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lunes, 1 de diciembre de 2014

Hablando claro: ni casta, ni podemos


Si la casta es la representación inícua y desquiciada del poder, en su plena magnitud y su voraz profundidad, que ha secuestrado las instituciones españolas, hasta ser responsable de toda la corrupción, fraude y menosprecio cívico que nos concede, la derecha de la casta formada por todos los partidos con poder y representación, por dejarlo claro; Podemos es la izquierda de la casta, que sin cambiar instituciones, ni hábitos, ni perseguir delitos cometidos pretende imponernos como alternativa un programa comunista estrafalario, absolutamente incompatible con la idiosincrasia española, los problemas que tenemos y nuestra condición europea. 

Si la casta de derechas en la que se reúnen todos los partidos con representación y poder está formada por ilusionistas, la de izquierdas, que aspira a desplazarlos del poder, está formada por iluminados. Es hora de que dejemos de jugarnos nuestro porvenir entre ilusionistas e iluminados y alcancemos definitivamente la realidad

La inmensa mayoría de los españoles sabemos que tenemos un grave problema con la representación política afincada de forma sectaria en los partidos políticos de todos los colores, como se ha podido comprobar en las pasadas elecciones europeas, en la que los apoyos a todos los partidos –incluido Podemos- recibieron un 42 % de apoyo electoral, porque el 58 % de los españoles con derecho a voto no avaló a ninguno. Más recientemente en el simulacro independentista de Cataluña, sólo un tercio de los catalanes acudió a la convocatoria de todos los partidos que gobiernan la comunidad en simulacro de secesionismo ininterrumpido.

La representación política española tiene un grave problema de legitimidad, que la casta trata de resolver con un simulacro de regeneración desde el poder y un simulacro de amenaza a la coherencia representado por Podemos. Pero en este país ya no estamos para simulacros, porque como no se inicie el camino sustancial de devolver este país a la democracia real, tras el secuestro desde el poder que se ha venido cometiendo durante las últimas décadas,  cualquier día nos despertaremos con un simulacro de revolución y violencia, que vamos a terminar pagando todos.

Es hora de dejar atrás todos los simulacros que sólo sirven para ocultar todas las mentiras y corrupciones del poder y dan alas a las hordas de coletaris y posiblemente, en breve, a las de los nazis sin cuartel que esperan una oportunidad para romper con cualquier recuerdo de orden,  normalidad y tranquilidad. Es hora de devolver al congelador de la historia el huevo de la serpiente, porque de otra forma el precio del descalabro cometido desde el poder no lo van a pagar exclusivamente los criminales que lo han cometido, sino todos los españoles. 

Es hora de que rindan cuentas y se dejen de cuentos, este país no soporta más el burka que tratan de imponerle, los de la casta y los de Podemos. Ni Ormuz, ni Ahriman, el maniqueísmo es tan arcaico como la soberbia, desmesura, osadía y miseria de los representantes del poder a lo largo de la historia, contra hibrys, no queda otra que Némesis, cuando Até, la diosa de la fatalidad anda suelta. 

La hora de la verdad se aproxima y va a dejar en pelotas a todos lo que representan el simulacro de democracia en que han convertido nuestra existencia, tras habernos dejado despojados, devastados y demolidos a quienes un día, crédulos, ingénuos e inocentes,  les alzamos al poder. La nación española tiene un poder supremo y soberano, el pueblo español, todos los demás, rey, partidos, instituciones y poderes fácticos son prescindibles. El pueblo español hablará y decidirá cuando le salga de las narices, no cuando se lo permitan y consientan los tiranos, para ser lo que se es, no hace falta permiso, ni concesiones.

Enrique Suárez

Libertad para los españoles


Hace 40 años la gente estaba en las calles pidiendo libertad, para este país y para sus ciudadanos, la libertad por entonces tenía como destino acudir a las urnas  en democracia y poder elegir entre las distintas opciones que se presentaban para representarnos políticamente.

Hace 40 años un pueblo daba su salto definitivo a la democracia, después de 40 años de dictadura tras una guerra civil, había ilusión y esperanza en la gente, confianza en la política y en los políticos, y una magnífica agregación colectiva para construir nuestros sueños.

¿Qué hemos hecho? ¿Qué han hecho aquellos a los que les hemos concedido nuestra representación para encontrarnos actualmente políticamente devastados, cívicamente desmoralizados, perdidos y desvalidos? ¿Qué se ha hecho mal?

Estas preguntas merecen una reflexión, el próximo 6 de diciembre se cumplirán 36 años de la Constitución vigente, que es el nexo común entre todos los españoles, mejor dicho, entre casi todos, porque algunos españoles no quieren saber nada de ella, mientras el Gobierno del Estado se equivoca al permitir los juegos malabares que algunos se conceden impunemente, en Cataluña, Andalucía o Madrid.

Sin duda todo esto tiene una explicación, aunque sea compleja, por mi parte daré referencia de los tres elementos que constituyen el origen de la catástrofe: 

El primero sin duda alguna fue el Golpe de Estado dado por José Luis Rodríguez Zapatero al votar en el Parlamento Español un Estatut de Cataluña que luego resultó inconstitucional en sus aspectos fundamentales, sin que nadie exigiera el regreso a la legalidad en tierras catalanas. ¿Por qué Zapatero cometió prevaricación que nadie se atreverá a reclamarle?. Por mi parte lo tengo claro, para ocultar la tierra quemada que iba a dejar como legado a los españoles tras su penoso discurrir por la historia de este país como Presidente del Gobierno

El segundo la desmesurada corrupción existente en este país, que interesa a todas las formaciones políticas, en mayor o menor medida, incluido el Gobierno nacional y la casi totalidad de los Gobiernos autonómicos. Vivimos en un Fallo de Estado y un fracaso institucional, que incluye a la justicia y todos los órganos de control, incluida la prensa al servicio del poder político, para ocultar la impune conducta de los políticos de este país que han desvalijado instituciones y recursos públicos a su voluntad, sin recibir la sanción correspondiente y las inhabilitaciones oportunas. Que nadie se olvide que si dentro de los partidos políticos hay autores materiales de los delitos cometidos, todos los demás que les han acompañado en las siglas son cómplices o en su defecto unos negligentes que lo han permitido.

En tercer y último lugar, la soberana incapacidad de los españoles de poner orden en el caos existente, ejerciendo sus libertades y derechos cívicos hasta acorralar a los depredadores de su bienestar, por el contrario, la mayoría de los españoles esperan soluciones milagrosas o mesías que les salven del destino seguro de quiebra democrática que les espera, además de la continuidad en el despojo que se cometerá desde la política sobre ellos. Absortos en la ceremonia de la confusión que se ha organizado desde el poder para ocultar sus crímenes, mientras nos cuentan cuentos y no rinden cuentas.
Sólo hay una forma de resolver nuestros problemas con la forma de gobernarnos y pasa ineludiblemente por desalojar del poder a todos los crápulas que lo ocupan e impedir que otros similares, disfrazados de diferentes, puedan ocuparlo. Si queremos que cambien las cosas, no queda otra, es hora de que cambiemos nuestras actitudes hacia el poder, mientras la calaña que nos representa nos siga considerando sus siervos y no sus soberanos, nada cambiará en este país.

Enrique Suárez

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