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martes, 24 de febrero de 2009

"Me han reventado la casa, se van a joder, hijos de puta"



Dicho y hecho, el vecino de Lazkano pilló una maza, se fue a una "herriko taberna" y la destrozó

Operación Bambi



Dice al final: "asociación ilícita, delito este último que sí podría llevar a pena de cárcel".

La guerra de Granados

Tenemos la suerte de formar parte de una nación episódica, que se hace y deshace a sí misma en la mezcla y la libertad. Ser español no es un estigma, ni mucho menos, al contrario de lo que algunos se empeñan en restregarnos, es una forma de vivir, de estar en el mundo que marca carácter.

A propósito de esa singular manera de estar en el mundo, que se ha formado a lo largo de los siglos, hay una anécdota que hoy quiero recordar y que en la Revista Abanco, Antonio Ruiz Vega, soriano ilustre, nos relata con detalle.

Mariano Granados declaró la guerra a Inglaterra por el asunto irresoluble del Peñón de Gibraltar, el que llegara a presidir sala del Tribunal Supremo en la Guerra Civil nos refiere su hazaña en el libro “Los republicanos españoles y Gibraltar” de Editorial Finisterre, cuando se encontraba enfermo y en el exilio, con estas palabras:

"Yo fui quien, respaldado por una genuina representación del pueblo español, establecí hace ya medio siglo, por legales y pacíficos procedimientos, el sitio de la plaza de Gibraltar. Soy, por lo tanto, el único español que se halla en guerra con Inglaterra a causa del Peñón"

Corría el año 1919 y la comitiva estaba dirigida por Mauro Bajatierra un anarquista que se dejó la vida en el sitio de Madrid durante la Guerra Civil, y formada por dos mil jornaleros que acudían a trabajar a Gibraltar, y que eran tratados como parias en su propia patria.

El relato es magnífico, y se lo dejo aquí narrado por el propio autor de la proeza, a la sazón recién licenciado en derecho:
"A unos 300 metros de la entrada, Bajatierra, como buen estratega, hizo un signo que detuvo a la comitiva. Poquito a poco; no convenía avanzar demasiado ni con mucha premura: así fue como los ingleses se apoderaron de Gibraltar. Fui yo solo, pobre celtíbero arriscado, quien con aquella mi carita de niño, avanzó hasta la entrada.
–Calma, Mariano –me dijo Mauro– Tú eres muy aventado, y estos tienen fusiles. ¿Qué vas a hacer?
-¿Yo...? Nada. Ya verás"
Con la cara que tenía Mariano Granados de "Groucho Marx" imaginárselo "avanzando suavemente, silbando, hasta la entrada" hubiera sido cosa digna de ver: uno de los momentos cumbres de la Historia de España.
El caso es que, situado frente al "guripa" de turno le espeta:
"En nombre del pueblo español, declaro la guerra a Inglaterra. Queda establecido el estado de sitio de Gibraltar. Good Morning"
De la detención por la guardia civil tras su regreso a Córdoba, de la intermediación de Cosculluela, su profesor de derecho internacional, para que el Ministro de Gobernación le dejara libre, y de las cosas que ocurrieron después en su vida, hasta exiliarse en México pueden ustedes investigar en las bibliotecas.

Pero Mariano Granados, ya había hecho su épica hazaña, todo lo demás serían consecuencias y derivaciones, pero como el tema está aún sin resolver, les dejo la carta final del libro que el autor remite a los españoles:

“Envío a los españoles a quienes les sea devuelto Gibraltar, por las buenas o a como dé lugar:

Como yo soy el único español que, por ahora, se halla en guerra con la Gran Bretaña a causa de ese territorio, y como soy el único que declaró al Peñón en estado de sitio, hace medio siglo, autorizo a ustedes para que, al tomar posesión de Gibraltar en nombre de España y de todos los españoles, la tomen también en el mío, como es natural, cancelando la declaración de guerra que formulé en el año 1919, y para que levanten el estado de sitio que establecí, con otras gentes de mi raza.

