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sábado, 22 de diciembre de 2007

Tanatopraxia doxológica (sobre la propaganda del CEO catalán)


(Solicitaré mi ingreso en la Sociedad General de Autores y reclamaré el copyright y los royaltis correspondientes por el neologismo que acabo de crear – OJO -).

La tanatopraxia, esa ciencia tan antigua como el Egipto dinástico, que se ocupa de adecentar y maquillar los cadáveres para eludir los mefíticos vapores que desprenden los muertos al natural, y disimular los signos evidentes de descomposición y corrupción, así como la ocultación de los gusanos e insectos que se alimentan de los restos del finado, es una disciplina que se encuentra en pleno auge en Cataluña; desde 1982, Barcelona es una plaza de referencia mundial sobre esta materia.

La doxología es un término polisémico, que si bien significa la propiedad de dar gloria a Dios que debe tener el lenguaje teológico para ser auténtico, por otra parte también se refiere a la ciencia que se ocupa del estudio de la opinión pública. En la Cataluña de Montilla, el concepto alcanza su plenitud semántica, de por sí ya muy desarrollado en la España de Rodríguez Zapatero.

En la Grecia clásica, la doxa era el conocimiento vulgar u ordinario del hombre, no sometido a una rigurosa reflexión crítica, que se oponía a la episteme, que es el conocimiento reflexivo elaborado con rigor. Vivimos tiempos de doxología, pudiendo residir plácidamente en la epistemología, porque la incultura de nuestros gobernantes trata ininterrumpidamente de hacer el mundo a la medida de sus desconocimientos.


El arte de adecentar el cadáver es un área de conocimiento que resulta muy interesante para el ámbito de la política catalana, que tantas veces nos recuerda al Antiguo Egipto, no solo por las obras públicas que alcanzan categoría de pirámides y mastabas, sino por el ecosistema particular que recuerda a los oasis alejados del Nilo, y por supuesto, por el liderazgo faraónico del president de la Generalitat correspondiente, pero fundamentalmente por la política que se viene desarrollando en el culto a la muerte de todo lo que tenga que ver con lo español, sea lengua, cultura o Estado, que recuerda cada día más al incendio de la biblioteca de Alejandría.

El maquillaje de los finados requiere la habilidad de los tanatopractores, y los cadáveres políticos requieren tanatopractores políticos, o maquilladores doxológicos, que se ocupan de presentar la verdad de la opinión pública ante los mismo ojos de la opinión pública, tras la prestidigitación del atildamiento preciso a conveniencia del que solicita el trabajo, y lo paga.

Se han conocido recientemente los últimos resultados sobre intención electoral elaborados por el Centre d´Estudis d´Opinio de la Generalitat de Cataluña, integrado en el IDESCAT, en el barómetro de Diciembre de 2007.

En el citado trabajo, sorprenden por extravagantes la evolución de sus resultados durante los últimos meses, si en el barómetro de Otoño el tripartito aguantaba el apagón y los primeros signos de quiebra de las infraestructuras, en el de Invierno el PSC eleva sus resultados y los del conjunto del tripartit ¡a los mejores de su historia! (ver gráfico).

Las declaraciones del director del CEO, Gabriel Colomé i García, profesor de la UAB, expuestas en La Vanguardia, también resultan sorprendentes:

Colomé explicó que hay una "estabilidad muy grande en todos los electorados" respecto al barómetro de octubre excepto en el del PSC. "Los indecisos cuando se deciden, deciden votar socialistas", constató Colomé, que añadió que el volumen de crecimiento coincide con el descenso de personas que respondieron que votarían en blanco, que no votarían, o que no saben o no contestan.

El director del CEO subrayó, además, que "no hay correlación entre el primer problema y la intención electoral del primer partido de Catalunya". "Lo que se ve es que no hay facturas. ¿Por qué habría de ser una factura que tendría que pagar un solo partido?", planteó Colomé, que recordó que las próximas elecciones serán "polarizadas".

Indicó que a la opinión pública le "cuesta mucho" cambiar de opción política y hace una "distinción clara entre coyuntura e intención de voto".


