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lunes, 28 de marzo de 2011

Manifiesto contra la tiranía política realmente existente en España

Monumento a Torrijos y sus compañeros. Plaza de la Merced. Málaga (Detalle)

Como se tratará de mostrar a continuación, actualmente vivimos en España en una tiranía política encubierta, que explica mejor que todas las demás causas el origen de nuestro malestar, la erradicación paulatina de nuestro bienestar y la asfixia de nuestra libertad. Para combatir una realidad infame, primero hay que conocerla, saber su origen, desarrollo y qué puede hacerse para eliminarla de nuestras vidas para siempre. Estas son algunas de las razones por las que en España estamos tan mal, mientras no seamos capaces de corregirlas, seguiremos estando cada vez peor.

El fenómeno más importante de la política española en estos tiempos es la paulatina evolución de los partidos hacia diversas formas de tiranía, en una deriva personalista incuestionable, tanto en su organización interna como en sus propuestas públicas, coincidiendo todos los conocidos en la usurpación de la democracia, el abuso de poder y la organización de un centro de decisión fundamentado alrededor de un liderazgo. “Tirannya”, significa “alguien que gobierna solo”, bien en autocracia, u oligocracia, en compañía de sus leales prosélitos y edecanes.

Resulta extraño que los medios de comunicación no hayan ocupado del análisis de esta cuestión en profundidad. Quizá porque sufren el mismo problema que los partidos políticos en su organización jerárquica o porque se han convertido en un inmenso pesebre al servicio del poder.

Las enseñanzas y características políticas de las tiranías modernas recuerdan a las clásicas, pero tras un velo de confusión y enmascaramiento, para que no se distingan de las democracias (remedándolas exclusivamente de manera formal en su usurpación).

Ustedes podrán juzgar por si mismos, que partido político español no cumple el test de la tiranía (10 criterios de sí o no), que se presenta a continuación y les aconsejo reflexionar sobre la calidad democrática de la oferta que les anunciarán en las próximas semanas cuando comience la próxima campaña electoral:

Características de la Tiranía Política Actual

1) Desprecio por la justicia:

Aristóteles decía que el peor de los gobiernos era la tiranía, fundamentalmente por ser el más alejado de la Constitución. Usurpación de los órganos legislativos por la política, eliminando la separación de poderes, para reunificar todos los poderes exclusivamente en uno, el que beneficia al tirano correspondiente y a los sátrapas emuladores de los demás partidos políticos, Comunidades Autónomas, o Municipios. Montesquieu y su Espíritu de las Leyes ha pasado a mejor vida, como anunció Alfonso Guerra. Las leyes terminan siendo exclusivamente para los otros, porque la detentación del poder, en su abuso, inmuniza de la justicia humana y también de la divina, para dar paso al más desaforado despotismo.

2) Anulación de la libertad

La deriva hacia la opresión y el sectarismo es evidente. Los poderes de las sectas políticas se organizan para aplastar la libertad de los ciudadanos. Surge la opresión, que se siente cada vez que alguien independiente se aproxima al poder y ve como es rechazado por la secta si no le entrega su alma. La pluralidad de criterios ha desaparecido hace tiempo en España, sólo hay dos opciones válidas: los que están a favor de la política existente y los que estamos en su contra. Evidentemente, ellos no defienden la libertad para todos, nosotros sí. La política española requiere que se recobre el civismo, la civilidad, la “areté”, la honestidad.

Al mismo tiempo se produce la asfixia de la libertad individual en detrimento de una entelequia social como son “las libertades colectivas”, trampa saducea que sustituye “derecho a la libertad” por la propia libertad. El pueblo queda atrapado en el engaño. La libertad se convierte en una condición cuantitativa, no cualitativa, lo mayoritario suplanta a lo esencial, si dos sujetos viven en libertad y uno está siendo oprimido, se acepta entonces que existe libertad y nada se dice de la opresión y el cautiverio del que lo padece. Se invisibiliza desde las instituciones y los medios de comunicación la situación, como ocurre en las comunidades secesionistas con el idioma, o en el territorio nacional con el catecismo del feminismo o las elucubraciones sostenibles.

