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martes, 13 de mayo de 2008

El síndrome de China

Zapatero y su gente están nerviosos, razones no les faltan. Acaban de cruzar la delgada línea roja que separa la democracia del totalitarismo, empujados por las opiniones del ciudadano Juan Carlos y la rebelión desmesurada que se materializa en el seno del Partido Popular.

Algún síntoma se había presentado en las pasadas elecciones con la debacle de Izquierda Unida, el batacazo de ERC, y el triunfo del Partido Socialista en Cataluña y Euskadi (sobrepasando en votos al PNV). Aunque el elemento más desconcertante fue el triunfo electoral del PSOE con 11 millones de votos, de forma hegemónica.

¿Será cierto que se puede morir de éxito?. Rodríguez Zapatero y su partido político, están a punto de comprobarlo tras quedarse como únicos referentes políticos "sin problemas" en el escenario nacional.

Todo lo que está ocurriendo es sencillamente la consecuencia de un fenómeno de reacción en cadena que va a devolver a la realidad la política española tras numerosas convulsiones imprevisibles. El PSOE no puede sostener por sí mismo el Estado, no puede permanecer como una isla de paz en un área de huracanes y maremotos.

Precisamente ocurrirá todo lo contrario. El PSOE no es Zapatero, lo saben los militantes y lo sabe el Presidente, y por eso todos andan preocupados tratando de establecer un plan de choque para afrontar lo que se les viene encima.

Los errores se pagan, y Zapatero ha cometido el grave error de haber ganado las pasadas elecciones por mayoría suficiente para gobernar, lo que le ha impedido establecer un pacto con alguna otra formación política, aunque teniendo en cuenta que todo el que pacta con el PSOE acaba sucumbiendo, no es fácil que ninguna formación política se atreva a dar el paso.

Esto ha ocasionado una grave crisis en los partidos que le hacían compañía por la izquierda y la derecha, condenándolo a gobernar sin oposición hasta que se recuperen del descalabro. Y una vez más se va a producir el axioma de que el PSOE funciona bien contra alguien, pero no por sí mismo. En realidad, el Partido Socialista está sufriendo un aislamiento político, porque sus adversarios se van a dedicar durante los próximos meses a resolver los problemas internos de sus propios partidos.

Y Zapatero se va a quedar absolutamente solo ante la crisis, sin que nadie le diga ni haga nada, por lo que no podrá acusar a los demás de los problemas que se vayan presentando en el país. Es decir, el PSOE va a ser el único responsable de todo lo que ocurra en España en los próximos meses y eso es demasiada carga para que no broten problemas en su interior.

Estamos ante una forma particular del Síndrome de China, el reactor del Partido Popular se ha fundido y terminará atravesando la tierra de nadie para afectar a sus antípodas políticas, produciendo un efecto similar en su máximo adversario, el PSOE.

La explicación del fenómeno es compleja, pero la situación de desequilibrio de poder, de triunfo de la inanidad, de exaltación frívola de todas las apariencias y de la patada continuada que se ha dado al Estado de Derecho y la Constitución por parte del PSOE en la pasada legislatura, tiene como consecuencia inmediata la crisis del PP, al demostrar su incapacidad para derrotar una opción política que estaba absolutamente noqueada por sus propios errores.

El pueblo español, al que algunos, menos Trevijano, consideran sabio, más bien ha votado con un tremendo miedo, por no decir pánico a que las cosas se pusieran peor, porque llevados los nacionalismos hasta su punto de ebullición, la olla a presión del Estado está a punto de estallar por no tener ya el escape del vapor que suponía el Partido Popular. Ahora es demasiado tarde para rectificar y Zapatero no lo hará desde el mesianismo y la inanidad que le caracteriza, seguirá dando más fuego y la olla acabará explotando.

Ahora podemos saber que el pueblo español no ha votado por Zapatero, sino que ha votado contra el choque frontal entre un Gobierno del Partido Popular y unos poderes autonómicos nunca tan encrespados y beligerantes. El PSOE no puede detener por sí solo la reacción en cadena que se ha organizado tras quedarse el 11-M sin autores intelectuales, tras el fracaso de la negociación con ETA, tras el aislamiento del PP, y tras el apoyo a la sedición de los nacionalistas.

Conociendo al PSOE, se puede decir que ya ha comenzado el procesamiento interno de su líder al que guillotinará antes de que pase el ecuador de la legislatura, y lo más sorprendente es que será con el apoyo de los ciudadanos que le han votado. Cuando la crisis económica de nuestro país, se una a la crisis política que estamos viviendo, el poder seguirá una emulación propia de un reactor nuclear, primero se calentará el ambiente, después comenzará la descomposición de todo lo que le rodea y la radiactividad en forma de crisis contaminará a todos los ciudadanos de este país.

En ese momento, el PSOE sacrificará a Zapatero, porque de mantenerlo en el poder se irá al fondo con su líder, como ocurrió con el Titanic. No le doy más de veinte meses en La Moncloa, como si los del PSOE no supieran organizar un grave conflicto que requiera su dimisión inmediata, de manera fulminante. Posiblemente el PSOE sobrevivirá renovando su discurso y su forma de hacer política, pero para ello, previamente le hará un traje de cemento al actual Presidente del Gobierno, para que forme parte de los nuevos cimientos del futuro de su partido.

¿Acaso no lo hicieron con Felipe González y ese sí que era socialista y no un piji-progre iluminado?. Decía Guerra en sus buenos tiempos que el que se moviera no saldría en la foto, y Zapatero, que se le va a hacer, con la habilidad que le caracteriza, ha destrozado la cámara

Biante de Priena

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