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domingo, 28 de marzo de 2010

La derecha nos roba... y también la izquierda


Tengo la premonición de que los españoles cada día estamos más próximos a un lugar de encuentro, al que los políticos nos empujan sin descanso, en cierta forma, nunca desde la primera transición había visto a esta gran nación , que es España, más cohesionada; posiblemente se deba nuestra cohesión a la irreducible fractura que se ha producido en los últimos años entre los ciudadanos y los políticos. Presiento la luz al final del túnel.

Creo que los españoles cada día estamos más próximos a un acuerdo sobre las cuestiones políticas, fundamentalmente sobre nuestra relación de ciudadanos con los partidos políticos, que clama por un nuevo contrato, en el que mutuo respeto, rigor en el ejercicio de sus funciones y responsabilidad de sus actos y los nuestros, sean fundamentales, eliminando toda sospecha de corrupción. ¿A qué mayor ambición que la honestidad podemos aspirar unos y otros? Evidentemente, en los últimos tiempos hemos comprobado que la honestidad brilla por su ausencia en el escenario de la política española, pero también podemos comprobar que nuestros bajos instintos humanos se encuentran cada noche con un programa de televisión.

Pero para que la honestidad se produzca son necesarios muchos precursores, unos positivos y otros negativos, unos de reafirmación y otros de denuncia. Verán ustedes, la diferencia entre el PP y el PSOE no es otra más que la forma de detraer dinero público, mientras que en el PP hay un señor o una pequeña camarilla que se lleva la pasta, por el arte de pagarse a sí mismo, en el PSOE, la camarilla se amplía a colectivo y se reparten entre más gente los latrocinios, eso sí, siempre aderezándolos con algún motivo supuestamente loable, que propone la salvación de sus semejantes. Los nacionalistas, con aquello de que tienen como objetivo la construcción de su nueva patria, parece que tienen la legitimidad de trincar lo que se pueda, siempre “que se haga nación”.

Pero el problema inmenso que tenemos la mayoría de los españoles, es que pagamos al virtuoso y la camarilla, a los colectivos salvadores y a los fundadores de nuevas patrias con el dinero que ahora necesitamos para crear puestos de trabajo, reducir el déficit, hacer infraestructuras, reducir la deuda y pagar los servicios gestionados por el Estado, en sus múltiples representaciones. No es justo, que tengamos que prescindir de lo que realmente necesitamos, para que algunos puedan saciar sus instintos egoístas.

Sigo pensando, y lo seguiré haciendo, que no hay ideología que justifique la apropiación de dinero público para otra cosa que no sea más que el interés general. Es hora de concluir definitivamente con el patronazgo político de causas que tienen como único objetivo el cultivo electoral con el dinero de todos los españoles. El PSOE debería dar ejemplo de honestidad, y dejar de regar con el dinero de todos sus campos electorales, porque de otra forma, ¿qué legitimidad tiene para criticar a los demás como corruptos?.

¿Es que se diferencia de alguna forma lo de robar, y es más inmoral incrementar la actividad económica de la construcción en Mallorca, remodelando palacetes, que construir obras públicas que no tienen más sentido que proporcionar subsidios a los votantes del partido socialista y gloria para el cacique que contrata jornaleros en Andalucía para que puedan cobrar el subsidio?.

Tan inmoral y carente de ética es quedarse con lo ajeno para disfrute personal, como utilizarlo para seguir en política disfrutando personalmente de las ventajas que proporciona el poder (esas que jamás les corresponderían si no estuvieran en política), de la caridad a la que denominan solidaridad, manteniendo en servidumbre a los electores cautivos de la generosidad de un régimen corrupto, como si no fueran ciudadanos de una democracia.

La única diferencia entre un megalómano del PP que se construye un palacio, y los megalómanos del PSOE que disfrutan de una vida palaciega, es que los del PP no tienen siervos de su ideología y los del PSOE cultivan y mantienen a sus siervos (porque son unos caciques en realidad) con el dinero de todos los españoles, a costa de todos los españoles, para que les voten a ellos cuando corresponda. Hay otra diferencia, la propaganda, cuando un socialista va a un restaurante de cinco tenedores o un hotel de cinco estrellas a costa del erario público, lo hace con un claro interes social, para comprobar que todo funciona correctamente, mientras que cuando lo hace un conservador, lo hace porque es un facha egoista que sólo piensa en si mismo.

