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jueves, 16 de febrero de 2012

El paro es una consecuencia de la crisis, no su causa

"En las crisis, es más importante para su resolución, la imaginación que el conocimiento" Albert Einstein


Ningún país ha resuelto jamás el paro subiendo los impuestos, sin embargo España lo sigue intentando, con un gobierno conservador que tiene mayoría absoluta en el Parlamento. Las políticas para resolver el paro pasan inexcusablemente por la creación de empleo. Hasta el año 2016 en el que se prevé que la economía pueda volver a crecer a un ritmo del 2,5-3 % anual no se creará empleo neto y lo único que se podrá es parchear la situación extra laboral de los más de cinco millones de parados que hay actualmente en España.

Estas cosas son las que no se cuentan a los españoles ni desde el Gobierno, ni desde la oposición, ni desde los medios de comunicación, con una “omertá de establishment” que haría ruborizar a cualquier demócrata formado y decente. ¿Por qué los políticos españoles siguen empeñados en ocultar la situación real que atraviesa nuestro país? Es un enigma insondable el escenario de embaucamiento que venimos sufriendo los maltratados ciudadanos españoles con el elenco que dice representarnos e informarnos. De lo que se deduce que no tienen ni pajolera idea de lo que tienen entre manos o que actúan con la más deleznable insidia sobre el derecho constitucional a la información veraz que los españoles necesitamos para tomar decisiones sobre nuestras vidas y proyectos, como se recoge en el artículo 20 de la CE de 1978.

Por mucho que se empeñen los sindicatos en negar la realidad, uno de los factores que mantiene la economía española retrasada con respecto a otros países de nuestro entorno europeo son las férreas condiciones de contratación que se han mantenido hasta ahora, los elevados costes sociales que produce cualquier contratación y la nefasta actitud de los agentes sociales, sindicatos y empresarios, por mantener sus privilegios con respecto al común de los ciudadanos.

Cada parado que se produce en España es una consecuencia de la crisis económica, no su causa. Por tanto, es de sentido común que para resolver la crisis en la que vivimos, hay que ocuparse de ella, y no de los parados, aunque suene extravagante. Sin embargo, tanto el PSOE como el PP, los sindicatos y los movimientos alternativos adheridos a las opciones más izquierdistas, consideran que el paro debe resolverse desatendiendo la crisis económica como prioridad. Triste es constatar su inmensa incultura política y económica, y también su maldad encubierta, porque a todo el mundo se le ha olvidado ya que los 3 millones de parados que tenemos ahora más que en el año 2004, fueron creados en tiempos de Gobiernos socialistas, con políticas sostenibles y planes E, derrochando el dinero público con el mismo criterio que un niño podría orinarse tras un tiesto.

Para crear empleo, lo primero que debe hacerse es crear riqueza, sin riqueza no se crea empleo. Sin embargo desde 2004 hasta ahora los españoles hemos perdido más del 25 % de nuestro poder adquisitivo, buena parte de esa pérdida ha sido por la subida de impuestos y las medidas estatistas creadas desde las locuras de La Moncloa.

Los socialistas de todos los partidos, referencia que incluye al PP, se piensan que con mayor intervención sobre la economía, se pueden resolver los problemas del paro en España, cuestión que preocupa a más del 85 % de los españoles.

Hay una cruel paradoja en este país y es la homogeneidad del pensamiento político que atraviesa a todos los partidos, a los sindicatos y a los empresarios. Ni una sola idea entre todos ellos para salir de la crisis económica con el dinero que nos cuestan.

Con lo sencillo que sería, algo tan inaudito en todos esos cerebros reunidos en comisión, ofrecer exenciones fiscales a las empresas que se localizaran en España, por periodos de dos o cinco años, siempre que invirtieran sus beneficios en la expansión de su empresa y la creación de nuevos puestos de trabajo. Nuestros descerebrados representantes no se dan cuenta de que, con una finta tan sencilla, recaudarían por IRPF los recursos que ahora tienen que abonar en forma de subsidios, los trabajadores que fueran contratados en esas empresas crearían nuevas opciones de consumo, lo que traería como consecuencia nuevos puestos de trabajo y la economía se pondría en marcha como un viejo tren de vapor al que le ha llegado el carbón que necesitaba para seguir su camino.

Pero esto no ocurrirá, no sólamente por la escasa inteligencia de nuestros gobernantes, representantes sindicales y empresariales, sino por otra poderosa razón: el Estado ha crecido tanto que requiere para no dejar de funcionar unas cargas impositivas insoportables, un paulatino empobrecimiento de la ciudadanía, y una subida de precios que se elevará sin descanso hasta más allá del año 2016 a un ritmo endiablado. Al escasear el negocio se reducirán los créditos, cerrarán cada día más empresas e iremos directamente hacia la estanflación.

La única forma de salir de la crisis en España es aprovechar la ventaja comparativa de ofrecer mejores condiciones para la instalación de empresas que nuestros rivales más próximos o lejanos. La única manera de atraer esas nuevas empresas es dejar que ganen más dinero que en otros lugares.

El mayor problema que tiene España es que es más atractiva para la inversión extranjera en una situación de debilidad que nos obligue a seguir empeñados en dedicar cada día más porcentaje de nuestro PIB a la amortización de la deuda (actualmente por encima del 25 % del PIB), que como escenario de inversiones productivas. ¿Para qué arriesgarse si se puede invertir en deuda, que lo resuelvan los Gobiernos empobreciendo a sus ciudadanos? No en vano, en el año 2006, España sufrió la mayor desinversión extranjera del mundo, mayor que la de los Estados Unidos de las quiebras encadenadas.

Pero mientras los cerebros que gobiernan y hacen oposición en este país sigan pensando que la crisis es una consecuencia del paro, y no su causa, seguiremos teniendo más crisis y más paro, y más políticos diciéndonos que hay brotes verdes en la luna a la que nos señalarán alborozados.

Enrique Suárez

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