Llevamos años de paz en el mercado laboral, con una población trabajadora anestesiada por los hipnotizadores de los sindicatos mayoritarios, perfectamente incrustados y domesticados por el modelo económico-social del enmascarado “compañero Zapatero”.
Resultaba extraño comprobar como con unos salarios que en España vienen disminuyendo desde el año 2000, los trabajadores estaban tan asimilados a los objetivos de un gobierno, que precisamente alardea de su representación soportado en un partido que todavía lleva la “o” de obrero sin caérseles a sus militantes la cara de vergüenza.
Era complejo entender como los trabajadores no especializados de este país habían soportado la llegada de una población inmigrante que alcanza hoy en día un 10 % de la población española, sin decir ni esta boca es mía.
Y complicado comprobar, como se podía aceptar por parte de los “currantes” que las condiciones del “mercado” laboral se hubieran hecho más leoninas sin que nadie hubiera dicho nada. Cierto es que coyunturalmente había disminuido el paro, todavía en los medios se escucha el eco del ministro Caldera ofrecer un nuevo record de afiliados a la seguridad social, cada mes.
España crecía por encima del 3 % en su PIB gracias a los diferenciales cronotópicos con respecto a sus inmediatos similares europeos. La construcción era el motor más potente de la economía europea. Se creaba trabajo y todo el mundo parecía esperanzado en que nuestro país, por fin, salía de su crisis secular.
Los grandes problemas de la política española, eran el terrorismo de ETA, los matrimonios de homosexuales, la violencia de género, el PP, y el cambio climático. Según ZP, éramos poco menos que la envidia de Occidente, gracias a su impecable gestión.
Todo este mundo maravilloso hizo que los españoles respaldarán continuidad con once millones de votos en las elecciones generales, hace apenas tres meses.
Hoy se han escuchado las primeras voces que piden la dimisión de Zapatero en la calle, por los trabajadores del sector del transporte, de la pesca y la agricultura. El viernes se suman los taxistas al asunto. Y todavía nadie ha pensado que va a pasar con el turismo europeo con los carburantes a precio astronómico, que posiblemente este año decidan quedarse en su país, lo que supondrá el derrumbe de la hostelería en nuestro país, una vez caída la construcción, tampoco se puede esperar que resuelva los problemas económicos que nos acosan.
Lo tienen difícil Zapatero, su Gobierno, y los once millones de votantes irresponsables que le apoyaron, y gracias a ellos todos los demás españoles.
Pero claro, con un Gobierno del PP, hoy no habría paz social, las calles estarían tomadas y estaríamos camino de la huelga general “porque sería de justicia”, ZP estaría diciendo en la televisión “que la situación era insoportable, y que comprendía a los huelguistas del transporte”. Con ZP en el Gobierno tenemos paz social, como se puede comprobar, y un porvenir que da miedo mirar, incluso de reojo.
El 12 de marzo publicaba en Ciudadanos en la Red el artículo titulado: “El PSOE se aleja de la razón, pero triunfa en las elecciones”. El 16 de marzo, escribí: “El poder, agujero negro de la libertad”. Y en una fecha tan remota, como el 8 de abril de este año, en el artículo: “¿Qué nos deparará la presente legislatura?”, decía lo siguiente:
“Esta legislatura va a estar condicionada extraordinariamente por la coyuntura económica, y las políticas sociales se van a ver ostensiblemente mermadas. Zapatero gobernó la pasada legislatura con viento de popa, pero en esta arreciará el temporal con amenaza de galerna. Veremos como navega el capitán cejas en mares convulsos, hasta ahora solo hemos visto a un diletante despilfarrar el futuro, ahora tendremos la oportunidad de ver si también sabe cruzar el océano de la dificultad con la misma actitud altiva que mostró navegando por el lago de la herencia”.
El prólogo del ayer, nos sirve para epílogo del hoy.
Erasmo de Salinas
Resultaba extraño comprobar como con unos salarios que en España vienen disminuyendo desde el año 2000, los trabajadores estaban tan asimilados a los objetivos de un gobierno, que precisamente alardea de su representación soportado en un partido que todavía lleva la “o” de obrero sin caérseles a sus militantes la cara de vergüenza.
Era complejo entender como los trabajadores no especializados de este país habían soportado la llegada de una población inmigrante que alcanza hoy en día un 10 % de la población española, sin decir ni esta boca es mía.
Y complicado comprobar, como se podía aceptar por parte de los “currantes” que las condiciones del “mercado” laboral se hubieran hecho más leoninas sin que nadie hubiera dicho nada. Cierto es que coyunturalmente había disminuido el paro, todavía en los medios se escucha el eco del ministro Caldera ofrecer un nuevo record de afiliados a la seguridad social, cada mes.
España crecía por encima del 3 % en su PIB gracias a los diferenciales cronotópicos con respecto a sus inmediatos similares europeos. La construcción era el motor más potente de la economía europea. Se creaba trabajo y todo el mundo parecía esperanzado en que nuestro país, por fin, salía de su crisis secular.
Los grandes problemas de la política española, eran el terrorismo de ETA, los matrimonios de homosexuales, la violencia de género, el PP, y el cambio climático. Según ZP, éramos poco menos que la envidia de Occidente, gracias a su impecable gestión.
Todo este mundo maravilloso hizo que los españoles respaldarán continuidad con once millones de votos en las elecciones generales, hace apenas tres meses.
Hoy se han escuchado las primeras voces que piden la dimisión de Zapatero en la calle, por los trabajadores del sector del transporte, de la pesca y la agricultura. El viernes se suman los taxistas al asunto. Y todavía nadie ha pensado que va a pasar con el turismo europeo con los carburantes a precio astronómico, que posiblemente este año decidan quedarse en su país, lo que supondrá el derrumbe de la hostelería en nuestro país, una vez caída la construcción, tampoco se puede esperar que resuelva los problemas económicos que nos acosan.
Lo tienen difícil Zapatero, su Gobierno, y los once millones de votantes irresponsables que le apoyaron, y gracias a ellos todos los demás españoles.
Pero claro, con un Gobierno del PP, hoy no habría paz social, las calles estarían tomadas y estaríamos camino de la huelga general “porque sería de justicia”, ZP estaría diciendo en la televisión “que la situación era insoportable, y que comprendía a los huelguistas del transporte”. Con ZP en el Gobierno tenemos paz social, como se puede comprobar, y un porvenir que da miedo mirar, incluso de reojo.
El 12 de marzo publicaba en Ciudadanos en la Red el artículo titulado: “El PSOE se aleja de la razón, pero triunfa en las elecciones”. El 16 de marzo, escribí: “El poder, agujero negro de la libertad”. Y en una fecha tan remota, como el 8 de abril de este año, en el artículo: “¿Qué nos deparará la presente legislatura?”, decía lo siguiente:
“Esta legislatura va a estar condicionada extraordinariamente por la coyuntura económica, y las políticas sociales se van a ver ostensiblemente mermadas. Zapatero gobernó la pasada legislatura con viento de popa, pero en esta arreciará el temporal con amenaza de galerna. Veremos como navega el capitán cejas en mares convulsos, hasta ahora solo hemos visto a un diletante despilfarrar el futuro, ahora tendremos la oportunidad de ver si también sabe cruzar el océano de la dificultad con la misma actitud altiva que mostró navegando por el lago de la herencia”.
El prólogo del ayer, nos sirve para epílogo del hoy.
Erasmo de Salinas