trabajadores del sector defensa de los extraterrestres, que afortunadamente mantienen su puesto de trabajo, porque poca gente conoce que si desde 2004 el paro general se ha incrementado en 3,5 millones de persona, por el mismo tiempo, gracias a la labor de Zapatero y sus gobierno, el empleo público dedicado a la búsqueda de extraterrestres ha crecido en 600.000 personas, absolutamente necesarias, llegando a la situación de que para hacer lo mismo, actualmente necesitamos dos empleados públicos en España mientras en Alemania lo realiza uno solo.

Al final, Zapatero, desagradecida es la gente, perdió las elecciones y llegó Rajoy, que había protestado contra el despilfarro que había supuesto la defensa contra los extraterrestres, pero hete aquí, sorpresa absoluta, que lo primero que hizo con sus sesudas políticas económicas fue incrementar los impuestos hasta casi un 40 % desde entonces, con la finalidad no sólo de mantener el ISMINE creado por Zapatero, y los 600.000 colocados para la investigación extraterrestre, sino que además decidió salvar a las Cajas de Ahorros de las que desaparecieron 300.000 millones de euros, sin que se sepa si se llevaron más los partidos, los sindicatos, los de la  CEOE o los bancos, los ladrilleros o vete tú a saber.

Lo importante es que lo de los extraterrestres no se tocara, y además Rajoy decidió crear una partida en forma de FLE o FLA o FLI para seguir creando nuevos puestos de trabajo, con gasto del erario público para detectar señales, vigilar extrañas secuencias y mirar al cielo, aunque fuera para descubrir la luna de Valencia. Total, 50.000 o 60.000 millones de euros, una nimiedad para un  país tan rico como España, la cuestión es que tanto dinero se dedicó en todas partes a la búsqueda de extraterrestres que las empresas que se dedicaban a cosas más vulgares tuvieron que cerrar y despedir a sus trabajadores, hasta alcanzar 6 millones de parados, todos menos los del sector público, no vaya a ser que se enfade alguien y la vayamos a armar. Afortunadamente, todo funcionó bien gracias al Gobierno, y Europa no tuvo que rescatarnos de los extraterrestres.

Así hemos llegado al 2013 y llegaremos al final de legislatura, con la conciencia tranquila, porque en realidad Zapatero tenía razón, la pasta de España se la han llevado los extraterrestres, a pesar de los esfuerzos que se hicieron desde el Gobierno para impedirlo, Rajoy sólo va a necesitar medio billón de euros más para dar con ellos y lo mejor de todo es que tras haber desaparecido Zapatero de escena, algunos cuentan que, con el coraje que le ha caracterizado en su andadura política, se ha embarcado en un vuelo espacial para saber realmente donde está el billón de euros que nos han robado los extraterrestres, algo en lo que están de acuerdo en todas las autonomías y ayuntamientos de este país.

Que nadie tenga la menor duda de que el dinero público en este país se ha invertido de la mejor forma posible tanto por el PSOE, como por el PP, como por los demás partidos políticos, porque no quiero ni pensar que si los extraterrestres nos hubieran invadido que hubiera sido de nosotros, al fin y al cabo, sólo se han llevado un billón de euros, 3,5 millones de puestos de trabajo, medio billón de euros de deuda pública y nuestro sosiego y tranquilidad para los próximos treinta años, pero al fin y al cabo, podemos sentirnos orgullosos de nuestra casta, sabe Dios que hubiera sido de nosotros sin ellos.

Y la extraterrestra de la foto, no es Sonsoles, mal pensaos

Enrique Suárez

 

jueves, 15 de agosto de 2013

La democracia no es una doctrina




Siguen empeñados los miembros de la casta en convencer a los españoles  de que sin ellos estaríamos expuestos al abismo de todos los males, cuando en realidad protegen sus propios intereses, mientras al otro lado de la puerta que guardan con sus vidas y obras se halla el paraíso terrenal en el que ellos viven, cuando sus representados nos hemos quedado en súbditos del infierno que han creado en este país. Ser miembro de la casta política permite una vida cómoda, fetén, feliz, con poco trabajo y buenos sueldos, privilegios y prebendas, inmunidades e impunidades, con las únicas molestias que puedan causar los damnificados, que siempre son más escasas de lo que debieran.


