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sábado, 7 de abril de 2007
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Mientras que los políticos catalanes llevan a sus hijos a elitistas colegios privados donde los niños ni siquiera estudian catalán, hacen todo lo posible por convertir a los hijos de los demás en integristas ciegos de odio hacia todo lo español y hacia la cultura española.
Este genocido cultural ha llevado a que decenas de miles de profesores hayan tenido que irse a vivir a otras provincias, así como miles de familias que no estaban de acuerdo con la doctrina catalanista que pretendían inculcar en sus hijos.
Con la total connivencia de los gobiernos de Madrid, incapaces de defender los derechos de millones de españoles que viven en esta región, los políticos catalanes cada vez van más allá, oprimiendo a los niños, vigilándolos en los patios, y tratando de destruir sus raíces culturales.
En estos momentos no hay ni un sólo grupo político que plantee iniciativas reales que alivien esta injusta situación. Ni siquiera el nuevo partido político Ciudadanos - Partido de la Ciudadanía - ha tenido ni el coraje ni la imaginación suficientes para llevar a reflexionar a la sociedad catalana y española acerca de lo que está pasando. Sus dirigentes, gente hueca y oportunista, no han demostrado dedicación más que para colocar a los suyos en el poder, incumpliendo tanto en la letra como en el espíritu el programa con el que se presentaron a las elecciones Autonómicas del 1 de noviembre pasado.
Delimitando la utopía: el libertarianismo.
Traducción ofrecida por Ciudadanos en la Red del último capítulo del libro "Libertarianism" de David Boaz
Delimitando la Utopía
Muchos movimientos políticos ofrecen diversas utopías: en nuestro programa, se encuentran las herramientas para lograr un mundo ideal. Las propuestas libertarianas nos proporcionan algo más: un marco para la utopía, como propuso Robert Nozick.
Nuestra comunidad ideal, no será posiblemente la que se encuentre en su particular utopía. Los intentos de crear paraísos en la tierra han fracasado en numerosas ocasiones, fundamentalmente porque tenemos diferentes interpretaciones de lo que debe ser el paraíso.
A medida que nuestra sociedad se diversifica, la posibilidad de obtener un plan compartido para todo el mundo, se aleja cada vez más. Por otra parte, tampoco podemos anticipar los cambios que nos traerá el progreso.
Los planes utópicos implican siempre una visión estática y rígida de la comunidad ideal, una visión que no puede acomodarse con facilidad a los cambios que ocurren en nuestro mundo. Tenemos las mismas posibilidades de adivinar nuestro futuro como civilización dentro de un siglo, que las que tenían los que en 1900 pensaban sobre la época que estamos viviendo. En realidad, no necesitamos la utopía, sino una sociedad libre en la que la gente pueda organizar sus propias comunidades.
Una sociedad libertariana es una demarcación de la utopía. En tal sociedad, el gobierno respetaría las posiciones más tradicionales, para establecer opciones de acuerdo con ellas. Mientras se respete las posiciones ubicadas más a la derecha, habrá posibilidades de elegir.
Cada uno podrá elegir libremente la comunidad en la que quiere vivir y en la que puede situarse según sus propias posibilidades. En cada comunidad se establecerían ciertas reglas de común acuerdo, para prohibir o promover acciones particulares. Como la gente convendría de forma individual y voluntaria tales reglas, resolvería la imposición de reglas por parte de otros, pues de no estar de acuerdo con las mismas, siempre podrían irse libremente.
Tal marco de acción puede ofrecer miles de versiones para la utopía, que pueden satisfacer a la pluralidad existente de personas. Una comunidad podría ofrecer una extraordinaria cantidad de servicios y amenidades, con precios y honorarios elevados para sus habitantes. Otras podrían ser más espartanas, para los que decidieran vivir en un sistema de ahorro. Otras se podrían organizar dentro de sistemas religiosos. Mientras que otros podrían aceptar para su comunidad el consumo libre de alcohol, tabaco, sexo y pornografía.
La gente puede elegir para vivir un lugar como la comunidad libre de Christiania en la ciudad de Copenhague, en donde los coches, los armas, y las drogas duras están prohibidos pero se toleran las drogas suaves y todas las decisiones se toman, al menos teóricamente, en reuniones comunales.
La diferencia entre el libertarianismo y el socialismo, es que en las sociedades socialistas la gente no puede elegir los límites de su libertad, mientras que en una sociedad libertaria la gente puede elegir libremente pertenecer a una comunidad socialista de forma voluntaria. Si un grupo de gente, incluso una gran comunidad, desea comprar la tierra y disfrutarla en uso colectivo, serían libres de hacerlo.
El orden legal libertariano requeriría únicamente que nadie estuviera forzado a tener que aceptar normas impuestas por otros, los que administran el poder. Mucha gente podría haber elegido como “utopía” una forma de vivir parecida a la que hoy se puede vivir en una pequeña ciudad, o la que existe en el centro o la periferia de comunidades urbanas, pero beneficiándose de poder elegir entre otras alternativas, que permitieran observar e implantar valiosas innovaciones.
En tal sociedad el gobierno podría ser tolerante, siguiendo la regla que Leonard Read puso: “cualquier cosa que respete la paz”. Las comunidades voluntarias también podrían establecer reglas más determinantes, pero las leyes de toda la sociedad, solo castigarían las violaciones establecidas entre los derechos de las distintas comunidades.
El gobierno debe descentralizarse radicalmente y reducir su ámbito de acción, pero respetando los derechos individuales de cada uno; hoy se puede crear una sociedad fundamentada en la libertad individual y que se caracterice por la implantación de la paz, la tolerancia, la comunidad, la prosperidad, la responsabilidad y el progreso.
