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martes, 3 de enero de 2012

¿Qué va a pasar con la crisis en España?


"En las grandes crisis, el corazón se rompe o se curte" Honoré de Balzac

Pues está cada día más claro: los políticos no tienen recursos para resolverla y necesitan de la colaboración del pueblo español para salir adelante, pero al mismo tiempo han perdido, gracias al gobierno que se ha ido y que se ha dedicado a hacer las mayores barbaridades de nuestra historia y al que ha llegado, que no supo impedirlas en su día, siendo elegido exclusivamente para quitarnos a Zapatero de encima; como digo, han perdido la mayor parte de su credibilidad, y los españoles estamos planteándonos que no necesitamos tantos representantes que lo único que hacen es aprovecharse de su posición y defender sus propios intereses personales y los de sus partidos, por encima de los intereses generales de todos los españoles.

Rajoy no tiene lo que se necesita para reconducir la situación, como Zapatero tampoco tuvo agallas para convertirnos en una república socialista, que eran sus auténticas intenciones. Lo que está claro es que huele a cambio de régimen, o al menos, a cambio “dentro del régimen”, no se puede soportar tanta memez en pleno siglo XXI, mucho menos cuando las decisiones de unos ineptos deciden el curso de nuestras vidas. Si lo que está aconteciendo no le cuesta la existencia a la partitocracia española, connivente en su alianza de intereses compartidos frente a los ciudadanos, al menos la va a dejar muy maltrecha. ¿Y cómo será el cambió dentro del régimen?

Pues como decía Charles Tilly en su libro sobre las revoluciones europeas, lo que realmente define la modernidad de Europa es la civilización de los militares, es decir, el sometimiento del poder militar al poder civil, o mejor dicho, político. En eso nos distinguimos del resto del mundo, en que en Europa ya no se dan golpes de Estado, pues posiblemente ahora venga una segunda vuelta de tuerca que consistirá en civilizar al poder político y posiblemente también, a sus aliados: el poder económico, el poder judicial y el poder mediático. Es decir, someter el poder político al poder civil. Esta crisis va a conducir a la civilización de todos los poderes, porque es hora de derrocar las últimas tiranías que nos quedan y ya no nos corresponden, una de ellas, quizás de las más perniciosas, es la tiranía de la ignorancia, representada en la ineptitud y la incapacidad de los que nos representan para corregir el rumbo de la nave en la que vamos todos. Pero cuando la ignorancia no sabe defenderse ante la razón entonces se transforma en mentira, difamación, censura y demagogia, que va destruyendo la democracia paulatinamente, quedando sólo la libertad como línea de resistencia.

Los hechos se desarrollarán de dos formas posibles, una pasando por la reforma prudente del régimen, con acuerdos que llevarán implícita la cesión de poder y privilegios por las castas gobernantes, establecimiento de un nuevo contrato cívico (no social como el de Rousseau) entre políticos y ciudadanos, reformas constitucionales para que los políticos cumplan con las leyes y en su defecto, sean sancionados, y por supuesto mucha mayor transparencia en los asuntos públicos en relación a lo que estamos acostumbrados, junto con la creación de una justicia independiente del poder político. La otra alternativa es la revolucionaria, aunque siempre con mucho talante, que tratará de ser dominada por los partidos de izquierda, que no lo lograrán porque tampoco son ya representativos del malestar ciudadano y que adoptará caminos más relacionados con la desobediencia civil y el anarquismo. Posiblemente al final sea un intercambio de ambas opciones lo que termine determinando el cambio político en España dentro del régimen, para no cambiar de régimen, porque hasta a los más liberales nos gusta la existencia de un Estado que funcione y garantice determinadas conquistas cívicas.

Así que entre las enseñanzas de Thomas S. Khun en los cambios de paradigma en la ciencia, siempre adheridos al cambio de poder, pasando por las enseñanzas de Gaetano Mosca en lo relativo a la sucesión de las élites y los principios del anarquismo de Bakunin, Proudhon y Koprotkin, junto con algo de lo relativo a la desobediencia civil de Thoreau y las enseñanzas de Chomsky y Revel sobre la manipulación de la información, ya tenemos los ingredientes necesarios para dar un salto cualitativo en las sociedades avanzadas, dejando atrás estos tiempos de cochambre y desenfreno depredador que se les ha ocurrido a los que deciden el curso de nuestras vidas tratándonos como siervos de su aristocracia, que ni les corresponde, ni se merecen, ni aceptaremos de ninguna forma.

Mientras los hechos se suceden podemos seguir jugando al parchís, pensando que si gana un color determinado la partida de la historia, las cosas cambiarán por completo, cuando en realidad, lo único que está claro es que lo del parchís se ha acabado, aquí jugamos todos o no juega nadie, y mucho menos con nuestras vidas. Y es que nos vamos dando cuenta de que si ganan ellos, la aristocracia política que rige nuestro destino, siempre perdemos nosotros y eso, una vez visto y constatado, lleva mal regreso a la invisibilidad.

Enrique Suárez

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