3) Usurpación de la democracia y transformación en demagogia

Democracia significa gobierno del pueblo, no de sus representantes acantonados en la defensa de los intereses de los partidos políticos que les han designado y sus privilegios. El pueblo, los ciudadanos, solo pueden ratificar lo que se les ofrece para consumo electoral, no elegir. Hay un conflicto entre los intereses de los ciudadanos y los intereses de los políticos, porque los políticos instrumentalizan la democracia en su exclusivo beneficio y en perjuicio de todos los demás. Son fieles seguidores de los postulados defendidos por Lenin desde el poder, que se preguntaba: Democracia, ¿para qué?. La democracia se ha convertido en instrumental al propósito de conceder el abuso de poder a los gobernantes

4) Liderazgo mesianista

Se observa con claridad el fenómeno en el PSOE como en el PP, en todos los partidos políticos. Un poder absoluto depositado en el líder –tirano-, fundamentado en la demagogia y el populismo, acompañado de la eliminación de cualquier voz discrepante o crítica dentro de su formación. Ni siquiera se observan matices en el discurso, un extraordinario halo de silencio de los propios –la secta- se ciñe como fortaleza transida de las palabras del líder. Todo es líder, y sus seguidores tratan de convertirse en clones, a imagen y semejanza de su guía espiritual.

La lealtad al líder destaca sobre cualquier otra característica de los seguidores, porque esta es la única condición que deben cumplir los que aspiran a la designación como representantes públicos, produciéndose un divorcio con la responsabilidad ante sus electores, que solo son necesarios cada años para conferirles ratificación y legitimación en las urnas, así como exención de sus responsabilidades si no resultan elegidos. ¿Quién es responsable en este sistema si se perjudica al pueblo?: nadie.

5) Dogmatismo ideológico

Las ideas –o su ausencia- se han convertido en fortalezas, se ha eliminado la pluralidad, la discrepancia y la crítica. Lo que dice el PSOE es exactamente lo contrario de lo que dice el PP y viceversa. Se ha eliminado el consenso del centrismo y la convergencia en intereses generales comunes. Los discursos de todos los líderes políticos españoles tienen la misma consideración: son planos, inanes, alejados de la realidad social, y más que fundamentados en la política, son ofertas sin sentido, gratas a la ilusión de los ciudadanos, de todo lo que se pasa por la cabeza al líder convertido en tirano, para lograr la continuidad de su permanencia y la de los suyos en el poder. El único objetivo de sus discursos es embaucar al pueblo para mantenerse aferrados al poder, lo único que les importa es su perpetuación en el pesebre público.


6) Relativismo doctrinario

Todas las tiranías son doctrinarias, y fundamentándose en la posesión de la verdad, consideran que cualquier otra razón que no sea la suya está equivocada. Sin embargo, para evitar que sus planteamientos sean desbaratados con argumentos, secuestran la razón propia en un relativismo que les permite adaptar el discurso a cualquier coyuntura y contexto. De esta forma, convierten sus principios en algo que no se puede rebatir ni es susceptible de falsación, así se configuran los nuevos dogmas, que en realidad son falacias argumentales que desplazan a los principios, valores y criterios existentes en el imaginario colectivo, para eliminar toda oposición a su hegemonía. La realidad se sustituye exclusivamente por la coyuntura. Los individuos desaparecen en sus circunstancias. El pueblo es una entelequia.

7) Totalitarismo discreto

Tras la segunda guerra mundial, esta palabra servía para definir tanto el fascismo, como el comunismo. Hanna Arendt se dedicó a su estudio en profundidad, para denunciar el cáncer político que se expandía como el aceite derramado por todas las estructuras e instituciones de la sociedad, hasta sus mismos confines. El totalitarismo se corresponde con la idea de conseguir un ser humano nuevo en una sociedad perfecta, lo que comparte objetivos con una religión civil. El Profesor Mark Lilla lo define así: “mientras más nos sensibilizamos ante los horrores de las tiranías totalitarias, menos sensibles somos con respecto a la tiranía en sus formas más moderadas que se produce en nuestro ámbito vital”.