Biante de Priena

Y a la tercera década resucitó


“Así como de la noche nace el claro del día, de la opresión nace la libertad”.

Benito Pérez Galdós

En España, nos habíamos zafado con la llegada de la democracia de ser la pandereta europea del anacronismo, la reserva espiritual de Occidente; corría el año 1978, cuando los españoles acudimos a votar con alegría la primera Constitución democrática tras cuarenta largos años de dictadura y petrificación. Franco, aquel dictador sobrealzado a genocida por la propaganda de la izquierda, se había muerto en la cama el 20 de noviembre de 1975, (a pesar de todos los “partisanos de salón” que luego se apuntaron su derrocamiento), diciendo que lo dejaba todo “atado y bien atado”. Los españoles creímos que no tenía razón, que era una baladronada de agonía, hasta que José Luis llegó al poder.

José Luis, ha logrado lo que ningún otro presidente de Gobierno en España, que recordemos a Franco, para compararlo con él. Hoy, un buen amigo que siempre ha votado por el PSOE me ha dicho: ¿Tú qué crees, que había más opresión con Franco en sus últimos días o ahora?. Me sorprendió su pregunta, en verdad no la esperaba, pero también me sorprendió mi reacción, al quedarme reflexionando unos instantes. ¿Cómo podía siquiera dudar que en una democracia podía haber tanta opresión como en una dictadura?. Al final le respondí que las cosas eran diferentes, que entonces había más represión sin libertad y hoy hay más represión con libertad. No se quedó satisfecho, pero continuamos hablando de otras cosas, él tampoco quería diseccionar la realidad con detalle.

Sin embargo, la idea se quedó revoloteando en mi cabeza y tomé la decisión de escribir un artículo sobre lo acontecido. Ahora que lo estoy haciendo, he vuelto a pensar sobre la pregunta, extrayendo algunas conclusiones que me dispongo a compartir con ustedes.

Sin duda, los gobiernos de José Luis son los más represores de la libertad en democracia que hemos sufrido los españoles, tengo la extraña sensación de que el PSOE ha recobrado la tentación del poder totalitario que habíamos dejado atrás con el franquismo, convirtiendo en un régimen de tiranía singular el gobierno de los españoles.

Resulta difícil comprender como pueden ocurrir estas cosas en un país que se considera democrático y que forma parte de la Unión Europea (una colección de países con democracias avanzadas), pero de hecho está ocurriendo. Resulta extraño comprenderlo, y más, porque en España estamos más acostumbrados a las dictaduras de derecha y desconocemos lo que son las dictaduras de izquierda, por esa ignorancia irredenta de considerar que todo lo que proviene de la izquierda es fuente de libertad y lo que proviene de la derecha de opresión, un “meme” bien implantado por la propaganda socialista en el imaginario colectivo de los ciudadanos españoles.

Pero si hacemos una comparación del nuevo régimen de la ceja con el régimen franquista, observaremos siendo ecuánimes, extraños paralelismos: que los sindicatos de clase, UGT y CCOO, tienen un inexplicable aroma a sindicatos verticales; que los numerosos colectivos subvencionados y afines al régimen recuerdan extrañamente a la Falange, que incluso contamos con el Ministerio de Igualdad y el Instituto de la Mujer, que es una versión moderna de la Sección Femenina (Feminista en este caso), y que los medios de comunicación de nuestra época, subvencionados como los de la época franquista, bien recuerdan a Pueblo, Arriba, Ya o El Alcázar por su forma de hacer crítica sostenible. Puede ser casualidad, cosas de la serendipia esa.

El análisis comparativo también se puede extender a la cultura, si en el franquismo se apoyaba el fútbol para gasear conciencias hoy tenemos partidos televisados siete días a la semana, si en el franquismo había gran interés entre la opinión pública por la vida de los aristócratas y notables, hoy la tenemos por toda la purria de la sociedad en todas sus representaciones. Si en el franquismo se consideraba que el País Vasco y Cataluña eran problemas irresolubles para España, seguimos considerando que lo siguen siendo (o nos siguen haciendo ver lo mismo). Si en Cataluña no se podía hablar catalán por ley, hoy no se puede hablar castellano por ley.