Según el profesor Colomé, nada tiene que ver la decisión electoral con lo que ocurre en la realidad, es decir, los ciudadanos votan exclusivamente por su fe, su ideología y son insensibles a lo que ocurre a su alrededor. Es decir, deberían ser estudiados por la geología por su carácter inerte, o en su defecto por la tanatología, porque están muertos. Hemos llegado al totalitarismo, dentro de poco nos dirán que para qué vamos a votar, es innecesario acudir a las urnas, por qué las cosas no se pueden cambiar, hay que saber aceptar el destino.

Resulta sorprendente que en plena crisis de las infraestructuras catalanas, con el AVE que no acaba de anidar en Barcelona, tras la enésima procesión por la independencia recientemente desarrollada por las cofradías tradicionales que sientan sus reales en el Govern y el Parlament, tras el apagón, tras el aplastamiento permanente de todo lo que tiene que ver con España, cultura, lengua y Estado, los ciudadanos aún siguen apoyando a los políticos que organizan el desastre, especialmente al Sr. Montilla.

Algunos ya han levantado su voz, contra lo presentado por el CEO, con razón. Pero la mayoría de los medios afines "sostenidos" por el Govern (El Periódico, El Plural), los han ensalzado. Y todos tan felices. Es "la verdad publicada" que tiene tanto valor como "la verdad revelada" de San Agustín.

Todo es magnífico, todo va bien, y nada puede cambiar, hemos alcanzado el fin de la política, “para nada sirve votar”, es lo que nos comunica el tanatopractor doxológico, profesor Gabriel Colomé i García; sin embargo todo queda explicado cuando se acude a internet y se comprueba que el mencionado investigador fue cesado el 30 de Julio de 2007 como director del CEO (personal eventual), para seguir siendo director del mencionado centro institucional, pero en esta ocasión como Alto Cargo, por nombramiento al día siguiente (Decreto 170/2007, de 31 de julio, de nombramiento del señor Gabriel Colomé i Garcia como director del Centro de Estudios de Opinión, por 2,8 euros puede leerse el nombramiento), tal como indica su intervención como tal en el último artículo de La Vanguardia.

¡Ah!, ¡era éso!, el profesor Colomé ha pasado de interino a funcionario (Alto Cargo); es de bien nacidos ser agradecidos, pero a partir de ahora para los ciudadanos catalanes sus estudios tendrán la misma validez y fiabilidad que los horóscopos de las revistas o la predición del tiempo con el asno que cambia de color su cola.

Es lamentable que se utilicen las instituciones políticas sostenidas con nuestros impuestos para que los partidos que conforman el tripartit se hagan propaganda a costa del erario público, y resulta deleznable que algunos académicos se dejen su reputación y prestigio en el camino por asegurar las lentejas y los honores. Es el “zeitgeist” del Carmel, la hora 25, todo se desmorona.

Como se echa de menos a Paco Umbral ante las cosas que van ocurriendo: pintan muertos, Paco, pintan muertos.

Un saludo desde el más acá, Don Francisco.



Biante de Priena

La transversalidad política a debate (y 7)

Cada tiempo su arte

La historia es un lastre, tanto la remota como la inmediata, las definiciones ideológicas conflictivas provienen de nuestro pasado, más que del presente; el tradicional maniqueismo político entre la izquierda y la derecha, que ocupa la realidad existente, está trasnochado y debe superarse de forma definitiva. Debemos despejar el camino hacia el futuro de los escombros que nos ha legado el paso del tiempo. Hay que apartar del camino lo que ha mostrado su inutilidad al propósito de mejorar el bienestar de los ciudadanos, por haber alcanzado en nuestros días un conflicto dialéctico irresoluble.

Pero renunciar a la historia, no supone en ningún caso olvidarse de lo logrado hasta ahora, ni prescindir de lo que ya hemos conseguido, eso sería una estupidez solemne. La propuesta es renunciar al actualismo o uniformismo que pretende encontrar en el pasado las respuestas al futuro. El pasado tuvo su coyuntura, el presente tiene la suya.