El totalitarismo se puede constatar en todas las ramificaciones del poder, administraciones y servicios públicos de nuestro país, en connivencia con el partido o los partidos políticos que gobiernan en el Estado, los Ayuntamientos y las Autonomías correspondientes. También en los medios de comunicación que repiten el mismo discurso de forma permanente como si fuera los altavoces sociales de la novela 1984 de Orwell, quien tan bien definió en su relato “Rebelión en la granja” lo que está ocurriendo en España.

En sus aspectos negativos y dinámicos, se produce la persecución de los oponentes y críticos, acusándolos de los pecados más siniestros: fascistas, aprovechados, ventajistas, capitalistas, españoles, luego prosigue con la persecución de los que tienen criterio propio, para continuar con todos los que discrepan en lo más mínimo. Hay que acabar con toda discrepancia, porque lo que existe, nos dicen, no es sólo lo único posible, sino lo mejor.

8) Integración de la corrupción, el nepotismo, y el patronazgo en la cultura como un hecho normal.

Ejemplo palmario en nuestro país es la SGAE, pero también asuntos como Gürtel, Filesa, o la historia de Roldán, hay otros casos evidentes, como las organizaciones sindicales.

Se favorece a los propios para establecer una guardia pretoriana privilegiada entre la clase política y el pueblo, en mutua simbiosis, para financiarse y apoyarse recíprocamente, también se hace con todos los cargos de designación política que en este país son varios cientos de miles, que ocupan su puesto exclusivamente por pertenecer a un partido político y no por sus propios méritos.

Una auténtica timocracia, que es el gobierno de los privilegiados, de sus más bajas pasiones, entre las que se encuentran la ambición y la codicia, la soberbia y la envidia y por supuesto la avaricia y el desprecio de los ciudadanos.

Una de las características de la tiranía es despojar de sus bienes a los demás para dárselos a sus partidarios. Los recursos se reparten conduciendo a los partidarios a la riqueza, a los demás a la miseria. La propaganda sirve al propósito de ofrecer las mejores intenciones, ocultando los hechos más deleznables.

9) Desprecio por el ser humano, los ciudadanos y la sociedad

Los ciudadanos se convierten en la tiranía en una función del poder, porque sólo este importa al tirano. Los derechos se disuelven, la libertad se obvia y la democracia se somete a intereses personales del líder. El ser humano, sujeto de derechos, es relegado a su disolución en una entidad colectiva inmensurable, perdiendo su soberanía e identidad –la supuesta nación en los nacionalistas, el bienestar común en los socialistas, los valores tradicionales en los conservadores-; la sociedad se contrapone al Estado, y se somete a sus designios. La Constitución y el Estado de Derecho se convierten en papel mojado, prevaleciendo como criterio de valoración del poder las expectativas inalcanzables, y no la realidad insoslayable. Hasta Marx dijo en su día que era la sociedad la que debía controlar y educar al Estado, pero en la realidad actual el Estado domina a la sociedad por completo.

10) Apropiación de la cultura

Uno de los deseos más venerados por cualquier tiranía, es confundirse con la cultura vigente en su ámbito de gobierno, sustituirla con nuevos “valores, principios, y criterios”. El feminismo radical, el talante “conciliador”, la alianza de las civilizaciones, el “buenismo”, el pacifismo, el ecologismo, el anticlericalismo, el antipatriotismo, la memoria histórica, el androginismo, el desprecio por la vida, junto a la condena pública al ostracismo de los que no veneran sus intenciones, son características que distinguen al actual Gobierno del Estado de todos los anteriores. Y por supuesto, a todos los demás partidos políticos en sus pretensiones de ocupar el poder, para implantar sus catecismos, como ocurre esencialmente con los partidos nacionalistas, que niegan la nación de todos para imponer la suya particular, a la medida de sus pretensiones de perpetuarse en el poder haciendo conversión de los diferentes.

