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sábado, 17 de enero de 2009

Quien no apoya a Israel, es un traidor a la civilización occidental

Actualmente, solo hay una civilización evolucionada, una civilización más avanzada que las demás, la civilización que ha alcanzado las más elevadas cotas de libertad política, relativa igualdad, justicia reglamentada, bienestar social, organización administrativa y democracia viva. En el ámbito de los valores civilizados se encuentran también, el estado del bienestar, la superación científica y tecnológica permanente, un sistema de mercado libre, el respeto a la diversidad, y la profusión de mensajes singulares, y su expansión a través de los medios de comunicación. En esta civilización, se respetan las diferencias individuales o grupales, siempre que no atenten contra el bienestar común, en una suerte de equilibrio que pretende la armonía. En esta civilización es posible la pluralidad política, social, religiosa, o cultural. Esta civilización se expande haciendo cada día más común el mundo, pero respetando las peculiaridades, siempre que no atenten contra el bienestar compartido y deseable.

Esta civilización contradictoria y discutida en su interior, autocrítica, relativista y abierta es la Civilización Racional compartida por los países más avanzados: Europa, Norteamérica, Japón, Corea, Taiwan, Australia y Nueva Zelanda, Sudáfrica, e Israel y algunos países menores de fuerte influencia racional, dispersos por el mapamundi. En un segundo escalón, aproximándose a la racionalidad civilizada y con algunas peculiaridades propias están Rusia y los países de la CEI, y sectores importantes (mayoritarios) de los países de Latinoamérica, y determinados países repartidos por el mundo que buscan aproximarse al modelo racional de civilización.

Al otro lado, están las culturas fundamentadas en criterios dogmáticos, bien religiosos o políticos que conforman un mundo en el que prevalece la creencia sobre la razón, el mythos sobre el logos, y en los que el poder es ejercido de forma absoluta, sin respeto a los derechos humanos. En este grupo ha diferencias de grado en su aproximación al modelo racional, están la mayoría de los países islámicos (con excepciones como los que presentan variedad religiosa como Malasia o Turquía), la mayor parte de China (Taiwan, Singapur, Honkong se abren al modelo racional), el África subsahariana, la mayor parte de India, los países de Extremo-Oriente y el resto de países asiáticos, incluida Indonesia, también Cuba, por supuesto.

Solo hay una civilización que se adhiere al modelo racional, lo que no quiere decir que en el mundo solo sea posible razonar con los criterios que prevalecen en los países mencionados como seguidores de la racionalidad occidental, que participan de una homogeneización cultural, sin por ello perder sus diferencias culturales. El caso de Japón es paradigmático de país civilizado con cultura extraordinariamente diferenciada.

La civilización occidental es el producto de numerosas culturas convergentes, fundamentalmente organizadas en la prevalencia del logos frente al mithos, de la razón sobre la creencia, de la ciencia y la tecnología para todos sobre las prácticas rudimentarias particulares. Los países que comparten criterios racionales occidentales en la organización de su sociedad, también los comparten en la organización de su vida política, y en el respeto a la diversidad de creencias. Los países racionales siguen una evolución común, un modelo compartido de desarrollo.

No es cierto que la globalización sea un fenómeno que aplasta lo diferente, más bien lo diferente sólo puede existir en el ámbito de la globalización, porque los países que siguen criterios no compartidos de evolución, no respetan las diferencias. La libertad, la igualdad mínima, la democracia, la libertad de creencia religiosa, el acceso a la educación la cultura, el respeto a unos criterios mínimos de justicia, representados en la carta de derechos humanos, no se respetan en los países que no viven en el ámbito de la civilización racional.

En los países que siguen sistema racional, se alzan voces que defienden lo que no podrían defender en los países que no viven en un sistema racional. En los países en los que existe libertad se puede decir lo que no se puede expresar en los países donde no la hay. En los países en los que se puede discutir la existencia de Dios, la bondad del Estado, o la dictadura del poder, surgen movimientos que se organizan para aplaudir la dictadura, la opresión, los privilegios injustos, el aplastamiento cultural de los diferentes, la esclavitud, el terrorismo, la persecución religiosa, la injusticia y la más profunda desigualdad.

Es inmoral, absolutamente carente de ética, ver como se organizan manifestaciones en pro de Palestina, en pro del Irak de Saddam Hussein, a favor del régimen cubano o venezolano, o en apoyo del régimen chino o vietnamita. Es un acto de ignominia, ver como los discrepantes del sistema racional occidental, defienden a los enemigos de su civilización, en solidaridad con la opresión imperialista de los ciudadanos que viven en regímenes no racionales, cuando se callan la boca sobre la opresión propia que se ejerce desde teocracias o regímenes comunistas, sobre esa misma población.

El pacifismo que pregonan, pretende someter al fuerte por el débil, al rico por el pobre, al inteligente por el idiota, al culto por el ignorante y al demócrata por el tirano. Es falso que pretendan acabar con cualquier forma de dominación, lo único que buscan es dominar dando pena, creando una conciencia de culpabilidad en los ciudadanos que cada día se esfuerzan por construir un mundo mejor, con su trabajo y esfuerzo, resolviendo las dificultades de su vida como buenamente puede, pagando sus deudas, luchando por sacar adelante a sus hijos, respetando las reglas del juego.

Es una vergüenza ver una bandera de Palestina sostenida en una manifestación por miembros del PSOE, UGT, CCOO, IU, y todas las organizaciones progresistas subvencionadas desde el poder, venerando a una organización terrorista como Hamás, y estando en contra de un país como Israel, en el que la libertad, la democracia, y la igualdad, a pesar de todo, sigue siendo posible.


Biante de Priena

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