Hace mucho tiempo que se viene denunciando desde este medio y otros, que los miembros de los partidos políticos representados en las distintas instituciones de este país y sus votantes no son demócratas, más bien  auténticos enemigos de la democracia. Ser votante de una formación política que no es democrática, ni cumple la ley, ni lucha contra la corrupción sino que la cultiva, ni es responsable de sus crímenes y delitos, no concede condición democrática ni al elegido, ni  al elector, sino de crápula al sobrealzado, y de  idiota, al impulsor.  En España hay muchos crápulas e idiotas que devienen demócratas por el milagro de las urnas.


Un demócrata no vota por la fe en las hermosas palabras que les cuentan los candidatos a representarles, ni por la creencia en que son mejores candidatos que sus opuestos, porque ser demócrata no es una virtud que se concede por la gracia de Dios, ni siquiera de la Televisión Española que dice aquello de que se ha vivido la fiesta de la democracia cuando las urnas se llenan de votos. Ser demócrata no se regala con el carnet de identidad, sino con el criterio de exigir a los representantes políticos cuenta de sus obras, que se dejen de cuentos y rindan cuentas, pero también en no aceptar una farsa representativa.


La democracia no es una doctrina, sino un mecanismo que permite gobernar a unos con el permiso de sus gobernados, nada más. La democracia no incluye para nada las trampas en las que vive nuestro sistema representativo para impedir que alguien que no pertenezca a la casta pueda representar a sus compatriotas, esas trampas  las han incluido los herederos de Franco, que dejó atado y bien atado todo, para que el poder siguiera en las mismas manos, en la casta. La derecha es la casta por naturaleza, y la izquierda la casta por adscripción, ambas doctrinas viven de impartir la doctrina de que el sistema representativo español es una democracia, cuando es una auténtica mierda que permite que jueces prevaricadores se pasen por las más altas instancias de la justicia española, que los medios de comunicación mientan a los españoles sin descanso al servicio exclusivamente de sus intereses, o que los políticos salgan impunes de todos sus crímenes y delitos, contra las leyes que ellos mismos han propuesto, independientemente de que sea mintiendo  miserablemente, usurpando las instituciones o transfiriendo el dinero público a sus cuentas corrientes en paraísos fiscales, sean Suiza (PP) o Gibraltar (PSOE);  nada distingue a los depredadores políticos más que el cuento que nos cuentan para embaucarnos, la depredación es similar en todas las formaciones políticas.


Una democracia sin libertad, en la que no se puede elegir libremente a los representantes políticos, que siempre son seleccionados previamente por aquellos guardianes de la casta que conforman las cúpulas de los partidos políticos, no es una democracia. Una democracia en la que no se puede ser elegible, sino te apoya alguien con poder, tienes dinero para vencer todas las trabas legales y paciencia para eludir todas las zancadillas, no es una democracia. Una democracia en la que los partidos políticos nombran a los jueces que han de juzgarles en última instancia y a  la Junta Electoral Central que dirime las discordias y los fraudes electorales, es un cuento de terror político.


La democracia no es una doctrina, porque los demócratas no votan por sus creencias particulares, sino por los hechos realizados, pasando factura cuando las promesas no coinciden con los hechos. La democracia no es una fe, sino un instrumento para controlar el poder político desde que los griegos lo inventaron, precisamente para cumplir esa función e impedir que los poderosos se hicieran aún más poderosos, más ricos o más crápulas y tiranos.


En España, los demócratas de la experiencia somos minoría con respecto a los demócratas de la creencia, que consideran que ser demócrata es hacer lo que les manden desde los partidos políticos y los medios de comunicación.  En esta país siempre ha habido gente con alma de siervo, dispuesto a buscarse un señor que no le haga pensar demasiado, así se explican las felonías de Fernando VII, los golpes de Estado, la guerra civil, la dictadura de Franco y esta cochambrosa democracia que nos han regalado los que detentan el poder en la casta, como enmascaramiento de una dictadura.


Es difícil que las cosas cambien en la política española, porque todo está atado y bien atado por la casta desde 1812 hasta ahora,  por eso es preciso crear y mantener una farsa democrática para que la gente se crea que vive en una democracia y acudan felices a las urnas a ratificar la desmesura y opresión de sus depredadores, por la Gracia de Dios, o por la gracia de Zapatero o Rajoy.


