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jueves, 2 de febrero de 2012

La supervivencia de Asturias

Sísifo en Wroclaw, Polonia

"El ruiseñor se niega anidar en la jaula, para que la esclavitud no sea el destino de su cría" Khalil Gibran

Menos conocida en su evolución que los casos andaluz, extremeño o castellano-manchego, el Principado de Asturias ha sido la joya de la corona del socialismo español durante los últimos 30 años, en que sus habitantes han perdido más poder adquisitivo que en ninguna otra comunidad española, aún así, amortiguado por la sobredimensionada cantidad de pensionistas que habitan en esta tierra. Si la situación de España es catastrófica, tras los últimos siete años de Gobierno socialista, la de Asturias alcanza cotas de tragedia griega.

Los indicadores económicos, sociales, políticos, culturales, de infraestructuras y humanos de Asturias, no han dejado de disminuir a lo largo de las últimas tres décadas. Prueba de la debacle que se atraviesa en el Principado es la situación demográfica, porque perdidos todos los anclajes del bienestar, Asturias es la primera comunidad que comienza en España el camino lento de la extinción, la que lleva perdiendo población desde hace una década. Recientemente, un experto publicaba la aterradora cifra de que Asturias perdería un 40 % de su población en un futuro próximo. Ninguna comunidad española se encuentra en una situación similar.

Hacia la extinción

Asturias es una de las comunidades más envejecidas de España, con la tasa de mortalidad más elevada en las últimas décadas, al igual que la tasa de nacimientos más baja de Europa en varios años y de España en los últimos treinta años. Pero además tiene una tasa de emigración juvenil de las más elevadas del país y la tasa de inmigración más baja de España, tres veces menor que la media, mostrando que la economía expulsa a los jóvenes asturianos y rechaza la llegada de inmigrantes, lo que incrementa paulatinamente el envejecimiento y la disminución de la población. No en vano la tasa de actividad laboral es la más baja de todas las comunidades españolas. Pero además, Asturias tiene el nefasto honor de ser la comunidad con más suicidios consumados, además de ser la que tiene el potencial de vida más bajo de España.

También tiene el mérito de ser la comunidad con más riesgo de empobrecimiento, individual y colectivo, de todas las españolas. En Asturias hay una superinflación de pensionistas, aproximadamente unos 350.000, un paro creciente que ya sobrepasa los 90.000 ciudadanos, y una población activa, cada día más mermada que ya baja de los 390.000 ciudadanos. Además, los funcionarios que suman unos 65.000 no han dejado de crecer durante los últimos años. Los indicadores de dinamismo económico son los más bajos del país y el potencial de recuperación el más escaso. Todos los sectores productivos llevan perdiendo activos desde hace una década.

En Asturias, la corrupción política es infinita, tan inmensa que ha logrado incidir sobre el bienestar de los ciudadanos, sobre la propia demografía, algo que indica su profundidad. El grado de deterioro institucional, de connivencias entre poderes, de intoxicación informativa, de manipulación de la opinión pública, de ausencia de responsabilidad política que existe en Asturias no se da en ningún otro lugar de España. La corrupción existente en Asturias alcanza proporciones de terrorismo de Estado, porque está expulsando a los asturianos de Asturias como el terrorismo de ETA expulsó a muchos vascos de Euskadi. Actualmente se investiga solo la punta del iceberg y ya han pasado tres altos cargos en la cárcel. Lo de los casos Gürtell, Pretoria, Palau, o Matesa son juegos de niños comparado con lo existente en este maltratada comunidad.

¿Y cómo ha podido pasar desapercibida esta catástrofe para los asturianos y los españoles durante los últimos años? ¿Por qué no han saltado las alarmas? ¿Por qué nadie ha denunciado lo que ocurre? Sencillamente, porque en Asturias hay una casta política que se ha erigido en soberana convirtiendo a los asturianos en siervos de su sevicia. Los Gobiernos del PSOE-IU no han sido contestados por el PP, porque las camarillas que gobiernan estos partidos se han ocupado de apoltronarse y defender su estatus, a pesar de la quiebra paulatina que iba aconteciendo en el Principado, han configurado un contubernio: el pacto del duerno, que se ha erigido en personificación de la tiranía y la opresión. Pero no han sido los únicos, los miembros de la federación de empresarios y los sindicatos han hecho lo mismo.

Las instituciones públicas y privadas, que debieran representar la sociedad civil otro tanto, y los medios de comunicación han completado la obra, bien desde la propaganda ejercida por los medios públicos y los privados subvencionados, como por la censura sobre la auténtica situación de la región, la mayoría de los asturianos no han llegado a conocer la penosa situación a la que se enfrentan. En Asturias, los réditos del dinero público se reparten entre el PSOE-PP-IU, los medios de comunicación subvencionados, los empresarios subvencionados, los sindicatos subvencionados y los afines subvencionados, caso de todos “los chiringuitos públicos” que en realidad servían para colocar a los “amigos” y hacer negocios con los “afines”.