Un movimiento que pretenda renovar o redimir los logros del socialismo, está condenado al fracaso en su mismo origen, porque el socialismo se dirige a marchas forzadas hacia la transitoriedad, hacia la transversalidad, pero para lograr ese objetivo debe abandonar el sectarismo que le caracteriza.

El socialismo se fundamenta en la división de la población en clases sociales por su relación con los bienes de producción, categorías que no se corresponden con la estructura existente de la población en las democracias avanzadas. Hay empresarios menos afortunados que muchos asalariados y rentistas del trabajo que sobrepasan con creces en sus ingresos a pequeños propietarios.

El conflicto no existe entre diversas clases de ciudadanos, sino entre los ciudadanos y un establishment formado por los políticos, los diversos agentes del Estado, los medios de comunicación, las entidades financieras y las grandes empresas.

Los ciudadanos como prioridad

Todos los ciudadanos somos productores y consumidores, contribuyentes, electores, receptores de servicios públicos y privados, tributarios de derechos y deberes, y en su conjunto, somos el sujeto último de la soberanía política. Los ciudadanos como categoría participamos de una igualdad política suficiente, que necesita ampliarse a numerosos ámbitos de nuestra vida.

Sin embargo seguimos siendo maltratados por los representantes políticos que hemos elegido, que se ocupan más de rentabilizar su posición para sus partidos y para sí mismos, que de velar por los intereses de los representados.

En cuanto a los partidos conservadores, de la derecha, ocurre otro tanto de lo mismo, avanzan también a marchas forzadas hacia la transitoriedad y la transversalidad. Estos partidos defienden la tradición, el peso de la historia, el principio de autoridad, una colección de valores y principios, y según dicen, nuestra libertad política, aunque en realidad defienden más la libertad de mercado que la de los ciudadanos.

Sin embargo, ocurre lo mismo que con la igualdad, los ciudadanos disponemos del rango de libertad política mínimo para ocuparnos de otras cosas, más allá de la posibilidad de elección entre alternativas cerradas, que es todo lo que nos ofrecen.

Los partidos socialistas defienden el Estado, y los partidos conservadores defienden el mercado. ¿Pero qué partido defiende a los ciudadanos contra los interese del Estado y contra los beneficios del mercado?

Es una falacia que la igualdad social garantice que haya igualdad entre los individuos, pero también que la acumulación de libertades individuales se transmute en una sociedad más libre. El socialismo se olvida de los ciudadanos porque los reduce a una única clase que denomina sociedad, los partidos conservadores se olvidan de los ciudadanos porque atribuyen a su libertad todos sus males y se desentiende de sus problemas y dificultades.

El socialismo ha fracasado en la organización productiva de la economía, sin embargo ha mostrado su ventaja en la redistribución de la riqueza de forma más igualitaria. Solo la producción del libre mercado puede sostener el Estado de Bienestar que actualmente disfrutamos, y que es un logro combinado de los partidos de izquierda y derecha europeos.

Igualdad-y-libertad, aquí y ahora

No hay redención posible, ni revisión aceptable. El sueño de la igualdad socialdemócrata solo se puede realizar desde la libertad de mercado. Pero el sueño de la libertad no puede trascender nunca el de la justicia, que al final debe encaminarse hacia la igualdad.

Dejemos de pelearnos por los fantasmas del pasado, solo hay una alternativa, el futuro. Sí la socialdemocracia no triunfa tendremos un mundo injusto, en que la disputa por los privilegios nos conducirá a conflictos irresolubles. Sí la libertad no triunfa, tendremos un mundo dogmático, cada día más sectario y fascista.

Únicamente la mezcla al mismo tiempo de ambos planteamientos podrá sostener la sociedad del futuro, cada una que aporte lo mejor, seamos generosos con la esperanza, y desprendámonos de la historia que nos impide desarrollarnos.

