
Y lo ha hecho en la cama, como se mueren los dictadores controvertidos. Recrearse en sus desmanes, las barbaridades de su régimen, los asesinatos, las torturas, los desaparecidos, creo que ya no tiene demasiado sentido. Con tanta memoria es imposible seguir adelante, por que el pasado cruel tira demasiado, detiene la vida e impide todo avance.
Se cierra un capítulo en la historia de Chile, ese país longitudinal en forma de cornisa, que mira al pacífico desde la geografía, pero a España desde la historia. El único que en su himno glorifica a la madre patria, a nuestro país, España. Es un país honesto, y de ahí su pujanza económica, su democracia vigente, y su extraordinario futuro.
También se cierra un capítulo en la historia de América, por qué Pinochet era el último representante de las dictaduras militares sudamericanas que brotaron a mediados del siglo XX, fundamentalmente en el Cono Sur, pero también en Centroamérica.
En la América más próxima, brotan las democracias por doquier, pero todavía quedan muchos problemas por resolver en la eliminación de la corrupción que impide el camino hacia la igualdad social necesaria para consolidar el futuro. Para eso se necesita erradicar a los militares de la política, como decía Tilly en su libro sobre las revoluciones. Los militares tienen aún demasiado poder en sus manos.
Pero hay que ser justo, los militares no son sólo los de la derecha, también los hay en la izquierda. Hay que superar de una vez por todas la iconografía de militares buenos y malos, de militares para el pueblo o contra el pueblo.
Los militares siempre están con el Estado y con sus intereses personales, sean de izquierdas o de derechas, unos buscan el baño de masas y otros no, sencillamente. Unos están a favor del gran hermano yanke y otros en contra. Son estéticas diferentes, que parten de una misma ética opresiva para el pueblo.
Cuando Fidel Castro se muera, habrá tanta alegría y tristeza en mucha gente como la que ha habido con Pinochet. Mientras un amplio sector de la izquierda, no acepte que el dictador cubano ha sido tan sanguinario como Pinochet o los dictadores argentinos, no se podrá avanzar hacia un futuro sincero y justo.
Recientemente, otro militar, Hugo Chávez, ha ganado unas elecciones con más del 60 % de apoyo electoral, con todo el dinero del petróleo, y se ha impuesto como tarea el aplastamiento cultural de los venezolanos, repartiendo pan y miseria. Como los emperadores romanos, busca el apoyo regalándole al pueblo lo que es del pueblo, para obtener su beneplácito.
Creo que ha llegado el momento, de aceptar que la mezquindad, la opresión, y las barbaridades de los poderes personalizados en un líder carismático, en un “salvador”, deben ser eliminadas de la faz de la tierra. Todos los poderes personales son nocivos para el pueblo.
Los asesinos de la libertad son asesinos siempre, sea cual sea el color de su bandera. El asesino Augusto Pinochet y el asesino Fidel Castro, se parecen mucho más de lo que se diferencian, aunque haya muchos interesados en convencernos de lo contrario.
Biante de Priene