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lunes, 15 de diciembre de 2008

Las Ratas y la Crisis


TEXTO: Con esto de la crisis ni siquiera la basura tiene la misma calidad que antes / Sí, esta mierda no está nada buena

Blog: dibujandolacrisis.blogspot.com

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La deshumanización: una estrategia política

Resulta fascinante escuchar las declaraciones hostiles de los partidos de izquierdas contra el capitalismo, cuando viven magníficamente en su seno. Sin un sistema de mercado, con economías centralizadas y estatalizadas, ningún gobierno socialista ha sido capaz de generar recursos suficientes para que sus gobernados sobrevivan con cierta dignidad, a pesar de haber reducido siempre su libertad a la más mínima expresión.

Sin embargo, los socialistas critican al capitalismo como un movimiento criminal y deshumanizador, mientras que desde el capitalismo se dice exactamente lo contrario: se considera que el socialismo es la causa de todos los males. En mi criterio, ambos son extraordinariamente perjudiciales para el ser humano, si no se controlan exhaustivamente, sin interrupción.

Las políticas socialdemócratas –"el socialismo en el capitalismo"-, sólo sobreviven y destacan en lugares donde el capitalismo se desarrolla libremente. Teóricamente, se ocupan de la redistribución de la riqueza, sin pararse a valorar de donde proviene su obtención -los socialistas, son grandes conumidores capitalistas de los recursos producidos por todos-.

Pero en realidad, el socialismo también procura riqueza, aunque de forma sectaria, restringiéndola exclusivamente a sus “nomenclaturas” –los privilegiados del partido y afines-. Nadie que no sea socialista ha progresado jamás bajo un gobierno socialista, más bien, los detractores del colectivismo siempre han salido perjudicados. Aunque al socialismo le gusta hablar siempre más de pobreza, en el anímo de acostumbrarnos a todos a que nos consideremos ricos por saber no desear, más que por poseer, algo muy cristiano, por cierto.

En relación a la riqueza, el socialismo lo único que hace es sustituir a los empresarios capitalistas por empresarios socialistas, y desvíar privilegios en función del victimismo histórico y no del mérito actual. Se puede demostrar fácilmente cuando se observa que la proporción entre ricos y pobres, en nuestro país, por ejemplo, ha permanecido exactamente igual desde la época de la transición política. La estructura social no ha cambiado, lo que ha cambiado es la renta per cápita –gracias a la incorporación de España a Europa, fundamentalmente-, por eso hay menos pobres, pero sigue habiendo los mismos ricos –eso sí, un buen porcentaje de ellos hoy son hoy socialistas-.

Pobres hay los mismos en nuestro país, aunque son menos pobres, eso sí, porque España ha mejorado en su conjunto a pesar de la política, pero la proporción de pobreza es la misma: el 20 % de los españoles son pobres ahora y eran pobres en 1978. ¿Qué ha hecho el socialismo en 30 años para resolver la pobreza?: nada.

El socialismo, al igual que el capitalismo, son movimientos materialistas –buscan beneficios materiales- y deshumanizadores – lo hacen a costa de deshumanizar al ser humano-. A ninguno de los dos les interesa el ser humano, sino lo que pueden extraer de él.

El capitalismo convierte a los ciudadanos en instrumentos del mercado, en productores y consumidores, reduciendo la consideración del ser humano al “tanto posees, tanto vales”. El capitalismo convierte el trabajo en una mercancía más, al igual que la tierra, y el dinero. El sistema de mercado no busca el bienestar del ser humano, sino la plusvalía que pueda extraer de su anulación como tal ser humano. Porque los beneficios del capitalismo provienen de la destrucción de lo humano.

Aunque tal vez, sea aún menos dañino que el socialismo, porque se limita a quitar de tu vida el trabajo (lo que produces), pero te permite hacer “lo que quieras” con el tiempo que te sobre (evidentemente, siempre que dediques buena parte de tus recursos al consumo). El socialismo no es mejor, destruye la identidad de los seres humanos convirtiéndolos en elementos de sus clasificaciones y taxonomías: usuarios, clientes, contribuyentes, votantes, o ciudadanos. Al anular la identidad de los seres humanos se produce una alienación similar a la que provoca el capitalismo: “tanto has dejado de ser, tanto vales”. Valora al ser humano en cuanto se desposee de su libertad, como el capitalismo lo valora en tanto que produce y consume.