Pero el conflicto existente se puede resolver de dos formas, una externa que es la que soportamos en la actualidad, entre dos formaciones que se contraponen en todo lo imaginable, y que se desarrolla de forma episódica en relación con su alternancia en el poder; o bien pueden proveerse soluciones compartidas en origen, porque socialistas, liberales y conservadores conformen un mismo partido con una ideología transversal que ofrezca lo posible, lo aceptable, lo que puedas ser asumido por todos.

El agregado entre el socialismo y el liberalismo, las dos alternativas al mismo tiempo, puede convertirse en un movimiento político transversal que supera el conflicto existente y la consecuente parálisis en nuestro desarrollo.

La transversalidad se fundamenta en el respeto a la democracia, la justicia y la libertad, y su objetivo es incrementar la igualdad entre los ciudadanos, redistribuyendo la riqueza que proporciona el libre mercado, según criterios ecuánimes y no sectarismos partidistas.

Y que al mismo tiempo pretende superar todos los dogmatismos y fundamentalismos que impiden a los seres humanos ser ellos mismos, pensar por sí mismos, soñar por sí mismos, ser y sentirse libres. Los ciudadanos requieren igualdad y libertad al mismo tiempo, y una opción política que se fundamente en la justicia auténtica. La democracia es el medio, el bienestar de los ciudadanos es el fin.

Sin libertad no hay futuro, sin justicia no hay democracia, sin mercado no hay riqueza, sin diferencia no hay equidad, sin ley no hay igualdad, sin transversalidad no hay esperanza.


Enrique Suárez Retuerta

Publicados

Introducción a la Transversalidad Política
Transversalidad política: una propuesta racional
Transversalidad Política: una alternativa actual
Transversalidad política: renovarse para avanzar
Transversalidad política: orígenes del concepto
Transversalidad política: ciudadanos vs. políticos

Todos somos autores

Define el diccionario de la RAE autor:

autor, ra.

(Del lat. auctor, -ōris).
1. m. y f. Persona que es causa de algo.
2. m. y f. Persona que inventa algo.
3. m. y f. Persona que ha hecho alguna obra científica, literaria o artística.
4. m. y f. En las compañías cómicas, hasta principios del siglo XIX, persona que cuidaba del gobierno económico de ellas y de la distribución de caudales.
5. m. y f. Der. En el derecho penal, persona que comete el delito, o fuerza o induce directamente a otros a ejecutarlo, o coopera a la ejecución por un acto sin el cual no se habría ejecutado.

En estas condiciones, todos somos autores, el que escribe, el que inventa, el que ha hecho alguna obra científica, literaria o artística, el que administra un teatro cómico, y por supuesto, el que comete un delito.

El que envía una carta a su novia, el que cuenta un chiste que se le ha ocurrido, el que dice una mentira como un templo, aún sin ser político; el que planta un árbol o una flor, el que habla en un programa de radio o de la tele; el que deja un graffiti en un servicio o en un muro, el que es padre o la que es madre, el cocinero de ese restaurante que cobra un ojo de la cara y el administrativo que copia la carta que le dicta el jefe, y por supuesto, todos los delincuentes.

¿Qué es eso de ser autor?. A los autores que han hecho algo interesante o divertido o genial, se les reconoce públicamente, y es el mercado el que dictamina la fortuna de cada uno según su valoración por la gente. La recompensa está en la obra.

En este país hay miles de blogs que se editan todos los días con artículos, con materiales que circulan por internet, con productos propios y ajenos.

Desde la llegada de internet, TODOS SOMOS AUTORES, pero como siempre se trata de hacer clases privilegiadas en las que algunos por hacer lo que hacen otros gratis terminarán cobrando el canon, el plus, el arancel por qué son afines a los que mandan.

Hay que boicotear esta ley desde ya, rebelión ciudadana contra los aprovechados, demostrémosles de una vez que el mundo ha cambiado y ya no hay señores feudales que rentan por decisión del poder centralizado su posición privilegiada.

Igualdad ante la ley, libertad de expresión y de impresión. Un gobierno que se construye sobre privilegios y dogmas es una tiranía, no una democracia.
Como se enteré Dios de lo que está pasando en España y se le ocurra reclamar derechos de autor, nos hunde.



Sebastián González

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