Ya lo decía Carlo María Cipolla en “Allegro ma non troppo” la peor soberbia es la de la ignorancia,  que convierte a los estúpidos en supuestos demócratas, para que los malvados puedan seguir viviendo a costa de todos, mientras los demócratas auténticos no salimos de nuestro asombro.
Para ser demócrata hay que dejar de creer en la farsa política que se representa en España y exigir responsabilidades por los delitos cometidos por la casta política, no seguir acudiendo a las urnas como borregos para elevar a los miserables a la condición de amos.


Enrique Suárez


miércoles, 14 de agosto de 2013

“Las mentiras no pueden quedar impunes” Alfredo Pérez Rubalcaba

Si tuviera que destacar una frase lapidaria como epitafio de este régimen de corrupción y desmesura, no dudaría un instante, elegiría esta frase pronunciada por el actual Secretario General del PSOE, porque entraña en sí misma, toda la inquina e insidia de la política en España, toda la malevolencia, toda la sevicia, toda la corrupción y toda la desvergüenza,  en un lema inolvidable e insoportable, digno de su mentor.

Nos había advertido Jean François Revel hace tiempo: “La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira” y debe ser cierto, porque aquellos que detentan el poder se ha instalado confortablemente en sus páramos con chulería, sin importarles lo más mínimo su impostura, en una lucha kamikaze por su supervivencia propia, a costa del embaucamiento extravagante de aquellos que les apoyan para que continúen en el poder.

La gente no tiene memoria, últimamente la amnesia es una enfermedad común de la casta política española, lo estamos viendo en las declaraciones de la plana mayor del PP en el caso Bárcenas, en el PP no recuerdan que cometieron delitos en la concesión de proyectos a empresas que les alimentaban desde la corrupción, como en el PSOE y los sindicatos, no recuerdan que trincaron más de 1.000 millones quitándoselos a los parados andaluces. La casta ha entrado en una especie de Alzheimer, no recuerda el daño que le ha causado a los españoles y vive en un mundo que se inventa, tras la profética deriva de su máximo representante: José Luis Rodríguez Zapatero, aquel Presidente de Gobierno que endeudó este país en medio billón de euros para que no se notara su desastre y el desfalco que habían cometido a su alrededor.

Pero quería ocuparme de Rubalcaba en esta ocasión, porque es cierto que todos mienten, pero él lo hace con una maldad desbordante, fíjense ustedes esta frase pronunciada por alguien en estos momentos, puede llevarnos a pensar que su sinceridad es meridiana, que este hombre que exige a los demás la verdad, es lo más parecido a un santo varón impoluto. ¿Pero es así?, no, desgraciadamente no lo es, porque Rubalcaba es el mayor farsante de la política española, el que más ha mentido a los españoles y lo ha hecho durante más tiempo y de forma impune.

Si Zapatero nos recordó a Napoleón por sus veleidades innovadoras (no por sus proezas);  Rubalcaba se asemeja al Duque de Otranto, Fouché, que también fue su ministro de interior, el único personaje que intimidaba al emperador, según sus propias palabras. Él lo sabe y se aprovecha de esa proyección para imponer su voluntad con destreza en las decisiones que se adoptan por el Gobierno, porque la única ideología de Rubalcaba, como la del carnicero de Lyon, es su perpetuación en el poder.

“Las mentiras no pueden quedar impunes” dicho por alguien que ha vivido en la impunidad de la mentira permanente, es por ello un retrato del instante, en un país en el que todo vale para mantenerse en el poder.

¿Y sus mentiras, sr. Rubalcaba?, ¿esas sí pueden quedar impunes?, vamos a hacer un pequeño resumen de algunas que le han tenido a usted por protagonista:

- Señor Alfredo Pérez, ¿qué opina usted de la trayectoria del ministro Rubalcaba, en concreto de aquel que consideró que Cataluña debía ser una nación, el genio que logró salir indemne del GAL (desmintiendo que existiera), el que provocó la llegada de Zapatero en 2004 aliándose implícitamente con el acto terrorista del 11-M y expresando aquello de: “queremos un gobierno que no nos mienta”, el erradicador de las víctimas del terrorismo, el promotor de Garzón “el imputado”, el artífice de las escuchas del PP, el provocador del Gürtell (y silenciador del Pretoria, Palau, Mercasevilla y los ERE de Andalucía), el estratega del nunca mais, el del chivatazo del Faisán, el urdidor del Malaya, el negociador imperecedero con ETA y factotum del pacto con el PNV y Bildu, el promotor del gran hermano del SITEL. La más clara representación de la tiranía del poder con apariencia de democracia. El alquimista capaz de convertir el vano metal de las propuestas políticas socialistas en el oro que el Gobierno reparte entre los suyos, pero además dejando siempre de culpable a la derecha, por el mismo precio.

