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domingo, 27 de abril de 2008

La clase política y los demás

No me resigno a que me representen unos sinvergüenzas, que además son unos ineptos que en las mismas circunstancias que nos corresponden a los demás, estarían muy por debajo del lugar social al que les ha alzado la política. Me bajo de este sistema corrupto, aunque sea en marcha. No se puede aguantar a tanto mequetrefe viviendo del erario público haciendo chapuzas sin parar. ¿Dónde se puede apostatar de este telar al que denominan "democracia" y para nada lo es?. Esto no es una democracia es una "agencia de bienestar privada".

En este país hay muchas varas de medir, pero hay una esencialmente perniciosa para la convivencia pacífica, me refiero a la diferencia insoportable que existe entre la evaluación de la gestión laboral de los ciudadanos de a pie y la de los políticos.

En primer lugar los sueldos que cobran por representarnos, las dietas, las prestaciones incontrolables, las ventajas en los servicios públicos, en numerosas empresas. Estos “ciudadanos ejemplares” han convertido el Estado en un economato como los militares en la época de Franco. Viajan gratis, cargan sus comidas al Estado, sus hijos reciben beneficios que ningún ciudadano obtendrá en su vida, y así se perpetúa el sistema, para que se pueda transmitir por herencia. Son una casta y los demás somos "intocables".

En segundo lugar, están las informaciones privilegiadas “generadas”, pongamos por ejemplo que el ínclito representante máximo de la sanidad en este país se llame a unos “amiguetes” y les recomiende comprar acciones de compañías relacionadas con el aceite de oliva, y al día siguiente comunica que no se que pasa con el aceite de girasol.

En tercer lugar, está la mentira en su presentación, vuelvo en esta ocasión a referirme al ministro de sanidad que ha inflado su currículo, presentándose como “una lumbrera” cuando está más próximo a la iluminación de un petimetre. Pero hay otros casos como el de Saura, José Blanco, Montilla, etc. ¿Se acuerdan de Roldán?.

En cuarto lugar están las ventajas que les conceden las empresas privadas, por ejemplo las de comunicación, pero las de transportes, las inmobiliarias, y cualquier otra les conceden un trato preferencial. No sé si recuerdan a como se compraban los chalets en la época de Corcuera y González, cuando no se dedican a hacerse “spas” a costa de nuestros impuestos.

Y en quinto lugar está la corrupción de un Estado donde la libertad se ha restringido porque no existe la igualdad de oportunidades, los políticos han llenado la administración pública de contratados a dedo, a lo largo de todo el escalafón. En comunidades como Andalucía no hay un solo puesto o puestecillo en el que se tenga un mínimo poder que no esté ocupado por el afín, en Cataluña ocurre lo mismo, al igual que en el País Vasco, o Castilla-León. La gente más cualificada se ha visto relegada a un tercer plano, y recibe órdenes de auténticos ineptos declarados y demostrados.

La última es los sueldos que reciben los eurodiputados, han llegado a un acuerdo para que todos reciban al mes 7.000 euros de sueldo, más dietas, más viajes, más lo que ustedes quieran. Pero no acaba ahí la cosa, cada uno tiene derecho a un asesor o equipos asesores y recibe otros 15.000 euros al mes, que se pueden incrementar aún más, si se justifican los gastos.

En este país hay dos clases, la política y sus palmeros, y todos los demás. Una que vive bien por decreto y otra que vive como puede. Unos se rigen por el estatuto político y todos los demás por los códigos comunes, unos pocos son los privilegiados y todos los demás los desposeídos, el proletariado.

Y luego critican países no desarrollados como México por “la mordida”, o los del Este porque para conseguir determinadas cosas hay que acudir al mercado negro. Aquí somos más civilizados, la mordida se ha institucionalizado, nos la cobran antes “legalmente”.

Así tenemos un país secuestrado por los políticos, con un nivel de vida que ha mejorado gracias al mercado global, y en el que nos están detrayendo los recursos que nos corresponden de forma injusta.

Ayer mismo, un amigo sociólogo que está haciendo un estudio sobre la calidad de vida de los españoles, me comentó lo siguiente:

A dinero constante, los españoles hemos perdido desde 1980 hasta ahora un 50 % del poder adquisitivo que nos correspondería, y su estudio lo ha desarrollado en la administración pública. Quiere decir que un señor que ganaba 1000 euros en 1980, hoy ganando 2000 euros, y descontando la disminución de precios que proviene del mercado, vive bastante peor porque puede adquirir menos cosas y se ha empobrecido.

Por otra parte ha estudiado lo que le correspondería cobrar a un funcionario medio si se hubiera mantenido la misma trayectoria de crecimiento de sueldos de países de nuestro entorno como Portugal, Francia, Bélgica, Italia, Alemania, Reino Unido, Irlanda, o los países escandinavos. En nuestro país estamos cobrando 15.000 euros menos al año de lo que nos corresponde, en comparación con la media de los países mencionados.

Sumadas ambas variables, la renta per cápita de los españoles si viviéramos en cualquier otro país de la Europa próxima tendría que ser aproximadamente un 40 % mayor de lo que es. Resumiendo la cuestión, la clase política (que incluye a todo aquel que la política le permite estar en el lugar social en el que está y que no estaría por sus propios méritos a circunstancias de mercado) nos está robando ante nuestras propias narices.

Lo hacen de forma directa, viviendo lo mejor que pueden a nuestra costa, y lo hacen de forma indirecta, empobreciéndonos mientras ellos se enriquecen. Sus aciertos, son propios, y sus errores los pagamos los demás y nunca pasa nada si se equivocan, todo se tapa o se manipula, para que parezca que son infalibles.

¿Hasta cuándo vamos a soportar esta opresión feudal sin hacer nada? ¿Acaso los ciudadanos somos idiotas?. ¿Somos idiotas o “nos hacen” idiotas?.

Biante de Priena

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