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viernes, 12 de septiembre de 2014

El 1,07 % de los españoles quiere la independencia de Cataluña



 
"Una nación es un resultado, no un propósito" Max Weber

Soy de los que piensa que España no es algo discutido y discutible, sino algo indefinido, como son las naciones de verdad, fundamentadas en los hechos; las que no lo son están perfectamente definidas hasta en los más mínimos detalles, hasta el punto de que aquellos que no encajen en el perfil previsto por los constructores corren el peligro de ser excomulgados y no salir en la foto, puesto que son simulacros de nación diseñados por los que se aprovechan del asunto.

Las naciones importantes no se definen por los políticos, sino por los ciudadanos, algo que resulta coherente porque quien define es quien tiene potestad para ello y todas las naciones modernas tienen como soberanos a los ciudadanos. Cuando la soberanía era de los reyes hace más de dos siglos, ellos también definían la realidad de los ciudadanos, como acontece ahora con los partidos políticos, esa nueva "aristocracia electoral"; salvo algunas excepciones como Reino Unido, donde desde lo de Cromwell son los ciudadanos soberanos los que definen la monarquía. En España también debería ser así, pero hay muchos intereses políticos para que no sea. Lo habitual es que los partidos políticos, en un acto de usurpación sin precedentes, traten de representar la soberanía de los ciudadanos, cuando en realidad sólo tienen potestad legal para representar los intereses generales de los ciudadanos (no los particulares de los partidos políticos), pero no la soberanía. En Francia,  sí pueden hacerlo, porque la soberanía es algo compartido entre el pueblo y la Asamblea desde la Revolución Francesa y la creación del Estado jacobino que tutela discretamente al pueblo, pero en Estados Unidos no pueden hacerlo, porque lo impide su Constitución, aunque el Presidente tiene potestad absoluta para representar los intereses generales de todos los norteamericanos, incluídos los nacionales, si fuera preciso. Pero en España no es así, el único soberano de la nación española es el pueblo español en su totalidad.

Pero lo que está cada día más claro en este país es que las distintas versiones e interpretaciones de los partidos políticos poco tienen que ver con los deseos y los intereses de los ciudadanos, y tan sólo tienen que ver con los intereses de los partidos. Dudo mucho que España se parezca al invento del PP, un Estado corporativo, o al del PSOE, un Estado Federal, o al de los nacionalistas, un Estado fragmentado, o el Estado fantástico de Podemos.

 Si ustedes se dan cuenta todos los partidos políticos buscan convertir a la nación (algo que depende de la soberanía y libertad de los ciudadanos) en alguna forma de Estado (algo que depende exclusivamente del poder de los partidos políticos). Reducir la nación al Estado es una felonía de la misma proporción que la que estableció Fernando VII cuando no sancionó la Constitución de 1812, y no fue hasta 1820, cuando Riego le obligó, cuando dijo aquello de: “marchemos, francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”, tres años después, Riego era ahorcado en la Plaza de la Cebada de Madrid, un 7 de noviembre, y daba comienzo la década ominosa.

El espectáculo que hoy nos han ofrecido los asistentes a la manifestación de la v de la diada, con medio millón de independentistas, ha sido muy interesante y divertido, pero nadie les dirá a los asistentes, porque en este país hay mucha cobardía, que ese medio millón es tan solo el 6,67 % de los catalanes, y el 1,07 % de los españoles, esas son las cifras reales de su representación. Creo que es un auténtico exceso de soberbia y estupidez, pensar que un poco más de uno de cada cien españoles tiene derecho a decidir por el 99 % restante en relación a la cuestión de la soberanía nacional de este país.

A veces, los árboles que nos ponen los medios de comunicación en las narices nos impiden ver el bosque de la realidad, no es algo que ocurra por casualidad, sino de forma intencionada y artera, porque hoy los medios de comunicación escritos o audiovisuales no pueden sobrevivir sin las subvenciones en forma de propaganda institucional que les ofrecen los distintos gobiernos y por eso se han convertido en siervos de pesebre. 

En este país los políticos tienen tan poca formación que no comprenden que las autonomías son entidades administrativas en nuestra Constitución, que pueden regular cuestiones relacionadas con el funcionamiento del Estado en las distintas comunidades, pero nada que competa ni a derechos fundamentales, ni a cuestiones nacionales. Tal vez el error no sea sólo suyo, sino también del gobierno del Estado, que ha mostrado su benevolencia con los escarceos secesionistas para no crear más conflictos, de los que siempre se acaban beneficiando aquellos que ejercen de víctimas propiciatorias aunque sean, en realidad, unos opresores despóticos que imponen la tiranía de su voluntad contra leyes y derechos. Evidentemente si la justicia no estuviera vendida al poder desde que consiente que sus cúpulas sean elegidas desde los partidos políticos, las cosas no serían así, pero así son.

Sigo pensando que este sistema es anacrónico y  ya huele a cadáver putrefacto sin enterrar; el cenotafio de la historia está aguardando su inmolación definitiva, voluntaria o involuntaria, eso es lo de menos. No hay ninguna regeneración posible que pueda provenir del poder político, cuando el poder político es el único responsable de la degeneración política que vivimos en este país. A los criminales no se les permite salvarse por arrepentimiento y redención de sus crímenes, sino por sentencia y condena de los mismos. Algún día se acabarán las tonterías a las que estamos asistiendo y todos los que han vulnerado la constitución española vigente tendrán que rendir cuentas de sus crímenes contra la democracia. 

Que sea más pronto o más tarde sólo depende de los españoles soberanos, no de los partidos políticos usurpadores e impostores, que han utilizado la democracia en este país para crear indeterminados agujeros negros de corrupción, fraude y sectarismo por los que se han fugado los recursos que correspondían al bienestar de los españoles, y hoy forman parte de cuentas privadas en paraísos fiscales a nombre de los ladrones, que esperan ser juzgados y encerrados en la cárcel. Ya falta menos y lo saben.

Me parece bien que el 1,07 % de los catalanes quieran la independencia de Cataluña, ahora sólo necesitan convencer al 98,93 % de los españoles restante, de que es algo que debemos concederles. Esperamos que lo planteen de forma oficial y así en toda España podamos hacer un referendum para dejar de ser españoles y ser lo que quieran el 1,07 % de los catalanes que hoy han festejado La Diada. Creo que vivimos en una democracia, aunque en realidad sea una demagogia de la que se benefician todos aquellos representantes políticos que en las campañas electorales nos van a llevar al paraiso y poco después, sin que nadie sepa explicarlo, nos dejan tirados en el infierno, para salvarse ellos. Esa sería la forma legítima de resolver este problema, de la que no quieren oir hablar desde las oligarquías del poder político, para poder ofrecernos sus "soluciones": someter a referendum en toda España la viabilidad de la independencia de Cataluña.

Enrique Suárez                                                               


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