La realidad sin maquillajes

Esta situación es la que se ha encontrado Francisco Álvarez Cascos cuando formó Gobierno el pasado mes de junio, en minoría, y bloqueado desde el minuto cero por “el establishment reaccionario”, que en Asturias ha sido bautizado como la cofradía del duerno. Ésta es la realidad que hoy se sigue ocultando a los asturianos por los partidos PSOE-PP-IU y “sus” medios de comunicación, ésta es la situación consentida por la opinión pública desinformada y manipulada, que prefiere vivir a espaldas de la realidad, que afrontar de una vez todos los riesgos a los que se enfrenta.

Francisco Álvarez Cascos no es un idiota, ni un soberbio, ni un autoritario, sino un político responsable que se enfrenta a una situación propia de un abandono secular y una ruina enmascarada. Sabe que para resolver los problemas de Asturias solo se puede hacer entre todas las fuerzas políticas y ese objetivo es el que ha intentado desde el primer día en que formó Gobierno, pero sus oponentes saben que si entran en algún acuerdo para resolver los problemas de Asturias, acabarán perdiendo la magnífica situación de oprobio de los asturianos que han logrado construir durante tres décadas, con inmensos privilegios y beneficios para sus caciques y gerifaltes, y para la corte subvencionada que les acompaña, en la que se incluyen la inmensa mayoría de los medios de comunicación, públicos y privados.

Prueba de que ni principios, ni ideología, ni otros valores que la supervivencia de sus dirigentes guían los pasos de los partidos que conforman “el pacto del duerno”, PSOE-PP-IU, es que no han dudado un momento en rechazar cualquier acuerdo con Foro para sacar los presupuestos adelante, unos presupuestos elaborados durante los últimos tres meses a los que el Gobierno y el Presidente han dedicado todas sus energías. Tal actitud de desprecio hacia el trabajo de todo su equipo y a sus mejores intenciones para sacar Asturias de la situación lastimosa en la que se encuentra, es lo que ha obligado al Presidente de Asturias a convocar elecciones autonómicas para el próximo 25 de marzo, sabiendo que se enfrentará de nuevo a la tergiversación interesada de la realidad que nos brindarán sus oponentes, a la manipulación de la información y los datos, en función de sus intereses y a esa desidia por el porvenir de Asturias que ha caracterizado al “pacto del duerno” durante los últimos treinta años, siempre que estuvieran a salvo las prebendas y ventajas que atesoran las cúpulas de los partidos que lo conforman.

La proeza numantina de Foro, a fecha actual, que pasa por obtener una mayoría absoluta, es prácticamente imposible, el desgaste que puede ocasionar al partido de Francisco Álvarez Cascos la convocatoria de nuevas elecciones, a poco más de ocho meses de las últimas, es un riesgo extraordinario. La única posibilidad de alcanzar un triunfo pasa por la denuncia mantenida y permanente de todo lo ocurrido en Asturias durante los últimos años, por una comunicación exhaustiva de la auténtica realidad económica, política y social del Principado, y por la creación de una conciencia colectiva de la que los asturianos carecen tras décadas de manipulación. Eso indica dos cosas: la situación desesperada a la que nos enfrentamos y el coraje salomónico de Francisco Álvarez Cascos al enfrentarse responsablemente al riesgo de la propia supervivencia de su partido, en aras de resolver los problemas de Asturias y los asturianos.

Sólo la alianza entre Foro y la opinión pública mayoritaria de Asturias puede salvarnos del marasmo, para eso se necesita un sistema de comunicación en el partido de Francisco Álvarez Cascos del que no se han visto hasta ahora ni señales, porque en esta ocasión, más que nunca, sólo se vencerá convenciendo y para eso se necesita una comunicación de la que Foro ha carecido, bien por su amordazamiento o por su propia incapacidad, con mensajes claros y contundentes, informaciones contrastadas y una proyección de la situación de alarma extrema en la que se encuentra el Principado de Asturias. Y al mismo tiempo, contrarrestar la falacia continuada, el embaucamiento insidioso, que es habitual en los medios de comunicación, que rayan su vesania en cotas de estafa pública.

Si no resplandece la verdad, seguirán resplandeciendo las mentiras transformadas en verdad, que nos han brindado los aprovechados egoístas que han dirigido, opositado e informado sobre esta comunidad hasta ahora, desde hace décadas. No basta con cruzar los dedos, hay que cruzar el umbral de atención permanente de todos los asturianos, para lo que quedan sólamente 52 días y un millón de dificultades. Algunos dicen que es una locura la decisión de Cascos en estas circunstancias, a mí, más bien, me parece que lo que es una locura es el empeño que tienen los reaccionarios en convencernos de ello y la extrema inocencia de muchos asturianos al creérselo; la misma vesania tienen los del duerno que tendría un ladino ladrón al tratar de convencernos de que nos roba por nuestro bien y que deberíamos manifestarle nuestro agradecimiento, cuando ha asesinado al policía que venía a detenerlos.

Enrique Suárez

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