Hoy, se han cargado un logro social irrenunciable, y ningún sindicato ha movido un dedo: "la jornada laboral de 40 horas".
El mundo ha avanzado y se ha desarrollado porque ha habido seres humanos que no se han rendido ante quienes pretendían aplastar sus derechos y sus ideales. “Estamos hechos de la materia de los dioses, pero no lo sabemos, y nos hacen olvidarlo con la civilización y la cultura desde el mismo día en que nacemos”, así se expresa un famoso gurú contemporáneo, próximo a las enseñanzas del Dalai Lama.
La especie se resume en cada uno de nosotros, donde haya un ser humano luchando por su vida y su libertad, hay un pequeño dios y un gran héroe, porque todos llevamos dentro un programa de supervivencia que nos desactiva esta forma de vivir, pero que está dispuesto para aparecer en cualquier instante. Con seres que valoran su vida, con seres que aman su libertad, se puede hacer un planeta mejor, se puede caminar hacia la igualdad, el acuerdo y el consenso.
Nos mienten quienes abogan por la igualdad como motivo, porque son los primeros que aprovechan cualquier oportunidad para diferenciarse, para distinguirse, para separarse. Y más nos mienten cuando tienen la oportunidad de acantonarse en el poder. ¿Quién ha visto a Zapatero comprar en un supermercado o conducir su propio coche?. Nadie.
Dirán que es por cuestión de seguridad, pero no es cierto, es por marcar las diferencias, porque cuando un socialista llega al poder se convierte en un defensor de los hábitos de las élites del capitalismo. Algunos recordarán como eran todos ellos antes de 1982, antes de que Felipe González ofreciera el cambio “tan necesario” y Alfonso Guerra dijera aquello que iban a dejar España que no la iba a reconocer ni la madre que la parió, además de el café para todos y lo de que el que se moviera no saldría en la foto.
Es hora de reconocer que el socialismo no existe, ya no existe. Es un negocio político para mantener a algunos afortunados viviendo a costa de los demás como en la época feudal, precisamente mintiendo sobre sus propósitos que no son otros que los personales y los de sus allegados. La gran mentira está servida, el marxismo ha sido sustituido por el “marchismo” que es aprovechar los privilegios que se presenten, sin preguntarse si eso tendrá consecuencias para los que vengan detrás. Los del PP hacen otro tanto de lo mismo, ni se mueven de la foto, no vaya a ser que no salgan.
Y estas son las circunstancias por las que transcurren nuestros días, en un mundo limitado al capricho de unos imbéciles que han abjurado de la razón para imponer su nueva fe en la bondad de sus quimeras personales. Hemos llegado de nuevo al Antiguo Régimen, regresamos al absolutismo, y los responsables son los políticos, pero también los ciudadanos que se callan y permiten que todo esto pueda ocurrir.
Pero estamos los que resistimos, los que mantenemos el Santo Grial de las esencias, de los valores, de los principios y de la quimera de un mundo mejor, justo, libre e igual. Somos los liberales, los que no se venden por un plato de lentejas, los que desaparecen cuando todo es más o menos normal, pero regresan cuando hay problemas. Los que consideramos que cada ser humano es una maravilla por sí mismo, y los que realmente hemos cambiado las cosas en este mundo para mejor, porque todos los demás, conservadores, socialistas, nacionalistas y altermundistas, sólo han vivido de hacer promesas, y no realidades, es su egoísmo el que ha movido sus pasos.
Miremos hacia atrás, y veremos que tras cada cambio importante en la historia de este mundo y de nuestro país, hubo un liberal, que cambió el mundo para sí mismo, y otros le siguieron para cambiar el suyo, y esa es la única fuerza que transforma la realidad, no es lo colectivo lo que transforma la realidad, sino lo individual.
Eso es por lo que algunos seguimos luchando, para que no todo se arruine, porque el día que los liberales seamos capaces de ponernos de acuerdo, el mundo volverá a resurgir en su plenitud, nuestro problema es el mismo de siempre, que la vida tiene que apretarnos para que nos pongamos de acuerdo y derribemos esta forma de administrar el poder, y ya queda menos para llegar a ese momento.
Biante de Priena