Son buenos ciudadanos los que entregan al Estado –y al gobierno- lo mejor de sí mismos, es decir todo, al igual que en el Capitalismo se lo entregan al Mercado; pero los socialistas mienten, cuando enarbolan la frase: “el bienestar colectivo antes que el individual”, mientras que la realidad es que los políticos socialistas obtienen su bienestar individual proclamando que promueven el bienestar colectivo, en la falacia mayor de la historia de los seres humanos, de la misma magnitud al menos que las soflamas del capitalismo: “por el consumo hacia la libertad”.

Los políticos socialistas mienten, porque presumiendo de procurar la igualdad social, no la han conseguido jamás, salvo en cotas de pobreza como la de Cuba, China, o la extinta Unión Soviética. La igualdad se va produciendo realmente porque los países incrementan su riqueza con el paso de los años –en un sistema capitalista, nunca en un sistema socialista- y los pobres son menos pobres cada día.

Los pobres de hoy, habrían sido ricos ayer, aunque no hubiera habido jamás un gobierno socialista en España. Eso es el progreso, el paso del tiempo, y la mejoría de las circunstancias generales, especialmente la organización y la técnica, porque la gente cada día produce más y mejor, y consume más y peor, no porque el socialismo haya hecho justicia social. Precisamente los únicos países que no progresan son los socialistas, los que abjuran del capitalismo, como se ha visto a lo largo de la historia reciente.

El capitalismo actúa con más sinceridad, directamente nos dice: “voy a explotaros, procurad sacar algún beneficio”. Pero el socialismo nos miente: “voy a luchar contra vuestra explotación”, cuando realmente está obligado a explotarnos más cada día, y evidentemente lo hace, porque el crecimiento del "Estado benefactor" cada día necesita más servidumbres. Los sindicatos, que también se benefician del socialismo y el capitalismo, procuran que esta verdad no se sepa jamás, para seguir viviendo sus dirigentes sin dar palo al agua a costa de los demás. El movimiento sindical actual en España es la mayor colección de parásitos que ha habido en nuestra historia próxima.

La propaganda en el socialismo cumple la función de la publicidad en el capitalismo, ambas buscan el consumo. El socialismo busca fieles a sus ideas, como las religiones, mientras que el capitalismo busca actividad comercial, compradores, consumidores, fieles de la ley de la oferta y la demanda. Ni el capitalismo, ni el socialismo respetan al ser humano, y nada les importa su destino sino es en función de lo que le puedan extraer a lo largo del tiempo, mediante la explotación –capitalismo- o el expolio –socialismo-.

El ser humano, nunca ha estado más alienado que en los tiempos actuales, nunca ha sido tan despojado de su esencia, para convertirlo en un instrumento existencial al servicio del poder económico y político. Que más da que se disfrute de toda la información y la comunicación, si la información no se puede comer, y además está absolutamente intoxicada desde el poder, que controla los medios de comunicación.

El futuro pasará por que los seres humanos recobremos nuestra soberanía existencial, nuestra humanidad que es lo esencial y que se construye con unas cuantas cosas: un criterio, voluntad, la propiedad sobre nuestra vida, la libertad, un marco ético, un sistema justo, una relación armónica con el medio y con los demás, y mucha menos intromisión incrustada en nuestras vidas, sea en forma económica -capitalismo- o política -socialismo-.

El primer paso para el cambio, es saber que es lo que nos beneficia y nos perjudica, erradicando de nuestras vidas a los que se aprovechan y benefician de nuestro deterioro humano, a los explotadores y los expoliadores. La política ya no es un instrumento beneficioso a nuestro servicio, sino una herramienta que sirve a los políticos para explotarnos –económicamente- y expoliarnos –políticamente-.

La próxima revolución requiere la recuperación de la soberanía individual de los seres humanos, ante capitalistas y socialistas, que serán limitados en sus atribuciones. O lo conseguimos, o nos convertirán en sus esclavos.


Biante de Priena

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