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miércoles, 18 de abril de 2012

Argentina se devora a sí misma


"El que se ahoga no repara en lo que se agarra” José de San Martín

Los frentes políticos y económicos mundiales se van formando cada día con más precisión, la expropiación de YPF por el Gobierno de Cristina Kirchner ha sido la última entrega del drama que se representa actualmente en los escenarios de este mundo. La apropiación es un robo, independientemente de las condiciones de partida en el contrato de arrendamiento y explotación. Argentina tendrá todo el derecho que le corresponda en recobrar el dominio del Estado sobre YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), pero no tiene ningún derecho a hacerlo con la violencia que ha ejecutado su voluntad, y mucho menos después de haber invertido Repsol 20.000 millones de euros para que la explotación de los recursos fuera viable, más que una expropiación ha sido una incautación con ademanes de expolio. No muy distinta de las que se hacían en la Edad Media cuando los señores feudales cedían sus terrenos para ser cosechados por los campesinos y cuando la cosecha trabajada por ellos estaba recogida, ejercían la violencia para quedarse con ella, dejando a sus vasallos lo justo para su supervivencia y que pudieran seguir trabajando para la próxima siembra. Un abuso de poder que tendrá sus consecuencias no sólo con empresas españolas, sino con otras internacionales, con excepción de las que se quieran quedar con media Argentina y les ofrezcan hoy el yugo que les atenazará mañana.

Los mercados internacionales han intervenido rápidamente, elevando la prima de riesgo de Argentina (CDS hasta los 980 puntos) y elevando su riesgo de impago hasta el 51 %, mientras que la prima de riesgo española ha descendido 20 puntos y su riesgo de quiebra casi 2 puntos (34, 95 %), la bolsa española ha subido más de un 2 %, a pesar del 7 % que ha descendido REPSOL, mientras que la bolsa argentina ha perdido 3,29 % e YPF también ha descendido un 7 %. Los mercados han ejercido juicio, sentencia y condena en un día sobre la operación de incautación diseñada por La Cámpora, el grupo de jóvenes promesas del que se rodea la Presidente argentina.

Según parece hay varios motivos que se han cruzado para tomar la decisión en este momento y no en otro: la debilidad económica de España, la apertura de la economía argentina al gigante chino; la situación desesperada de la economía argentina que le ha llevado a vulnerar los tratados de la OMC, algo que ha sido denunciado ante las instancias que se ocupan del comercio mundial por 39 países –China condenó, pero no firmó-, y el hallazgo por parte de REPSOL de un yacimiento de hidrocarburos en Vaca Muerta que se considera el más importante de Argentina.

Argentina ha tomado un tren hacia el abismo económico de la autarquía, o lo que tal vez sea peor, hacia los brazos de empresas provenientes de regímenes totalitarios, convirtiéndose en el enésimo experimento bolivariano de América Latina. Las consecuencias a corto plazo es que el Gobierno argentino hará caja de forma rápida, vendiendo los derechos a otras compañías extranjeras de segundo orden, porque ninguna de primer orden se expondrá al riesgo que ha corrido REPSOL, renegociará un acuerdo más ventajoso que el establecido con REPSOL y terminará pagando a esta compañía por YPF lo que bien le parezca, evidentemente será una cifra que se alejará de los precios de mercado, es decir del precio real de los activos de la compañía española, accionista mayoritaria de YPF hasta la incautación.

Las posibilidades de que la operación resulte beneficiosa para Argentina a largo plazo son muy escasas, estas cosas tardan décadas en olvidarse en los mercados, además la economía intervenida del “corralito” es un invento argentino que sembró miseria en este país como nunca antes había acontecido.

Argentina tiene mala suerte con sus gobiernos, hay una fatalidad que persigue a los argentinos tanto con Juntas Militares como con inventos corruptos o peronistas. No en vano sus vecinos de Chile, Uruguay o el mismo Brasil, hace tiempo que se alejaron de la corrupción, sobrepasando a muchos países europeos en el control estricto de su imagen financiera, mientras Argentina se aproxima cada día más a los regímenes más corruptos del continente como Ecuador, Venezuela o Bolivia, precisamente los abanderados del bolivarianismo.

Con esta decisión Argentina ha tomado el tren equivocado que le conducirá al pasado y la alejará del futuro, la fatalidad se cierne nuevamente sobre la tierra de San Martín, lástima que no le hayan hecho caso en sus enseñanzas, cuando dijo: “Uno debe saber vivir con el dinero que tiene”, algo que nunca se ha comprendido en la explotación intensiva de recursos de la tierra de los gauchos que trata de promover el Gobierno de la viuda Kirchner, que no ha reparado que el pan para hoy, no asegura que mañana no haya hambre, y entonces ¿quién le va a vender la harina si corre el riesgo de no cobrarla?. Es mal negocio vender un país a los inversores extranjeros, pero peor es no tener a nadie que te lo compre cuando necesites venderlo.

Enrique Suárez

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