La Educación para la Ciudadanía y la legión del “cejismo”, la inmersión lingüística y cultural contra las que nada se hace, son medios para conseguirlo, junto con la promoción en todos los medios de comunicación de sus peroratas, para lograr el adoctrinamiento de la población, comenzando desde la más tierna infancia el lavado de cerebro constante y permanente. ¿Qué hace la oposición ante la opresión del Gobierno?: callarse, consentir, esperar a que destroce el país para heredar las ruinas y seguir haciendo lo mismo que ha hecho el Gobierno, cuando le corresponda, pero en sentido contrario. No hay oportunidad para un buen gobierno, si los que gobiernan y hacen oposición son igualmente nefastos.

¿Cómo se implanta una tiranía?

Llega un día en que un demagogo se proclama protector del pueblo y de la democracia amenazada, por una amenaza real o fingida, como en nuestro país fue el atentado del 11-M. He aquí al tirano. Primero la emprende contra los privilegiados (a los que envidia y convierte en chivos expiatorios de todos los males acontecidos), después contra todo hombre de bien, para eliminar críticas, y no tener jueces ni rivales.

El tirano, perdido todo rubor y alcanzada toda desvergüenza, henchido de soberbia, enajena la sociedad de lo que realmente es para aproximarla sus deseos, en la búsqueda de reconocimiento y prestigio en su infinita vanidad y soberbia. Intemperante, contumaz y díscolo, acude al fraude, al engaño y a la opresión para conseguir sus propósitos. Sin amistad, sin fe, sin tranquilidad, es el perfecto malvado.

Se produce una desorganización progresiva de la estructura social, el descrédito de los más dignos y el crédito absoluto a los privilegiados por su poder, habitualmente los más vanos y mezquinos, se desprecia al ser humano y se promueve la desigualdad, persecución de la libertad en todos los frentes, por medio de intoxicaciones y propaganda.

En términos similares, adaptados a nuestro tiempo, exponía Platón el Gobierno que deriva en Timocracia –el gobierno de los que persiguen la gloria ante los demás- antes que cualquier forma de bienestar colectivo. El paso inicial para alcanzar la tiranía es la abolición de la democracia, cuando una infinidad de desposeídos, confían en que el tirano “les devolverá”, lo que “les ha arrebatado” una minoría de privilegiados, la historia, o la naturaleza. El tirano, lo único que hace es cambiar unos privilegiados por otros, manteniéndose las mismas condiciones en los desposeídos, que entonces permanecen cautivos y obligados por su compromiso previo con el tirano.

Sócrates, fue el primero en estudiar la tiranía política, a la que consideraba un trastorno espiritual en el que la jerarquía natural del alma y la política están igualmente desquiciadas. La tiranía, a su juicio, es la forma más corrupta de gobierno, porque está exclusivamente al servicio de los deseos básicos del gobernante y no toma en cuenta el consejo de los demás.

Aristóteles ofreció una importante versión, más refinada, de este análisis, al señalar que un estilo tiránico de gobierno no se limita a reyes y príncipes malos, sino que las formas extremas de oligarquía y aun la democracia pueden considerarse tiránicas si no acatan la ley, si son arbitrarias y si se oponen al interés público. La tiranía así entendida constituye una clase general de regímenes en extremo perjudiciales, que niegan los bienes esenciales que puede brindar la vida política.

El cristianismo implantó en la sociedad el respeto por la jerarquía teocrática, la verticalidad del poder, la Teoría de las dos Espadas de Gelasio, y contrapuso por medio de Guillermo de Ockham el poder divino al poder terreno de los reyes, el poder humano: República de Dios, Gobierno de Cristo, usurpando a los seres humanos individuales la posibilidad de concederse un gobierno democrático, en libertad.

