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sábado, 26 de mayo de 2012

El atraco como inversión



En mi generación, estamos acostumbrados al clásico atraco que se hacía en las películas del Oeste americano, cuando llegaban unos forajidos, con un pañuelo tapándoles media cara, sus caballos, sus pistolas y sus sombreros. Entraban en la oficina bancaria, siempre en algún lugar donde sólo había una calle principal, con el banco a un lado y el salóm al otro, y se llevaban unas bolsas con el dinero, mientras dejaban atado y amordazado al oficinista en el interior del lugar. Huían, después, en sus ágiles caballos; más tarde el sheriff del pueblo, que siempre era alguien con experiencia, hacía una partida con los vecinos y el banquero, para perseguirlos por el desierto.Tantas veces hemos presenciado estos atracos en las películas de vaqueros que podríamos describirlos con todo lujo de detalle.

Por eso lo que ha ocurrido en España nos ha dejado sorprendidos a todos, sobretodo a los de mi generación, que fue la que alcanzó la mayoría de edad cuando en este país se recobraba la democracia tras unas cuantas décadas de dictadura. No estamos acostumbrados a que los atracos se realicen desde dentro de los bancos, que ayer eran Cajas de Ahorros, por sus directivos y los consejeros que representan a partidos políticos, sindicatos y otra gente de buen vivir, gracias a los sueldos que perciben por representar su ignorancia con carnet, en las instituciones financieras. Estábamos acostumbrados a los atracos a los bancos, lo que no estábamos es preparados para contemplar como los bancos se atracan a sí mismos y luego lo terminamos pagando nosotros, los ciudadanos, en el capítulo de inversiones financieras del Estado.

Sin embargo, lo más fascinante del asunto es que el Sheriff del lugar, en vez de perseguir a los criminales, les propone refinanciar el atraco con el dinero público recogido entre todos los perplejos ciudadanos, que además permanecen atónitos ante la desvergüenza de los atracadores y sus patrocinadores institucionales. Sobremanera, cuando en algunos de los atracos realizados, el Estado ha sido cómplice del crimen, asegurando viabilidades inexistentes para engañar a los pequeños accionistas que se han dejado sus ahorros en operaciones garantizadas por el Banco de España, que al final han sido sometidas a nacionalización argentina.

Creo que desde aquello de la conjunción interplanetaria este país ha perdido la razón y el sentido común, y va a tardar mucho tiempo en recuperar su normalidad. El otro día, el contador de nubes que arruinó este país convirtiéndolo en el Socialistán de sus sueños, nos advirtió de que ahora se dedica a escribir libros de economía para matar el tiempo y que a finales de año nos sorprenderá con un par de ellos. Mientras va por el mundo de la Alianza de Civilizaciones dando conferencias, para cobrarse las inversiones que realizó con dinero público en su magna obra. Es posible, que alguien lo proponga para el Premio Nobel de Economía en breve. Y a Mariano Rajoy, no me extrañaría que lo secuestraran los extraterrestres de Krugman cualquier día y desapareciera como en un Expediente X.

El problema de España no es económico, sino de veterinaria. Los animales sin identificar que están dirigiendo el país están afectados por algún virus que les ha vuelto locos y debe ser terriblemente contagioso, porque están todos contaminados. El problema es que la epidemia se sigue expandiendo cada día, y no creo que se pueda resolver fácilmente. Si los gilipollas que se fueron decían que el dinero público no era de nadie, los que vinieron han dicho que el dinero público es de los bancos quebrados, que ayer fueron Cajas de Ahorros, y se han quedado tan frescos, mientras los españoles pagamos sus imbecilidades, los que pueden, porque seis millones ya están en el paro.

¿A qué precio dicen que están las guillotinas esta temporada?

Enrique Suárez

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