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viernes, 7 de noviembre de 2008

Primeros problemas con Obama como presidente

El mito del siglo XXI

Con la elección de Barack Obama como Presidente de los Estados Unidos de América, se ha acabado el siglo XX, ocho años después de su conclusión cronológica, prolongado trágicamente por la eclosión del terrorismo de Osama bin Laden y el atentado de las torres gemelas.

Con la presencia de un negro de origen keniata –un nieto de Kenya con familia directa en las estribaciones del Lago Victoria-cuyo primer nombre –es Barack-, que significa afortunado en swahili (y en español, también, baraka es fortuna), y su segundo nombre, Hussein, concluye la superación de la fobia contra lo árabe y lo musulmán en la nación norteamericana, además de dar carpetazo definitivo a la guerra de secesión, y estampar definitivamente en la historia con letras de molde, el reconocimiento de la influencia africana en la formación de los Estados Unidos de América.

Con la elección de Barack Obama, cuya vida recuerda una fotonovela, se acaban también algunas tradiciones importantes en relación a la necesidad de una familia unida para que alguien puede salir adelante. Y también se establece la independencia de la iglesias y el Estad, con la estudiada ruptura del Presidente con el pastor de su iglesia, Jeremiah Wright, tras veinte años de fidelidad.

Definitivamente, ha concluido el mito del siglo XX –que recordando a Oswald Spengler, autor de la obra así titulada, tenía en la raza su guión- y comienza el siglo XXI, mejor dicho, el mito del siglo XXI, y lo hace de forma providencial y oportuna, en el seno de la peor crisis que ha tenido el sistema capitalista en su historia.

El mito del siglo XXI

Pero más que la sangre y la raza, el siglo XX ha sido el siglo del capitalismo, cien años de expansión económica, que en realidad comenzó con el hundimiento del Maine en 1898 y el comienzo del imperialismo norteamericano, luego vino la declaración de la Primera Guerra Mundial y su conclusión con el Tratado de Versalles, la revolución rusa de 1917, pasando por la crisis del 29 y el New Deal, la segunda guerra mundial, el plan Marshall, la guerra fría, la crisis del petróleo en 1973, el nacimiento de la Unión Europea en 1993, la globalización del GATT, la eclosión asiática, primero de los tigres y luego de los elefantes, los atentados de la yihad, y las soluciones comunes que se pretenden para atajar el descalabro económico que estamos viviendo. Spengler se equivocó, porque el materialismo –capitalista, socialista-, a la larga ha prevalecido en su determinación de nuestras vidas más que cualquiera de los demás antihumanismos.

Dice Bayrou que viene el siglo de lo humano, de la superación de la representación política, que es la última de las esclavitudes. Tengo mis dudas al respecto, porque no atisbo un afán asimilativo en la gente, un afán por tomar las riendas de su propio destino a los ciudadanos del Planeta. Más bien, lo que veo es cada día más opresión y reparto de privilegios organizado y programado alrededor de los que detentan el poder, de los que se han agrupado en el provechoso mercado de representar a los demás con la propaganda como estandarte, comerciando con sus vidas.

La política, que debería ser una ciencia que se ocupara de lograr un bienestar humano general, más bien es un negocio en manos de lo peor de nuestra sociedad, con regímenes que tras caras bondadosas y fotogénicas, ocultan los crímenes más pavorosos, la obscenidad de la codicia, la insania, la ineptitud y la tiranía en su máximo esplendor.

El mito del siglo XXI, va a ser la promesa de resolución de todos los problemas de la existencia humana, que va desde la venta de milagros en la ciencia a la desocupación obligatoria por nuestro bien. La unidad de acción será una apariencia, y los gloriosos planes de cohesión internacional, que sólo servirán para promover a sus postulantes, se quedarán en agua de borrajas.

No creo en los seres humanos cuando se agrupan, porque las masas son fáciles de dirigir desde la propaganda, como ha ocurrido recientemente en los Estados Unidos, convirtiendo en una víctima irredenta a un privilegiado elitista. Lamentablemente, el siglo XXI se nos venderá como la centuria de la ética, y en realidad será el siglo de la estética, la apariencia y la propaganda.

La civilización occidental se ha desarrollado con la razón en el horizonte como destino hasta ahora, en que comienza una época de sinrazón que culminará en cualquier forma de tiranía. La democracia se ha convertido en un método de opresión y reparto de privilegios, gracias a la ineptitud insoportable de quienes diciendo que van a resolver los problemas que se presentan en nuestras vida, han conseguido convertirlas en auténticos infiernos materialistas, en los que el ser humano ha quedado reducido de su dominio sobre la creación y la centralidad sobre todas las cosas, a una simple anécdota instrumental en manos de los políticos. La civilización deshumanizadora que convierte a los seres humanos libres en masa informe, construye nuevos dioses para los mismos creyentes. Ha cambiado algo –estéticamente-, para que todo siga igual –éticamente-. Negar que lo que nos ofrecen los políticos es lo mejor de lo posible, será herejía en breve. Lo dejo dicho ahora, antes de que sea demasiado tarde.

Zapatero, los Reyes Magos y Papá Noel, son los sólidos cimientos del Siglo XXI, puro simbolismo zafio representado con muchos medios de propaganda, en un mundo en que los sueños, son la mejor realidad en la que se puede vivir, sin ser político.

Con Obama tengo el alma de las decisiones dividida, si observo su trayectoria personal, individual, creo que estamos ante uno de los políticos más importantes de nuestra historia, pero si me fijo en lo que dice representar, en lo que promete, en lo que quiere vender al mundo, me parece un charlatán inconfesable.

Habrá que ser paciente, y esperar, para ver si prevalece lo humano sobre lo público en este personaje que ha roto el curso de la historia por su coraje. Quiero pensar bien de sus intenciones, pero ya me queda muy poca esperanza. Hay algo que sí ha demostrado al mundo, que la gente requiere justicia, que la lucha por la superación es un modelo, que el mundo premia a los que se forman, trabajan, se esfuerzan y resisten. Nada que ver con lo que conocemos en los políticos de nuestro país.


Biante de Priena

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