Si en aquella época la misa de los domingos era sagrada, hoy son sagrados los apagones solidarios, el pensamiento políticamente correcto, la SGAE, la economía sostenible, el pacifismo, la igualdad de género, la fraternidad universal y otras muchas creencias de nuevo cuño que forman el apaño ideológico que sustenta a la secta.

En cuanto a la comunicación que nos proporcionan los medios informativos, pues creo que prácticamente es la misma que entonces nos proporcionaban los del franquismo, si la comparamos con la realidad auténtica, porque no es otra que la que puede superar la censura que arrebataría las subvenciones políticas. Sí es cierto que hoy existe internet, que se ha convertido en el paraíso de la rumorología como antes lo era la calle, donde se contaban todas las cosas que ocurrían, pero en voz baja, no vaya a ser que alguien del Sitel de entonces nos estuviera escuchando.

Incluso los patrones de creencia implantada siguen las mismas leyes de persuasión, en puro sincretismo con la religión católica, imperante en aquellos tiempos. El PSOE es un pesebre, un nacimiento en el que el niño-dios es José Luis, San José Blanco su padre putativo, la virgen de la Vega su madre inmaculada, Cándido Méndez la vaca que da leche, y Díaz Ferrán, el burro que no sabe nada. Esta es la Sagrada Familia del socialismo español. Completan la escena los ángeles anunciadores, puesto por el que compiten El País, Público, La SER, El Periódico, la Sexta, y Cuatro. También tenemos a los Reyes Magos venidos de Occidente, representados en Fidel Castro, Hugo Chávez, y Evo Morales (nos ha fallado Obama) y luego una multitud de pastorcillos que acuden a adorar a niño José Luis con su voto, para que reparta los salarios sociales como si fuera el mismo Dios y la Economía Sostenible la representación del Maná y del infinito poder de la Divina Providencia del Estado. Y por último, tenemos a los amigos de la ceja cantando villancicos para animar la buena nueva. ¿No me digan que no es entrañable este magnífico y espléndido espectáculo laico tan lejano y distante de las creencias tradicionales de los españoles?.

Hagamos balance, le respondía a mi amigo que en el franquismo había más opresión sin libertad y hoy hay más opresión en libertad. Al menos yo puedo escribir estas palabras y ésto es un síntoma de libertad (con Franco también podría hacerlo y repartirlas discretamente entre la gente), pero como estas palabras tendrán que competir con los miles de millones de palabras, sin sentido y con sentido, que hoy aparezcan en la escena pública, tendrán una escasa probabilidad de que más de 500 personas lleguen a leerlas, y posiblemente, menos de 20 lectores lleguen a considerar su importancia y piensen por sí mismos si hay más opresión ahora o con Franco. Para esas 20 personas reflexiono y escribo, es como lanzar un mensaje en una botella al océano y esperar a que alguien lo descubra antes de que estemos muertos y lo termine leyendo en la televisión antes de La Noria, soñar despierto es gratis. Antes, con Franco, cada noticia subversiva llegaba a todas partes porque el clima social era de rebeldía, hoy, con José Luis, se muere al instante, porque entre todas las que surgen, pocas llegan a sobrevivir, en un clima de desentendimiento y desafecto. Si mi amigo me hubiera preguntado si había más adoctrinamiento con Franco o ahora, sin duda le habría respondido que ahora.

Concluyo diciendo que el paralelismo entre la opresión ejercida sobre la opinión pública en los últimos años del franquismo y la actual, no hay demasiadas diferencias, al menos en su intensidad, sospecho que incluso en estos momentos hay mucha más gente cobrando del Estado, es decir de nuestros impuestos, de la que había por entonces, para hacer buena propaganda del Gobierno y mala de todos sus rivales. Lo que ayer nos gastábamos en censores del franquismo, seguro que no es nada comparado con lo que hoy nos gastamos con los mentores del PSOE y los detractores de todo lo demás, que viven de la propaganda. Entre otras cosas, por eso nos siguen mirando a los españoles desde otros países como un engendro exótico, así se llena el país de turistas todos los veranos (y que no falten) , vienen a observarnos, en nuestra jaula particular, como cuando se visita un zoológico, como si fuéramos una tribu ancestral y paradójica, a mitad de camino entre la barbarie y la civilización.

No han sido tres años, Vizcaíno Casas, han sido muchos más, hemos tardado tres décadas pero al final Franco ha resucitado, ahora se llama José Luis.

Biante de Priena

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