Les saluda con todo afecto su compatriota en el destierro

Mariano Granados, México, 1969”.

Pues en ello estamos, Don Mariano, en ello estamos, todavía hay liberales en España.


Erasmo de Salinas

La venganza de Bambi

"En La Moncloa, viendo que hacían con los venados en esas correrías cinegéticas, se les ha encendido la bombilla de bajo consumo y han tenido una idea: hay que proteger a Bambi como sea, porque estos son capaces de dispararle sin ningún remordimiento".

Antes de dejarse la cabeza por la causa, Danton pronunció una frase recordada: “de lo único que me arrepiento es de irme antes que esa rata de Robespierre”. Y es que cuando la guillotina comienza a funcionar es difícil detenerla. Robespierre fue tan incorruptible que terminó siendo presa de su propio régimen de terror, antes de que acabara con todos los demás.

Hoy ha caído la cabeza de Bermejo, no se sabe si de forma voluntaria –como dice- o inducida –como parece-. Un trofeo para alguien, sin duda. A partir de ahora el PSOE se hará aún más jacobino en este trance.

Realmente no ha caído porque se lo mereciera -¿cuántas se lo merecen más?-, sino porque hay elecciones y el cromático Bermejo restaba votos en Euskadi y Galicia, y la cosa no está como para desafectos de última hora.

Pero Bermejo, que es un hombre pasional, que cree en sí mismo y en la honestidad de su causa –no lo duden-, ha dicho algo al despedirse, que invita a la fantasía: que no quería traicionar el proyecto, y que si él era un obstáculo para su consecución, se apartaba gustosamente.

Hombre, a estas alturas, que nos diga esas cosas, suena hasta estridente, porque Bermejo no es un hombre de partido, sino de causa. Al defenestrado ministro de justicia, el PSOE le importa mucho menos que lo que se puede hacer desde el PSOE, y eso se nota en estas ocasiones en que necesitas un partido detrás, como por ejemplo en el caso de José Blanco y Villa PSOE. Nada que ver.

La causa de Bermejo, posiblemente compartida con Garzón, era acabar con todas las derechas, quizás antes de acabar con todos los derechos, ambos tienen más de exterminadores convencidos que de ecologistas. Porque son creyentes fanáticos en su causa, se hacen a sí mismos en ella, como Robespierre. Y aunque no lo reconozcan, Zapatero les queda blandito con su carácter apacible y su buen talante.

En La Moncloa, viendo que hacían con los venados en esas correrías cinegéticas, se les ha encendido la bombilla de bajo consumo y han tenido una idea: hay que proteger a Bambi como sea, porque estos son capaces de dispararle sin ningún remordimiento. Pero hay que tener poca vista, mira que dedicarse a matar ciervos, ahora que Zapatero ya es recibido en el G-20 como uno más.

Bermejo y Garzón son personajes de sainete, habrá que esperar a ver el final de la obra, que huele a sangre hasta la tercera fila. Y Zapatero diciendo el día anterior que no va a permitir que nadie intimide a los jueces desde la política y al día siguiente aceptando la dimisión de su ministro de justicia. Tiene diversas lecturas, hagan ustedes la que les parezca bien. Ciertamente, si un personaje ha intimidado a los jueces en los últimos años ha sido Bermejo, al que le han hecho hasta la primera huelga judicial de la historia de España, y ahí lo había dejado en el congelador. ¿No habrá querido decir qué no va a permitir que nadie desde la política intime con los jueces?.

Y es que el Presidente del Gobierno no se ha caracterizado precisamente por la precisión fonémica, recuerden lo del "accidente" por querer decir atentado, y lo de la desaceleración por no decir crisis. Cohecho tiene dos acepciones, una tiene que ver con el soborno de los jueces, y otra con la preparación de la cosecha tras el barbecho. Esperemos que la segunda prevalezca sobre la primera y a ver si nos vamos aclarando, que apuntan a dar.


Biante de Priena

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