El sr. Rubalcaba ha espiado a este país sin interrupción como el aspirante a tirano que es y sigue sin expiar sus culpas. ¿Hasta cuándo vamos a parmitírselo? ¿quién se cree qué es para vivir en la impunidad de la mentira exigiendo a los demás que no mientan? ¿este farsante impostor vive en un delirio de poder? ¿ha perdido la vergüenza por completo?

No es lo que ocurra, ni lo que te cuenten, es lo que te crees lo que hace que su poder crezca y tu libertad, mengüe.


Enrique Suárez

miércoles, 7 de agosto de 2013

Acorralados



El Conde Duque de Olivares - Diego Velázquez 

"La huída no ha llevado a nadie a ningún sitio" Antoine de Saint-Exupéry

La política en España apesta a podredumbre, como cualquier tiranía que se precie a lo largo de la historia; el régimen corrupto que detenta el poder en este país no tiene, siquiera, donde esconderse. Nos hemos dormido en una farsa y hemos despertado en un fraude, los españoles del ojo avizor disfrutan de su magnífico elogio a la ceguera.

La pregunta que nos hacemos muchos españoles es si realmente cambiará algo en este escenario infecto de parásitos con sueldo del Estado, Autonomía o Ayuntamiento. Si habrá purga o impunidad, es una duda que nos acoge. 

Las alternativas se pueden resumir en dos, si los españoles seguimos tolerando depredadores como animales de poder, nos vamos a quedar con un palmo de libertad, equidad, justicia y democracia; si bien, al contrario, decidimos exigir respeto a quienes se anunciaron como servidores y se han convertido en nuevos amos, tendremos alguna esperanza de no regresar al siglo XVIII.

Sirva de reflexión, considerar que en bien poco se distingue la aristocracia nobiliaria de la época del Conde-Duque de Olivares, de la casta política de las épocas de Zapatero I y Rajoy I. Los mismos siervos, los mismos amos, ayer en nombre de la Corona, hoy en nombre de la Democracia coronada. 

Decía D. Pedro Calderón de la Barca, por voz del Alcalde de Zalamea: “Al rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios”. Los españoles nos hemos quedado sin alma, sin honor, sin Dios y sin dignidad, todo es del Estado, una vez más, ahora con un Jefe coronado, exactamente igual que entonces.

República de traiciones nos espera, sin César que lo remedie, porque nadie en este país tiene legitimación para representar a nadie, las urnas se han convertido en un pesebre para los amos y un yugo para los que nunca fueron ciudadanos, a pesar de haberse creído el cuento de la democracia impuesta por el poder. 

Acorralados viviremos todos, enfrentados en la eternidad de un ocaso perpetuo. Los políticos, en su mundo de privilegios; los ciudadanos, en su mundo de perjuicios. El dilema está servido, porque este pueblo no tiene ni fuerza, ni valor, ni unidad para derrocar el engendro fascista que detenta el poder, y los fascistas que detentan el poder seguirán viviendo magníficamente en él mientras nos complican la vida y nos detraen las plusvalías de la servidumbre. 

Acorralados, sí, y también condenados a un infierno merecido, donde se quemarán todas las esperanzas de los que alguna vez creyeron en la democracia y aceptaron tiranía legalizada como contexto de servidumbre, como mejor especie que la tiranía legal de la dictadura franquista.

No tenemos fuerzas ni para regresar a donde comenzaron los errores, ni para avanzar hacia donde se depuren, vivimos atrapados en el limbo de depredación de la casta, ese es nuestro destino, para que los afortunados con carnet político nos sigan contando que si estuvieran ellos (otra vez) las cosas irían bien o mejor, que con los que están ahora (otra vez). Acorralados en el más de lo mismo, como si el tiempo se hubiera congelado, para que nada cambiara en sus vidas, mientras todo se malogra en las nuestras.

Este régimen se morirá de viejo, como Franco, en la UCI del descrédito y la felonía, pero todavía nos quedan muchos años para el anhelado deceso. 

Mientras tanto, que se sigan forrando los de la casta a nuestra costa, no nos merecemos otra cosa que la behetría que nos han concedido desde arriba, aunque sea contándonos la película de Gibraltar español, otra vez, que ya se cae de puro anacronismo y estupidez.

Enrique Suárez
   

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