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sábado, 3 de julio de 2010

En defensa de los oprimidos


Uno de los rasgos definitorios de la izquierda en este país ha sido tradicionalmente la defensa de los que sufren, de los acosados, de los damnificados, de los pisoteados por los demás. Algo que comparten sobre el papel con el cristianismo y algunas doctrinas altermundistas de la paz y el amor, secuelas del movimiento hippy de los años setenta del siglo pasado que implantó el signo de la Y invertida y el lema de: “haz el amor y no la guerra”.

En realidad, las izquierdas siempre han sido más opresoras que las derechas o cualquier otra alternativa política, la bota rusa, la dictadura castrista, el teatro venezolano o la parafernalia palestina así lo atestiguan. Alfonso Guerra, otrora líder de la oclocracia española, lo dejó bien claro cuando una buena tarde asesinó a Montesquieu para implantar poco a poco el totalitarismo en España y lo aseveró posteriormente, advirtiendo a la gente de su partido que los que se movieran no saldrían en la foto, es decir, no pillarían cacho, ni poltrona para beneficiarse a sí mismos de su paso por la política.

Cien años de estafa pública

La gente se ha olvidado de los orígenes totalitarios del PSOE, de su reciente pasado marxista, de su afición por el totalitarismo, de las amenazas de Pablo Iglesias a Maura en el Parlamento, de la participación en la dictadura de Primo de Rivera, el padre del fundador de falange, del pucherazo en las elecciones que condujeron a al guerra civil española, y ya en la presente época democrática, del GAL organizado por Felipe González, de los numerosos casos de corrupción política como FILESA, MATESA y TIME SPORT, de Roldán y la misteriosa desaparición del dinero público que jamás fue encontrado. La oclocracia socialista siempre ha jugado fuera del tablero de la democracia, tanto para acceder al poder, como para mantenerse en él, el Nunca Mais, el 11-M, las huelgas sindicales cuando España iba 100 veces mejor que hoy que se guarda un silencio cómplice desde los agentes sociales, mientras se revienta Madrid con la huelga del Metro.

Pero con Zapatero todo se ha refinado de una forma sofisticada y postmoderna, bajo la bandera de la igualdad, se ha conseguido llevar este país a la mayor desigualdad de la democracia, concediendo a los catalanistas y vasquistas lo que han pedido, aunque fuera en contra de los demás españoles, concediendo a las feministas una ley que impone la desigualdad entre los españoles y españolas, concediendo a los revisionistas históricos la justicia del regreso al olvido, por intereses exclusivamente electorales. Pero también ampliando negocios de determinadas empresas que comparten la obsesión por el ecologismo y el cambio climático, sobretodo las de energías renovables, las que abogan por un mundo sostenible, las que cobran por prepararnos la mitología del futuro.

Cierto es que esta cruzada a los españoles nos ha salido demasiado cara, tanto por los cinco millones de parados que ha conseguido, como por haber incrementado la deuda española total hasta los 4 billones de dólares, el déficit público hasta el 12 % y llevando el crédito de España como país a los niveles más bajos de la democracia. Eso sin contar los experimentos que hemos pagado como la Alianza de Civilizaciones o las ayudas a terceros países para las causas más variopintas, que luego se traducen en tener ejércitos sociales que promueven los intereses de partidos de izquierda financiados con el dinero público de todos los españoles.

¿Solidaridad o egoismo?

Muchos se pensarán todavía que estas piadosas y solidarias intenciones tienen sentido, que a cualquier precio hay que conseguir un país más justo socialmente, y seguirán votando por el PSOE, porque la propaganda que se hacen a sí mismos con nuestro dinero en los medios de comunicación que subvencionan así lo indica, pero desgraciadamente se equivocan.

La única finalidad de desplegar estas banderas, estos augustos motivos humanitarios es el acaparamiento de poder por medio del engaño, el único objetivo de los socialistas españoles, bastante mediocres, ignorantes y miserables, es el de perpetuarse en el poder, para ello no dudarán en cambiarle el nombre a España y convertirnos a todos en homosexuales si es preciso. Están obsesionados con que su idea del ser humano (materialista), de la vida (existencialista), y del mundo (altermundista) es la única verdad sobre la Tierra, de la humildad han pasado a la soberbia y se aferran a su doctrina como los talibanes al Islam, tratando de imponer de forma imperativa su perspectiva de la realidad a todos, mientras apelan a la opresión histórica de los modelos patriarcales, autoritarios, elitistas y machistas que existen en el mundo, pero en el fondo nunca han aspirado a liberar a la humanidad de sus opresores.

Al contrario, lo único que han pretendido a lo largo de la historia es imponer su propia opresión sobre los demás, sobre los que no piensan como ellos; donde había machismo imponer el feminismo, donde había franquismo imponer socialismo, donde había libertad imponer su versión, donde había democracia imponer oclocracia, donde había escepticismo imponer su fe, donde había justicia imponer su arbitrariedad, donde había diversidad imponer su doctrina.

Queridos lectores, los socialistas no quieren liberar a los españoles de sus opresores pasados, presentes o futuros, para nada, lo que intentan por todos los medios es imponer su propia opresión, su versión de la realidad, a todo el mundo. No se confundan con los socialistas, los ejemplos que hemos conocido a lo largo de la historia no han sido precisamente de liberación, sino de todo lo contrario, las mayores opresiones que ha vivido la humanidad provienen del socialismo, son las únicas que son capaces de realimentarse desde el poder totalitario que imponen, durante décadas llevando a la miseria a todos los que los han sufrido.

El socialismo es opresión

El socialismo es opresión, siempre lo ha sido y siempre lo será. El cuento está en que promocionándose como lo que realmente es no obtendría jamás el poder, por eso cada día promueve que los opresores son los otros, mientras pisan y aplastan la libertad de los ciudadanos, la de pensar, la de sentir y la de hacer. Una prueba de ello es la siguiente, ¿cuándo han visto ustedes un acto en defensa de la libertad entre los socialistas que contravenga lo que han dicho y hechos sus dirigentes?.

A eso lo llaman disciplina de partido, porque a los socialistas les encanta cambiar el nombre a las cosas, son unos auténticos charlatanes que nos ofrecen el pleno empleo y consiguen la cifra más elevada de parados en la historia de España, que nos ofrecen igualdad con la única finalidad de que el millón de colocados por el partido siga viviendo en el privilegio mientras machacan al pueblo, que nos hablan de solidaridad y suben los impuestos, que nos dicen que velan por nuestro bienestar y nos llevan a la ruina.

Hay que ser imbécil para creerlos, o imbécil o estar en el ajo, recibiendo o esperando recibir algo de ellos. Algún día la mayoría de los españoles se desengañará y comprenderá que los opresores son los socialistas y los oprimidos todos los demás, y ya queda menos para que eso ocurra, pero después, que a nadie jamás se le olvide lo que han hecho cuando han ocupado el poder. Debería eliminarse el socialismo de la presencia política en España, en Estados Unidos lo han hecho y viven tan felices, por algo lo habrán hecho los norteamericanos. Es hora de que expulsemos de la democracia a los enemigos de la libertad que son los socialistas, utilizan la democracia para asixiar todo lo que no es socialista, y eso es tiranía, oclocracia, un engaño, pero no democracia.

Si no respetan las reglas de juego que nos hemos concedido democráticamente, no pueden participar en el juego democrático imponiendo las suyas. Quienes utilizan la democracia para beneficiar a los suyos y perjudicar a todos los demás, son criminales políticos que algún día no lejano deberán rendir cuentas ante el pueblo español.

Biante de Priena

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