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viernes, 28 de enero de 2011

El ocaso de los políticos infalibles



No me digan que no son de admirar estos personajes que nos ha brindado el destino, intermediado por las urnas; a mí, personalmente, la infalibilidad siempre me ha causado ternura, a veces piedad. Vivimos en una época de nihilismo y zozobra. La caída del imperio romano debió ser algo así, porque Odoacro se dio un paseo por Roma cuando Roma ya no existía.

Algo así le ocurre a los partidos políticos españoles, no se han dado cuenta de que no existen y sin embargo tratan de que la realidad les siga dejando hueco. Los tiempos cambian deprisa, hace 30 años los españoles abrazábamos alborozados la presencia de unas asociaciones de interés público formadas por unos señores que estaban dispuestos, en nombre de las cosas que disfrutaban los europeos desde 40 años antes, a cambiar el rumbo de nuestra historia.

Fue divertido mientras duró, luego nos dimos cuenta de que se habían olvidado de informarnos de los costes del asunto, de que la Constitución Española era un desideratum y que el único objetivo de los prohombres y promujeres que vivían de la representación pública, era mejorar sus circunstancias personales, a costa de que las de los demás fueran empeorando. Hoy en día, casi un 25 % de los ciudadanos españoles, abjuran de la política y los políticos como la tercera causa de su malestar, tras el paro y la crisis económica.

Sin embargo, los políticos españoles siguen siendo infalibles, tan infalibles como el Papa, incluso algunos más, porque el Santo Padre al menos pide disculpas por los errores de la Iglesia que representa, pero los políticos desconocen tal cosa, aunque exigen a todos, menos ellos, que rectifiquen en sus errores. Ahora se está corriendo la especie por ese personaje de ópera bufa que es José Blanco de que los españoles hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que ahora que llegan las vacas flacas, debemos apretarnos el cinturón, para que ellos, la casta política, siga holgada.

Con cinco millones de parados en cartel, los políticos blindan su porvenir económico ante nuestras hostiles narices, mientras destrozan el de sus electores, por su bien, por el de ellos se supone, no por el de sus electores. Los políticos españoles se comportan con la misma impunidad que los nobles y clérigos del antiguo régimen, cuando los españoles éramos súbditos y teníamos a Fernando VII de vacaciones en Bayona.

Hace 65 millones de años, un buen día los dinosaurios, que habían reinado sobre la tierra durante muchos cientos de millones de años se extinguieron, comenzandola era de los pequeños roedores. Al igual que los dinosaurios no fueron conscientes de su extinción hasta que llegó su hora, la del fin de los partidos políticos convencionales se aproxima sin prisa pero sin pausa. No les concedo más de una legislatura al PP y al PSOE y a todos los demás, incluidos los nacionalistas. Al igual que los dinosaurios desaparecieron, posiblemente por un cambio climático, los partidos políticos desaparecerán por otro cambio climático, en esta ocasión cultural y que hoy conocemos con la denominación de internet. No resistirán el test de esfuerzo a que les somete la libertad de expresión y comunicación, sin mediación, entre todos los ciudadanos.

Se acaba la última entrega del absolutismo dogmático, del despotismo delustrado, de la inepcia y la usurpación. El poder no puede ser detentado por nadie y menos contra la ley, estableciendo condiciones privilegiadas para los políticos y devastadas para los que les ratifican en las urnas. Se acaba una era, la próxima etapa requiere la participación directa de los ciudadanos en los asuntos políticos, se acabó el cheque en blanco sin responsabilidades que se concedía en las urnas cada cuatro años.

Los infalibles serán tragados por el tiempo, a pesar del dominio de la propaganda y los medios de expansión del poder, antes conocidos como medios de comunicación. No se puede soportar tanta inmundicia y soberbia. ¿Han visto ustedes algún político español, en alguna ocasión, reconocer que ha cometido un error que ha causado graves problemas a los ciudadanos que representa, bien desde el gobierno o la oposición?, pues está claro que si no reconocen sus propios errores, es prácticamente imposible que algún día nos pidan disculpas por el daño que nos han causado, aunque siempre nos recordarán, hasta la saciedad, los escasos aciertos que hayan cometido.

Nadie en este país, desde Felipe González, se había equivocado tanto como José Luis Rodríguez Zapatero en el Gobierno y Mariano Rajoy en la oposición, como el PSOE y el PP, creando por su descomunal ineptitud, uno desde el Gobierno y otro desde la oposición, la situación más escabrosa social, económica, política y cultural de la historia reciente de España. Sin embargo, ahí los tienen ustedes, inasequibles a la opinión pública, dispuestos a volver a engañarnos como si no hubiera pasado nada, violando la realidad para repetir el mismo juego de los errores que ha acabado con nuestro bienestar. No se dan cuenta de que están políticamente muertos y se han convertido en un fenómeno paranormal, en una colección de fantasmas, en una quimera que se ha tragado el tiempo.

Alguien debería decirles a los partidos políticos españoles, tan convencionales y apañaditos, que pertenecen al pasado, que se han convertido en mitología, que ya no existen, porque la realidad la siguen determinando las condiciones de vida de los ciudadanos, y en ella, ya no tienen espacio, ni tiempo.


Enrique Suárez

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