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Ahora nos dice el obispo de San Sebastián y portavoz de su jefe, el honorario tan poco honorable Setién, que "cómo olvidar a las centenares de familias guipuzcoanas que echan especialmente de menos a un miembro en prisión y a las que un nudo en la garganta les ha impedido cantar en la mesa navideña el Ator, ator, mutil etxera", en alusión a una canción típica vasca que dice algo así como "ven, hijo, a casa".
Pero que no se confunda el lector: este miserable obispo no se refiere a los Sres. Centeno y Trapero, Guardias Civiles con 23 y 24 años matados por esos gudaris a quienes tanto entiende, por ser de los suyos. No. Es un homenaje y una muestra de cariño más a los asesinos etarras presos y a sus familias, en su mayoría corroídas por el odio. Ni disimulan ya estos amigos de Eta con falsas equidistancias, pues la única mención a las familias de los asesinados por los criminales nacionalistas ha sido aséptica, fría y distante, sin mencionar a Eta, recordando en once hipócritas palabras a quienes "han sido víctimas de terribles asesinatos que nos avergüenzan a todos".
Quienes me avergüenzan a mí son Setién, usted y la pandilla de golfos sacerdotes y diáconos vascos solidarios con los terroristas y su gente. Como católico y cristiano, no pienso desearle una feliz navidad ni a usted ni a sus infames compañeros de lucha, y seguiré denunciando día y noche su satánica alianza con el mal, para que lo sepan millones de honrados creyentes, atónitos ante su bajeza.
Dante Pombo de Alvear