La Ilustración y la Revolución francesa fueron un momento histórico en el logro de libertades y derechos colectivos, no así individuales. Los periodos revolucionarios implantaron regímenes de terror como el de Robespierre, en un exceso sin precedentes en la historia de la razón. El despotismo ilustrado sustituyó a otros despotismos, pero no se consolidó en una auténtica democracia de seres libres.

Tocqueville acertó en su definición de un "despotismo suave" que convertía a la opinión pública en el nuevo tirano, que permiten las formas modernas de la democracia de masas, conducidos por sus representantes públicos, los políticos. Para John Stuart Mill, el verdadero reto para la libertad humana ya no venía de los malvados reyes ni de las instituciones corruptas, sino de "la tiranía de la opinión y el sentir predominantes", mientras que para Marx el capitalismo industrial mantenía su tiranía sobre la clase obrera a través del sutil mecanismo de la ideología burguesa, más eficaz que la fuerza política para sostener el moderno sistema de producción.

Freud y Max Weber fueron los últimos representantes de la tradición racional de liberación de los seres humanos, y no sólo de sus condiciones, como hizo Marx con su interpretación sectaria del problema a “cosificando” al ser humano y convirtiéndolo en parte de un juego perverso, del que sólo podía liberarse colectivamente. Reduciendo la complejidad del ser humano exclusivamente a su capacidad productiva y reproductiva.

Freud quería ayudar al individuo moderno a deshacerse de la tiranía de un pasado que lo esclavizaba inconscientemente. Weber, quería reconciliarlo con la vida en la "jaula de acero" de un mundo racionalizado y burocrático profundamente "desencantado".

La plenitud de la democracia llegó asociada al incremento de la riqueza en los países occidentales, primero de una forma selectiva a las clases privilegiadas, y tras la Segunda Guerra Mundial paulatinamente a todos los ciudadanos. El Estado de Bienestar Keynesiano vino asociado a la redistribución de la riqueza y de la cultura de forma más equitativa entre los ciudadanos. La democracia llegó a nuestro país más tarde, en el año 1978 con la aprobación de la Constitución vigente por el pueblo español, a partir de entonces la partitocracia imperante ha ido erosionando progresivamente la soberanía de los ciudadanos. Esta erosión democrática coincide en estos momentos con la crisis económica más importante de la historia moderna, con un ámbito global y una duración inestimable.

Es necesario recuperar la democracia para salir de la crisis económica y para lograr este objetivo fundamental, lo primero que debemos hacer los ciudadanos es erradicar la tiranía encubierta en la que vivimos, gracias a los partidos políticos. Lo segundo es devolverle al ser humano su lugar protagonista en la historia, como causa y consecuencia de la vida y la libertad. Por último, hay que aborrecer y acabar con todas las representaciones políticas falsas, que diciendo defender los derechos de los ciudadanos, lo único que hacen es incrementar los privilegios de los partidarios.

Como Leo Strauss nos recuerda en su obra: “Sobre la tiranía”:

“Nos vemos ahora confrontados con una tiranía que amenaza con convertirse, gracias a -la conquista de la naturaleza- y en particular de la naturaleza humana, en lo que ninguna tiranía anterior llegó a ser: perpetua y universal. Puestos ante la espantosa alternativa de que el hombre, o el pensamiento humano, haya de ser colectivizado sea de un plumazo y sin piedad, sea mediante procesos lentos y suaves, nos vemos forzados a preguntarnos cómo podríamos escapar de este dilema. Reconsideremos, por tanto, las condiciones elementales de la libertad humana”.

Para decidir con criterio hay que conocer de antemano la realidad, no se puede elegir en libertad si la información que nos proporcionan proviene de la demagogia y la propaganda. Sólo hay una forma de acabar con la tiranía política que nos mantiene en cautiverio en España: no creyendo jamás a los políticos que nos han defraudado. Los políticos no son nuestros nuevos amos, sino servidores públicos que deben rendir cuentas al pueblo de sus errores.

Biante de Priena

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