Resulta complicado predecir a corto plazo el curso de cualquier sociedad, pero a largo plazo, el mundo reconocerá la naturaleza represiva y coercitiva de nuestro sistema de vida y las ilimitadas posibilidades que permite la vida en libertad.
La globalización, la expansión del comercio y de la información, han minado las formas tradicionales de gobernar y administrar los recursos, y sobretodo el atenazamiento humano por el poder; la humanidad espera ahora una liberación uniforme de las últimas formas de coerción y control desarrollados por los gobiernos que existen actualmente .
No estoy seguro de si los Estados Unidos o el resto del mundo será más libre dentro de diez años, pero si lo estoy de que dentro de cien años el mundo será más libre y dentro de mil años aún lo será más. El tercer milenio será la era del individuo libre
David Boaz
Libertarianism
Delimitando la Utopía
Muchos movimientos políticos ofrecen diversas utopías: en nuestro programa, se encuentran las herramientas para lograr un mundo ideal. Las propuestas libertarianas nos proporcionan algo más: un marco para la utopía, como propuso Robert Nozick.
Nuestra comunidad ideal, no será posiblemente la que se encuentre en su particular utopía. Los intentos de crear paraísos en la tierra han fracasado en numerosas ocasiones, fundamentalmente porque tenemos diferentes interpretaciones de lo que debe ser el paraíso.
A medida que nuestra sociedad se diversifica, la posibilidad de obtener un plan compartido para todo el mundo, se aleja cada vez más. Por otra parte, tampoco podemos anticipar los cambios que nos traerá el progreso.
Los planes utópicos implican siempre una visión estática y rígida de la comunidad ideal, una visión que no puede acomodarse con facilidad a los cambios que ocurren en nuestro mundo. Tenemos las mismas posibilidades de adivinar nuestro futuro como civilización dentro de un siglo, que las que tenían los que en 1900 pensaban sobre la época que estamos viviendo. En realidad, no necesitamos la utopía, sino una sociedad libre en la que la gente pueda organizar sus propias comunidades.
Una sociedad libertariana es una demarcación de la utopía. En tal sociedad, el gobierno respetaría las posiciones más tradicionales, para establecer opciones de acuerdo con ellas. Mientras se respete las posiciones ubicadas más a la derecha, habrá posibilidades de elegir.
Cada uno podrá elegir libremente la comunidad en la que quiere vivir y en la que puede situarse según sus propias posibilidades. En cada comunidad se establecerían ciertas reglas de común acuerdo, para prohibir o promover acciones particulares. Como la gente convendría de forma individual y voluntaria tales reglas, resolvería la imposición de reglas por parte de otros, pues de no estar de acuerdo con las mismas, siempre podrían irse libremente.
Tal marco de acción puede ofrecer miles de versiones para la utopía, que pueden satisfacer a la pluralidad existente de personas. Una comunidad podría ofrecer una extraordinaria cantidad de servicios y amenidades, con precios y honorarios elevados para sus habitantes. Otras podrían ser más espartanas, para los que decidieran vivir en un sistema de ahorro. Otras se podrían organizar dentro de sistemas religiosos. Mientras que otros podrían aceptar para su comunidad el consumo libre de alcohol, tabaco, sexo y pornografía.
La gente puede elegir para vivir un lugar como la comunidad libre de Christiania en la ciudad de Copenhague, en donde los coches, los armas, y las drogas duras están prohibidos pero se toleran las drogas suaves y todas las decisiones se toman, al menos teóricamente, en reuniones comunales.
La diferencia entre el libertarianismo y el socialismo, es que en las sociedades socialistas la gente no puede elegir los límites de su libertad, mientras que en una sociedad libertaria la gente puede elegir libremente pertenecer a una comunidad socialista de forma voluntaria. Si un grupo de gente, incluso una gran comunidad, desea comprar la tierra y disfrutarla en uso colectivo, serían libres de hacerlo.
El orden legal libertariano requeriría únicamente que nadie estuviera forzado a tener que aceptar normas impuestas por otros, los que administran el poder. Mucha gente podría haber elegido como “utopía” una forma de vivir parecida a la que hoy se puede vivir en una pequeña ciudad, o la que existe en el centro o la periferia de comunidades urbanas, pero beneficiándose de poder elegir entre otras alternativas, que permitieran observar e implantar valiosas innovaciones.
En tal sociedad el gobierno podría ser tolerante, siguiendo la regla que Leonard Read puso: “cualquier cosa que respete la paz”. Las comunidades voluntarias también podrían establecer reglas más determinantes, pero las leyes de toda la sociedad, solo castigarían las violaciones establecidas entre los derechos de las distintas comunidades.
El gobierno debe descentralizarse radicalmente y reducir su ámbito de acción, pero respetando los derechos individuales de cada uno; hoy se puede crear una sociedad fundamentada en la libertad individual y que se caracterice por la implantación de la paz, la tolerancia, la comunidad, la prosperidad, la responsabilidad y el progreso.
Resulta complicado predecir a corto plazo el curso de cualquier sociedad, pero a largo plazo, el mundo reconocerá la naturaleza represiva y coercitiva de nuestro sistema de vida y las ilimitadas posibilidades que permite la vida en libertad.
La globalización, la expansión del comercio y de la información, han minado las formas tradicionales de gobernar y administrar los recursos, y sobretodo el atenazamiento humano por el poder; la humanidad espera ahora una liberación uniforme de las últimas formas de coerción y control desarrollados por los gobiernos que existen actualmente .
No estoy seguro de si los Estados Unidos o el resto del mundo será más libre dentro de diez años, pero si lo estoy de que dentro de cien años el mundo será más libre y dentro de mil años aún lo será más. El tercer milenio será la era del individuo libre
David Boaz
Libertarianism
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