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Las grietas de nuestra economía no han pasado desapercibidas para el Financial Times, que hoy, precisamente, dedica un editorial a nuestro país, recordando que durante esta legislatura no se han hecho las necesarias reformas estructurales que siguen pendientes, y recordándole al gobierno que debería imitar la política de Sarkozy en Francia, si realmente no quiere dejar el país a la inercia de las circunstancias imprevisibles.
Nada que no se hubiera comentado anteriormente desde estas páginas. La política económica del gobierno de Rodríguez Zapatero más bien ha sido economía para “su” política; las legislaciones que ha establecido (170 nuevas leyes) orientadas algunas a la redistribución de la riqueza, de nada servirán con unos niveles de producción decadentes. Se quedarán en falsas promesas, o en buenas intenciones, pero eso al príncipe de la paz, le importa un rábano.
Nos espera un agitado futuro con la crisis que se avecina, la debacle inmobiliaria, el aumento del desempleo, la desinversión extranjera, la balanza comercial deficitaria, la subida del IPC, y la insoportable dependencia de los combustibles que obligará a revisar la moratoria nuclear. Si la crisis se consolida, harto probable consecuencia, el turismo también se resentirá, y el sector servicios español, fuertemente asentado en la temporalidad veraniega y el más de lo mismo, dejará a muchos ciudadanos en el paro.
Las grandes líneas de la política económica del gobierno han sido trazadas con cartabón keynesiano, cuando la mayoría de los países de nuestra órbita han regresado a las viejas fórmulas de incrementar la producción en todas sus variables antes que la estimulación de la demanda interna, cada día más estrangulada e incontrolable, por la globalización de los mercados.
Pero ha sido en la política donde realmente se puede apreciar el escenario mezquino que nos deja por herencia este gobierno. La cohesión económica y social entre las distintas comunidades autónomas ha desaparecido, las delegaciones transferidas han convertido nuestro país en un inmenso parque de atracciones, nuestros hospitales en casa de los horrores, nuestros colegios en montañas rusas, nuestros juzgados en tiovivos. Hoy la igualdad social, económica y política entre los españoles se ha reducido, para que los socios nacionalistas del gobierno recojan los frutos de su apoyo político, cobrando el peaje acordado.
En el exterior, las erráticas decisiones del Ministerio de Asuntos Exteriores han logrado que nuestro país esté haciendo el ridículo donde quiera que se presenta, en Latinoamérica han amenazado a las empresas españolas con nacionalizaciones y el gobierno se ha callado; Marruecos también nos amenaza, a pesar de la Alianza de Civilizaciones, y la veneración por la paz de nuestro presidente.
Pensar que hace unos años, cuando se comentó una posible ampliación del G-8, España ocupaba el primer lugar de los candidatos, y ahora nos hemos convertido en el primer candidato del foro alternativo. Y algunos, todavía se sienten orgullosos.
Tengo la sensación de que durante esta legislatura, hemos tenido un presidente que se ha hecho currículum pastoril a costa del erario público, para implantar sus ideas peregrinas, hipotecando al mismo tiempo el futuro de los españoles.
Los ciudadanos deberíamos exigirle responsabilidades más allá de negarle el voto en las próximas elecciones, cuando alguien mete la pata en nombre de todos, es lo que se hace en todas partes, ... menos en la política, claro, si aciertas te llevas la gloria y si fracasas, que se le va a hacer.
España se ha devaluado con Zapatero, no veo justo que a cualquier ciudadano se le exija el cumplimiento de unos objetivos en su trabajo, y los políticos no tengan que rendir cuentas a nadie de sus errores. ¿Es qué solo tienen aciertos?, según lo que nos cuentan los medios de comunicación de masas, parece que solo aciertan, porque todavía está por ver que una cadena de televisión diga alto y claro que un político ha metido la pata y eso nos va a producir determinados problemas.
Erasmo de Salinas