El poder: agujero negro de la libertad

Nada nuevo bajo el sol de España, todo es más de lo mismo, el agujero negro del poder lo absorbe todo. ¿Comunicar para qué?. La comunicación se ha reducido a literatura o propaganda.

Todo lo que se dice es con intención, con un determinado objetivo. La comunicación sobre los temas políticos se ha convertido exclusivamente en propaganda, devaluándose sus contenidos, su rigor y autenticidad, vale lo mismo una intoxicación insidiosa que un sesudo análisis racional. El relativismo ha logrado detener la evolución racional de nuestro país.
Si un catedrático de economía sale diciendo que hay crisis y que ésta se fundamenta en un pormenorizado análisis, a continuación sale un pelele untado, sin el mínimo criterio y dice que eso es un error, se difunde masivamente la respuesta, sin contraste alguno y al final la gente se convence desde su inocente afición a la creencia que el pelele es un sabio que ha surgido por generación espontánea de forma milagrosa. ¡Qué sabe nadie!

La libertad se evalúa en este tiempo por la posibilidad de elegir creencia, siempre que se haga anatema de la racionalidad. La gente quiere creer que el mundo va bien, cierra los ojos fuertemente, lo imagina y entonces el mundo va bien, es todo tan fácil. Mal asunto que los “herejes” sean los que ofrecen argumentos racionales y los “sabios” los que dice lo que les da la gana porque les sale de las narices, al final lo vamos a pagar muy caro.

En esta nueva conjura de los necios, nadie piensa en el mañana, porque se nos ha inducido a que la vida se reduce a supervivencia, limitada a resolver nada más el hoy, desde la improvisación extrema.

Nos hemos americanizado en nuestra forma de consumir, descapitalizando nuestras vidas productivas. Es necesario deber a los bancos todo el dinero que nos concedan anticipadamente, para permanecer atrapados en vidas que cada día se hacen más duras, y menos gratificantes. Vidas encadenadas a la noria de la producción y el consumo, produciendo más para consumir menos y de menos calidad.

Hipotecamos nuestra existencia en lo que consumimos anticipadamente, nos concedemos premios inmerecidos y regulamos nuestra conducta en función de lo que adquirimos, porque cada día somos menos, nos consideramos menos, nos valoramos menos. La esencia no se hace sustancia, sino disolución. Nos hemos condenado a crear lo que nos destruye, a creer lo que nos inmola.

La gran crisis que se avecina es la del sistema capitalista mundial, y en España asistiremos a una auténtica hecatombe, por nuestra circunstancia intermedia entre los afortunados y los desposeídos. Es la gran estrategia del socialismo, empobrecernos hasta convertirnos en esclavos que les necesiten permanentemente para salir de su situación.

Se está haciendo electorado de izquierdas, porque la gente cada día esta peor y las izquierdas se encargan de culpabilizar a la derecha, al capitalismo, de la precariedad progresiva. Los gobernantes de izquierdas hacen lo que pueden, pero el poder del capital tira todos sus planes por tierra, cuando en realidad es precisamente lo contrario, los gobernantes de izquierdas se han aliado con el gran capital para que nada se resuelva, para obtener su propio provecho y así explotar mejor a los ciudadanos.

Se puede votar por el PSOE, pensando que va a resolver algo que no puede resolver porque precisamente este partido es el principal promotor de que no se pueda resolver nada, porque es la representación del poder en toda su plenitud, cuya única racionalidad es su engrandecimiento paulatino, la acumulación de más poder; como un agujero negro absorbe energía, así se alimenta el monstruo del poder de la libertad, y además, en esta ocasión, desde la más pura irracionalidad, es decir, para que los que están ocupando el poder se sigan manteniendo en el mismo, ellos en su privilegio y los demás en su depreciación progresiva.

Erasmo de Salinas